Este librito (y recalco el diminutivo, es pequeñísimo) es una verdadera joya. Es un libro de relatos a cada cual mejor… Os dejo la sinopsis completa (bastante larga) de la contracubierta y luego os doy mi opinión.
Portada del libro
Alguien dirige una carta a un escritor fallecido. Una familia cargada de hijos atraviesa un continente devastado por la guerra, en busca de un balneario. Un viajante de comercio comienza a sospechar que en su rutina diaria acecha un reverso alarmante, tras varios encuentros fortuitos con dos personajes anónimos. Un hombre y una mujer se dan cita cada tarde, sin ellos mismos saberlo, bajo las luces de un parque romano: él ha extraviado una habitación y ella ha extraviado una historia. Un catedrático celebra a solas el paso a un nuevo año encerrado en su automóvil. Son, todas ellas, existencias que se debaten entre la banalidad y el prodigio; constituyen el pretexto para levantar una escritura cargada de olores y sabores, allí donde la memoria de cada cual inventa jardines, trafica sensaciones, protagoniza sombras, puesto que en este libro rápido y lento, el lector no encontrará otra velocidad que la que el tiempo impulsa ni viaje más difícil que el regreso a los pupitres.
«Velocidad de los jardines es un conjunto de relatos de tal intensidad, apremio, originalidad y delicadeza que sin duda se abrirá paso para ocupar un lugar en nuestras letras actuales… Un escritor nuevo, diferente, personal, riguroso» (Rafael Conte, ABC).
«Un libro repleto de originales aciertos. Un talento en verdad infrecuente» (Ignacio Echevarría, El País).
En una encuesta entre internautas, Velocidad de los jardines fue elegido uno de los tres mejores libros de cuentos de los últimos 25 años (1982-2007): «Un libro portentoso, vivo, un libro que además despierta cariño, cercanía, amor, aparte de admiración. Es como si sus lectores hubiesen quedado marcados, tras leerlo, por su palpitación interior, como si esos relatos fuesen un breviario que acompaña a quien ha tenido la fortuna de cruzarse en su camino, con gestos amistosos e inolvidables. Porque este libro contiene relatos que nos conciernen, que hablan de nosotros, y cuando se logra eso es difícil olvidar un libro, no quererlo» (Miguel Ángel Muñoz, elsindromechejov.blogspot.com).
Reconozco que el primer relato no me convenció. Pensé: «¿Tanta recomendación para esto? Si el siguiente relato no me gusta, lo dejo». Pero, en el siguiente relato, le cogí el truco al libro. Hay que dejarse llevar. Hay que perderse en las palabras y en las metáforas. A veces no ocurre nada, a veces sí. Pero todo está contado con un lenguaje que destaca el gusto por la palabra exacta, por la frase apropiada, por el ritmo adecuado, por el estilo impresionista y poético. Y, dejándote llevar por las palabras, te encuentras en un mundo que te es conocido, porque te habla de tu infancia, de tus miedos, de la vida… Eloy Tizón ha sido, para mí, todo un hallazgo: es una delicia de libro. De hecho, tuve que esforzarme para no devorarlo, porque es un libro para saborear: me prohibí leer más de un relato al día, para que me durara un poquito más…
Aun así, no es un libro que yo recomendaría a todo el mundo. Y, aunque a mí me haya maravillado, tampoco lo regalaría. Supongo que no todos los libros son para todos; y creo que este, en el fondo, tiene un público muy concreto. Ojalá me esté equivocando, pero no lo creo. Me imagino la reacción de muchos conocidos: «No pasa nada». Pues no pasa y sí pasa. Pero es que hay que meterse en el libro. Y, tachadme de esnob, pero cada vez estoy más convencida de que no todo el mundo es capaz de meterse en un libro y comprenderlo. Y esto es lo que creo que pasaría con Velocidad de los jardines. Para mí, una joya. De lo mejorcito que he leído en muchísimo tiempo.