Uno en el que el narrador te pareciera un sinvergüenza (30 libros)

Creo que hoy hago trampas… Cuando se le ocurrió esta categoría del reto a Elvira, lo que me propuso fue, exactamente, esto: «Uno en el que el narrador te haya parecido un canalla, un sinvergüenza…». Y sí voy a hablar de un narrador canalla y sinvergüenza, pero creo que con connotaciones distintas a las que, me temo, se refería Elvira. Porque yo no voy a optar por un canalla con un puntito, al final, tierno, no; el mío va a ser un canalla en toda regla, alguien despreciable.

Tengo que hacer, además, una segunda consideración: hablamos de narrador sinvergüenza. No personaje necesariamente, sino narrador. Me ha sido mucho más fácil buscar novelas en primera con un narrador/personaje canalla, sinceramente; estuve intentando hacer memoria de alguno en tercera con semejantes características y reconozco que no se me ocurrió (aunque ya sabréis, a estas alturas, que para ciertos detalles tengo memoria de pez). A ver si alguno de vosotros me da una sorpresa (ojalá; y, si no, los que escribís ya tenéis aquí una idea: un narrador de tercera de lo más canalla y sinvergüenza).

El título que he elegido para hoy es American psycho, de Bret Easton Ellis. Me la recomendó hace tiempo un amigo y la leí no muy convencida. Lo que no se puede negar es que el narrador y protagonista de la historia, Patrick Bateman, cumple con los requisitos de hoy.

American Psycho

Portada del libro

Esta novela de Bret Easton Ellis constituye una de las críticas más feroces que un escritor norteamericano ha hecho a su propio país: una sociedad autocomplaciente y orgullosa de sí misma. Para su denuncia, el autor ha escogido un camino arriesgado: Patrick Bateman, el protagonista, no es un rebelde ni un paria; Patrick es un joven de éxito que, sin embargo, también es capaz de violar, torturar y asesinar. Como dijo Fay Weldom, American Psycho es de alguna forma el oscuro complemento de La hoguera de las vanidades, por cuanto descubre aquellos puntos negros de la vida de los supuestos triunfadores que la novela de Tom Wolfe quiso obviar.

El protagonista, Patrick Bateman, tiene veintisiete años y vive en el edificio American Gardens, entre la riqueza y sofisticación de la alta sociedad de Manhattan y Wall Street. Cultiva su cuerpo y apariencia, y presta gran atención a los objetos, las marcas y el diseño. Tiene novia y amante. Graduado en Harvard y con un máster en la Escuela de Negocios de Harvard, es vicepresidente del departamento de fusiones y adquisiciones en Pierce & Pierce. También es un asesino en serie, caníbal y practicante de sexo ultraviolento. Siente especial predilección por asesinar prostitutas jóvenes, aunque también comete deleznables crímenes con mendigos, artistas callejeros, homosexuales e incluso niños. Sus principales crímenes son descritos con escalofriantes detalles; también sus obsesiones (ya sea acerca de tecnología, vestuario o cantantes y grupos musicales de moda) son expuestas de forma prolija.

Bateman se siente vacío existencialmente y rechaza toda posibilidad de comprometerse sentimentalmente con las mujeres; las desprecia profundamente y solo las contempla en clave sexual o como objeto de su psicopatía. Rechaza el amor, pero en cierto momento de vacío existencial, declara para sí mismo: «Solo quiero que me quieran». A pesar de su desprecio por la vida y el dolor ajeno se abstiene de asesinar a las tres únicas personas que le profesan un amor verdadero: su amante Courtney, su colega homosexual Luis Carruters y su secretaria Jean.

La novela no solo describe las andanzas de Bateman, sino que es el vehículo de una fuerte crítica social al modo de vida de los yuppies de finales de los ochenta, al resaltar sus peores aspectos: el cultivo de la apariencia a cualquier coste; el éxito económico y material como aspiración suprema; las relaciones humanas superficiales (es habitual la confusión de nombres entre los personajes); el sexismo y el narcisismo que inducen al menosprecio hacia las mujeres; un clasismo exacerbado que conlleva el rechazo visceral hacia los mendigos, los afroamericanos y los artistas; y el consumo habitual de diferentes drogas, entre las que destaca la cocaína.

No tengo mucho que comentar, la verdad; creo que la sinopsis habla por sí misma. Así que, es vuestro turno. ¿Narradores canallas? Un, dos, tres, responda otra vez… ¡en los comentarios y Twitter!