Entradas archivadas en Libros

#Bookfacefriday

Me chiva mi amiga Jana una iniciativa que hay en Instagram los viernes y que me ha parecido genial. Se llama #bookfacefriday y ella la ha descubierto a través de la cuenta de la New York Public Library (@nypl).

El asunto va de sacarse una foto de tal forma que la cara se corresponda con un libro. Como dicen que una imagen vale más que mil palabras (aunque yo no estoy del todo de acuerdo con eso), os dejo el enlace de la etiqueta para que veáis de qué va este rollo. Es chulísimo. Algunas fotos están muy curradas.

¿Os animáis a sacar un bookface? En Instagram se suele hacer los viernes (es un poco como el #tbt de los jueves, que, por cierto, prometí uno, pero todos los jueves se me olvida; de verdad que un jueves de estos no se me va la onda y lo hago). También se puede publicar cualquier día con la etiqueta #bookface. Por favor, si alguien se hace alguno, que nos deje el enlace en los comentarios… No sé si Jana y yo nos animaremos, pero si nos lo sacamos o me lo saco yo (sinceramente tengo mis dudas), prometo poner la foto por aquí también…

Ayuda: (auto)biografías

Ayer me pidió una amiga que le recomendara títulos de biografías (si pudieran ser autobiografías, mejor; y si tuvieran algo que ver con cine o teatro, aún mejor). No es un género que yo suela leer, así que os pido sopitas. ¿Alguien puede recomendarnos algún título?

El único que se me ocurrió a mí fue el de Chaplin, recién publicado en Lumen, así que cualquier recomendación será más que bienvenida. Stephen, manifiéstate, que tú de esto sabes mucho… Y cualquiera que sepa de alguna (auto)biografía que merezca la pena, a los comentarios. ¡Gracias!

Sexto reto de los treinta libros

¡Qué insensatos sois algunos! Me pedís reto y, como en el fondo me gusta estar ocupada todo el día, pues os monto otro reto. Esta vez, tal como prometí, en junio, antes del verano, con el propósito de coger ideas de lectura para las vacaciones. Y, además, os aviso con tiempo de sobra, para que podáis darle vueltas a la cocorota (me parece especialmente difícil esta vez, al menos para mí lo es) y, sobre todo, para que quienes lo vais a seguir en vuestros propios blogs tengáis margen para preparar las entradas (que quienes no lo hacéis no os imagináis lo que cuesta).

Pues vamos a lo importante: las categorías de este año (por cierto, le tengo que dar las gracias sobre todo a Santi, de ULAD, que se curró más de la mitad él solito). Y, sin más dilación, esto es con lo que vamos a jugar durante todo el mes de junio:

  1. Un libro tonto.
  2. Un libro que te reconcilie con la vida.
  3. Un libro que subrayaste.
  4. Un libro con niños.
  5. Un libro con ancianos.
  6. Un clásico insoportable.
  7. Un libro injustamente olvidado.
  8. Un libro cuya lectura hayas tenido que parar para pensar.
  9. Un libro con un personaje con tu nombre.
  10. Un libro con un personaje con tu apellido.
  11. Un libro bonito.
  12. Un libro que no leerías aunque te pagaran.
  13. Un libro que te costó mucho conseguir.
  14. Un libro que te dé hambre.
  15. Un libro que te dé sed.
  16. Un libro que aparezca en una película.
  17. Un libro que aparezca en una serie de televisión.
  18. Un libro que transcurra en una guerra.
  19. Un libro que te haga más sabio.
  20. Un libro que te provocó insomnio.
  21. Un libro que leíste con alguien o en grupo.
  22. Un libro que leíste demasiado pronto.
  23. Un libro para adultos ilustrado.
  24. Un libro del que tengas distintas ediciones.
  25. Un libro del que tengas ediciones en distintos idiomas.
  26. Un libro técnico que uses habitualmente.
  27. El libro donde aparece tu personaje protagonista favorito.
  28. El libro donde aparece tu personaje secundario favorito.
  29. El libro donde aparece tu villano favorito.
  30. Tu último libro-joya.

Aviso desde ya que creo que voy a hacer trampas (¿un libro con un personaje con mi apellido?, parece de broma, ni aunque me ponga a rebuscar entre mis apellidos, creo). Y que podéis hacerlas vosotros también. Os recordaré el reto a lo largo de mayo y el día 1 de junio, lunes, empezamos.

Regalos del Día del Libro

Ya sé que no en todos sitios se estila regalar libros por el Día del Libro, pero hoy he pensado que podríamos hablar precisamente de eso, de regalar libros. Y no os voy a preguntar qué libro regalaríais, sino que me gustaría saber qué libro os encantaría que os regalaran a vosotros en este momento. Y es que hubo un año que me regalaron varios el 23 de abril y todavía los recuerdo con un cariño inmenso (aparte de que me encantaron todos). Así que, vamos a pedir… Por supuesto, yo rompo el hielo, a ver si participáis y llenáis los comentarios de títulos.

En este momento me pone ojitos tiernos una novela. Es de Impedimenta, con eso ya digo todo: es Oso, de Marian Engel. Y menuda cubierta se han marcado, no puede ser más bonita. Como no la he leído, lo único que puedo hacer es copiaros la sinopsis…

'Oso'

‘Oso’

La joven e introvertida Lou abandona su trabajo como bibliotecaria cuando se le encarga hacer inventario de los libros de una mansión victoriana situada en una remota isla canadiense, propiedad de un enigmático coronel, ya fallecido. Ansiosa por reconstruir la curiosa historia de la casa, pronto descubre que la isla tiene otro habitante: un oso. Cuando se da cuenta de que este es el único que puede proporcionarle algo de compañía, surgirá entre ellos una extraña relación. Una relación íntima, inquietante y nada ambigua. Gradualmente, Lou se va convenciendo de que el oso es el compañero perfecto, que colma todas sus expectativas. En todos los sentidos. Será entonces cuando emprenda un camino de autodescubrimiento. A pesar del impacto que causó su publicación, Oso se alzó con el Governor General’s Literary Award en 1976 y está considerada una de las mejores (y más controvertidas) novelas de la literatura canadiense.

La verdad es que, al hacer público que quiero este libro, me arriesgo a que me pase lo mismo que el año pasado por mi cumpleaños, que escribí en Facebook que quería cierta novela… y me la regalaron cinco veces (si tenéis curiosidad, fue, cómo no, El unicornio, de Iris Murdoch; este año he sido mucho más original y he pedido otra cosa que también tiene que ver con unicornios, a ver si los que sabéis qué es os lo curráis, que aún os queda algo de tiempo). 😛

Os toca. ¿Qué libro(s) os gustaría que os regalaran hoy? Pedid, pedid, que igual suena la flauta… 😉

Día del Libro en Página Dos

Ayer en Página Dos hicieron un especial cargado de recomendaciones para el Día del Libro, que se celebra este jueves. Como alguna es de lo más interesante, os enlazo el programa.

Día del Libro en Página Dos

¿Tenéis algún libro en mente? ¿Compraréis algo el jueves (o cualquier otro de estos días)? ¿Vais a regalar algún libro próximamente? Podéis participar en los comentarios.

José M. Campos: ‘Lo que yo quería deciros’

Quería haber publicado esta reseña antes, pero llevo un par de semanas superliada de trabajo y no he podido escribirla hasta ahora. Como con todo, más vale tarde que nunca, así que hablemos de lo que nos cuenta José M. Campos en Lo que yo quería deciros, un librito que sorprende.

'Lo que yo quería deciros'

‘Lo que yo quería deciros’

Yo la quería y, a veces, ella me clavaba el codo en las costillas para asegurarse su parcela del perímetro conyugal. Otras, yo le metía traicioneramente el dedo por el culo para que se apartara de un respingo. La mayor parte de las veces, ella se salía con la suya agarrándome fuerte de la tetilla o plantándome sus pies helados en la espalda. Aunque casi siempre yo me reservaba una estratagema: poner cara de pena y, al rato, arrearle un buen mordisco.

Probablemente, la primera sorpresa sea el texto de la contra (no voy a negar que me reí al leerlo). Que conste que no es una sinopsis; es otra historia más de las que componen el libro. Porque el libro es, precisamente, una colección de historias o apuntes o no sé muy bien qué nombre utilizar, con un cierto hilo conductor: su narrador. La sensación que da es la de estar leyendo un blog personal: cada historia constituiría una entrada independiente dentro de ese hilo conductor que son las vivencias y las reflexiones del narrador. Porque Lo que yo quería deciros son las anécdotas, preocupaciones y pensamientos del narrador.

Con un lenguaje muy llano, directo y extremadamente sencillo (aunque, me temo, este es uno de esos casos en que hay mucho más trabajo detrás del que pueda parecer cuando se lee; de todas formas, la edición es regulera y necesita corrección), en ocasiones poético y en ocasiones soez, se van desgranando una serie de temas que, por universales, acaban por tocarnos (o, al menos a mí, algunos de los capítulos realmente me conmovieron). Es un libro sensible (aunque no sensiblero, todo lo contrario, a pesar de lo que pueda parecer por los textos que he seleccionado a continuación), que apela a nuestras propias experiencias y sentimientos.

Y ¿sobre qué habla este narrador? Toca muchos temas, como es lógico cuando el leitmotiv es la vida en sí. Por ejemplo, tenemos fragmentos sobre la soledad:

Qué solos estamos.
Y vale, sí: encuentras gente con la que compartir una larga conversación junto al radiador, un paseo bajo la lluvia, impresiones acerca de la última película de ese director  surcoreano de nombre impronunciable, confidencias, un porrete, un helado de vainilla, la vida entera.
Pero en serio: qué solos estamos.

Sobre lo difícil que es encontrar el amor:

Coincidir, eso es lo más difícil, una utopía transpersonal, una afrenta en toda regla a la arbitrariedad del amor, el tiempo y el espacio.
Y es que a ver: tan solo somos moléculas, insignificantes reacciones químicas flotando a la deriva en un universo inabarcable. ¿Cómo podemos, entonces, albergar la más mínima esperanza de encontrar ese compañero de fatigas, esa piel que se toque con nuestra piel sin producir alergias, respingos ni cualquier otra contrariedad epidérmica; ese espíritu análogo, esa bala perdida, esa soledad poblada de demonios que, en lugar de enfurecer a los nuestros, se siente tranquilamente con ellos a tomar café y a hablar de lo caro que está todo?
Por favor, contemplad las estrellas. Es tan difícil coincidir, casi jodidamente imposible. 
Pero ojalá tengáis suerte.
El resto es automático.

Sobre lo difícil que es el amor en sí:

Es muy putas el amor, la verdad.

Sobre encuentros y desencuentros:

Y que jamás tendremos ni puta idea de por qué sucede esto. Que parecemos condenados a encontrarnos y desencontrarnos todo el tiempo. Que a veces necesitamos gritarnos, abandonarnos y herirnos de muerte para recordar cómo era eso de querernos. Que cualquier noche, cuando nos acurruquemos en la cama, quizá ya no haya mañana. Que ojalá haber sentido mucho antes el calor de tu cuerpo. Que esto siempre acaba resultando una movida complicadísima. Que puede que no convenga pensar demasiado en ello.
Porque esto, sencillamente, es lo único que tenemos.

Sobre la rutina en las relaciones:

Pero poco a poco llegó la rutina: esos besos de medio lado, apresurados; esos desayunos en silencio, como si ya se hubieran acabado las palabras; esos polvos un poco mecánicos, gimnásticos, feotes; ese estoy aquí pero no estoy, esos reproches, ese déjame en paz; ese quedarse dormido viendo el telediario y despertar a solas en plena noche, despanzurrado en el sofá, con la única compañía de una manta.

Sobre el desamor y la nostalgia por relaciones rotas:

Lo que yo busco ahora es alguien que me eche una manta cuando me quede dormido viendo el telediario.

Sobre la pena:

Y bueno, respecto a la pena, lo primero que hay que decir es que es una auténtica zorra hija de la gran puta.

También hay sitio para la felicidad dentro de una relación amorosa:

Ya no me acuerdo ni de qué te contesté.
Aunque sí de una certeza: vale, podía morirme mañana.
Pero quería pasar el resto de mi vida contigo.

El sexo cómplice:

Y con el paso del tiempo, entendimos que el fin no era tanto poseernos como dilatar eternamente aquel instante, que era nuestro y de nadie más, psicológicamente coherentes, cachondos como solo pueden estarlo los mismísimos dioses.
Pero en fin: también éramos humanos.
De modo que, en algún momento, al final acabábamos por rendirnos el uno al otro, nos comíamos a besos, nos hundíamos en aquella cama como si estuviera hecha de arenas movedizas. […]
Y así acababan nuestros encuentros: muy desnudos y abrazados, tu rostro sobre mi pecho. […]
Yo qué sé: la cosa es quererse mucho.

Hay tiempo, asimismo, para reflexionar sobre la muerte:

Lo que yo quería deciros es lo siguiente: que os vais a morir. […]
Al fin y al cabo, ¿a quién debemos rendir cuentas? ¿A los tiranos? ¿A los jueces? ¿A nuestros maestros y padres? Todos van a morir. ¿A nuestros recuerdos, a nuestros anhelos y carencias? Morirán con nosotros. Y con nosotros, nuestra absurda manía de rendirnos cuentas a nosotros mismos.

Y, sobre todo, en el libro encontramos una invitación: a vivir plenamente. Carpe diem:

Dicho de otro modo: seamos.
Tenemos la coartada perfecta.

Yo me quedo con esto, vivamos. Y disfrutemos. Disfrutemos de la gente que tenemos alrededor y nos quiere. Disfrutemos del amor. Disfrutemos de la vida, en definitiva.

Le dije a la persona que me recomendó este libro que le iba a comentar qué historias eran las que más me habían gustado. Como ya le dije, probablemente las más moñas. Por si le pica la curiosidad, fueron estas: «Estudio empírico» (muy fan de esta historia de «prequierismo»), «Quiero besarte» (pelín triste tener que buscar excusas para darle un beso a la persona que quieres, ¿no?), «En esta vida» (gran verdad, cómo la cagamos a veces), «Todo podía ser cualquier cosa» (qué felices cuando nadie nos ha hecho daño nunca, yo lucho por volver a ese estado), «Lo único que tenemos» (me parece una de las reflexiones más certeras del libro) y, por supuesto, el texto de la contra (la carcajada con el dedo en el culo fue antológica). 😉

Gracias, de nuevo, por la recomendación (obviamente, sabes quién eres y este párrafo va para ti). Y, si lees algo que te guste, sea lo que sea, dímelo; es lo que hacen los prescriptores de libros y ya te dije el otro día que te habías convertido en uno de los míos (porque la música la tenemos un poco olvidada, ¿no?). ¡Gracias, de verdad!

Y, como siempre, los comentarios están abiertos.

Liberación masiva de libros 2015

Me han pasado esta información y, aunque yo no soy muy dada a estas cosas, he pensado que igual a alguien le podría interesar.

El colectivo Amor al arte lleva varios años organizando «liberaciones de libros» (no me gusta nada el término). Lo que proponen es que todo aquel que quiera elija un libro del que no le importe deshacerse, le ponga una dedicatoria bonita (en la que quede claro que es un libro liberado, en plan bookcrossing) y que lo deje en algún sitio público de su elección. Y así es como celebran el Día del Libro (la liberación es el próximo 23 de abril).

Podéis ver toda la información en la página del evento que han montado en Facebook.

Si alguien quiere hacerlo, adelante. Si además nos lo cuenta, mejor. ¿Qué libro liberaríais? ¿Dónde lo haríais? Podéis comentar lo que queráis.

Sara Mesa: ‘Cicatriz’

No sé qué me está pasando últimamente con Anagrama que, novela suya que elijo, novela que devoro y me encanta. Hoy, una que me ha parecido un auténtico novelón: Cicatriz, de Sara Mesa.

'Cicatriz'

‘Cicatriz’

Sonia conoce a Knut en un foro literario de internet y, a pesar de los setecientos kilómetros que los separan, establece con él una particular relación marcada por la obsesión y la extrañeza. Entre la atracción y la repulsión, no puede evitar sentirse fascinada por este personaje insólito y perfeccionista, que vive fuera de toda norma social y que la corteja a través de suntuosos regalos robados. «Le gustaba ir siempre bien vestido, incluso para ir a robar una simple lata de conservas. Tan joven y hablando de escritores del XIX. Filosofando. Cuestionándolo todo. Teorizando sobre el individuo y el grupo, y la hipocresía social, y los chivos expiatorios, y Dios y el destino, la virginidad y el sexo. Solía decir que no hay placer comparable a pensar. Y no, no era petulante ni vanidoso. Era simplemente… exhaustivo». Su necesidad de poner distancia cuando Knut se vuelve demasiado absorbente, pero también su irrefrenable curiosidad y el ansia de vivir experiencias más allá de una existencia excesivamente reglada, llevarán a Sonia a una doble vida secreta en la que quedará atrapada durante años sin posibilidad de exculparse.

En esta inusitada historia, Sara Mesa recupera temas que ya aparecieron en sus primeras obras narrativas, dándoles forma a través de un estilo conciso y ecléctico en un mundo —frío, escasamente comunicativo— cuyas reglas establecen únicamente los propios personajes que lo habitan. Cicatriz no es solo una inquietante historia de amor descompensado protagonizada por dos seres muy distintos pero a la vez complementarios, es también una reflexión sobre la sociedad de consumo y los robos a gran escala en grandes almacenes, la sumisión y el poder, la anulación del deseo y la carnalidad, el refugio de la infancia, la fantasía como alternativa, la culpa y la expiación, la escritura y la vocación literaria.

Podría empezar (y terminar) esta entrada diciendo lo siguiente: en mi próxima vida, quiero ser escritora y escribir como Sara Mesa. Creo que queda todo dicho. De verdad que me ha parecido una novela buenísima. Eso sí, un rato inquietante también.

Cicatriz es la historia de dos personas que se conocen a través de internet porque, en teoría, tienen un interés en común: la literatura. A partir de ahí se establece un vínculo entre ellas, bastante extraño y perturbador, marcado, sobre todo, por la obsesión que él siente por ella. Y ella, viviendo una doble vida (cosa fácil cuando nos parapetamos tras pantallas), se deja arrastrar por una curiosidad morbosa que la lleva a situaciones que rechaza y anhela por igual.

Knut se enamora (¿es amor, qué narices es esto?) de Sonia y empieza a escribirle y mandarle regalos. Empieza con libros. Después llegan los perfumes. Y los zapatos. La ropa. La lencería. Todo de marca. Todo robado. Pero ella no se niega. Al contrario, no se puede resistir a lo que él le da. Quiere rechazarlo a temporadas, pero siempre vuelve a él. Es todo una locura. Y se intuye que es algo turbio, que no puede llevar a buen puerto.

En Cicatriz hay una crítica a lo desconectados que vivimos los unos de los otros en este siglo. Las relaciones son efímeras, muchas veces ni siquiera físicas. El anonimato de internet tiene sus peligros (ojito, a ver a quiénes conocéis por la red). Y, además, estamos anclados en el mundo del consumo (es la novela en la que más nombres de marcas aparecen que he leído en mi vida): otra crítica muy explícita.

Desde luego, leyendo la novela da la sensación de que vivimos rodeados de mierda, que nada merece la pena. Y esa sensación de constante acoso, casi de intrusión en nuestras vidas a través del personaje de Knut, que es un chalado en toda regla… ¡es angustioso a ratos! Pero la novela engancha. Y quieres saber más. A pesar de que, por el desorden cronológico, conoces detalles de la historia desde el comienzo. Y, aun así, no se puede dejar de leer. Merece mucho la pena esta novela.

La autora, Sara Mesa, me parece un auténtico descubrimiento. Me han hablado muy bien de Cuatro por cuatro, su anterior novela, intentaré hacerme con ella cuanto antes. Y, ya sabéis, yo en mi próxima vida quiero ser escritora y escribir historias perturbadoras con la solvencia y buen hacer de Sara Mesa.

¿Alguien ha leído Cicatriz? ¿Os llama la atención? ¿Alguien ha leído Cuatro por cuatro y me puede decir si realmente es tan buena? Tenéis los comentarios para lo que queráis, como siempre.

Michel Houellebecq: ‘La posibilidad de una isla’

A la espera de que nos llegue a España la última novela de Michel Houellebecq (ahora creo que la anuncian para mayo), cayó en mis manos La posibilidad de una isla. Y, aunque no me ha gustado tanto como otras novelas del autor, vuelve a poner el dedo en la llaga.

'La posibilidad de una isla'

‘La posibilidad de una isla’

«¿Quién, entre vosotros, merece la vida eterna?».

La posibilidad de una isla es la historia de Daniel, famoso por sus monólogos cáusticos en los que mezcla la provocación con una visión fría y cruel de la existencia. El protagonista narra los últimos años de su vida, sus relaciones sexuales y amorosas con Isabelle y con Esther, y su contacto con una secta cuyos miembros aseguran que el ser humano alcanzará la inmortalidad.

Temas filosóficos, sociales, políticos y científicos, clonación y sexo, juventud y vejez, violencia y deseo… Toda la fuerza del pensamiento de Houellebecq se da cita en las narraciones de Daniel1, Daniel24 y Daniel25, que, separadas por dos mil años, se cruzan en una trama donde las ideas tiran a dar.

Alguien me dijo una vez que, leída una novela de Houellebecq, leídas todas. Y tengo que reconocer que, en parte, esa persona tenía razón. Y lo he comprobado una vez más con La posibilidad de una isla, que no deja de ser una variación de todo lo que había leído antes de él a la que incorpora un elemento de ciencia ficción y un final apocalíptico.

Y es que Houellebecq trata sus temas habituales y llega a las mismas conclusiones que en otras de sus obras. La sociedad está enferma. Una vez que envejecemos o que nuestros cuerpos se marchitan, ya no valemos. Nos relacionamos mal: el amor no existe y, si aparece, siempre lo hace en desequilibrio (hago un inciso aquí, porque sí hay una relación de afecto sincero: la de los hombres con sus mascotas; Daniel siente verdadero cariño por su perro Fox y siente más su muerte que la de algunas de sus parejas). La única forma de relacionarse es el sexo (también de forma poco equilibrada a veces; por cierto, esto sobra pero, por si acaso, aviso de que hay mucho sexo explícito en la novela). Hay crítica a cualquier expresión artística o humanística. La religión es una pantomima. Y, de hecho, la religión, la creación de una secta en realidad, es el detonante de todo lo que ocurre en la novela. Vamos a morir solos. ¿Quieres cambiar tu vida y ser inmortal? Síguenos, te vamos a ayudar. La ciencia te va a ayudar. Se crea una nueva «raza» más avanzada, la de los neohumanos, cuyos miembros no necesitan relacionarse con los demás, vidas asépticas.

He mezclado todo mucho, para que os quedéis con ideas sueltas y acudáis a la novela si os han llamado la atención. Houellebecq no deja indiferente. Para bien o para mal, es difícil acabar una novela del autor francés y no haber sentido nada (aunque sea repulsión o tristeza o soledad o desesperanza…). Eso sí, esta novela es la más floja del autor (me queda una por leer, pero me han asegurado que esta es la peor). Yo sigo esperando Sumisión

Vuestro turno. ¿Queréis comentar algo de la novela, de Houellebecq, de Sumisión, de cualquier cosa? Pues tenéis los comentarios abiertos para lo que queráis.

Jean-Paul Didierlaurent: ‘El lector del tren de las 6.27’

Pues resulta que leí una novela de Houellebec y, después de su lectura, decidí que tenía que cambiar a algo amable, humano, bonito, optimista… Y me recomendaron El lector del tren de las 6.27, de Jean-Paul Didierlaurent.

'El lector del tren de las 6.27'

‘El lector del tren de las 6.27’

Guibrando Viñol no es ni guapo ni feo, ni gordo ni flaco. Su trabajo consiste en destruir lo que más ama: es el encargado de supervisar la Cosa, la abominable máquina que tritura los libros que ya nadie quiere leer. Al final de la jornada, Guibrando saca de las entrañas del monstruo las pocas páginas que han sobrevivido a la carnicería. Cada mañana, en el tren de las 6.27, se dedica a leerlas en voz alta para deleite de los pasajeros habituales. Un día descubre por casualidad una pieza de literatura atípica que le cambiará la vida.

La amistad une a un grupo de personajes aparentemente anodinos, probables compañeros invisibles de nuestros viajes cotidianos en tren, que esconden mundos extraordinarios donde todo es posible: un vigilante de seguridad que habla en verso, una princesa cuyo palacio es un aseo público y un mutilado que encuentra sus piernas en el lugar más extraño. En una mezcla insólita de humor negro y dulzura, celebramos con ellos el triunfo de los incomprendidos.

Pues voy a ser muy clara: si esto es lo humano, bonito y amable… ¡qué aburrimiento! No me ha convencido nada esta novela y, si la he acabado, ha sido solo porque es muy breve (unas 200 páginas con un cuerpo enorme).

Ya desde el principio me pareció una mezcla curiosa y desequilibrada, que yo relacioné con dos referentes: la película Amélie y la maravillosa novela de Bohumil Hrabal Una soledad demasiado ruidosa (si no la habéis leído, ya estáis tardando). Pero, ni logra el encanto de Amélie, ni la hondura y la factura de Una soledad demasiado ruidosa. (El otro día comenté esto por Twitter y me preguntaron el porqué de estos dos referentes. Amélie, porque la novela quiere ser buenrollista e ir «ayudando» personaje a personaje, pero no tiene el sentido del humor ni la magia de la película. Una soledad demasiado ruidosa, por la trituradora de libros de los que se salvan páginas; pero ya le gustaría a esto ser la historia de Hanta).

La novela, para mí, no funciona. La primera parte es pesada y, después, hay una desconexión total entre las historias, que casi parecen compartimentos estancos, no da sensación de novela. Y, además, las tramas no resultan interesantes. Los textos que se leen (y se reproducen) son terriblemente tediosos. Vamos, que me ha resultado todo un auténtico tostón.

No sé si alguien habrá leído la novela. Si alguien lo ha hecho y tiene una opinión distinta, por favor que me lo cuente. A mí, desde luego, no me ha podido decepcionar más.



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