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Sara Herranz: ‘Todo lo que (nunca) te dije lo guardo aquí’

Han caído en mis manos un par de libros de ilustración estos días. Sin duda, me quedo con este de Sara Herranz, Todo lo que nunca te dije lo guardo aquí.

'Todo lo que (nunca) te dije lo guardo aquí'.

‘Todo lo que (nunca) te dije lo guardo aquí’

Sonó la peor canción de la historia y entonces llegaron las cenas, las copas de vino, las camas deshechas, los viejos poemas, las ganas de verte, de sentir el vacío, de disfrutar de las vistas. No somos la típica historia de amor.

Somos los héroes de la resistencia del asfalto.

Sara Herranz pertenece a ese grupo de ilustradoras que se están volviendo muy conocidas, todas con libro(s) y una legión de seguidores en las redes sociales. De hecho, ya se habla del «boom de las ilustradoras indies». Seguro que si os empezara a decir nombres, os suena más de uno: Paula Bonet (de la que he hablado ya en el blog; tiene un libro nuevo pre-cio-so), Lyona Ivanova (polifacética donde las haya), Sara Fratini (su La buena vida es optimista por los cuatro costados), Agustina Guerrero (quien no conozca a la Volátil no sabe lo que se pierde; creo que absolutamente todas las mujeres nos identificamos con ella) o Raquel Córcoles (con su Moderna de Pueblo: ¿cómo no amar al Cooltureta?), por poner algún ejemplo.

Las ilustraciones de Sara Herranz son fácilmente reconocibles: en blanco y negro con un toque de rojo. En Todo lo que nunca te dije lo guardo aquí, vienen acompañadas por pequeños textos que narran una historia de amor-desamor de lo más hipster (cómo no, aquí todos son modernetes barbudos lectores de Carver, Bukowski y Houellebecq, atormentados porque no saben canalizar la felicidad).

Una historia de amor como otra cualquiera. A la vez, una historia de amor sumamente especial como todas las historias de amor: «Somos la típica historia de amor de la que hablan todas las (buenas) canciones». (¿Por qué siempre pensamos que nuestra historia es «la más especial»? Quizá porque, para nosotros, lo es).

La protagonista de la historia, Sara, se enamora, vive una historia que la hace feliz, la dejan y se rompe. Y es una ruptura como todas las rupturas del mundo: «Es curioso. Nos sentimos únicos, diferentes al resto, pero al final todos sufrimos la misma mierda, alguien que nos hiere, nos quema, nos rompe, y ya nunca volvemos a ser los mismos. […] Que te rompan el corazón no es el fin del mundo, no es el fin de nada».

Tras un tiempo recomponiéndose («arrimándose a la barba que más calienta»), la rueda vuelve a girar y todo empieza de nuevo con otra persona. ¿Qué pasará después?

Os copiaría frases que me han gustado o que me han hecho gracia, pero el libro es tan breve que me arriesgo a copiar más de la mitad, así que mejor le echáis un vistazo, disfrutáis de algunas de esas frases (voy a hacer mías un par de ellas) y, sobre todo, os deleitáis con las ilustraciones de Sara Herranz, lo mejorcito de este libro sin duda.

¿Conocíais a Sara Herranz? ¿Alguien ha leído el libro? Podéis comentar lo que queráis.

David Trueba en ‘Página Dos’

Ayer, David Trueba fue el invitado principal de Página Dos, el programa sobre libros de La 2. Como justo hablé de Blitz, la última novela de Trueba, en la última reseña, creo que es buena idea que os deje el enlace al programa, en el que el propio Trueba habla sobre Blitz. Siempre es un placer escuchar a Trueba, tan lúcido y ameno. Si os lo perdisteis ayer en la televisión, aquí lo tenéis:

Página Dos: David Trueba

David Trueba: ‘Blitz’

Vamos con el libro del momento (con permiso de la novela de Busquets), Blitz, de David Trueba, autor por el que tengo predilección desde que leí, hace muchos años ya, su obra Cuatro amigos.

'Blitz'

‘Blitz’

Blitz podría ser una tragicomedia romántica. Pero como ese género no existe, estamos invitados a ignorar las etiquetas y centrarnos de manera apasionada en la peripecia de los personajes. En especial de Beto, un joven arquitecto paisajista que llega a las costas de Múnich en medio de un naufragio vital y sentimental. Invitado a participar en un concurso que podría solucionar sus perspectivas de futuro, ha llegado acompañado por su novia. Pero, casi al instante, su estancia en Alemania se convertirá en una comedia humana. Bajo el destello de un relámpago, que es exactamente lo que significa la palabra blitz, tendrá que afrontar un cambio de vida e ideales. 

Llena de emotivas instantáneas del amor perdido, bajo una escritura afilada por el sentido del humor, los personajes parecen deslizarse dentro de un reloj de arena. Porque será la reflexión sobre el discurrir del tiempo lo que conduzca al protagonista hacia una mujer de otra edad, Helga, en un encuentro intergeneracional que es el corazón del relato. Pegado a los pensamientos de Beto, el lector no dejará de preguntarse a cada momento por lo que le espera en la página siguiente. ¿Y ahora qué? La respuesta se esconde en esta narración destilada, la esperada nueva novela de David Trueba tras Saber perder, que se alzó con el Premio de la Crítica en 2008.

Trueba nos propone en Blitz una reflexión sobre el tiempo: el tiempo objetivo y el tiempo subjetivo. Y para ello cobra especial protagonismo un elemento que es la representación gráfica perfecta de su paso: el reloj de arena. Pero el reloj de arena sería el paso del tiempo objetivo. También es objetiva la distribución de los capítulos ordenados en meses. Y ¿cómo se expresa el subjetivo? Con la extensión de cada uno de esos capítulos. Aquellos en los que cambia la vida del protagonista o con vivencias que él percibe como importantes son largos (el capítulo dedicado a enero, con cuatro días verdaderamente definitivos en la vida de Beto, dura el 80 % o más de la novela), mientras que el resto se los ventila en apenas página y media (aunque sucedan hechos que podrían marcar al personaje, como un cambio de ciudad, a él no le afectan tanto afectivamente, no son importantes para él, no merecen más extensión). También juega con otros motivos relacionados con el tiempo como la edad (más bien, la diferencia de edad entre Helga y Beto) o con la forma diferente de percepción que de él tenemos (con ansiedad ella —y la entiendo, quizá porque últimamente yo también me siento un poco agobiada con este tema— o con apatía él).

Y, en ese discurrir del tiempo, de repente, un relámpago: algo que llega sin avisar y que nos cambia la vida por completo. Supongo que a todos nos ha pasado alguna vez (yo siempre digo, por ejemplo, que mi vida cambió para siempre en una llamada telefónica de dos minutos, no os podéis hacer a la idea de cuánto). A Beto le llega un whatsapp «por equivocación» y ese hecho lo va a dejar a la deriva, perdido, hasta que se choque frontalmente con una mujer, Helga, mucho mayor que él, con la que tendrá un encuentro sexual que, de nuevo, cambiará su vida (y todo en cuatro días; y es que la vida cambia en un tris).

No os voy a contar más. Mejor leéis el texto, si no lo habéis hecho aún, porque Trueba nunca defrauda. La novela me ha gustado mucho y a mí Trueba me parece un gran escritor. No obstante, sí que le pongo un pero enorme a Blitz: su extensión. Esto dura un suspiro. Son pocas páginas, con un cuerpo y unos márgenes enormes, con ilustraciones… Es excesivamente breve. Y, ojo, que el tema y la historia daban mucho más de sí. Yo no sé si aquí ha habido prisas por publicar por parte de Anagrama o si ha sido cosa de Trueba o qué, pero te quedas con ganas de más, de más lectura y de más profundización en la historia entre Helga y Beto. Parece más un relato largo que una novela en sí (de hecho, estoy corrigiendo un libro de relatos y algunos son más largos que Blitz). Pero me ha gustado mucho, fue una lectura de lo más amena.

¿Y ahora qué? Pues vuestro turno. ¿La habéis leído? ¿Qué opináis de Blitz? Como siempre, tenéis los comentarios a vuestra disposición.

Donna Tartt: ‘El jilguero’

Cuando el pasado mes de abril leí El secreto, de Donna Tartt, justo hacía apenas un mes que había salido en España El jilguero, la última novela de la autora; novela, por cierto, por la que le concedieron el premio Pulitzer 2014. ¿Merecido?

'El jilguero'

‘El jilguero’

Al empezar El jilguero, entramos en una habitación de hotel en Ámsterdam. Theo Decker lleva más de una semana encerrado entre esas cuatro paredes, fumando sin parar, bebiendo vodka y masticando miedo. Es un hombre joven, pero su historia es larga y ni él sabe bien por qué ha llegado hasta aquí.

¿Cómo empezó todo? Con una explosión en el Metropolitan Museum de Nueva York hace unos diez años y la imagen de un jilguero de plumas doradas, un cuadro espléndido del siglo XVII que desapareció entre el polvo y los cascotes. Quien se lo llevó fue el mismo Theo, un chiquillo entonces, que de pronto se quedó huérfano de madre y se dedicó a malgastar su vida, mientras el recuerdo de una niña pelirroja llenaba sus noches y un bulto sospechoso iba pasando de mano en mano hasta llegar a Holanda.

¿Cómo acabará todo? Para saberlo hay que dejarse llevar por el talento de Donna Tartt, la autora que ha conseguido poner al día las reglas de los grandes maestros del siglo XIX, siguiendo a Dickens pero también a los personajes de Breaking Bad, y aquí está El jilguero, probablemente el primer clásico del siglo XXI.

Primer clásico de este siglo, premio Pulitzer 2014, primer puesto en las listas de mejores libros de 2014… ¿tan bueno es El jilguero? Mi humilde opinión: no. Vamos por partes.

Es indudable que El jilguero tiene sus virtudes. Una de ellas, incontestable desde mi punto de vista, es que Donna Tartt escribe muy bien. Porque, aunque muchos me critiquéis por decir esto continuamente, hacer que el lector se lea del tirón las casi 1200 páginas de la novela sin despeinarse a mí me parece un mérito de los gordos. No es nada fácil de conseguir. Y Donna Tartt lo hace magníficamente bien (ojo, me refiero a lo puramente formal, en el fondo entramos después). Tú te subes a la novela como si fuera un tren y te dejas llevar, sobre raíles. Un viaje cómodo y perfecto. Repito: esto no es fácil de lograr (y, ojo, no es lo que yo siempre busco como lectora, pero aquí está y está bien). Punto a favor de la Tartt (y de Aurora Echevarría, la traductora al castellano, y del equipo de corrección, que me parece que han hecho un trabajo inmenso, digno de aplauso).

Y, además, plantea una historia a priori interesante. Theo Decker lo tiene todo para ser un gran personaje: una infancia traumática, un padre problemático, un gran secreto, una historia de amor, problemas con las drogas, una cierta picaresca, una desazón vital importante… A mí me recuerda a ciertos personajes de Dickens en pleno siglo XXI. Pero la novela cojea y hace cojear a Theo.

Primer punto muy negativo, según mi punto de vista, de El jilguero: algunas de las tramas, después de páginas y más páginas de rollo macabeo, se ventilan en un párrafo. Y no son tramas secundarias precisamente. Pero la Tartt elige sobre todo una, que exprime hasta la última gota (o más), y el resto se queda en una especie de tierra de nadie. A mí esto me enfadó mucho, me pareció un timo. Sobre todo porque creo que a la novela le sobran unas 500 páginas (que se dice pronto); considero que podrían haber aprovechado ese espacio para acabar la novela en condiciones. Hay episodios eternos, que no tengo claro que aporten tanto como por su extensión se podría pensar. Quienes hayáis leído la novela igual me matáis con lo que voy a decir, pero todos los capítulos de Las Vegas, aunque imprescindibles por absolutamente todo lo que pasa después, son infumables. Yo ahí eliminaba muchísimas páginas. No me dicen nada. Claro que la trama principal le debe todo a la época de Las Vegas, pero reconozco que estuve a punto de dejar la novela ahí. Me reenganché con la vuelta a Nueva York, donde se abren vías interesantísimas; esas mismas que luego la Tartt se carga en un párrafo a lo sumo. No lo entiendo.

Segundo punto negativo: esto no es El secreto. El secreto me gustó muchísimo y pensaba, por todas las críticas que había leído, que esta iba a ser mucho mejor. Pues no. Mis expectativas no se cumplieron en absoluto. Claro, esto es problema mío. Pero hace que mi sensación general poslectura sea peor. ¿Me habría gustado más si no hubiera leído pocos meses antes El secreto? Probablemente, mi percepción sería la de que El jilguero es un muy buen libro de playa, sumamente entretenido (salvo que, como pesa como dos ladrillos o más, no es práctico para la playa). Porque, ojo, a pesar de que le sobran páginas y no cierra (o malcierra) algunas tramas, la aventura es de lo más amena. Y sigo pensando que Theo Decker es un gran personaje.

¿La recomendaría? No sé qué decir. Creo que es una novela con sus virtudes y sus defectos, que no me ha maravillado, pero que me ha entretenido. De hecho, al principio me gustó mucho (aunque luego estuve a punto de abandonarla en la estantería para siempre). No sé qué contestar. A ratos pienso que está bien, a ratos pienso que es un bodrio (y voy cambiando de opinión según los días; cada vez voy a peor, todo sea dicho). Quizá deberíais juzgar vosotros mismos. Sí que puedo decir que, por lo que leo en otros blogs y en las redes sociales, en general ha gustado bastante (aunque también leí que era la novela que más se había abandonado sin terminar en Inglaterra el año pasado: para gustos, los colores).

¿Alguien la ha leído? Pues que nos dé su opinión en los comentarios, por favor.

Antonio Scurati: ‘El padre infiel’

Después de la incursión en la literatura juvenil de la última reseña, hoy me pongo más seria con una novela que me ha gustado muchísimo: El padre infiel, de Antonio Scurati.

'El padre infiel'

‘El padre infiel’

«Tal vez no me gustan los hombres». El día en que tu mujer rompe de repente a llorar en la cocina se produce un pequeño cataclismo: tu existencia se desmorona pero, a la vez, empieza a entenderse. Es entonces cuando el narrador de la novela, Glauco Revelli —chef de un famoso restaurante, de cuarenta años de edad y padre de una hija de tres años— comienza a ver cómo es realmente su vida. 

Al tiempo que narra sus experiencias vitales, como el acceso al mundo laboral, el enamoramiento, la construcción de una familia, Revelli va reflexionando también sobre los cambios de roles y valores que se han producido en nuestra sociedad con el cambio de siglo, cambios que cuestionan radicalmente los esquemas mentales con los que había crecido: «Nuestro error había sido querer ser felices. Las generaciones que nos habían precedido nunca habían sometido el matrimonio a esa clase de hipoteca».

Finalista del Premio Strega 2014, El padre infiel retrata la educación sentimental de toda una generación. Una novela que se lee con avidez, como si fuese una larga confidencia, y que confirma a Scurati como uno de los más destacados autores italianos contemporáneos.

Un personaje colocado en un momento de inflexión: una crisis conyugal que lo pone al límite y que hace que se replantee cómo ha sido su vida hasta llegar a ese punto. Un repaso por toda su existencia desde el comienzo de su edad adulta y que tiene como episodio central y principal el nacimiento de su hija. Anita, la hija de Glauco, es la nueva referencia vital y temporal, todo lo anterior a ella queda desdibujado. Y a partir de la llegada de la niña, se acentúa la reflexión sobre el matrimonio, el ser padre, el papel que representamos en la sociedad y, también, se le da vueltas a la idea de la felicidad.

La novela es un precioso alegato a favor de la paternidad. Una paternidad que Glauco vive de forma muy distinta a como había percibido la paternidad en su papel de hijo. Glauco sigue los pasos laborales de su padre (hereda su restaurante), pero su vida sentimental y la relación con su hija no tiene nada que ver con lo anterior, con cómo eran esas relaciones en el pasado. Los tiempos están cambiando. El papel del hombre con respecto a los hijos está cambiando. Aquí hay una paternidad muy consciente y dedicada, incluso a pesar de muchas mujeres que parecen no querer colocar al padre en el lugar que les corresponde (esta idea es mía, pero pensé mucho sobre ello según leía, quizá porque algunos de mis mejores amigos son hombres y padres, y veo cosas). Verdaderamente, un tema que da mucho de sí y que, al menos yo, no he visto mucho en la ficción, con lo cual me parece todo un acierto.

La prosa es magnífica. Esto está tan bien escrito que dan ganas de enmarcar párrafos enteros. Forma muy muy elaborada, con especial hincapié en la palabra justa, el verbo preciso. Compleja, pero no enrevesada (es una auténtica delicia leer esta novela). Y destaco, por especialmente bello, el capítulo del nacimiento de la niña (que no es cursi, ni ñoño, no os penséis, pero es realmente precioso).

Muy recomendable la novela, tanto a padres (primerizos) como a madres, o a quienes desean ser una cosa o la otra. O para todo el mundo en general, porque, al final, como en todas las grandes novelas, los temas que se tratan son universales.

No sé si alguien habrá tenido la oportunidad de leer ya esta maravilla (que lleva apenas dos semanas en el mercado) y podrá darnos su opinión en los comentarios. Yo, desde luego, la recomiendo con los ojos cerrados, de verdad.

Holden Centeno: ‘La chica de Los Planetas’

Voy a ser sincera: pensaba que este libro iba a ser un horror, pero me ha gustado. Superentretenido para pasar una tarde agradable curioseando sobre el amor ajeno y escuchando música. Es La chica de Los Planetas, de Holden Centeno.

'La chica de Los Planetas'

‘La chica de Los Planetas’

«Yo odiaba el café y ella lo tomaba a todas horas; ella era zurda y yo, diestro; ella era la persona más especial que había conocido y yo, solo un jodido gilipollas. Sin embargo, la chica de Los Planetas decidió enamorar­se de mí. Y desenamorarse después, o no. Pero cuando se ha conocido la magia no es fácil volver a conformarse con una vida de asfalto y as­censores. Por eso decidí jugármela y demostrarle que nuestra historia no era una historia de amor común, que nuestra historia era Literatura.

La chica de Los Planetas es un libro que recopila nuestros momentos, un relato de amor y música jun­to con otros muchos relatos que surgieron después y que, antes de este libro, fueron publicados en mi blog. También recoge una carta inédita del ya famo­so Páez y otra de puño y letra de la chica de Los Planetas».

Cuando una amiga me dejó este libro puse mala cara. «No seas boba, léelo». Y lo hice. Y no está mal. Pero, casi mejor, os cuento de qué va esto… Y, ojo, que os voy a contar cómo se gesta este libro en la vida real.

Un chico (al que le gustan la literatura y la música) se enamora de una chica gracias a la carátula de un disco de Los Planetas. Empiezan a salir, él está cada vez más enamorado… pero cortan. Como ella es muy activa en las redes sociales, él se busca un nombre que cree que ella podría relacionar con él, Holden Centeno (porque El guardián entre el centeno fue el primer libro que compartieron), y empieza a escribir en Twitter sobre la chica de Los Planetas. Y, a la vez, se abre un blog en el que cuenta su historia con la chica de Los Planetas con la esperanza de que ella lo lea y, así, poder reconquistarla. El blog sigue existiendo (y la cuenta de Twitter también).

Holden Centeno empieza a tener miles de seguidores tanto en Twitter como en el blog, se empieza a correr la voz de que quiere reconquistar a la chica de Los Planetas… y una editorial decide publicar su blog en forma de libro. Y eso es este libro: la historia de amor/desamor entre Holden Centeno y la chica de Los Planetas. Una historia llena de encuentros, desencuentros, conciertos, muchísima música, libros y demostraciones de amor de película (quizá porque yo nunca he vivido algo así, me cuesta creer que haya tíos que se lo curren tantísimo; a ver, que sé que los hay, pero yo no los conozco). En serio, llego a ser la chica de Los Planetas con veinte años y me muero de amor por Holden Centeno.

Y, para mi sorpresa, tengo pocos peros que ponerle a la forma. Está bien escrito (pensaba que, al ser un blog, podría ser todo bastante peor). Lenguaje muy directo, muy bien utilizado.

Muy reseñable en el libro: la música. Esto parece una antología de música indie en toda regla. Incluso trae la lista de las canciones «que suenan» en la novela al final. Los Planetas, La habitación roja, Leiva, Arcade Fire, Iván Ferreiro, Annie B Sweet, Bon Iver, Mumford & Sons, Vetusta Morla, Love of lesbian, Izal, Supersubmarina, Vampire weekend, Quique González, Sidonie o Sigur Ros, entre otros muchos, campan a sus anchas por el texto.

Y tampoco penséis que el asunto da mucho más de sí. Es entretenido, pasas una tarde amena (o dos) y poco más (esto no es, ni mucho menos, alta literatura). Pero está bien y se lee con una sonrisa, que a veces es de agradecer.

¿Habéis leído La chica de Los Planetas? ¿Os produce curiosidad el experimento? Podéis comentar lo que queráis…

Lecturas de enero y febrero de 2015

Aunque tengo alguna reseña preparada de varios de los libros que he leído en este comienzo de año, he decidido escribir una entrada con un pequeño resumen de cada uno de ellos y mis impresiones generales. Enero fue horrible en cuanto a lectura, pero he compensado con un febrero muy lector (e interesante).

Enero

'Esto es agua'

‘Esto es agua’

David Foster Wallace: Esto es agua

No he leído ninguna obra de ficción de David Foster Wallace (a pesar de la insistencia de uno de mis amigos), pero cayó este librito (subrayo el diminutivo) en mis manos y sucumbí. De todas formas, no es ficción exactamente: es el discurso que David Foster Wallace pronunció en una ceremonia de graduación de una universidad estadounidense.

El discurso es breve, muy breve (y con este libro es fácil percatarse de la brevedad), pero no por ello deja de ser lúcido e interesante. Habla, sobre todo, de la importancia de la compasión como forma de vida. Es, asimismo, un alegato a favor del pensamiento crítico (aprender a pensar por uno mismo).

Por supuesto, su lectura es sumamente recomendable para todo el mundo.

 

Febrero

La mujer-precipicio

‘La mujer-precipicio´

Princesa-Inca: La mujer-precipicio

Esto fue una relectura. De hecho, he leído este poemario muchas veces (y seguro que lo seguiré releyendo).

Aunque hablé de él en un reto, nunca he escrito una reseña como tal (no lo voy a hacer, de hecho), así que os dejo la sinopsis (aunque no dice nada: este poemario hay que leerlo y sufrirlo y disfrutarlo).

Si la poesía no debe preocuparse por ser hermosa, ni agradable, ni por perseguir la certeza; si la poesía tiene que doler y acompañarnos en el insomnio; si tiene que nacer de cuadernos emborronados mientras uno camina ciudad arriba, ciudad abajo; si tiene que llevarnos hasta el borde mismo del precipicio, «paralizados ante la duda inexacta y rara de seguir existiendo»; si tiene, en fin, que poseer «la fuerza rabiosa de la vida», entonces este libro está lleno de auténtica poesía.

 

'También esto pasará'

‘También esto pasará’

Milena Busquets: También esto pasará

Creo que ha sido una de las pocas reseñas que he publicado este año, así que os remito a ella.

Es una novela que todavía retumba en mi coco de vez en cuando. Soez y delicada, ligera y profunda, todo al mismo tiempo, en un juego de equilibrio de las emociones y los afectos. Cuanto más la reposo, más me gusta (y eso que al principio estuve a un tris de dejarla). En mi opinión, una buena novela.

Lo que haya detrás de su publicación y todos los entresijos del mundo editorial, para mí, han quedado totalmente enterrados después de haber leído el texto (y, repito, haberlo reposado).

 

'El niño que robó el caballo de Atila'

‘El niño que robó…’

Iván Repila: El niño que robó el caballo de Atila

Otra relectura (y, de este libro en concreto, voy unas cuantas).

La verdad, he hablado tantas veces de esta novela (breve, pero intensa y poderosa) en el blog que ya no sé qué contaros de ella (salvo invitaros a que la leáis: ¿lo habéis hecho?).

Os dejo los enlaces a la reseña que escribí en su día, en un reto («Mejor libro de este año de momento») y en otro reto («El último que te ha hecho llorar»).

 

 

 

'Aprendizaje o el libro de los placeres'

‘Aprendizaje o el libro de los placeres’

Clarice Lispector: Aprendizaje o El libro de los placeres

Reconozco que no me ha gustado mucho. Tengo la sensación de que es un texto que ha envejecido mal, y me ha parecido machista y desfasado. Prosa muy poética en ocasiones (a veces es una delicia leerlo), pero el fondo… No me ha gustado. Releyendo la sinopsis ahora, quizá es por la interpretación que le he dado. Da igual: mi lectura ha sido la que ha sido.

Aprendizaje o El libro de los placeres, publicado por primera vez en 1969, despertó la polémica entre los críticos, que aún hoy debaten sus posibles interpretaciones. Este es el relato de cómo el amor se forja en dos seres: a través de un arduo desnudamiento interno los protagonistas van recuperando su identidad hasta alcanzar la renovación vital en la mutua entrega. A su ejercicio introspectivo opone la autora su propia búsqueda formal, el intento de superar los límites del estilo amalgamando forma y fondo en una prosa rebosante de imágenes que desarman al lector con su verdad hiriente. Su lectura ofrece a quien la emprende el desafío de seguir paso a paso ese ahondamiento, ese despojarse de todos los bagajes para iniciar un definitivo aprendizaje de la existencia.

 

'La chica de Los Planetas'

‘La chica de Los Planetas’

Holden Centeno: La chica de Los Planetas

Esto es un experimento que, como veréis en la reseña cuando la publique, pensaba que iba a ser un auténtico pestiño y que, sin embargo, y para mi sorpresa, me ha resultado una lectura de lo más entretenida. Mucha música y una bonita historia de amor: para mí supuso una tarde de domingo redonda.

«Yo odiaba el café y ella lo tomaba a todas horas; ella era zurda y yo, diestro; ella era la persona más especial que había conocido y yo, solo un jodido gilipollas. Sin embargo, la chica de Los Planetas decidió enamorar­se de mí. Y desenamorarse después, o no. Pero cuando se ha conocido la magia no es fácil volver a conformarse con una vida de asfalto y as­censores. Por eso decidí jugármela y demostrarle que nuestra historia no era una historia de amor común, que nuestra historia era Literatura.

La chica de Los Planetas es un libro que recopila nuestros momentos, un relato de amor y música jun­to con otros muchos relatos que surgieron después y que, antes de este libro, fueron publicados en mi blog. También recoge una carta inédita del ya famo­so Páez y otra de puño y letra de la chica de Los Planetas».

 

'Sidra con Rosie'

‘Sidra con Rosie’

Laurie Lee: Sidra con Rosie

Para mí, lo más destacable de esta novela es su prosa: rica, prolija, colorida, la palabra exacta, el ritmo preciso… Una maravilla de prosa. Pero… lo que me contaba no me maravillaba; no todos los capítulos conseguían interesarme y engancharme. De hecho, al final me ha costado leerla. Aun así, que a mí no me llegara no significa que no sea una buena novela, que lo es.

«Los últimos días de mi infancia fueron también los últimos días de la aldea. Yo pertenecía a aquella generación que vio, por casualidad, el final de una vida milenaria. […] Yo, mi familia, mi generación, nacimos en un mundo de silencio; en un mundo de trabajo duro y necesaria paciencia, un mundo de espaldas dobladas hacia la tierra, cuidado manual de los cultivos, dependencia de la meteorología y de la cosecha; un mundo en que las aldeas eran naves en paisajes vacíos y las distancias entre ellas largas; un mundo de caminos marcados por cascos y ruedas de carretas, no hollados por la gasolina y el petróleo, apenas transitados por las personas y casi nunca por placer, por los que lo más rápido que se movía eran los caballos».

Laurie Lee revive en esta novela, una de las más queridas y leídas por sus compatriotas, su infancia en una aldea de la campiña inglesa. Pese a nacer en 1914, un mes antes del comienzo de la Primera Guerra Mundial, sus recuerdos son amables y llenos de cariño hacia un mundo que iba a desaparecer.

 

'El padre infiel'

‘El padre infiel’

Antonio Scurati: El padre infiel

Me ha gustado muchísimo. Intentaré escribir reseña un día de estos, porque es un libro muy recomendable. Es pura reflexión (y, a su vez, hace reflexionar un montón, con lo que me gustan a mí las novelas que hacen pensar). Os dejo el texto de la contra, por si os suscita curiosidad:

«Tal vez no me gustan los hombres». El día en que tu mujer rompe de repente a llorar en la cocina se produce un pequeño cataclismo: tu existencia se desmorona pero, a la vez, empieza a entenderse. Es entonces cuando el narrador de la novela, Glauco Revelli —chef de un famoso restaurante, de cuarenta años de edad y padre de una hija de tres años— comienza a ver cómo es realmente su vida. 

Al tiempo que narra sus experiencias vitales, como el acceso al mundo laboral, el enamoramiento, la construcción de una familia, Revelli va reflexionando también sobre los cambios de roles y valores que se han producido en nuestra sociedad con el cambio de siglo, cambios que cuestionan radicalmente los esquemas mentales con los que había crecido: «Nuestro error había sido querer ser felices. Las generaciones que nos habían precedido nunca habían sometido el matrimonio a esa clase de hipoteca».

 

'Blitz'

‘Blitz’

David Trueba: Blitz

Me ha durado un suspiro (podría hacer un juego tonto de palabras y decir que ha sido como un blitz) y me hubiese gustado que me durara más. También intentaré escribir reseña, pero vaya por delante que me ha gustado mucho.

Blitz podría ser una tragicomedia romántica. Pero como ese género no existe, estamos invitados a ignorar las etiquetas y centrarnos de manera apasionada en la peripecia de los personajes. En especial de Beto, un joven arquitecto paisajista que llega a las costas de Múnich en medio de un naufragio vital y sentimental. Invitado a participar en un concurso que podría solucionar sus perspectivas de futuro, ha llegado acompañado por su novia. Pero, casi al instante, su estancia en Alemania se convertirá en una comedia humana. Bajo el destello de un relámpago, que es exactamente lo que significa la palabra blitz, tendrá que afrontar un cambio de vida e ideales. 

Llena de emotivas instantáneas del amor perdido, bajo una escritura afilada por el sentido del humor, los personajes parecen deslizarse dentro de un reloj de arena. Porque será la reflexión sobre el discurrir del tiempo lo que conduzca al protagonista hacia una mujer de otra edad, Helga, en un encuentro intergeneracional que es el corazón del relato. Pegado a los pensamientos de Beto, el lector no dejará de preguntarse a cada momento por lo que le espera en la página siguiente. ¿Y ahora qué? La respuesta se esconde en esta narración destilada, la esperada nueva novela de David Trueba tras Saber perder, que se alzó con el Premio de la Crítica en 2008.

 

Pues esto ha sido todo. Sigo con cosillas interesantes, así que a ver si marzo se porta en cuanto a lecturas. Os toca. ¿Habéis leído algo recomendable estos meses? Ya sabéis que las recomendaciones son siempre muy bienvenidas. Tenéis los comentarios a vuestra disposición.

Libros y cine

Siento no estar pasándome mucho por aquí, pero ando excesivamente «entretenida» trabajando en una novela y otro librito. Espero poder actualizar más el blog en marzo que este mes, en que las entradas han sido más bien escasas. ¡Qué le vamos a hacer! Intentaré, de todas formas, publicar una reseña esta semana, que leer sí que he leído bastante. Y la entrada de hoy, corta y rápida.

Hoy pensaba hablar sobre las películas que más se mencionan en la literatura (como hice el otro día con las canciones y los músicos). Que justo esta noche se hayan entregado los premios Óscar es casualidad (por cierto, aquí, que somos muy de Wes Anderson y de Linklater [Boyhood], los ganadores… sin más), pero voy a aprovechar la coyuntura. Aquí tenéis la lista de las diez películas más mencionadas en libros:

  1. La guerra de las galaxias.
  2. El padrino.
  3. Lo que el viento se llevó.
  4. El exorcista.
  5. Ciudadano Kane.
  6. Pretty woman.
  7. Psicosis.
  8. El nacimiento de una nación.
  9. El graduado.
  10. El silencio de los corderos.

Personalmente, alguna me chirría un poco, pero bueno (no me voy a poner tiquismiquis). ¿A vosotros? Podéis hablar de lo que queráis (hasta de los vestidos de los Óscar si os apetece) en los comentarios.

Libros y música

Me he dado cuenta de que el otro día, en esta entrada, no fui del todo sincera cuando dije que evito leer con música porque me desconcentra. Hay un caso en que, no solo escucho música a la vez, sino que, además, es todo un plus a la lectura: cuando hay referencias musicales, directas o indirectas, en la novela. Me he acordado de esto porque estoy leyendo un libro que parece una antología musical en sí mismo (la música, sobre todo de ciertos grupos indies españoles, juega un papel importantísimo), así que he pasado el fin de semana escuchando a Vetusta Morla, Los Planetas, La habitación roja, Maga, Iván Ferreiro y Love of lesbian (entre muchos otros), además de algunos grupazos extranjeros que también se pasean por el texto, como Arcade Fire, Bon Iver, The Beatles, Sigur Ros, Mumford & Sons o Vampire Weekend. Os hablaré de esta novela cuando la termine, que es muy curiosa.

El asunto es que esto me ha llevado a preguntarme cuáles serían los músicos y canciones más mencionados en la literatura. He encontrado una pequeña lista, pero no sé si se refiere solo a literatura de habla inglesa o a toda la literatura en general. Aun así, la lista tiene su aquel, por lo que os la voy a comentar. A ver qué os parece.

Por un lado, entre los músicos y bandas más mencionados en los libros, el número 1 lo ocupa, nada más y nada menos, que Elvis, que aparece en más de… (ojito) 13oo títulos. Me parece un dato alucinante, qué queréis que os diga. En la lista también estarían Frank Sinatra, Madonna, Michael Jackson, Bob Dylan, John Lennon, The Rolling Stones, Mick Jagger, Bruce Springsteen y Bing Crosby.

En cuanto a las canciones más mencionadas, la primera es «Hey Jude» de los Beatles (que aparece en más de 55 novelas). Y hay otras dos canciones de los de Liverpool entre las diez primeras. Como la lista es curiosa, os la voy a copiar. Y espero que os quedéis tan ojipláticos como yo al ver el número 10 (me ha dado una vergüencita ajena que no puedo con ella).

  1. «Hey Jude», The Beatles.
  2. «Heartbreak Hotel«, Elvis Presley.
  3. «Stairway to Heaven», Led Zeppelin.
  4. «We are the world» (ejem).
  5. «Dancing queen», ABBA.
  6. «Blue Suede Shoes», Carl Perkins.
  7. «Lucy in the Sky with Diamonds», The Beatles.
  8. «Eleanor Rigby», The Beatles.
  9. «Smells like Teen Spirit», Nirvana.
  10. «Macarena», Los del Río (no comments).

Pues esta es la lista. ¿Qué os parece? ¿Recordáis alguna novela en que aparezca alguna de estas canciones? (Estoy pensando que en alguna de las listas que hace el protagonista de Alta fidelidad tiene que aparecer alguna seguro). ¿Habéis leído algo últimamente en que la música tenga un papel casi protagonista? Podéis dejar vuestras impresiones (incluso sobre el número 10 de la lista) en los comentarios.

Milena Busquets: ‘También esto pasará’

Me temo que la entrada de hoy va a ser larga y, quizá, algo personal. Pero es que hacía tiempo que un libro no me hacía pensar tanto sobre cómo me enfrento a mi propia vida y a todo lo que me rodea. Hablo de También esto pasará, de Milena Busquets. 

'También esto pasará'

‘También esto pasará’

Cuando era niña, para ayudarla a superar la muerte de su padre, a Blanca su madre le contó un cuento chino. Un cuento sobre un poderoso emperador que convocó a los sabios y les pidió una frase que sirviese para todas las situaciones posibles. Tras meses de deliberaciones, los sabios se presentaron ante el emperador con una propuesta: «También esto pasará». Y la madre añadió: «El dolor y la pena pasarán, como pasan la euforia y la felicidad».

Ahora es la madre de Blanca quien ha muerto y esta novela, que arranca y se cierra en un cementerio, habla del dolor de la pérdida, del desgarro de la ausencia. Pero frente a este dolor queda el recuerdo de lo vivido y lo mucho aprendido, y cobra fuerza la reafirmación de la vida a través del sexo, de las amigas, los hijos y los hombres que han sido y son importantes para Blanca, quien afirma: «La ligereza es una forma de elegancia. Vivir con ligereza y alegría es dificilísimo». Esta y otras frases y el tono de la novela, tan ajena a cualquier concesión a lo convencional, evocan aquella Bonjour tristesse de Françoise Sagan, que encandiló a tantos (y escandalizó a no pocos) cuando se publicó en 1954. Todo ello en el transcurso de un verano en Cadaqués, con sus paisajes indómitos y su intensa luz mediterránea que lo baña todo.

Milena Busquets transforma en literatura vivencias personales y partiendo de lo íntimo logra una novela que rompe fronteras y se está traduciendo con inusitada rapidez a las principales lenguas, como el inglés, el francés, el alemán, el italiano y el portugués. Y lo logra porque a través de la historia de Blanca y la enfermedad y muerte de su madre, a través de las relaciones con sus amantes y sus amigas, combinando prodigiosamente hondura y ligereza, nos habla de temas universales: el dolor y el amor, el miedo y el deseo, la tristeza y la risa, la desolación y la belleza de un paisaje en el que fugazmente se entrevé a la madre muerta paseando junto al mar, porque aquellos a quienes hemos amado no pueden desaparecer sin más.

Voy a empezar diciendo que, tras haber reposado un par de días la novela, puedo decir que me ha gustado, mucho incluso, pero no he tenido esta sensación en absoluto mientras la leía. Así que os voy a contar lo que fui sintiendo según avanzaba en la lectura de este texto del que habla todo el mundo en este momento, por cierto, por razones (extra)literarias o no (no me voy a meter ahí).

Todo empieza en el funeral de la madre de Blanca, la protagonista. Y ya en la segunda página me encuentro un párrafo ñoño pero bonito, una reflexión sobre el amor (de la madre hacia la hija, aunque se universaliza).

Pero creo que me querías, ni mucho, ni poco, me querías y punto. Siempre he pensado que los que dicen «te quiero mucho», en realidad te quieren poco, o tal vez añaden el «mucho», que en este caso significa «poco», por timidez o por miedo a la contundencia de «te quiero», que es la única manera verdadera de decir «te quiero». El «mucho» hace que el «te quiero» se convierta en algo apto para todos los públicos, cuando, en realidad, casi nunca lo es. «Te quiero», las palabras mágicas que te pueden convertir en un perro, en un dios, en un chiflado, en una sombra.

¿Va a ser así todo el libro? No puede ser. Esto no es lo que esperaba y no me apetece leer una novela moñas que se regodea en el dolor por la muerte y demás. A un tris de dejarla para un mejor momento en la página 3. Pero, claro, la novela no es esto. Y, de hecho, en menos de diez páginas ya me he hecho a la idea de que el texto se balancea entre estos párrafos un poco más «intensos», por ponerles un adjetivo, y párrafos así:

… es uno de esos hombres de temperamento vital y salud vigorosa, que opinan que no hay desgracia, disgusto o decepción que el sexo no pueda arreglar. ¿Estás triste? Folla. ¿Te duele la cabeza? Folla. ¿Se te ha estropeado el ordenador? Folla. ¿Estás en la ruina? Folla. ¿Se ha muerto tu madre? Folla. A veces funciona.

¿Es esto lo que me esperaba? (A todo esto, ¿por qué tengo expectativas?). Tampoco, pero mi curiosidad ya está despierta y decido leer la novela hasta el final. A pesar de que hay páginas que me encantan seguidas de páginas que detesto (y no depende, necesariamente, de lo que está contando, más bien de cómo lo cuenta). De ahí que realmente no sepa si lo que estoy leyendo me está gustando o no. Pero leo.

Y leyendo empiezo a tener la sensación de que tengo entre manos Sexo en Nueva York versión catalana, en el episodio en que se van de veraneo posfuneral a Cadaqués. Y Blanca es una especie de Carrie Bradshaw desesperada por un poco de contacto físico. Pero no. Tampoco es eso (aunque párrafos como el que os voy a copiar realmente vienen a corroborar mi teoría):

La ropa, mi principal hobby, ha dejado también de divertirme. A pesar del calor, solo tengo ganas de comprar ropa que me tape o ropa que me acaricie. De todos modos, la ropa siempre es un sustituto del sexo, o un envoltorio para conseguirlo. Tal vez todo sea un sustituto del sexo: la comida, el dinero, el mar, el poder.

No, Blanca no es Carrie. Y sigo sin saber de qué va Blanca en realidad. ¿Es una chica superficial que, por el dolor que siente por su madre, se pone grave y seria a veces, o es una tía sensible y profunda que, para liberarse del peso, escoge lo más liviano y ligero de la vida? (Si habéis leído La insoportable levedad del ser, por ahí van los tiros cuando digo esto). Creo que es lo segundo. Es entonces cuando entiendo la referencia a Buenos días, tristeza de la contracubierta (que, para quienes no lo sepáis, es una de mis novelas favoritas). Blanca podría ser Cécile a los cuarenta. Empiezo a mirarla con otros ojos.

Sigo leyendo. Y la sensación extraña de ir pasando páginas que me encantan para encontrarme párrafos que detesto continúa presente. Sin embargo, a estas alturas, me guste o no, no tengo peros que ponerle. Me he convencido de que me encuentro ante un texto sin tapujos, totalmente honesto. Percibo una cierta contención, quizá algo medida, en los fragmentos de más hondura, aquellos dedicados a la madre, al recuerdo, a la infancia, al reproche. Y, en contraposición, una ligereza, obscena incluso por momentos, que busca la superficialidad. Y creo que la forma apoya al contenido. Porque ahora sí tengo la sensación de que entiendo a Blanca y sus circunstancias: me he dado cuenta de que Blanca y sus amigas se parecen demasiado a mis propias locas y a mí misma.

Blanca se rodea de un montón de gente (aunque, en mi opinión, se siente un poco sola ahora que la persona que, para bien o para mal, «guiaba» su vida se ha ido): sus hijos, sus exmaridos, sus amigas, sus amantes, más amigos, conocidos de la infancia… Y en todos ellos busca el gozo de vivir, busca una existencia ligera, que le permita disfrutar, sin más. Vivir. Y, por ejemplo, el sexo («el chispazo del sexo») adquiere una importancia tremenda como modo de sentirse viva. Sexo que no siempre es suficiente, pero que sustituye a lo que realmente anhela:

… nunca somos tan poderosos como cuando estamos enamorados y somos correspondidos, y esa experiencia pone el listón tan alto que, en mi caso al menos, solo el breve chispazo del sexo puede servir de sustituto.

Conseguir sexo es relativamente fácil, conseguir que alguien te abrace durante toda la noche es otra historia, y ni siquiera eso garantiza un sueño plácido; hay hombres incomodísimos.

Y, además de hablar de sexo, toca otros temas como la maternidad, los amores pasados, la muerte, las relaciones en general… (tenéis un montón de citas copiadas en el Tumblr). Y no puedo evitar sentir una cierta familiaridad en sus palabras. Porque yo también trato esos temas con mis amigas: hablamos constantemente de sexo y, como Blanca, criticamos a algunas de las actuales novias de nuestros ex (con los que la mayoría nos llevamos bien, aunque no tan bien como Blanca) o nos quejamos de lo cobardes que son algunos tíos a la hora de la verdad; hablamos, como Blanca y sus amigas, de nuestros padres, de nuestras infancias (Blanca no fue la única en jugar con polvo de hada), de nuestras esperanzas, de nuestros deseos, de nuestros futuros… Somos muy parecidas. Quizá porque estamos en la misma franja de edad (nosotras, un poco más jóvenes) y vivimos unas circunstancias parecidas. Es innegable que veo perfectamente retratado un cierto tipo de mujer en la novela; y no es algo tan habitual. Ciertas mujeres entre los 35 y 40 somos muy Blanca, nos guste o no.

Personalmente, he llegado a identificarme con Blanca en algunas cuestiones. Y me gusta cómo habla de ciertos temas, sin pudor (o con él), pero enfrentándose a las cosas. Y rescato, para mí misma, algunas de sus frases. Por ejemplo, cuando habla de los tíos que le gustan (esto lo he dicho yo alguna vez):

A mí me gustan los tíos que me dan ganas de ser más lista de lo que soy.

O cuando le dicen que está perdida en la vida:

Y estás triste y un poco perdida, pero eso no te da derecho a poner patas arriba la vida de todo el mundo.

Pero si hay algo en lo que realmente estoy de acuerdo con Blanca es en que solo hay una posible solución a la tristeza: el amor.

Ocurre lo mismo con la tristeza que, como finísimas capas de cristal crujiente, se va depositando sobre nosotros, nos va cubriendo poco a poco. Somos como el guisante del cuento, enterrado debajo de mil colchones, como una luz brillante que parpadea débilmente. Y, como en los cuentos, solo el amor verdadero, y a veces ni siquiera eso, puede acabar con la pena.

Únicamente el amor puede apartar las penas y las miserias. Solo el amor puede darnos la vida. «Con pasión, todo merece la pena», dice Busquets. Y hay que vivir, no solo sobrevivir. Y eso no significa que Blanca desee un cuento de hadas con un príncipe que la rescate, sino, más bien, encontrar un hombre de verdad, con sus virtudes y sus defectos, con quien compartir todo. Creo que el deseo de amor de Blanca (y de una vida, quizá, más convencional de lo que esperaríamos de ella) adquiere su máxima expresión en este párrafo:

Pienso que tal vez podría proponerle ir a tomar algo (y emborracharnos y contarnos nuestras vidas con entusiasmo y a trompicones, y rozarnos distraídamente las manos y las rodillas, y mirarnos a los ojos un segundo más de lo correcto y besarnos y follar precipitadamente, y enamorarnos y viajar y estar siempre juntos y dormir apretados y tener un par de hijos y, finalmente, salvarnos).

Pues eso, salvémonos todos, que nuestras vidas merezcan mucho la pena (o, mejor, la alegría, qué expresión más horrenda).

Desde luego, me parece una novela con mucha más miga de la que le supuse en un principio. Y me ha dejado con sentimientos encontrados, así que he decidido releerla en unos meses. Ya os contaré (por Twitter o FB, supongo) si en la relectura me quedo con otros detalles o cambio de opinión con respecto a Blanca y su vida. ¿Alguien la ha leído? A los comentarios…



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