Antonio Scurati: ‘El padre infiel’

Después de la incursión en la literatura juvenil de la última reseña, hoy me pongo más seria con una novela que me ha gustado muchísimo: El padre infiel, de Antonio Scurati.

'El padre infiel'

‘El padre infiel’

«Tal vez no me gustan los hombres». El día en que tu mujer rompe de repente a llorar en la cocina se produce un pequeño cataclismo: tu existencia se desmorona pero, a la vez, empieza a entenderse. Es entonces cuando el narrador de la novela, Glauco Revelli —chef de un famoso restaurante, de cuarenta años de edad y padre de una hija de tres años— comienza a ver cómo es realmente su vida. 

Al tiempo que narra sus experiencias vitales, como el acceso al mundo laboral, el enamoramiento, la construcción de una familia, Revelli va reflexionando también sobre los cambios de roles y valores que se han producido en nuestra sociedad con el cambio de siglo, cambios que cuestionan radicalmente los esquemas mentales con los que había crecido: «Nuestro error había sido querer ser felices. Las generaciones que nos habían precedido nunca habían sometido el matrimonio a esa clase de hipoteca».

Finalista del Premio Strega 2014, El padre infiel retrata la educación sentimental de toda una generación. Una novela que se lee con avidez, como si fuese una larga confidencia, y que confirma a Scurati como uno de los más destacados autores italianos contemporáneos.

Un personaje colocado en un momento de inflexión: una crisis conyugal que lo pone al límite y que hace que se replantee cómo ha sido su vida hasta llegar a ese punto. Un repaso por toda su existencia desde el comienzo de su edad adulta y que tiene como episodio central y principal el nacimiento de su hija. Anita, la hija de Glauco, es la nueva referencia vital y temporal, todo lo anterior a ella queda desdibujado. Y a partir de la llegada de la niña, se acentúa la reflexión sobre el matrimonio, el ser padre, el papel que representamos en la sociedad y, también, se le da vueltas a la idea de la felicidad.

La novela es un precioso alegato a favor de la paternidad. Una paternidad que Glauco vive de forma muy distinta a como había percibido la paternidad en su papel de hijo. Glauco sigue los pasos laborales de su padre (hereda su restaurante), pero su vida sentimental y la relación con su hija no tiene nada que ver con lo anterior, con cómo eran esas relaciones en el pasado. Los tiempos están cambiando. El papel del hombre con respecto a los hijos está cambiando. Aquí hay una paternidad muy consciente y dedicada, incluso a pesar de muchas mujeres que parecen no querer colocar al padre en el lugar que les corresponde (esta idea es mía, pero pensé mucho sobre ello según leía, quizá porque algunos de mis mejores amigos son hombres y padres, y veo cosas). Verdaderamente, un tema que da mucho de sí y que, al menos yo, no he visto mucho en la ficción, con lo cual me parece todo un acierto.

La prosa es magnífica. Esto está tan bien escrito que dan ganas de enmarcar párrafos enteros. Forma muy muy elaborada, con especial hincapié en la palabra justa, el verbo preciso. Compleja, pero no enrevesada (es una auténtica delicia leer esta novela). Y destaco, por especialmente bello, el capítulo del nacimiento de la niña (que no es cursi, ni ñoño, no os penséis, pero es realmente precioso).

Muy recomendable la novela, tanto a padres (primerizos) como a madres, o a quienes desean ser una cosa o la otra. O para todo el mundo en general, porque, al final, como en todas las grandes novelas, los temas que se tratan son universales.

No sé si alguien habrá tenido la oportunidad de leer ya esta maravilla (que lleva apenas dos semanas en el mercado) y podrá darnos su opinión en los comentarios. Yo, desde luego, la recomiendo con los ojos cerrados, de verdad.