Jean-Paul Didierlaurent: ‘El lector del tren de las 6.27’

Pues resulta que leí una novela de Houellebec y, después de su lectura, decidí que tenía que cambiar a algo amable, humano, bonito, optimista… Y me recomendaron El lector del tren de las 6.27, de Jean-Paul Didierlaurent.

'El lector del tren de las 6.27'

‘El lector del tren de las 6.27’

Guibrando Viñol no es ni guapo ni feo, ni gordo ni flaco. Su trabajo consiste en destruir lo que más ama: es el encargado de supervisar la Cosa, la abominable máquina que tritura los libros que ya nadie quiere leer. Al final de la jornada, Guibrando saca de las entrañas del monstruo las pocas páginas que han sobrevivido a la carnicería. Cada mañana, en el tren de las 6.27, se dedica a leerlas en voz alta para deleite de los pasajeros habituales. Un día descubre por casualidad una pieza de literatura atípica que le cambiará la vida.

La amistad une a un grupo de personajes aparentemente anodinos, probables compañeros invisibles de nuestros viajes cotidianos en tren, que esconden mundos extraordinarios donde todo es posible: un vigilante de seguridad que habla en verso, una princesa cuyo palacio es un aseo público y un mutilado que encuentra sus piernas en el lugar más extraño. En una mezcla insólita de humor negro y dulzura, celebramos con ellos el triunfo de los incomprendidos.

Pues voy a ser muy clara: si esto es lo humano, bonito y amable… ¡qué aburrimiento! No me ha convencido nada esta novela y, si la he acabado, ha sido solo porque es muy breve (unas 200 páginas con un cuerpo enorme).

Ya desde el principio me pareció una mezcla curiosa y desequilibrada, que yo relacioné con dos referentes: la película Amélie y la maravillosa novela de Bohumil Hrabal Una soledad demasiado ruidosa (si no la habéis leído, ya estáis tardando). Pero, ni logra el encanto de Amélie, ni la hondura y la factura de Una soledad demasiado ruidosa. (El otro día comenté esto por Twitter y me preguntaron el porqué de estos dos referentes. Amélie, porque la novela quiere ser buenrollista e ir «ayudando» personaje a personaje, pero no tiene el sentido del humor ni la magia de la película. Una soledad demasiado ruidosa, por la trituradora de libros de los que se salvan páginas; pero ya le gustaría a esto ser la historia de Hanta).

La novela, para mí, no funciona. La primera parte es pesada y, después, hay una desconexión total entre las historias, que casi parecen compartimentos estancos, no da sensación de novela. Y, además, las tramas no resultan interesantes. Los textos que se leen (y se reproducen) son terriblemente tediosos. Vamos, que me ha resultado todo un auténtico tostón.

No sé si alguien habrá leído la novela. Si alguien lo ha hecho y tiene una opinión distinta, por favor que me lo cuente. A mí, desde luego, no me ha podido decepcionar más.