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Donna Tartt: ‘El jilguero’

Cuando el pasado mes de abril leí El secreto, de Donna Tartt, justo hacía apenas un mes que había salido en España El jilguero, la última novela de la autora; novela, por cierto, por la que le concedieron el premio Pulitzer 2014. ¿Merecido?

'El jilguero'

‘El jilguero’

Al empezar El jilguero, entramos en una habitación de hotel en Ámsterdam. Theo Decker lleva más de una semana encerrado entre esas cuatro paredes, fumando sin parar, bebiendo vodka y masticando miedo. Es un hombre joven, pero su historia es larga y ni él sabe bien por qué ha llegado hasta aquí.

¿Cómo empezó todo? Con una explosión en el Metropolitan Museum de Nueva York hace unos diez años y la imagen de un jilguero de plumas doradas, un cuadro espléndido del siglo XVII que desapareció entre el polvo y los cascotes. Quien se lo llevó fue el mismo Theo, un chiquillo entonces, que de pronto se quedó huérfano de madre y se dedicó a malgastar su vida, mientras el recuerdo de una niña pelirroja llenaba sus noches y un bulto sospechoso iba pasando de mano en mano hasta llegar a Holanda.

¿Cómo acabará todo? Para saberlo hay que dejarse llevar por el talento de Donna Tartt, la autora que ha conseguido poner al día las reglas de los grandes maestros del siglo XIX, siguiendo a Dickens pero también a los personajes de Breaking Bad, y aquí está El jilguero, probablemente el primer clásico del siglo XXI.

Primer clásico de este siglo, premio Pulitzer 2014, primer puesto en las listas de mejores libros de 2014… ¿tan bueno es El jilguero? Mi humilde opinión: no. Vamos por partes.

Es indudable que El jilguero tiene sus virtudes. Una de ellas, incontestable desde mi punto de vista, es que Donna Tartt escribe muy bien. Porque, aunque muchos me critiquéis por decir esto continuamente, hacer que el lector se lea del tirón las casi 1200 páginas de la novela sin despeinarse a mí me parece un mérito de los gordos. No es nada fácil de conseguir. Y Donna Tartt lo hace magníficamente bien (ojo, me refiero a lo puramente formal, en el fondo entramos después). Tú te subes a la novela como si fuera un tren y te dejas llevar, sobre raíles. Un viaje cómodo y perfecto. Repito: esto no es fácil de lograr (y, ojo, no es lo que yo siempre busco como lectora, pero aquí está y está bien). Punto a favor de la Tartt (y de Aurora Echevarría, la traductora al castellano, y del equipo de corrección, que me parece que han hecho un trabajo inmenso, digno de aplauso).

Y, además, plantea una historia a priori interesante. Theo Decker lo tiene todo para ser un gran personaje: una infancia traumática, un padre problemático, un gran secreto, una historia de amor, problemas con las drogas, una cierta picaresca, una desazón vital importante… A mí me recuerda a ciertos personajes de Dickens en pleno siglo XXI. Pero la novela cojea y hace cojear a Theo.

Primer punto muy negativo, según mi punto de vista, de El jilguero: algunas de las tramas, después de páginas y más páginas de rollo macabeo, se ventilan en un párrafo. Y no son tramas secundarias precisamente. Pero la Tartt elige sobre todo una, que exprime hasta la última gota (o más), y el resto se queda en una especie de tierra de nadie. A mí esto me enfadó mucho, me pareció un timo. Sobre todo porque creo que a la novela le sobran unas 500 páginas (que se dice pronto); considero que podrían haber aprovechado ese espacio para acabar la novela en condiciones. Hay episodios eternos, que no tengo claro que aporten tanto como por su extensión se podría pensar. Quienes hayáis leído la novela igual me matáis con lo que voy a decir, pero todos los capítulos de Las Vegas, aunque imprescindibles por absolutamente todo lo que pasa después, son infumables. Yo ahí eliminaba muchísimas páginas. No me dicen nada. Claro que la trama principal le debe todo a la época de Las Vegas, pero reconozco que estuve a punto de dejar la novela ahí. Me reenganché con la vuelta a Nueva York, donde se abren vías interesantísimas; esas mismas que luego la Tartt se carga en un párrafo a lo sumo. No lo entiendo.

Segundo punto negativo: esto no es El secreto. El secreto me gustó muchísimo y pensaba, por todas las críticas que había leído, que esta iba a ser mucho mejor. Pues no. Mis expectativas no se cumplieron en absoluto. Claro, esto es problema mío. Pero hace que mi sensación general poslectura sea peor. ¿Me habría gustado más si no hubiera leído pocos meses antes El secreto? Probablemente, mi percepción sería la de que El jilguero es un muy buen libro de playa, sumamente entretenido (salvo que, como pesa como dos ladrillos o más, no es práctico para la playa). Porque, ojo, a pesar de que le sobran páginas y no cierra (o malcierra) algunas tramas, la aventura es de lo más amena. Y sigo pensando que Theo Decker es un gran personaje.

¿La recomendaría? No sé qué decir. Creo que es una novela con sus virtudes y sus defectos, que no me ha maravillado, pero que me ha entretenido. De hecho, al principio me gustó mucho (aunque luego estuve a punto de abandonarla en la estantería para siempre). No sé qué contestar. A ratos pienso que está bien, a ratos pienso que es un bodrio (y voy cambiando de opinión según los días; cada vez voy a peor, todo sea dicho). Quizá deberíais juzgar vosotros mismos. Sí que puedo decir que, por lo que leo en otros blogs y en las redes sociales, en general ha gustado bastante (aunque también leí que era la novela que más se había abandonado sin terminar en Inglaterra el año pasado: para gustos, los colores).

¿Alguien la ha leído? Pues que nos dé su opinión en los comentarios, por favor.

Bienvenido. Bien hallado

Me preguntan bastante por una expresión que, aunque creo que está cayendo en desuso (o, al menos, yo no la escucho demasiado), no siempre se emplea con corrección. Se trata de la respuesta «Bien hallado» cuando nos dan la bienvenida. ¿Con qué (o con quién, más bien) debe concordar: con quien habla o con la/s persona/s a la/s que se dirige?

La respuesta debe concordar no con la persona que está hablando, sino con el interlocutor (o interlocutores). Como solo hay cuatro casos, os pongo ejemplos y acabamos antes.

Pongamos por caso que soy yo (femenino singular) quien habla todo el tiempo (así veréis que da igual).

  • Juan (masculino singular) me da la bienvenida. Responderé: «Bien hallado».
  • María (femenino singular) me da la bienvenida. Mi respuesta será «Bien hallada».
  • Juan y Pedro (masculino plural) o Juan y María (masculino plural también) me dan la bienvenida. Contestaré: «Bien hallados».
  • María y Paula (femenino plural) me dan la bienvenida. Os imagináis que mi respuesta será «Bien halladas».

Esto no tiene mayor misterio. Es como decir «Te encuentro bien», luego si os acordáis del «te», ya sabéis cómo tenéis que hacer la concordancia.

Y ahora podéis comentar lo que queráis (salvo lo del masculino genérico, que hay uno por ahí arriba y es un tema que me resulta muy cansino y ya sabéis lo que os voy a decir, ¿vale?).

Antonio Scurati: ‘El padre infiel’

Después de la incursión en la literatura juvenil de la última reseña, hoy me pongo más seria con una novela que me ha gustado muchísimo: El padre infiel, de Antonio Scurati.

'El padre infiel'

‘El padre infiel’

«Tal vez no me gustan los hombres». El día en que tu mujer rompe de repente a llorar en la cocina se produce un pequeño cataclismo: tu existencia se desmorona pero, a la vez, empieza a entenderse. Es entonces cuando el narrador de la novela, Glauco Revelli —chef de un famoso restaurante, de cuarenta años de edad y padre de una hija de tres años— comienza a ver cómo es realmente su vida. 

Al tiempo que narra sus experiencias vitales, como el acceso al mundo laboral, el enamoramiento, la construcción de una familia, Revelli va reflexionando también sobre los cambios de roles y valores que se han producido en nuestra sociedad con el cambio de siglo, cambios que cuestionan radicalmente los esquemas mentales con los que había crecido: «Nuestro error había sido querer ser felices. Las generaciones que nos habían precedido nunca habían sometido el matrimonio a esa clase de hipoteca».

Finalista del Premio Strega 2014, El padre infiel retrata la educación sentimental de toda una generación. Una novela que se lee con avidez, como si fuese una larga confidencia, y que confirma a Scurati como uno de los más destacados autores italianos contemporáneos.

Un personaje colocado en un momento de inflexión: una crisis conyugal que lo pone al límite y que hace que se replantee cómo ha sido su vida hasta llegar a ese punto. Un repaso por toda su existencia desde el comienzo de su edad adulta y que tiene como episodio central y principal el nacimiento de su hija. Anita, la hija de Glauco, es la nueva referencia vital y temporal, todo lo anterior a ella queda desdibujado. Y a partir de la llegada de la niña, se acentúa la reflexión sobre el matrimonio, el ser padre, el papel que representamos en la sociedad y, también, se le da vueltas a la idea de la felicidad.

La novela es un precioso alegato a favor de la paternidad. Una paternidad que Glauco vive de forma muy distinta a como había percibido la paternidad en su papel de hijo. Glauco sigue los pasos laborales de su padre (hereda su restaurante), pero su vida sentimental y la relación con su hija no tiene nada que ver con lo anterior, con cómo eran esas relaciones en el pasado. Los tiempos están cambiando. El papel del hombre con respecto a los hijos está cambiando. Aquí hay una paternidad muy consciente y dedicada, incluso a pesar de muchas mujeres que parecen no querer colocar al padre en el lugar que les corresponde (esta idea es mía, pero pensé mucho sobre ello según leía, quizá porque algunos de mis mejores amigos son hombres y padres, y veo cosas). Verdaderamente, un tema que da mucho de sí y que, al menos yo, no he visto mucho en la ficción, con lo cual me parece todo un acierto.

La prosa es magnífica. Esto está tan bien escrito que dan ganas de enmarcar párrafos enteros. Forma muy muy elaborada, con especial hincapié en la palabra justa, el verbo preciso. Compleja, pero no enrevesada (es una auténtica delicia leer esta novela). Y destaco, por especialmente bello, el capítulo del nacimiento de la niña (que no es cursi, ni ñoño, no os penséis, pero es realmente precioso).

Muy recomendable la novela, tanto a padres (primerizos) como a madres, o a quienes desean ser una cosa o la otra. O para todo el mundo en general, porque, al final, como en todas las grandes novelas, los temas que se tratan son universales.

No sé si alguien habrá tenido la oportunidad de leer ya esta maravilla (que lleva apenas dos semanas en el mercado) y podrá darnos su opinión en los comentarios. Yo, desde luego, la recomiendo con los ojos cerrados, de verdad.

Cubiertas horteras

No sabía muy bien cómo titular esta entrada, que he decidido publicar hoy viernes para haceros sufrir un poco y que tengáis pesadillas este fin de semana con las imágenes que voy a publicar. (En realidad, lo he hecho para que os echéis unas risas, aunque reconozco que a mí el asunto me da mucha vergüencita ajena).

Si hay algo que me alucina (para mal) en el mundo editorial son las cubiertas de las novelas erótico-románticas (no sé bien cómo llamarlas, porque cada vez son más porno; lo sé de buena tinta porque me está tocando corregir alguna y dejémoslo en que menos mal que no me escandalizo con estas cosas: Grey, tío, eres un mierdas comparado con los machotes de abajo). Yo no entiendo quién las diseña, quién las elige, quién las sigue usando y, sobre todo, por qué la gente compra estos horrores (corrijo: algunas tías, que esto lo compran mujeres). Esos dibujos de tiarrones en poses de lo más forzadas, con el torso desnudo y la melena al viento; esas tías con apretados corsés y pechos enormes casi fuera; esos rostros de orgasmados rodeados de caballos, mariposas, siempre en plena naturaleza, agreste y salvaje como sus apasionados encuentros… Por no hablar del tipo de letra que emplean o, de perdidos al río, esos títulos tan sumamente sugerentes (¡no!). Un museo de los horrores en toda regla.

Los del Cosmopolitan estadounidense han hecho un experimento que me ha parecido de lo más gracioso para mostrar lo patético y ridículo de estas cubiertas (por si alguien aún opinaba que eran de un gusto exquisito). Han recreado algunas portadas (la mayoría, por cierto, de Johanna Lindsey, que no sé quién será, pero vaya tela marinera) con gente de verdad, vestidos (o medio en pelotas) como en los dibujos, e intentando imitar las poses y los gestos de la cara. Ay, madre, qué vergonzoso es todo. Ojo a las cascadas, los veleros, los acantilados, el lejano Oeste… Hasta recrean un unicornio por ahí. 😉

El resultado: mejor lo comprobáis por vosotros mismos (esta vez tenéis que pinchar para ver las fotos, porque me da apuro que al entrar en el blog se vea eso directamente). Y, tras la sesión de fotos y, espero, risas, ¡feliz fin de semana a todos!

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‘Freelance’

'Freelance'

‘Freelance’

Me he enterado del origen de la palabra freelance y me ha parecido tan curioso que no me resisto a escribir sobre ello.

El término freelance apareció por primera vez en una novela, en Ivanhoe de Walter Scott para ser exactos. Con él se referían a los caballeros que, como no guardaban lealtad a ningún rey o señor, luchaban como mercenarios, ofreciendo sus servicios al mejor postor. Digamos que su lanza estaba libre para irse con cualquiera (free, ‘libre’, y lance, ‘lanza’).

Siguiendo la analogía, el actual freelance (o freelancer) es un profesional que no trabaja para alguien fijo, sino que ofrece sus servicios a quien los quiera contratar.

La RAE lo escribe en dos palabras (free lance) y desaconseja su uso (por muy extendido que esté), que sustituye por las expresiones autónomo, independiente o por libre.

Holden Centeno: ‘La chica de Los Planetas’

Voy a ser sincera: pensaba que este libro iba a ser un horror, pero me ha gustado. Superentretenido para pasar una tarde agradable curioseando sobre el amor ajeno y escuchando música. Es La chica de Los Planetas, de Holden Centeno.

'La chica de Los Planetas'

‘La chica de Los Planetas’

«Yo odiaba el café y ella lo tomaba a todas horas; ella era zurda y yo, diestro; ella era la persona más especial que había conocido y yo, solo un jodido gilipollas. Sin embargo, la chica de Los Planetas decidió enamorar­se de mí. Y desenamorarse después, o no. Pero cuando se ha conocido la magia no es fácil volver a conformarse con una vida de asfalto y as­censores. Por eso decidí jugármela y demostrarle que nuestra historia no era una historia de amor común, que nuestra historia era Literatura.

La chica de Los Planetas es un libro que recopila nuestros momentos, un relato de amor y música jun­to con otros muchos relatos que surgieron después y que, antes de este libro, fueron publicados en mi blog. También recoge una carta inédita del ya famo­so Páez y otra de puño y letra de la chica de Los Planetas».

Cuando una amiga me dejó este libro puse mala cara. «No seas boba, léelo». Y lo hice. Y no está mal. Pero, casi mejor, os cuento de qué va esto… Y, ojo, que os voy a contar cómo se gesta este libro en la vida real.

Un chico (al que le gustan la literatura y la música) se enamora de una chica gracias a la carátula de un disco de Los Planetas. Empiezan a salir, él está cada vez más enamorado… pero cortan. Como ella es muy activa en las redes sociales, él se busca un nombre que cree que ella podría relacionar con él, Holden Centeno (porque El guardián entre el centeno fue el primer libro que compartieron), y empieza a escribir en Twitter sobre la chica de Los Planetas. Y, a la vez, se abre un blog en el que cuenta su historia con la chica de Los Planetas con la esperanza de que ella lo lea y, así, poder reconquistarla. El blog sigue existiendo (y la cuenta de Twitter también).

Holden Centeno empieza a tener miles de seguidores tanto en Twitter como en el blog, se empieza a correr la voz de que quiere reconquistar a la chica de Los Planetas… y una editorial decide publicar su blog en forma de libro. Y eso es este libro: la historia de amor/desamor entre Holden Centeno y la chica de Los Planetas. Una historia llena de encuentros, desencuentros, conciertos, muchísima música, libros y demostraciones de amor de película (quizá porque yo nunca he vivido algo así, me cuesta creer que haya tíos que se lo curren tantísimo; a ver, que sé que los hay, pero yo no los conozco). En serio, llego a ser la chica de Los Planetas con veinte años y me muero de amor por Holden Centeno.

Y, para mi sorpresa, tengo pocos peros que ponerle a la forma. Está bien escrito (pensaba que, al ser un blog, podría ser todo bastante peor). Lenguaje muy directo, muy bien utilizado.

Muy reseñable en el libro: la música. Esto parece una antología de música indie en toda regla. Incluso trae la lista de las canciones «que suenan» en la novela al final. Los Planetas, La habitación roja, Leiva, Arcade Fire, Iván Ferreiro, Annie B Sweet, Bon Iver, Mumford & Sons, Vetusta Morla, Love of lesbian, Izal, Supersubmarina, Vampire weekend, Quique González, Sidonie o Sigur Ros, entre otros muchos, campan a sus anchas por el texto.

Y tampoco penséis que el asunto da mucho más de sí. Es entretenido, pasas una tarde amena (o dos) y poco más (esto no es, ni mucho menos, alta literatura). Pero está bien y se lee con una sonrisa, que a veces es de agradecer.

¿Habéis leído La chica de Los Planetas? ¿Os produce curiosidad el experimento? Podéis comentar lo que queráis…

Lecturas de enero y febrero de 2015

Aunque tengo alguna reseña preparada de varios de los libros que he leído en este comienzo de año, he decidido escribir una entrada con un pequeño resumen de cada uno de ellos y mis impresiones generales. Enero fue horrible en cuanto a lectura, pero he compensado con un febrero muy lector (e interesante).

Enero

'Esto es agua'

‘Esto es agua’

David Foster Wallace: Esto es agua

No he leído ninguna obra de ficción de David Foster Wallace (a pesar de la insistencia de uno de mis amigos), pero cayó este librito (subrayo el diminutivo) en mis manos y sucumbí. De todas formas, no es ficción exactamente: es el discurso que David Foster Wallace pronunció en una ceremonia de graduación de una universidad estadounidense.

El discurso es breve, muy breve (y con este libro es fácil percatarse de la brevedad), pero no por ello deja de ser lúcido e interesante. Habla, sobre todo, de la importancia de la compasión como forma de vida. Es, asimismo, un alegato a favor del pensamiento crítico (aprender a pensar por uno mismo).

Por supuesto, su lectura es sumamente recomendable para todo el mundo.

 

Febrero

La mujer-precipicio

‘La mujer-precipicio´

Princesa-Inca: La mujer-precipicio

Esto fue una relectura. De hecho, he leído este poemario muchas veces (y seguro que lo seguiré releyendo).

Aunque hablé de él en un reto, nunca he escrito una reseña como tal (no lo voy a hacer, de hecho), así que os dejo la sinopsis (aunque no dice nada: este poemario hay que leerlo y sufrirlo y disfrutarlo).

Si la poesía no debe preocuparse por ser hermosa, ni agradable, ni por perseguir la certeza; si la poesía tiene que doler y acompañarnos en el insomnio; si tiene que nacer de cuadernos emborronados mientras uno camina ciudad arriba, ciudad abajo; si tiene que llevarnos hasta el borde mismo del precipicio, «paralizados ante la duda inexacta y rara de seguir existiendo»; si tiene, en fin, que poseer «la fuerza rabiosa de la vida», entonces este libro está lleno de auténtica poesía.

 

'También esto pasará'

‘También esto pasará’

Milena Busquets: También esto pasará

Creo que ha sido una de las pocas reseñas que he publicado este año, así que os remito a ella.

Es una novela que todavía retumba en mi coco de vez en cuando. Soez y delicada, ligera y profunda, todo al mismo tiempo, en un juego de equilibrio de las emociones y los afectos. Cuanto más la reposo, más me gusta (y eso que al principio estuve a un tris de dejarla). En mi opinión, una buena novela.

Lo que haya detrás de su publicación y todos los entresijos del mundo editorial, para mí, han quedado totalmente enterrados después de haber leído el texto (y, repito, haberlo reposado).

 

'El niño que robó el caballo de Atila'

‘El niño que robó…’

Iván Repila: El niño que robó el caballo de Atila

Otra relectura (y, de este libro en concreto, voy unas cuantas).

La verdad, he hablado tantas veces de esta novela (breve, pero intensa y poderosa) en el blog que ya no sé qué contaros de ella (salvo invitaros a que la leáis: ¿lo habéis hecho?).

Os dejo los enlaces a la reseña que escribí en su día, en un reto («Mejor libro de este año de momento») y en otro reto («El último que te ha hecho llorar»).

 

 

 

'Aprendizaje o el libro de los placeres'

‘Aprendizaje o el libro de los placeres’

Clarice Lispector: Aprendizaje o El libro de los placeres

Reconozco que no me ha gustado mucho. Tengo la sensación de que es un texto que ha envejecido mal, y me ha parecido machista y desfasado. Prosa muy poética en ocasiones (a veces es una delicia leerlo), pero el fondo… No me ha gustado. Releyendo la sinopsis ahora, quizá es por la interpretación que le he dado. Da igual: mi lectura ha sido la que ha sido.

Aprendizaje o El libro de los placeres, publicado por primera vez en 1969, despertó la polémica entre los críticos, que aún hoy debaten sus posibles interpretaciones. Este es el relato de cómo el amor se forja en dos seres: a través de un arduo desnudamiento interno los protagonistas van recuperando su identidad hasta alcanzar la renovación vital en la mutua entrega. A su ejercicio introspectivo opone la autora su propia búsqueda formal, el intento de superar los límites del estilo amalgamando forma y fondo en una prosa rebosante de imágenes que desarman al lector con su verdad hiriente. Su lectura ofrece a quien la emprende el desafío de seguir paso a paso ese ahondamiento, ese despojarse de todos los bagajes para iniciar un definitivo aprendizaje de la existencia.

 

'La chica de Los Planetas'

‘La chica de Los Planetas’

Holden Centeno: La chica de Los Planetas

Esto es un experimento que, como veréis en la reseña cuando la publique, pensaba que iba a ser un auténtico pestiño y que, sin embargo, y para mi sorpresa, me ha resultado una lectura de lo más entretenida. Mucha música y una bonita historia de amor: para mí supuso una tarde de domingo redonda.

«Yo odiaba el café y ella lo tomaba a todas horas; ella era zurda y yo, diestro; ella era la persona más especial que había conocido y yo, solo un jodido gilipollas. Sin embargo, la chica de Los Planetas decidió enamorar­se de mí. Y desenamorarse después, o no. Pero cuando se ha conocido la magia no es fácil volver a conformarse con una vida de asfalto y as­censores. Por eso decidí jugármela y demostrarle que nuestra historia no era una historia de amor común, que nuestra historia era Literatura.

La chica de Los Planetas es un libro que recopila nuestros momentos, un relato de amor y música jun­to con otros muchos relatos que surgieron después y que, antes de este libro, fueron publicados en mi blog. También recoge una carta inédita del ya famo­so Páez y otra de puño y letra de la chica de Los Planetas».

 

'Sidra con Rosie'

‘Sidra con Rosie’

Laurie Lee: Sidra con Rosie

Para mí, lo más destacable de esta novela es su prosa: rica, prolija, colorida, la palabra exacta, el ritmo preciso… Una maravilla de prosa. Pero… lo que me contaba no me maravillaba; no todos los capítulos conseguían interesarme y engancharme. De hecho, al final me ha costado leerla. Aun así, que a mí no me llegara no significa que no sea una buena novela, que lo es.

«Los últimos días de mi infancia fueron también los últimos días de la aldea. Yo pertenecía a aquella generación que vio, por casualidad, el final de una vida milenaria. […] Yo, mi familia, mi generación, nacimos en un mundo de silencio; en un mundo de trabajo duro y necesaria paciencia, un mundo de espaldas dobladas hacia la tierra, cuidado manual de los cultivos, dependencia de la meteorología y de la cosecha; un mundo en que las aldeas eran naves en paisajes vacíos y las distancias entre ellas largas; un mundo de caminos marcados por cascos y ruedas de carretas, no hollados por la gasolina y el petróleo, apenas transitados por las personas y casi nunca por placer, por los que lo más rápido que se movía eran los caballos».

Laurie Lee revive en esta novela, una de las más queridas y leídas por sus compatriotas, su infancia en una aldea de la campiña inglesa. Pese a nacer en 1914, un mes antes del comienzo de la Primera Guerra Mundial, sus recuerdos son amables y llenos de cariño hacia un mundo que iba a desaparecer.

 

'El padre infiel'

‘El padre infiel’

Antonio Scurati: El padre infiel

Me ha gustado muchísimo. Intentaré escribir reseña un día de estos, porque es un libro muy recomendable. Es pura reflexión (y, a su vez, hace reflexionar un montón, con lo que me gustan a mí las novelas que hacen pensar). Os dejo el texto de la contra, por si os suscita curiosidad:

«Tal vez no me gustan los hombres». El día en que tu mujer rompe de repente a llorar en la cocina se produce un pequeño cataclismo: tu existencia se desmorona pero, a la vez, empieza a entenderse. Es entonces cuando el narrador de la novela, Glauco Revelli —chef de un famoso restaurante, de cuarenta años de edad y padre de una hija de tres años— comienza a ver cómo es realmente su vida. 

Al tiempo que narra sus experiencias vitales, como el acceso al mundo laboral, el enamoramiento, la construcción de una familia, Revelli va reflexionando también sobre los cambios de roles y valores que se han producido en nuestra sociedad con el cambio de siglo, cambios que cuestionan radicalmente los esquemas mentales con los que había crecido: «Nuestro error había sido querer ser felices. Las generaciones que nos habían precedido nunca habían sometido el matrimonio a esa clase de hipoteca».

 

'Blitz'

‘Blitz’

David Trueba: Blitz

Me ha durado un suspiro (podría hacer un juego tonto de palabras y decir que ha sido como un blitz) y me hubiese gustado que me durara más. También intentaré escribir reseña, pero vaya por delante que me ha gustado mucho.

Blitz podría ser una tragicomedia romántica. Pero como ese género no existe, estamos invitados a ignorar las etiquetas y centrarnos de manera apasionada en la peripecia de los personajes. En especial de Beto, un joven arquitecto paisajista que llega a las costas de Múnich en medio de un naufragio vital y sentimental. Invitado a participar en un concurso que podría solucionar sus perspectivas de futuro, ha llegado acompañado por su novia. Pero, casi al instante, su estancia en Alemania se convertirá en una comedia humana. Bajo el destello de un relámpago, que es exactamente lo que significa la palabra blitz, tendrá que afrontar un cambio de vida e ideales. 

Llena de emotivas instantáneas del amor perdido, bajo una escritura afilada por el sentido del humor, los personajes parecen deslizarse dentro de un reloj de arena. Porque será la reflexión sobre el discurrir del tiempo lo que conduzca al protagonista hacia una mujer de otra edad, Helga, en un encuentro intergeneracional que es el corazón del relato. Pegado a los pensamientos de Beto, el lector no dejará de preguntarse a cada momento por lo que le espera en la página siguiente. ¿Y ahora qué? La respuesta se esconde en esta narración destilada, la esperada nueva novela de David Trueba tras Saber perder, que se alzó con el Premio de la Crítica en 2008.

 

Pues esto ha sido todo. Sigo con cosillas interesantes, así que a ver si marzo se porta en cuanto a lecturas. Os toca. ¿Habéis leído algo recomendable estos meses? Ya sabéis que las recomendaciones son siempre muy bienvenidas. Tenéis los comentarios a vuestra disposición.

Libros y cine

Siento no estar pasándome mucho por aquí, pero ando excesivamente «entretenida» trabajando en una novela y otro librito. Espero poder actualizar más el blog en marzo que este mes, en que las entradas han sido más bien escasas. ¡Qué le vamos a hacer! Intentaré, de todas formas, publicar una reseña esta semana, que leer sí que he leído bastante. Y la entrada de hoy, corta y rápida.

Hoy pensaba hablar sobre las películas que más se mencionan en la literatura (como hice el otro día con las canciones y los músicos). Que justo esta noche se hayan entregado los premios Óscar es casualidad (por cierto, aquí, que somos muy de Wes Anderson y de Linklater [Boyhood], los ganadores… sin más), pero voy a aprovechar la coyuntura. Aquí tenéis la lista de las diez películas más mencionadas en libros:

  1. La guerra de las galaxias.
  2. El padrino.
  3. Lo que el viento se llevó.
  4. El exorcista.
  5. Ciudadano Kane.
  6. Pretty woman.
  7. Psicosis.
  8. El nacimiento de una nación.
  9. El graduado.
  10. El silencio de los corderos.

Personalmente, alguna me chirría un poco, pero bueno (no me voy a poner tiquismiquis). ¿A vosotros? Podéis hablar de lo que queráis (hasta de los vestidos de los Óscar si os apetece) en los comentarios.

Bárbaros

Hoy os voy a hablar sobre el origen de una palabra que me encanta: bárbaro. ¿Sabéis de dónde viene y qué significa?

Bárbaro, voz griega, significa ‘extranjero’ y siempre ha tenido una connotación peyorativa. De hecho, su forma tiene mucho que ver con esa connotación.

Los antiguos griegos decían que todos los que no hablaran su idioma (o, en su defecto, el latín) eran unos ignorantes que hablaban bar-bar (como si nosotros ahora utilizáramos bla-bla), es decir, balbuceaban. Al no entender el idioma extranjero lo reducían a una onomatopeya para ridiculizarlo. De aquellos sonidos onomatopéyicos, llega el barbaroi, ‘los que balbucean’. Para los griegos, todos los pueblos extranjeros de alrededor, como «balbuceaban» (porque ellos no comprendían sus idiomas), eran bárbaros. Y así se ha mantenido la palabra prácticamente hasta nuestros días.

Libros y música

Me he dado cuenta de que el otro día, en esta entrada, no fui del todo sincera cuando dije que evito leer con música porque me desconcentra. Hay un caso en que, no solo escucho música a la vez, sino que, además, es todo un plus a la lectura: cuando hay referencias musicales, directas o indirectas, en la novela. Me he acordado de esto porque estoy leyendo un libro que parece una antología musical en sí mismo (la música, sobre todo de ciertos grupos indies españoles, juega un papel importantísimo), así que he pasado el fin de semana escuchando a Vetusta Morla, Los Planetas, La habitación roja, Maga, Iván Ferreiro y Love of lesbian (entre muchos otros), además de algunos grupazos extranjeros que también se pasean por el texto, como Arcade Fire, Bon Iver, The Beatles, Sigur Ros, Mumford & Sons o Vampire Weekend. Os hablaré de esta novela cuando la termine, que es muy curiosa.

El asunto es que esto me ha llevado a preguntarme cuáles serían los músicos y canciones más mencionados en la literatura. He encontrado una pequeña lista, pero no sé si se refiere solo a literatura de habla inglesa o a toda la literatura en general. Aun así, la lista tiene su aquel, por lo que os la voy a comentar. A ver qué os parece.

Por un lado, entre los músicos y bandas más mencionados en los libros, el número 1 lo ocupa, nada más y nada menos, que Elvis, que aparece en más de… (ojito) 13oo títulos. Me parece un dato alucinante, qué queréis que os diga. En la lista también estarían Frank Sinatra, Madonna, Michael Jackson, Bob Dylan, John Lennon, The Rolling Stones, Mick Jagger, Bruce Springsteen y Bing Crosby.

En cuanto a las canciones más mencionadas, la primera es «Hey Jude» de los Beatles (que aparece en más de 55 novelas). Y hay otras dos canciones de los de Liverpool entre las diez primeras. Como la lista es curiosa, os la voy a copiar. Y espero que os quedéis tan ojipláticos como yo al ver el número 10 (me ha dado una vergüencita ajena que no puedo con ella).

  1. «Hey Jude», The Beatles.
  2. «Heartbreak Hotel«, Elvis Presley.
  3. «Stairway to Heaven», Led Zeppelin.
  4. «We are the world» (ejem).
  5. «Dancing queen», ABBA.
  6. «Blue Suede Shoes», Carl Perkins.
  7. «Lucy in the Sky with Diamonds», The Beatles.
  8. «Eleanor Rigby», The Beatles.
  9. «Smells like Teen Spirit», Nirvana.
  10. «Macarena», Los del Río (no comments).

Pues esta es la lista. ¿Qué os parece? ¿Recordáis alguna novela en que aparezca alguna de estas canciones? (Estoy pensando que en alguna de las listas que hace el protagonista de Alta fidelidad tiene que aparecer alguna seguro). ¿Habéis leído algo últimamente en que la música tenga un papel casi protagonista? Podéis dejar vuestras impresiones (incluso sobre el número 10 de la lista) en los comentarios.



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