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Milan Kundera: ‘La insoportable levedad del ser’

Este año he leído muchísimos libros que bien se merecen una reseña pero, viendo que el blog se me resiste un poco últimamente, he decidido escribir, al menos, sobre el que más me ha tocado de los leídos en 2012 con diferencia. Estoy hablando de La insoportable levedad del ser de Kundera.

'La insoportable levedad del ser'

‘La insoportable levedad del ser’

Esta es una extraordinaria historia de amor, o sea de celos, de sexo, de traiciones, de muerte y también de las debilidades y paradojas de la vida cotidiana de dos parejas cuyos destinos se entrelazan irremediablemente. Guiado por la asombrosa capacidad de Milan Kundera de contar con cristalina claridad, el lector penetra fascinado en la trama compleja de actos y pensamientos que el autor va tejiendo con diabólica sabiduría en torno a sus personajes. Y el lector no puede sino terminar siendo el mismo personaje, cuando no todos a la vez. Y es que esta novela va dirigida al corazón, pero también a la cabeza del lector. En efecto, los celos de Teresa por Tomás, el terco amor de este por ella opuesto a su irreflenable deseo de otras mujeres, el idealismo lírico y cursi de Franz, amante de Sabina, y la necesidad de esta, amante también de Tomás, de perseguir incansable, una libertad que tan solo la conduce a la insoportable levedad del ser, se convierten de simple anécdota en reflexión sobre problemas filosóficos que afectan a cada uno directamente, cada día.

No recuerdo muy bien por qué decidí empezarlo un día cualquiera de mayo. No sé qué me impulsó a leerlo, cuando llevaba años con él cerquita y nunca, a pesar de que su título me tenía maravillada (y ya sabéis lo fetichista que soy con los títulos), me lo había ni siquiera planteado. Pero ocurrió… Cogí el libro y llevo medio año dándole vueltas, releyendo de vez en cuando las numerosísimas frases e, incluso, párrafos enteros que subrayé. No descarto volver a leerlo en breve, a pesar de la gran desazón que sentí por dentro al leerlo. Pero es lo que tienen los libros buenos, que te revuelven. Dejadme añadir que, a veces, de manera muy necesaria además…

Resumir en pocas líneas qué es La insoportable levedad del ser me parece incluso irresponsable por mi parte, pero haré un intento por contar que este libro amalgama una trama sentimental compleja, por la profundidad de las reflexiones, con una crítica política. Y todo ello aderezado de párrafos y párrafos de interesante e intensa reflexión sobre la vida, el amor, la compasión, la libertad (o la falta de esta), los celos, el sexo… Lo leve, ligero, liviano. Las cargas, lo pesado… La imposibilidad de saber si acertamos al tomar decisiones. Nuestra individualidad y las relaciones con los demás. La felicidad. La vida en sí…

Toca todos estos temas y más. Y, en ciertos momentos, sentí una gran tristeza leyéndolo; me quedé tocada, le he dado mil vueltas. Supongo que influiría mi momento vital en la lectura. De todas formas, admito que este libro se ha convertido en uno de mis imprescindibles (y, con esto, creo que queda todo dicho por mi parte).

Cuando hablé de este libro en el reto de los treinta libros de junio, más de uno me comentasteis que este libro os maravillaba. Tenéis los comentarios abiertos, por si queréis seguir hablando de las reflexiones de Kundera…

Sobre el ‘Cantar de mío Çid’

Acabo de leer un artículo estupendo de Antonio Orejudo sobre el Cantar de mío Çid. Os lo recomiendo, sobre todo si sois profesores de Literatura en Secundaria… Lo podéis encontrar aquí.

Reflexiones (XXVII)

«Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído»

Jorge Luis Borges
(1899-1986)
Escritor

#whyIread

A raíz de la entrada anterior, #whyIwrite, me veo obligada a publicar esta. Porque, si bien la escritura es importante, la lectura es esencial y vital… Así que, rescato la etiqueta que también ha estado recorriendo Twitter estos días: #whyIread (por qué leo). ¿Por qué leo? ¿Por qué leemos?

Confieso que rara vez me he hecho esta pregunta. Para mí leer es algo tan natural, que resulta obvio. ¿Cómo no leer? ¿Cómo no llevar siempre un libro a cuestas por si acaso? (Bendito Kindle, por cierto, para esto último; como apenas pesa…). Lo raro y extraño, para mí, es que haya gente que no lee…

¿Por qué leo? Podría soltar una gran perorata, pero, siguiendo el ejemplo de la entrada anterior, lo voy a hacer con pequeñas frases, a modo de tuiteos, porque, si no, me explayaría demasiado. He aquí las razones. Contadme luego las vuestras…

  • Porque me ayuda a comprender el mundo.
  • Porque activa mi imaginación.
  • Porque me permite conocerme mejor a mí misma.
  • Porque puedo vivir en cualquier sitio, en cualquier momento, con cualquier disfraz.
  • Porque me ayuda a ser más empática con los demás y sus sentimientos.
  • Porque así puedo escuchar otras voces y opiniones.
  • Porque la lectura ayuda a que el mundo sea mejor.
  • Porque aprendo.
  • Porque me permite granjearme amistades con otros lectores.
  • Porque me permite granjearme amistades con algunos personajes (aunque sean efímeras y solo duren lo que dura la lectura).
  • Porque la lectura es la base de todo… La base de mi vida.
  • Porque una tarde lluviosa no es lo mismo sin un libro y una taza de café caliente.
  • Porque me ayuda a evadirme.
  • Porque me ayuda a centrarme.
  • Porque algunos libros te cambian por dentro, de manera muy necesaria.
  • Porque me encanta escuchar a los demás.
  • Porque me hace cuestionarme mi vida y todo lo que me rodea.
  • Porque me proporciona muchos momentos de felicidad.
  • Porque me gusta disfrutar de cómo los demás juegan con el lenguaje.
  • Porque al leer me siento libre.
  • Porque me permite entrar en el País de las Maravillas.
  • Porque me proporciona innumerables horas y temas de charla con amigos.
  • Porque una vida con libros no solo es mucho más interesante… Es que ¡es vida!

Podría escribir más, las razones y motivos para leer abundan… Pero creo que es momento de daros voz, no sin antes, eso sí, recomendaros la lectura de la entrada que sobre este mismo tema escribió Lady Dragón (asidua en los comentarios de este blog) en su blog este pasado verano. Si después de leerla no os autodefinís como lectores, no sé qué otra cosa podría haceros cambiar de idea… ¿Por qué leéis? Los comentarios os esperan.

#whyIwrite

Víspera de NaNoWriMo. No sé si el blog tendrá algún lector lo suficientemente valiente como para embarcarse en esta «maravillosa» aventura; si lo hubiera, mucho ánimo desde aquí… Como ya dije en la entrada que he enlazado, es una excusa como otra cualquiera para sentarse delante del ordenador (o del cuaderno o de la máquina de escribir, da igual) y empezar a escribir. Y eso siempre es positivo. No sé a quién se le habrá ocurrido que se puede escribir una novela en un mes, pero, oye, cosas más raras se han visto. Eso sí, si alguno de vosotros se ha apuntado, por favor, ¡contádnoslo! Y estaría genial una crónica de vuestra experiencia… Yo lo dejo caer por si suena la flauta…

«Locos» del NaNoWriMo aparte, me consta que entre los lectores del blog hay mucha gente que escribe. Y es precisamente a vosotros, a los que escribís, a quienes quiero lanzar una pregunta: ¿por qué escribís?

Esto mismo se preguntó en Twitter hace algo más de dos semanas y la etiqueta #whyIwrite (por qué escribo) sigue dando vueltas. Algunas de las respuestas, en 140 caracteres, son de lo más curioso. Os hago una selección de razones y motivos para escribir que me han llamado la atención:

  • Porque si no lo hiciera, olvidaría. Traducir mis pensamientos en palabras me hace recordar.
  • Porque es lo único en el mundo, además de mi familia, que me hace feliz.
  • Porque me ayuda a comprender la importancia de las cosas difíciles.
  • Porque me sana.
  • Porque mi imaginación se merece tener un reino para ella sola.
  • Porque es la única forma de sobrevivir.
  • Porque al escribir me siento vivo. Nada puede compararse a la alegría que se siente cuando a alguien le gusta algo que has escrito tú.
  • Porque se me da mejor escribir que hablar.
  • Para perdurar. Para trascender.
  • Porque mi opinión se merece tener voz.
  • Para saborear la vida por duplicado.
  • Porque quiero sentir y que la gente sienta conmigo.
  • Porque es catártico.
  • Porque me tomo en serio el privilegio y la responsabilidad que encierra este verso de Whitman: «The powerful play goes on, and you will contribute a verse» (‘La poderosa obra sigue, y tú contribuirás con un verso’).
  • Porque la escritura me permite llegar a gente que, de otra forma, no conocería.
  • Porque es mi modo natural de expresarme.
  • Porque es la forma en que las voces salen de mi cabeza.
  • Porque así la historia acaba como yo quiero.
  • Porque la vida real es una mierda.
  • Porque puedo crear mi mundo según mis reglas sin que nadie me reprenda por ello.
  • Porque tengo cosas que contar.
  • Porque así puedo entrar en el País de las Maravillas.

Podría transcribir (y traducir) muchos más mensajes, pero os podéis hacer una idea… Y, vosotros, ¿por qué escribís? ¿Cuál es vuestra motivación interna para sentaros a crear nuevos universos? ¿Cuánto de vosotros dais en esa tarea? ¿Cómo hacéis para ser valientes? Me encantaría que quienes escribís me/nos contarais vuestra experiencia. Los comentarios y Twitter, como siempre, son vuestros. ¿Por qué escribís?

Día del Corrector

Hoy, 27 de octubre, se celebra el Día del Corrector. ¡Felicidades a todos mis colegas y a quienes tenéis la inquietud de convertiros en correctores, que sé que muchos me leéis!

¿Sabéis por qué se celebra el día justo hoy, 27 de octubre? Porque se conmemora el nacimiento de Erasmo de Róterdam (aunque en algunos lugares marcan el día 28 como el correcto, todo sea dicho). Erasmo de Róterdam (1466-1536) fue un pensador, teólogo, humanista y filólogo holandés que realizó, asimismo, labores de corrector.

En mi opinión, la elección de Erasmo como guía de los correctores no puede ser más acertada. En esta época en que nuestro trabajo se ve constantemente infravalorado, un referente como él puede dar una idea de lo preparados que tienen que estar los correctores para ejercer su profesión. Porque corregir, aunque muchos piensen lo contrario, no es nada fácil (de hecho, a mí se me antoja cada vez más difícil, a pesar de los años de experiencia).

De lo que considero necesario para ser un buen corrector, hablaremos otro día. Hoy, si me lo permitís, me lo cojo libre para cuestiones personales. Sé que pensaréis que, en realidad, llevo prácticamente todo el mes de vacaciones, porque apenas publico nada; nada más lejos: ando muy liada con varios proyectos y me resulta complicado sacar tiempo para todo. Por desgracia, el blog se está viendo mucho más afectado por esto de lo que me gustaría. Lo siento, trataré de enmendar las cosas en las próximas semanas. Y trataré de arreglar también, que alguno ya se ha dado cuenta, lo del Twitter. Sé que no funciona Twitter en el blog: voy a cambiar el plugin y espero que todo vaya bien en breve. Hasta entonces, a pesar de que apenas publico nada (¡lo siento, qué abandonados os tengo!), podéis seguirme aquí.

Lo dicho, ¡muchas felicidades a todos los correctores!

Nobel de Literatura 2012

En la semana en que se hará pública la decisión del comité encargado de otorgar el premio Nobel de Literatura, las casas de apuestas nos hacen la espera más entretenida. Parece que el mejor posicionado es el japonés Haruki Murakami, pero yo, sinceramente, tengo la esperanza de que nos sorprendan desde Estocolmo este jueves… Os dejo en enlace a la casa de apuestas donde aparecen todos los autores de los que se habla (algunos, la mayoría, desconocidos para el gran público; otros, en mi opinión, sorprendentes, como Bob Dylan, que vuelve a estar presente en la lista).

Mi apuesta personal: me gustaría mucho que se lo llevara Ismaíl Kadaré (nunca me cansaré de recomendar su inmensa novela El palacio de los Sueños). Si no, Philip Roth o Don DeLillo… ¿Tenéis vosotros algún favorito? Los comentarios son vuestros…

Actualización: ¿Conocíais a Mo Yan? Yo no, pero alguien en Twitter me ha dicho que leyó Sorgo rojo y le encantó…

Títulos y mayúsculas

Parece ser que se está poniendo cada vez más de moda escribir todas las palabras (o palabras plenas; a veces se dejan de lado determinantes y preposiciones) con mayúscula inicial en los títulos de publicaciones, películas, etc. Supongo que es algo que está sucediendo, como la coma al comienzo de cartas y correos electrónicos (tema del que ya hablamos aquí), por influencia del inglés.

No obstante, no es una práctica recomendable. Los títulos, en castellano, por tradición, siempre han llevado únicamente su primera palabra con mayúscula inicial, y así se deberían seguir escribiendo. Os pongo unos ejemplos:

Está leyendo Cien Años de Soledad. ×
Está leyendo Cien años de soledad. √

La nueva novela parece una copia de El Guardián entre el Centeno. ×
La nueva novela parece una copia de El guardián entre el centeno. 

Por supuesto, si el título tiene algún nombre propio, este, como es habitual, se escribirá con mayúscula.

Esta semana han programado La decisión de Sophie en el cinefórum. 

Como digo, emplear estas mayúsculas en todo el título no es algo recomendable y es mejor ceñirse a las normas del castellano.

‘Descambiar’

Confesión: aunque esta palabra me suena a cuerno quemado cada vez que la oigo y yo nunca la empleo, me encanta por las discusiones que suscita… ¿Está admitida? ¿Está bien usada? ¿Es vulgar? Pues vamos a ver…

Descambiar aparece en el DRAE con la acepción de ‘deshacer un cambio o trueque’ (es decir, primera de las dudas resuelta: está admitida en el DRAE; de hecho, lleva más de dos siglos recogida); pero, además, si consultamos el DPD, vemos que hay una mención expresa al significado de ‘devolver una compra’, porque este acto lleva implícito el deshacer el trueque (dinero-objeto) que se produjo con anterioridad. Luego, emplear descambiar para decir que se va a cambiar algo a una tienda está perfectamente contemplado incluso por la RAE.

Ahora, ¿es vulgar? Pues no: en principio, no tiene connotaciones vulgares; eso sí, sí que se emplea más en contextos coloquiales, no formales. Si queremos hablar de un cambio (de una prenda de ropa, por ejemplo) en un texto más serio o formal, sería conveniente utilizar otras expresiones como cambiar o devolver (dependiendo del acto en sí), pero tampoco se podría censurar el empleo de descambiar.



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