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Jean-Philippe Toussaint: ‘Hacer el amor’

Tenía muchas ganas de leer algo de Toussaint desde que leí varias reseñas de La verdad sobre Marie, pero me he estrenado con Hacer el amor. Sin palabras.

'Hacer el amor'

‘Hacer el amor’

Hacer el amor es la historia de una ruptura amorosa. Los protagonistas, una pareja que asiste confundida a la desintegración de su relación y hace el amor por última vez (¿cuántas veces será la última vez?) como si fueran unos completos desconocidos. La ciudad de Tokio es el escenario, casi irreal, del final de su amor. Habitaciones de hotel, neones, calles nevadas, seísmos de baja intensidad, trenes y una misteriosa botella de ácido clorhídrico que acompaña al protagonista en su camino hacia el final, el desamor.

Hay libros que es imposible que no remuevan por dentro, porque actúan como verdaderos resortes de cosas que estaban ahí latentes. Este es uno de esos libros. Y es que (casi) todos nos vemos alguna vez en la horrible situación que narra esta novela: en una relación rota que vive sus últimos momentos, con sus últimos encuentros sexuales… Aquí además, el escenario, un Tokio nevado lleno de cruces y luces de neón, sacudido por un terremoto (símbolo, probablemente, de las turbulencias de esa pareja), dota a la historia de una estética posmodernista que acentúa la sensación de soledad y de alienación. ¿Cómo podemos sentirnos solos en una de las ciudades más pobladas del planeta? ¿Cómo podemos sentirnos ajenos a todo, extranjeros en nuestra propia vida?

A veces resulta muy complicado dar ciertos pasos, decir adiós definitivamente, reconocer que el amor ha muerto… Eso es lo que le pasa a la pareja protagonista. Pero saben que es el fin. Saben que no hay solución, que el desamor ya ha llegado. Y hacen el amor por última vez. Así de sencillo y de duro al mismo tiempo. Como la novela: sencilla (se lee muy fácilmente) y dura (es de las que toca la fibra). Reconozco que me ha gustado muchísimo y que no le pongo ni un pero… Bueno, sí, que se hace demasiado corta.

Copié varias frases que me gustaron en el Tumblr. Mi favorita, quizá, la más optimista, la que describe un (casi) primer beso (en contraposición con ¿el último?):

¿A quién no le gusta prolongar ese momento delicioso que precede al primer beso, cuando dos personas que sienten cierta inclinación amorosa la una hacia la otra ya han decidido tácitamente que van a besarse (sus ojos ya lo saben, sus sonrisas lo intuyen, sus labios y sus manos lo presienten), pero difieren aún el momento de rozar con ternura sus bocas por primera vez?

Gran propuesta, cómo no, de la gran Stephen (thank you, dear!). Os la recomiendo con los ojos cerrados, es una auténtica delicia… ¿Alguien la ha leído? ¿Conocéis a Toussaint? ¿La verdad sobre Marie es igual de buena? Podéis comentar lo que queráis…

Mis historias

Llevo unos cuantos días rumiando esta entrada (y he de confesar que, aún ahora, en el momento en que me he sentado a escribirla, no tengo muy claro cómo contaros el batiburrillo mental que tengo).

Creo que lo más justo sería empezar dando las gracias. Gracias, en primer lugar, por estar ahí y leerme. El número de visitas al blog ha crecido enormemente este año y esto empieza a darme vértigo. En serio, ¡sois muchísimos! ¡¡¡Gracias!!! Y, por supuesto, un enorme gracias a quienes habéis participado en el último reto (sobre todo a los que habéis comentado todos los días y a quienes lo habéis seguido con vuestros propios blogs). Por cierto, os quiero hablar del reto…

Ya en una de sus últimas entradas os empecé a contar que se estaban produciendo ciertos cambios en mi vida. Y supongo que el más importante tiene que ver con mi trabajo, aunque no es el único. Pero hablemos del trabajo, que en el fondo siempre he considerado este blog parte de mis obligaciones laborales. Si no he disfrutado del reto todo lo que me hubiese gustado ha sido porque, de repente, me ha llegado todo el trabajo del mundo y más. Y no me estoy quejando; de hecho, estoy encantada. Estoy trabajando en tres proyectos increíbles, y con uno en concreto estoy feliz (lo siento, no puedo dar pistas). ¿Sabéis eso de «Cuidado con lo que deseas, que puede hacerse realidad»? Pues es un poco eso. Me encanta lo que estoy haciendo, pero está siendo muy duro, porque estoy trabajando muchísimas horas todos los días. Apenas duermo (ha habido semanas que no he llegado ni a las cinco horas de media) y no sabéis lo que eso supone para una marmota como yo. Básicamente, que me pongo triste. Algunos días, incluso muy triste. Y estoy agobiada todo el tiempo. Pero ¿quién dijo que esto iba a ser fácil? Me voy haciendo a los ritmos nuevos, pero me está costando. ¡Aquí ni los superpoderes azules funcionan, Ana! La falta de sueño está siendo una verdadera criptonita.

Mis amigos están preocupados por mí. Dicen que me ven muy baja de ánimo y ojerosa, y me sacan casi a rastras (literalmente) al cine, a conciertos, a presentaciones, a tomar café, a pasear por la playa…, porque dicen que no me puedo pasar el día enclaustrada en casa sola leyendo. Desde luego, con ellos estas jornadas interminables resultan mucho más llevaderas.

Y tengo que admitir que, aparte de mi agotamiento, hay algo más que me ha tenido muy tristona las últimas dos semanas y pico. Hay una criptonita mucho peor para mí que no dormir y es una centrifugadora que tengo por cabeza y que no para de dar vueltas. No ha llegado al máximo de revoluciones, pero lleva funcionando non-stop desde ayer. Os podría contar lo que me pasó, pero es algo demasiado íntimo (y ahora es cuando echo de menos mi blog personal, donde podía contar cualquier cosa y desahogarme). Solo diré que hay cosas que creo que deberían ser sencillas y no entiendo por qué las complicamos tanto. Que no me gustan las sensaciones agridulces. Que echo de menos ciertas cosas (y no entiendo por qué hay que renunciar a ellas). Y que, a pesar de todo, a pesar de todo lo que ha ocurrido este año, creo que volvería a pedir al Olentzero lo mismo que el año pasado… 😉

Cuando la centrifugadora llegó a su máximo de revoluciones fue en verano. Qué verano más complicado en muchos sentidos (y qué divertido en otros; una dicotomía bastante complicada de vivir, la verdad). Lo bueno: las conclusiones a las que llegué. Lo mejor: las personas que llegaron a mi vida este otoño y, sin saber las cosas que rondaban mi cabeza, me animaron a meterme en ciertos berenjenales. Y dejadme que haga una mención especial a A.: querida mía, eres lo más… No sé qué va a pasar con muchas cosas (con esos berenjenales y con otros), pero prometo que voy a intentar hacer algo y que no se quede todo en palabras: el miedo no puede paralizar (Show it. Do something. Don’t just tell). El problema es que necesito tiempo. Y últimamente no es algo que me sobre…

Con mi poco tiempo y mi sensación de agobio permanente, el blog, algunos días, es una auténtica losa. No os imagináis lo duros que se me han hecho los últimos días del reto (porque, entre otras cosas, no había podido preparar las entradas con antelación). Y no quiero pensar que esto es una carga, porque si dejo de disfrutarlo… ¡adiós, blog! Y no es eso lo que quiero. Siempre repito que el blog me ha traído muchas cosas buenas. Y, encima, como ya he mencionado arriba, cada vez sois más. ¿Qué hago? Pues cambiar el chip al respecto, mi chip. Siempre me he tomado esto como una obligación: nunca más. A partir de ahora, es algo lúdico. Y si un día me apetece escribir siete entradas y publicar todas del tirón, lo haré. Y si no me apetece pasarme por aquí en dos semanas, pues no me pasaré. Pero no puedo tener una responsabilidad más en este momento. No voy a cerrar el blog, ni mucho menos, pero no es, desde este momento, una obligación laboral más (que es como me lo he estado tomando). Y quizá, en el fondo, no haya tantos cambios en público, puede que sea todo una cuestión más de percepción personal (pero es algo que me alivia un montón).

Lo que no voy a volver a hacer, sintiéndolo mucho, es contestar dudas (sobre todo las que llegan por correo electrónico). No sé si lo he contado en el blog alguna vez, pero todos los días me llegan varios correos en que me preguntáis cosas (a veces incluso no lingüísticas, jetas, cómo os gusta saber sobre mi vida…). Y siempre intento contestar a todo el mundo, me parece que es lo que hay que hacer. Sin embargo, ahora mismo no puedo dedicar esa media hora o el tiempo que sea a esto. Necesito ese tiempo para mí. Y, además, y esto no es una crítica, es más bien para que reflexionéis sobre ello: muchas veces solucionaríais las cosas mirando el diccionario de la RAE, sin más… Ahí lo dejo. (Y me temo que ahora se darán por aludidos los que no deben darse y no se lo darán los que, en parte, me llevan a tomar esta decisión, lo estoy viendo).

Y una pequeña mención a los unicornios, que me lo preguntáis mucho por Twitter (ya sé que estoy dando mucha paliza con eso…). Explicar todo daría para unas cuantas entradas, así que voy a resumir mucho. Un unicornio es un animal mitológico, por lo tanto, imposible de encontrar, ¿no? Pues hay varias cosas que parecían imposibles que han llegado. Y, de repente, no paro de ver unicornios por todas partes, que me hacen pensar que nada es imposible y que, a veces, hay que dejarse llevar, que los unicornios llegan. Veo varios a diario (o me aparece la palabra «unicornio» en los textos más insospechados). Necesitamos un poco de magia. Y creer. Y confiar. Y unicornios… 😉

La verdad es que me dejo varios asuntos en el tintero, quería contaros más cosas, pero esto empieza a ser ya demasiado largo. Quién sabe si habrá segunda parte… Ya veremos. Si habéis llegado hasta aquí… ¡gracias! 🙂

¡Soy un desastre!

Había prometido una entrada para uno de estos días pero… ¡imposible! ¡Se me lía todo! Prometo que de este fin de semana no pasa. Aprovecho para desearos un feliz fin de semana largo…

🙂

Actualización:

Pues no me ha dado tiempo a escribir este fin de semana… Llegará la entrada, de verdad, pero no sé cuándo… 😉

Un libro que recomendarías a ciegas (30 libros)

Hace mucho que no recomiendo a nadie un libro a ciegas, esto es, sin conocer sus gustos o de qué pie cojea… La última vez que lo hice propuse un libro que no tiene absolutamente nada que ver con el que he elegido para hoy (es curioso, porque recomendé Una comedia canalla, de Repila, una gamberrada muy loca que es casi lo opuesto a lo de hoy). Libro que recomendaría a ciegas ahora mismo: Mi planta de naranja lima, de Jose Mauro de Vasconcelos.

'Mi planta de naranja lima'

‘Mi planta de naranja lima’

De este libro he hablado ya en el blog, en la categoría sobre la amistad del anterior reto. Lo que no entiendo bien es por qué no he llegado a hacerle una reseña en condiciones… Veremos si en un futuro…

Andaba un poco perdida a la hora de elegir libro para hoy. Pero esta semana, hablando un día con mi amiga Mercedes (¡cómo la echo de menos por el reto!), me mencionó este libro que, casualidad, yo le regalé a ella en su día. Y ella se lo recomienda a todo el mundo. Pues lógico, porque es una auténtica preciosidad.

Eso sí, es una novela muy triste. Muy tierna, de esas que emocionan… pero terriblemente triste. Aun así, más que recomendable, una de las imprescindibles.

Y… ¡hasta aquí! Como este año nadie ha propuesto ideas para alargar el reto (menos mal), esto acaba aquí. Bueno, quedan vuestros comentarios de hoy, que espero impaciente… 😉 Tengo que admitir que estoy muy aliviada por acabar, porque este mes ha sido complicado. De hecho, mañana o pasado publicaré una entrada para explicar un par de cosas y alguna decisión que he tomado con respecto al blog (no, no lo cierro, aunque se me ha pasado por la cabeza). Así que, nos volvemos a leer mañana o pasado (y hoy en los comentarios: ¿qué libro recomendaríais a ciegas?).

Un libro que te haya asqueado (30 libros)

Que conste que, cuando planteé el reto, tenía un título pensado para hoy. Pero he cambiado. Y he cambiado porque, justo la noche antes de empezar todo este tinglado, acabé una novela que merece mucho la pena, a pesar de que, como dice la categoría de hoy, hubo momentos en que me repugnara bastante lo que estaba leyendo. Me estoy refiriendo a la novela de Michel Houellebecq Las partículas elementales.

'Las partículas elementales'

‘Las partículas elementales’

Houellebecq pasó del total anonimato al centro de debate público cuando, en 1994, su novela Ampliación del campo de batalla se convirtió en uno de los libros más vendidos del año gracias, simplemente, al boca a boca. Los no pocos enemigos que sembró entonces su humor sombrío, su implacable mal genio, esperaban en silencio su rápido declive. Houellebecq, una vez más, les sacó la lengua: Las partículas elementales fue el máximo fenómeno editorial francés de 1998, y la crítica se deshizo en elogios para este nuevo Aldous Huxley, el de Un mundo feliz, o para esta nueva versión de La montaña mágica de Thomas Mann, autores con los que fue comparado. La clave acaso hay que buscarla en uno de los poemas que Houellebecq publicó cuando aún no era nadie: «Toda sociedad tiene sus puntos débiles, sus llagas. Meted el dedo en la llaga y apretad bien fuerte (…) Hablad de la muerte y del olvido (…) Sed abyectos: seréis verdaderos». En Las partículas elementales toma forma definitiva el ataque frontal contra los protagonistas del 68, muchos de los cuales dominan hoy, desde todos los poderes —político, económico, periodístico—, el destino de Francia. La novela narra el improbable nudo que unirá los destinos de dos hermanastros: Michel, prestigioso investigador en biología, especie de monje científico que a los cuarenta años ha renunciado a su sexualidad y sólo pasea para ir hasta el supermercado; y Bruno, también cuarentón, profesor de literatura, obsesionado por el sexo, consumidor de pornografía, misógino, racista, un virtuoso del resentimiento. Encarnación consumada, en fin, de una sociedad en que la velocidad del placer no deja tiempo al nacimiento del deseo. Ambos han sido abandonados por una madre que prefirió una comunidad hippie en California a cualquier otro empeño. El humor de Houellebecq está más cerca de la risa desesperada que del fugacísimo regocijo del chiste. La novela, ambientada en el estricto presente, sucede como si las más pesadillescas parábolas de Kafka ya se hubieran hecho realidad, sin que nadie se haya dado cuenta.

Novela muy dura, pero que me gustó mucho a pesar de todo. Es de esos libros que te hacen darle vueltas al coco: la conclusión es tan desesperanzadora… (luego os copio un párrafo para que lo veáis). Es demoledor. Aun así, vuelvo a decir que me gustó mucho. Pero… sí que tiene fragmentos que me produjeron verdadera repulsión. No voy a entrar a valorar aquí si Houellebecq es un provocador nato sin más. Lo cierto es que en esta novela toca temas escabrosos y, a veces, con excesiva crudeza (incluso, un poco gratuita, según mi forma de ver las cosas). Lo que más asco me dio fue, sin duda, la descripción de los cuerpos mutilados de algunos bebés de los que habían abusado sexualmente. No puedo con esas cosas…

Os dejo el párrafo del que os he hablado. Preparaos para llorar, porque estamos solos y no hay esperanza…

El humor no nos salva; no sirve prácticamente para nada. Uno puede enfrentarse a los acontecimientos de la vida con humor durante años, a veces muchos años, y en algunos casos puede mantener una actitud humorística casi hasta el final; pero la vida siempre nos rompe el corazón. Por mucho valor, sangre fría y humor que uno acumule a lo largo de su vida, siempre acaba con el corazón destrozado. Y entonces uno deja de reírse. A fin de cuentas ya solo quedan la soledad, el frío y el silencio. A fin de cuentas, solo queda la muerte…

Después de estas alegrías, es vuestro turno. ¿Un libro que os haya asqueado? Nos leemos en los comentarios…

Último libro que te ha decepcionado (30 libros)

Pues hoy hablo de otro autor italiano, porque el último libro que me ha decepcionado es Emaús, de Alessandro Baricco.

'Emaús'

‘Emaús’

El Santo, Luca, Bobby y el narrador son cuatro adolescentes que viven en un espacio y un tiempo indeterminados pero que remiten vagamente a una ciudad del norte de Italia en los años setenta. Pertenecen a la clase media y, sobre todo, son profundamente católicos. La aparición de Andre, una chica que procede de un mundo muy distinto (de clase alta y costumbres liberales), va a actuar como catalizador de una crisis que supondrá el derrumbe de todas sus certezas. Hasta entonces, han sido jóvenes llenos de grandes palabras (amor, deseo, dolor, muerte…) cuyo auténtico significado, en el fondo, desconocen. Ingenuamente, creen ser incapaces de vivir la tragedia, familiarizados como están con el drama doméstico menor. Igual que en la historia de Emaús relatada en el Evangelio de Lucas, en la que se cuenta como Cristo, ya resucitado, se apareció a dos de sus discípulos y que no supieron reconocerlo hasta que fue demasiado tarde, los cuatro jóvenes protagonistas se enfrentan a la realidad sin saber ver ni reconocer todos sus matices y contradicciones, aferrados a una fe monolítica y, hasta cierto punto, heroica. Como en Seda o Sin sangre, Baricco vuelve a demostrar su maestría con una novela corta que es, al mismo tiempo, apólogo moral y novela de formación, escrita con ese inconfundible estilo que sugiere y muestra, con palabras y silencios, luces y sombras (como en el célebre cuadro de Caravaggio que representa el mencionado episodio evangélico), la tensión imposible entre la vida y las convicciones juveniles.

Estamos ante una buena novela. Y no estoy siendo irónica. Que a mí me decepcionara tiene más que ver con mis expectativas que con la novela en sí. De hecho, repito, es una buena novela.

¿Qué me pasa con Emaús? Dos cosas. La primera se cae por su propio peso: no es Seda. Tengo la sensación de que me tengo que encontrar Seda cuando abro un libro de Baricco y, obviamente, no es así, esto no es ni remotamente parecido. ¿Es malo? Ni mucho menos. Pero no tiene nada que ver, por suerte o por desgracia, dependiendo de los gustos de cada uno. Y, además, le veo otro problema: me ha parecido un argumento muy maniqueo, y si algo tengo claro es que las cosas nunca son blancas o negras, siempre hay grises. Y aquí no los hay. Está Andre y está la pandilla. Dos formas opuestas de entender la vida. Pero no hay grises. Y precisamente por eso la veo algo pobre en cuanto a su planteamiento.

Y como, básicamente, esto es todo lo que tengo que decir… os toca. ¿Qué libro os ha decepcionado últimamente? Os esperan los comentarios…

Un libro de un autor que hayas descubierto este año (30 libros)

He descubierto unos cuantos autores este año (lógico), pero os voy a hablar de uno que me tiene emocionada (el último libro que he leído es suyo). Es Erri de Luca y el libro, El día antes de la felicidad.

'El día antes de la felicidad'

‘El día antes de la felicidad’

—Son cosas que pasan el día antes.
—¿El día antes de qué?
—El día antes de la felicidad.

Don Gaetano es un hombre para todo que vive en un edificio de viviendas de la Nápoles populosa y salvaje de los años cincuenta. Electricista, albañil, portero de los cotidianos infiernos de la vida, sabe leer también el pensamiento de las personas, y de él recibe su enseñanza el protagonista de esta novela, un inquieto huérfano de silenciosas pasiones. Ágil y despierto, el muchacho aprende a desafiar a los compañeros, a escalar los muros para recuperar balones perdidos, a detener su mirada en las ventanas. A una ventana en particular ha seguido mirando, aquella en la cual un día apareció una niña que, más tarde, volverá para solicitarle un amor imposible… El joven crecerá a través de los relatos de Don Gaetano, pero también en la memoria de una ciudad —ofendida por la guerra— que supo rebelarse contra la ocupación alemana. Y aprenderá que la vida es ritual, pasión, desafío, sangre, un camino necesario para alcanzar la madurez. ¿Acaso en esto consiste la felicidad?

En la entrada que dediqué a un libro de Lavagnino, ya expliqué que Ainize Salaberri me había hecho un montón de sugerencias de autores italianos actuales. Y, entre ellos, me habló de Erri de Luca. Confieso que me ha enamorado. Me he leído ya dos libros suyos en el escaso tiempo libre que he tenido los últimos dos meses. Primero leí Los peces no cierran los ojos, un libro muy tierno en que ya empecé a intuir la magia de Erri de Luca. ¿Cómo un verano en la playa de unos niños puede dar para tanto, para una obra tan redonda?

La segunda de sus novelas que he leído, El día antes de la felicidad, me ha gustado aún más si cabe. Me he hinchado a subrayar citas (muchas las tenéis en el Tumblr). Es una de las novelas de aprendizaje más bonitas que he leído. Me ha encantado la relación entre Don Gaetano y el protagonista; la historia de amor tan especial con Anna; el episodio del judío escondido en la guerra… Todo adornado con chispazos poéticos y reflexiones sobre la condición humana (sobre todo en época de guerra o posguerra) de lo más interesantes. Una novela sumamente recomendable, me ha encantado…

Ahora os toca. ¿Algún autor interesante que hayáis descubierto este año? Yo, la verdad, podría haber dicho alguno más, pero Erri de Luca es una buenísima opción… ¿Quiénes os han gustado a vosotros? Tenéis los comentarios a vuestra disposición…

Un libro sobre una traición (30 libros)

Estoy escribiendo esto a última hora y corriendo porque tengo que admitir que no se me ocurría ningún título para hoy. Lo socorrido habría sido encontrarme algún libro-culebrón de esos con una infidelidad y ya. Pero no se me ocurría ninguno (y menos con una cierta «calidad»). Y me vino un libro a la cabeza, pero ya había salido en el reto, así que descartado. Y, después de pensar mucho, os traigo un libro que yo creo que encaja en la categoría de hoy, aunque de forma un poco simbólica y a muchos les parecerá que cogido con pinzas. Pero así recomiendo, además, un libro que me gustó mucho: No tengo miedo, de Niccolò Ammaniti.

'No tengo miedo'

‘No tengo miedo’

Leí este libro en verano y os di mi opinión. Y ahora me gustaría contaros por qué lo he traído hoy al reto, pero se me antoja muy difícil sin destripar la novela (y lo bueno de esta novela es ir descubriendo lo que sucede con la lectura). A ver cómo me las ingenio para contar sin contar.

Digamos que el niño protagonista de la historia vive una gran mentira urdida por los adultos de su pueblo. Y a mí eso me parece una gran traición. Y me parece un engaño mayúsculo que le eduquen de cierta forma cuando, en realidad, el mundo adulto es tan sórdido, falso, cruel e hipócrita. Y hasta aquí puedo escribir sin decir nada.

Yo lo que haría es recomendaros la novela, directamente, que está muy bien y tiene su punto…

¿He salvado los muebles hoy? Esperemos. Ahora a ver qué libros habéis elegido vosotros… 😉

Un libro de una editorial que te guste mucho (30 libros)

Hay varias editoriales que me gustan muchísimo: por catálogo, por diseño, por buen hacer… Os podría hacer el listado un día de las que más me gustan. Y una de las que estaría sí o sí es Impedimenta. ¡Qué bien lo hacen en Impedimenta! Así que hoy tenía que elegir un libro suyo. Y lo tengo muy fácil, porque he leído varios este año; entre ellos, uno de los que yo considero de los mejores de mi año lector: Un hombre que duerme, de Georges Perec.

'Un hombre que duerme'

‘Un hombre que duerme’

Lo reseñé cuando lo leí en junio. Tengo que confesar que me produjo una intensísima conmoción. Es de esos libros que te cambian por completo si lo lees con atención. «Mónica, ¿qué estás haciendo? ¿Vives o te dejas llevar por la inercia? ¿Vives o sobrevives? ¡Despierta!». Y desperté. El problema llega cuando despiertas y no te gusta lo que ves… Y si a estas lecturas les sumas un par de esas que también te remueven todo por dentro, el resultado es un verano aparentemente muy lúdico y despreocupado, con mucha playa, fiesta y risas (tipo anuncio de cerveza), pero cargado de profundas reflexiones, de cuadernos de los que cambian tu mundo y, por desgracia, de un nudo de tristeza y dolor en la boca del estómago que me dificultaba hasta respirar a veces. Pero desperté. Los cambios son difíciles, pero siempre son a mejor. Solo es necesario despertarse. Y a mí este libro me ayudó a hacerlo de una manera que no me habría podido imaginar cuando lo leí. Es de esos libros que te cambian la vida, irremediablemente. Así de importante, brutal, arrasador e impactante me pareció. De lo que pasó después (de los libros que llegaron, de las personas que entraron en mi vida, de mi trabajo, de los famosos unicornios…) os hablaré, muy probablemente, en una entrada la semana que viene (entrada que tendría que haber llegado antes, en la primera quincena de noviembre que es cuando tomé ciertas decisiones, pero me había comprometido a hacer el reto, y soy excesivamente cumplidora).

Libro, por tanto, muy importante, magníficamente editado por Impedimenta. El buen hacer de esta editorial no es ningún secreto. Además de tener un catálogo excelente, sus libros son exquisitos. Se nota que quienes llevan la editorial aman los libros. Y creo que con esto queda todo dicho. Comprad Impedimenta, no os vais a arrepentir…

Os toca. ¿Qué editoriales os gustan muchísimo? ¿Os fijáis en la editorial cuando vais a comprar un libro? (Deberíais). ¿Un buen libro de una buena editorial? Os esperan los comentarios…

Un libro que te ayude en momentos difíciles (30 libros)

Hoy voy a mencionar dos libros, y ambos están relacionados en alguna medida. Y creo que más de una persona se va a sorprender. Los dos libros que me ayudan en momentos difíciles: la Biblia y San Manuel Bueno, mártir de Unamuno.

San Manuel Bueno, mártir

‘San Manuel Bueno, mártir’

Creo que ninguno de ellos requiere presentación. Todo el mundo conoce la Biblia (o sabe que existe más bien) y de San Manuel he hablado ya varias veces, porque parece que no hay reto en que no mencione a Unamuno (por ejemplo, aquí).

Me siento un poco incómoda hablando de algo que es muy íntimo para mí, así que solo os voy a decir que soy una persona creyente con grandes crisis de fe muy a menudo. Y soy religiosa a mi manera. Y con estas frases creo que explico un poco mi elección de hoy. En momentos muy bajos acudo a la Biblia, sobre todo a un texto en concreto: las bienaventuranzas del sermón de la montaña, de Mateo (5, 3-12). Las bienaventuranzas me dan mucha paz, no sé explicarlo. Creo que tiene que ver con mi deseo de trascendencia (muy complicado para tratarlo aquí, y excesivamente personal).

¿Y qué pasa cuando tengo mis crisis de fe? Que el descreído Unamuno me ayuda. Porque en San Manuel descubro a gente que duda, gente que no cree y también gente que, como yo, cree a su manera. Yo me identifico, dentro de un orden, con el personaje de Ángela, que es quien tiene una fe más trabajada, más cuestionada, más «adulta».

En cuanto a lecturas más «normales» para momentos difíciles: no me suele apetecer leer cuando estoy triste (y eso explica mi parón lector de este verano: estaba demasiado triste para leer). Prefiero hacer otras cosas. Además, si leo estando mal, luego relaciono esos libros con el mal momento y no me gusta. Así que, sigo pensando que mi texto de referencia para los momentos «complicados» es la Biblia (los Evangelios y, más concretamente, las bienaventuranzas de Mateo).

Os toca. ¿Tenéis algún libro que os ayude en las malas rachas? ¿O uno que os haya ayudado en un momento concreto? ¿Sois de quienes leéis libros que remueven para hundiros en la miseria o preferís cosas más ligeras y divertidas para levantaros el ánimo? Podéis dejar comentarios…



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