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Ahora sí: reto finiquitado

Lo dije el otro día, pero, por si acaso, lo hago oficial: tercer reto de los treinta libros acabado. ¡Muchísimas gracias a todos por haber participado! En unos meses, más y mejor, ¿os parece? 😉

Quiero recordaros que los comentarios quedan abiertos y podéis seguir dejando vuestras sugerencias cuando queráis. Si un día os viene a la cabeza el supertítulo no dudéis en apuntarlo… Y os recuerdo también que si a alguien se le ocurre alguna locura que podamos hacer aquí en el blog (que tenga que ver con libros o lenguaje, por favor), decídmelo, que si puedo me lío la manta a la cabeza de nuevo… ¡Ah! Y tenemos ya un montón de categorías para el próximo reto, pero, si se os ocurre alguna, ya estáis tardando en enviármela…

A partir de ahora, volvemos a los contenidos de siempre (un poco espaciados, eso sí): quiero publicar de nuevo sobre ortotipografía y gramática, y caerá alguna reseña que he prometido. Como siempre, los temas y propuestas son bienvenidos. Y si tenéis cualquier duda de cómo se dice o cómo se escribe algo, hacédmela llegar también (tenéis los comentarios, el correo electrónico, Formspring, Twitter…, os lo pongo bien fácil). Y un último recordatorio: si a alguien le apetece escribir algo para el blog (una reseña de un libro que le haya encantado —o no—, una entrada, lo que sea…), que me mande un correo electrónico con su idea y lo vemos, ¿vale?

Lo dicho: ¡muchísimas gracias a todos! ¡Nos seguimos leyendo! 🙂

El libro que mejor (crees que) te representa (‘bonus’ 30 libros)

Hoy acabamos el reto: esta es la última categoría. Es una especie de bonus que me propuso LV y, aunque me pareció complicada (o precisamente por ello), aquí me tenéis, con el libro que mejor (creo que) me representa… Bueno, no. Imposible hablar únicamente de un libro hoy… Voy a citar unos cuantos, cada uno por una razón. Sí, sé que es trampa, pero hacer un día 31 tampoco es muy ortodoxo, así que…

En las cuatro semanas que he estado dándole vueltas a esto (que se dice pronto), han pasado un montón de títulos por mi cabeza. Incluso he preguntado a mis más allegados y, sinceramente, nadie ha sabido dar con un libro en el que me pudiera ver retratada. Y yo, cómo no, vuelvo a mis libros de siempre. Quería ser un poco original, pero… Al final los libros fetiche de cada uno lo son por alguna razón… Así que os voy a hablar de un batiburrillo de títulos; os voy a ir contando cuál ha sido mi lógica para descartarlos o elegirlos… Y, con ello, supongo, podréis haceros un poquito más de idea, quizá, de la persona que soy y del momento vital en el que me encuentro ahora mismo (justo en el día que estreno los 36). ¡Preparaos para leer, que la entrada es larga!

Lo primero que se me ocurrió fue buscar un personaje con el que me identificara. Tarea realmente complicada. A ver, yo tengo mis personajes favoritos, aquellos por los que siento una simpatía (o empatía) especial, que me producen ternura y tengo la sensación de que los comprendo. Hasta me entran ganas de cuidarlos. Me pasa con Holden Caulfield (El guardián entre el centeno), por ejemplo. O con Cécile, la protagonista de otra de «mis» novelas, Buenos días, tristeza; pero, por mucha empatía que sienta por Cécile, yo no me identifico con ella: yo la comprendo y la acompaño en su dolor, pero Cécile no me representa. Porque yo no soy la pija, superficial y egoísta Cécile, aunque podría, a pesar de todo, ser su mejor amiga (o ella ser la mía, más bien; en el fondo, es buena chica). Y he ido repasando mentalmente los personajes de todos los libros con los que guardo una relación especial (porque, si hay algo parecido a mí en alguna historia, seguro que tengo una relación especial con ese libro) y, sinceramente, me cuesta mucho encontrar uno con el que me identifique y que crea que me puede representar. Pero, entonces, hace apenas unos días, me acordé de un libro y de su protagonista… Ya he hablado (mucho) de este libro en el blog, así que no va a suponer ninguna sorpresa: me refiero a Un matrimonio feliz, de Rafael Yglesias.

Un matrimonio feliz

‘Un matrimonio feliz’

Que conste que si escojo este libro es por su protagonista femenina: Margaret. No me siento identificada con ella al cien por cien (quizá ni siquiera al cincuenta por ciento), pero me pasó algo curioso al leer este libro que, aunque ya lo he contado varias veces, repito, por si hay nuevos lectores: tuve la sensación, más de una vez, de que Yglesias se había metido en mi cabeza para elegir las palabras de Margaret. No siempre, claro, pero sí en varias partes del libro (sobre todo en una). Y hay una frase que tengo grabada en mi mente, porque tengo la sensación de que no salió de Margaret, sino directamente de mí. Yo me veo diciendo las mismas cosas que Margaret. ¿Y cómo es Margaret? Pues me resulta francamente complicado describirla; además, que piense como ella en algunos fragmentos no me convierte en ella. Eso sí, compartimos incluso algunos rasgos físicos: por ejemplo, las dos tenemos ojos azules. Pero creo que ahí acaban las coincidencias (y, en parte, ¡menos mal!, porque, para quienes no conozcáis la novela, Margaret está muy enferma). ¡Ah! Y yo no sé si podría ser tan benévola como Margaret con Enrique ante ciertos hechos (quizá por mi propia historia personal): creo que ella es la gran heroína de esta novela, la más valiente, la más decidida y, sobre todo, la más generosa a la hora de darse a sí misma; ella es la artífice de esa relación, desde que se conocen prácticamente hasta el final, y es ella la que consigue que el matrimonio dure (no le quito su cierto mérito a él, pero yo creo que ella lucha mucho más desde el principio). Y aquí es cuando me pregunto a mí misma si yo coincido en eso con Margaret. ¿Soy luchadora? Sí lo soy (no tiro la toalla con facilidad y eso me hace vivir situaciones totalmente surrealistas a veces).

Así que, vale, tengo un personaje con el que me puedo sentir algo identificada. ¿Me representa ese libro? No… Es muy obvio que no. Así que, toca seguir buscando. Y parece que seguir por la vía de los personajes no me hace llegar a buen puerto. Bien, escojamos otro camino. Veamos, directamente, mis libros favoritos.

¿Cómo puedo elegir favoritos entre los libros? ¡Qué difícil! Depende de tantas cosas. Aun así, yo siempre digo que, si solo pudiera quedarme con un libro para lo que me resta de vida, elegiría Cien años de soledad. Me parece una novela redonda. Es perfecta desde su mítico comienzo, hasta ese final que deja sin palabras. Y, sinceramente, le tendríamos que dar las gracias a Gabo por haberse sacado de la chistera a Melquíades, uno de los mejores personajes de la historia de la literatura. Pero ¿tiene Cien años de soledad algo que ver conmigo? La respuesta es no. Por mucho que me guste la novela, por maravillosa que me parezca, no tiene absolutamente nada que ver conmigo. Parece que la vía de los libros favoritos tampoco da frutos…

Y entonces empecé a razonar al revés. En vez de buscar entre mis libros, me propuse ver a qué elementos de mi vida doy importancia ahora mismo e intentar descubrir esos elementos en un libro. Y, bueno, aquí sí ha habido resultados. Mi libro es Brooklyn follies de Paul Auster.

Portada española de 'Brooklyn follies'

‘Brooklyn follies’ de Paul Auster

Otro libro del que he hablado hasta la saciedad (en serio, siento no estar aportando títulos nuevos, pero, como ya he dicho, los libros fetiche lo son por algo). ¿Por qué Brooklyn follies? Porque mi vida creo que va en paralelo a la de Nathan, su protagonista; no literalmente, claro, pero sí de manera metafórica. Porque resulta que yo tenía una vida. Que era buena, mala o regular, da igual. Era mi vida. Y de repente me la arrebataron. O así lo viví yo. Y solo me quedaba aislarme aún más (tiendo al aislamiento cuando estoy triste y yo llevaba ya un tiempo mal): entrar en mi pequeño mundo, no permitir que nadie entrara en él y seguir sobreviviendo por inercia. Pero, cuando tienes a tu lado a personas que te quieren, no permiten que eso ocurra: te cogen de la mano, te acompañan en tu dolor y, cuando te ven un poco más fuerte, te devuelven al mundo. La gente que nos rodea es lo que nos da la vida. Y la felicidad. Y esa es, precisamente, la tesis de Brooklyn follies: una novela optimista sobre el valor de unirse a gente que nos aporte, que nos valore, que nos haga reír, que nos quiera… Una novela sobre perseguir los sueños, sobre la importancia de la amistad, sobre el amor… Y es que mi vida se convirtió en una especie de Brooklyn de repente. Se llenó de gente de nuevo. Los que habían estado siempre y sumaban se hicieron aún más presentes; quienes restaban desaparecieron. Y llegaron muchas personas a mi vida. Gente importante ahora mismo. Me siento muy afortunada en este momento, porque soy muy consciente de que estoy rodeada de gente que me quiere. Lo dije el otro día: me hacen la vida mucho más fácil. Y, para quien se lo pregunte, soy mucho más feliz ahora que antes en aquella vida que me arrebataron de la noche a la mañana. Quizá en aquel momento no lo entendí, pero ahora me alegro de que ciertas locuras no perduraran más aún en el tiempo, sobre todo porque tengo el total convencimiento de que lo que está por llegar va a ser muchísimo mejor de lo que me podía siquiera imaginar: quiero pensar que voy a ser muy feliz. Nathan encontró su felicidad en las personas a las que se unió en Brooklyn tras su bajada a los infiernos; yo tuve que vivir un desamor (dos, más bien, muy seguidos) para darme cuenta de lo que valía la pena y empezar a valorarme más a mí misma (que igual no es muy políticamente correcto que lo diga, pero soy una tía de puta madre; me permito decir estas cosas porque es mi día, que conste). ¡Ah! Y una consideración final sobre esta novela para los muy cotillas o quienes conocen la historia entera: la última vez que hablé de ella comenté que, en ese momento, esta novela me dolía un poco por razones muy personales. Bueno, pues ya no duele. Nada además. De hecho, me empieza a asustar mi indiferencia hacia esto y hacia ciertas personas. Pero decidí que en mi vida solo se quedaba la gente que sumaba… y él solo restaba (y se llevaba toda mi energía). A veces hay que hacer limpieza. Mejor así. Y, definitivamente, elijo Brooklyn follies como novela que representa mi vida (y mi filosofía de vida) actual.

Y esta entrada se iba a quedar así. Pero la vida es caprichosa a veces y, justo este fin de semana, me ha pasado algo que hace que haya decidido añadir otro título. Este sí que es nuevo… Me refiero a Siete años, un martes y un septiembre, de Julio Oliva. Es curioso, tanto tiempo pensando en libros que me pudieran representar y me llega este título, en plan encargo urgente de trabajo (buena forma de pasar mi fin de semana), y me he encontrado con cosas que me han dejado muy tocada, porque están muy íntimamente relacionadas conmigo. No os voy a copiar ninguna sinopsis, porque hablaré de él en una reseña en condiciones pronto. Un pequeño apunte: jamás había llorado con ningún texto en el que estuviera trabajando… hasta este libro. Como una magdalena el otro día, qué barbaridad. Y es que mis deseos más íntimos y profundos se explicitan mucho y me emocionó. Y, como además, lo reconozco, le doy muchas vueltas a la cabeza los días anteriores a mi cumpleaños (en plan valoración, como hace la gente en Año Nuevo) y me pongo tontorrona, pues me ha tocado aún más. ¿Me representa? Sí. Porque me he encontrado explicada, de forma muy poética, la única forma en que concibo que se debe amar (y cómo me gustaría que me amaran). Pero no ha sido un zarandeo que me haya hecho hundirme en la miseria, todo lo contrario: me ha emocionado porque cada vez tengo las cosas más claras y cada vez tengo menos miedo. Y eso es todo un paso.

Pues, después de mi perorata (no sé cómo he podido explayarme tanto, lo siento), os toca. Me encantaría que comentarais, dejarais vuestros títulos y, a poder ser, una pequeña explicación de por qué los elegís. ¡Me gustaría saber mucho más de vosotros! ¡Ah! Y le he pedido un favor especial a alguien, pero era complicado y no sé si lo logrará (si lo hace, lo veréis todo en los comentarios). Y nada más. Bueno, sí, que no sé cuándo podré moderar hoy comentarios, pero os leo de todas formas (hasta que me lo permita la batería del móvil al menos: no confío nada en ella; espero que no me deje tirada). ¡¡Gracias!! Y, ahora sí, doy por acabado el reto…

¡Gracias… y día 31!

Todos los años, cuando acaba el mes del reto, dejo que pasen unos días (más que nada para que descansemos todos un poco: yo, de escribir; vosotros, de leerme) y luego publico una entrada para daros las gracias porque vuestra participación en este experimento siempre es increíble. Este mes de abril no ha sido para menos: ha habido muchos comentarios y muchas menciones en Twitter (por cierto, para el próximo reto creo que voy a prescindir de Twitter, que esta vez me he vuelto tarumba y hemos vuelto loco a un tal @mobas al que le mandabais menciones y que, la verdad, entre nosotros, ya podía darme el nombre, que no tuitea). Y, sobre todo, ha habido muchas visitas. Muchísimas. Básicamente, el blog duplica sus visitas en estos días. Y hay días que incluso las cuadruplica… Y os aseguro que no sois dos o tres precisamente: hay veces que esto me da auténtico vértigo.

Así que, un poco antes que otros años (no os he dejado descansar mucho de mí esta vez), ¡¡muchísimas gracias!! Hacéis que todo el trabajo merezca muchísimo la pena. Y es una gozada encontrarse a otros lectores, con gustos muy diversos, cada uno de su padre y de su madre, y todos jugando a buscar algún título que encaje con el criterio de ese día… Y, no sé vosotros, pero ¡yo saco muchísimos títulos para leer después! Me esperan unos meses interesantes por delante, en parte con títulos que me habéis propuesto (de hecho, uno de los libros que estoy leyendo ya ha salido de este último reto).

El asunto está en que no he dado por terminado el reto. ¿Por qué? Porque me encantan los juegos y si, además, se meten libros en la ecuación, no sé decir que no. Y, claro, me proponen una nueva categoría para un día 31… ¡y me lanzo sin pensarlo! Así que, va a haber un día 31 propuesto por LV. Creo que es la categoría más difícil y personal de los tres retos: el libro que mejor (crees que) te representa. ¡Es complicadísima! Llevo pensando en esto más de tres semanas (desde el momento en que me lo propuso L.).

¿Y cuándo vamos a buscar los nuevos títulos? Pues el martes 7 de mayo. Por dos razones: una práctica y otra egoísta y jeta por mi parte… La práctica es que calculé que necesitaba una semana desde el último día «oficial» del reto para que me diera tiempo a escribir la nueva entrada (ando liadilla estos días y me pega que me va a llevar bastante; es que es muy difícil). La egoísta es que el día 7 es mi cumpleaños y no se me ocurre una fecha mejor que mi propio día para hablar de mí (admito llamadas, felicitaciones y regalos, por cierto; de hecho, me hacen muchísima ilusión). 😉

Y luego ya, sí, se acabó el tercer reto. Y las entradas muy personales (que, como me dijo alguien en Twitter el otro día, no puedo «amarillear» el blog). Pero, eso sí, habrá un cuarto reto. No sé cuándo, pero lo organizaré. De hecho, ya tenemos un montón de categorías pensadas (estáis de un inspirado todos últimamente…). Y, por supuesto, si se os ocurre cualquier otro juego o experimento que podamos montar en el blog, contactad conmigo, que liarme es bastante fácil…

Pues esto es todo lo que os quería decir hoy. De verdad, de todo corazón, ¡muchísimas gracias! Espero que lo hayáis disfrutado y os hayáis divertido buscando libros. Y, por supuesto, os espero el martes. Porque vosotros sabéis mucho de mí, pero a mí también me gusta saber de quienes me leéis, así que ver vuestros títulos va a ser interesante. Tenéis cinco días para pensar, ¡no me falléis! ¡Nos leemos el martes!

El libro que estás leyendo ahora mismo (30 libros)

Hoy me veo obligada a hacer trampa: no puedo hablar de un único libro. Mi forma caótica de leer hace que vaya picando de aquí y de allá, y siempre estoy con varios libros a la vez. Me acostumbré a leer así en los tiempos de la universidad, en que, como tenía varias asignaturas de literatura distintas a la vez, había que ir leyendo de todo al mismo tiempo. Después, por mi trabajo, también leo desordenadamente. Al final, mi cerebro se ha hecho a ello y no mezclo las historias (todo un logro, porque no os imagináis lo desastre que soy a veces). En este momento estoy con «solo» cuatro libros (lo normal es que esté con cinco o seis al retortero): La inmortalidad de Milan Kundera, Ya solo habla de amor de Ray Loriga, Ensayo sobre la ceguera de Saramago y La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares.

'La inmortalidad'

‘La inmortalidad’

‘La inmortalidad’

A partir del gesto encantador de una mujer de cierta edad, el escritor crea el personaje de Agnes, alrededor de la cual aparecerán su hermana Laura, su marido Paul, y todo nuestro mundo contemporáneo en el que se rinde culto a la tecnología y la imagen. Pero ¿y si el hombre no fuera sino su imagen?, pregunta otro personaje, Rubens, quien comprueba finalmente que de la más excitante de sus amantes solo le quedan dos o tres fotografías mentales. Esta novela transforma todos los aspectos del mundo moderno en cuestiones metafísicas. Su forma es polifónica: las aventuras de los personajes imaginarios se mezclan con la historia de dos candidatos a la inmortalidad, Goethe y Bettina von Armin; la reflexión sobre el nacimiento del homo sentimentalis en la historia de Europa alterna con las peripecias parisienses del singular profesor Avenarius, para quien el mundo de hoy no sirve sino como objeto de juego. Kundera tiene el don de decir del modo más cristalino lo que a uno le resulta más difícil decirse, y en esta novela alcanza la cima de esta facultad.

Después de leer La insoportable levedad del ser el año pasado, decidí que iba a seguir leyendo a Kundera. Realmente, a la novela que le tengo más ganas es a La identidad pero, como conseguí esta, pues he empezado con ella. Os podéis hacer una idea del tipo de reflexiones que encierra la novela: sobre todo destacan los deseos de trascender más allá de la muerte a través del arte… Interesante, aunque reconozco que me está costando un poquito…

'Ya solo habla de amor'

‘Ya solo habla de amor’

‘Ya solo habla de amor’

Incapaz de superar la pérdida del amor, Sebastián se entrega con entusiasmo a su fracaso, a la inútil corrección compulsiva de traducciones de poemas de Blake, a observar a las mujeres con dedicada atención, a abusar de la paciencia de sus amigos y a dar vida a Ramón Alaya, su álter ego imaginario, jugador de polo argentino, leal, fuerte, atractivo e ignorante de todo ese absurdo territorio de ficción que consuela a los locos en su derrota. En una sola noche se verá obligado a caminar más de lo que ha caminado durante los últimos años…

El comienzo me encantó, pero está yendo a peor… Espero que remonte. Es lo primero que leo de Loriga y no sé si su prosa será siempre así, pero me está pareciendo terriblemente original. La novela es muy cortita y no creo que me dure mucho más, así que supongo que escribiré su reseña en breve (bueno, no prometo pasarme mucho por aquí en mayo, la verdad; no sé si cambiaré de idea después). En el reto Elvira ha sugerido otro título de Loriga que le fascinó: Lo peor de todo.

'Ensayo sobre la ceguera'

‘Ensayo sobre la ceguera’

‘Ensayo sobre la ceguera’

Un hombre parado ante un semáforo en rojo se queda ciego súbitamente. Es el primer caso de una «ceguera blanca» que se expande de manera fulminante. Internados en cuarentena o perdidos en la ciudad, los ciegos tendrán que enfrentarse con lo que existe de más primitivo en la naturaleza humana: la voluntad de sobrevivir a cualquier precio. Ensayo sobre la ceguera es la ficción de un autor que nos alerta sobre «la responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron». José Saramago traza en este libro una imagen aterradora y conmovedora de los tiempos que estamos viviendo. En un mundo así, ¿cabrá alguna esperanza? El lector conocerá una experiencia imaginativa única. En un punto donde se cruzan literatura y sabiduría, José Saramago nos obliga a parar, cerrar los ojos y ver. Recuperar la lucidez y rescatar el afecto son dos propuestas fundamentales de una novela que es, también, una reflexión sobre la ética del amor y la solidaridad.

Este es uno de esos libros que siempre tenía pendientes, pero que al final nunca elegía. Pero, claro, después de animarme a leerlo de manera tan vehemente un día por aquí (y, después, todo sea dicho, de alguna bronca que me cayó por no haberlo leído), cualquiera lo dejaba en la lista de pendientes más tiempo. ¿Qué puedo decir? Que me está gustando muchísimo… Y que me alegro de que me hayáis empujado a él (aunque es duro, ¿eh?).

'La invención de Morel'

‘La invención de Morel’

‘La invención de Morel’

Un fugitivo acosado por la justicia llega en un bote de remos a una isla desierta sobre la que se alzan algunas construcciones abandonadas. Pasado el tiempo, el protagonista descubre el fin de su soledad absoluta, ya que en la isla han aparecido otros seres humanos. Los observa, los espía, sigue sus pasos e intenta sorprender sus conversaciones. Ese es el punto de partida del misterio, del tránsito continuo de la realidad a la alucinación que poco a poco lleva al fugitivo hasta el esclarecimiento de todos los enigmas.

Este libro puede compararse, por derecho propio, con los relatos más perfectos de Edgar Allan Poe. Su trama ingeniosa y, sobre todo, la admirable originalidad de la idea en torno a la cual gira la acción han convertido a La invención de Morel en una de las obras maestras indiscutibles de la literatura fantástica de todos los tiempos.

Siempre digo que este blog, además de muchísimo trabajo, me ha aportado algo increíble, que no me esperaba cuando lo empecé y que hace que todo merezca muchísimo la pena: sus lectores. Algunas de las personas que se han acercado a este rinconcito se han convertido en indispensables hoy por hoy en mi vida, he logrado reencontrarme con gente con la que hacía tiempo que no tenía relación y me ha unido a otros lectores o personas preocupadas por el lenguaje y sus intríngulis… Solo que me visitéis y me leáis ya es un premio para mí (y si comentáis, ni os cuento). Pero, claro, si encima un día llama el cartero a mi puerta y me trae un regalo de parte de una de las lectoras del blog… ¡felicidad absoluta! Y eso pasó la semana pasada: que me llegó este libro desde Sevilla, regalo de África (suele andar por los comentarios). África, te lo dije el otro día pero ¡muchísimas gracias de corazón! No era necesario, ni mucho menos, pero me hizo una ilusión loca… ¡Ya te contaré!

¡Os toca! ¿Qué libro(s) estáis leyendo ahora mismo? Como siempre, podéis contestar por Twitter o en los comentarios…

Y, colorín colorado, este reto se ha acabado. ¿Sí? ¿Seguro? Pues no… Quienes sigáis muy de cerca los comentarios sabréis que me hicieron una propuesta: un día 31 con un libro muy especial. Mañana descanso, pero el jueves o el viernes me paso de nuevo por aquí para contaros de qué va el asunto. ¡Gracias por un mes increíble!

Uno que te recuerde a tu actual canción favorita (30 libros)

Confieso que esta categoría está muy al final del reto porque, en el primero, hubo una parecida y me pareció de las más difíciles. Así que puse esta el día 29 para tener más tiempo para pensar. Y, al final, no ha sido tan complicado como pensaba. Incluso la elección de la canción ha sido relativamente sencilla… Os adelanto que hoy hablamos del libro El cielo es azul, la tierra blanca de Hiromi Kawakami.

De entre las cinco o seis canciones que ahora mismo diría que están entre mis favoritas, he optado por traer al reto la que mejor rollo me da (y además así aprovecho para hacer un guiño a alguien): «Into giants» de Patrick Watson. Os enlazo el vídeo…

Patrick Watson: «Into giants».

'El cielo es azul, la tierra blanca'

‘El cielo es azul, la tierra blanca’

Como ya he hablado anteriormente del libro, no os copio la sinopsis. ¿Por qué esta novela me recuerda a la canción? Por varios motivos. En primer lugar, porque creo que ambos, libro y canción, hablan de un amor que empieza «pequeñito» para ir creciendo, poco a poco, y que se convierte en algo importantísimo. Es una conquista cocinada a fuego muy lento (en el libro, además, con otros factores que influyen en esa «lentitud», como la diferencia de edad o el miedo a pasarlo mal por relaciones anteriores acabadas). Y hay otro motivo, quizá cogido por los pelos, pero que fue lo que me hizo decidirme justo por este libro (porque había otro que también me encajaba con esta canción): creo que ambos hablan de pequeños gestos cotidianos dentro de la vida de pareja. Hay una frase en la canción (carried our love in cups to go) que me hace pensar en pequeños detalles que pueden acabar convirtiéndose en un mundo; y en la novela Tsukiko y el maestro se acercan con gestos muy sutiles (una taza de té, un paseo, un viaje en tren compartido, una cena…) que culminan en un gran amor. Porque, a veces, y cada vez estoy más convencida de esto, las grandes historias de amor son las pequeñitas (o las que empiezan pequeñitas y, como dice la canción, no se sabe dónde acaban). El libro me encantó cuando lo leí. Me dejó un regusto muy dulce, de un amor tranquilo y sereno, sin grandes alharacas, pero hondo, importante, feliz… Y la canción me sugiere algo muy parecido: me transmite optimismo, es un amor alegre, positivo…

Vuestro turno: ¿cuál es vuestra canción favorita ahora mismo y qué libro os recuerda a ella? ¡Llenad los comentarios!

Chico del guiño: Gracias por descubrirme a Patrick Watson (sigues debiéndome música, por cierto). A ver si quedamos un día y me cuentas todo lo del concierto, ¿vale? 😉 En serio, gracias por seguir por aquí tanto tiempo después… Espero que te quedes muuuuucho tiempo más. ¡Un beso enorme!

Uno sobre la valentía (30 libros)

Seguro que mis amigos o mi familia habrán sonreído al ver la categoría de hoy, porque siempre estoy a vueltas con la valentía, ‘la palabra con v-‘. Es uno de mis temas recurrentes: el ser valiente. Pues, aunque no os lo creáis, esta va a ser una de las entradas más difíciles y, sobre todo, personales para mí de este reto. La categoría, obviamente, fue cosa mía (aunque estuve a un tris de quitarla) y responde a cosas de mi vida que la mayoría de las personas que os acerquéis a leer esto ni conoceréis ni os imaginaréis. Perdonadme que haya partes de la entrada de hoy totalmente en clave: mi gente más cercana sí que entiende de qué estoy hablando… Aunque sí os voy a explicar someramente de qué va todo esto (en el fondo, siento que debo ser sincera, aunque para ello tenga que abrirme un poco). Pero, primero, la elección de hoy (doble, por cierto, siento la trampa): El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger, y Flow, de Mihaly Csikszentmihalyi (como comprenderéis, he tenido que mirar el nombrecito de marras).

'El guardián entre el centeno'

‘El guardián entre el centeno’

Si existe una obra mítica en la literatura norteamericana de la segunda mitad de nuestro siglo, es sin duda El guardián entre el centeno. Las peripecias del adolescente Holden Cauldfield en una Nueva York que se recupera de la guerra influyeron en sucesivas generaciones de todo el mundo. En su confesión sincera y sin tapujos, muy lejos de la visión almibarada de la adolescencia que imperó hasta entonces, Holden nos desvela la realidad de un muchacho enfrentado al fracaso escolar, a las rígidas normas de una familia tradicional, a la experiencia de la sexualidad más allá del mero deseo. Su epopeya neoyorquina es en cierta forma un viaje iniciático, así como un proceso de descubrimiento de las reglas que rigen el mundo hipócrita de los adultos. Guiado por la pasión, el desconcierto y los sueños propios de su edad, Holden consigue remover los cimientos morales de la sociedad de su tiempo, y nos hace evocar el recuerdo agridulce de la inocencia perdida.

Probablemente, cualquier novela de aprendizaje encaje perfectamente en esta categoría. El proceso de maduración siempre nos enfrenta a miedos y evolucionar va de la mano de la valentía. Y si hay una novela que se ajusta al tema del reto y me encanta, con un personaje asustado hasta la médula (o así lo creo yo), esa es El guardián entre el centeno. Yo me identifico mucho, a pesar de la diferencia de edad, con Holden. Y, la verdad, ya lo he dicho más de una vez: estoy un poco enamorada platónicamente de él desde la adolescencia. Me produce una ternura entrañable. Así que, no se me ocurre mejor elección que esta novela para hablar de valentía.

Mis miedos tienen poco que ver con los de Holden (aunque, no es por nada, pero las consecuencias, en parte, son muy parecidas). Vamos a resumir mucho mi vida diciendo que los últimos años han sido complicados… En muchos aspectos, sobre todo en uno. Y, después de estar un tiempo bastante perdida y dando tumbos (quizá refugiándome en personas que me hicieron más mal que bien), el año pasado decidí dar un giro a mi vida y retomar las riendas. Estaba sola, era libre, me rodeaba mucha gente que me quiere, mandaba yo… El problema: mis miedos. Nunca me he tenido por una persona especialmente valiente, pero siempre había sido capaz de enfrentarme a las situaciones que se me habían ido presentando. Pero en ese momento lo veía todo imposible y cuesta arriba. Un poco como Holden, por qué no. Yo me sentía defraudada, humillada, triste, con la autoestima por los suelos y, sobre todo, muy asustada. ¿Qué podía hacer en esa situación? La llegada de 2012 fue todo un punto de inflexión en mi historia, porque tomé una decisión tontísima, pero que funcionó muy bien mientras duró: 2012 sería mi año de la valentía. El qué iba a hacer (y cómo) me lo guardo para mí, aunque, de verdad, qué cosa más tonta… ¡y más eficaz! Todo empezó a ir bien y yo me tranquilicé mucho… Parecía que había encontrado, por fin, mi camino.

Y, entonces, a finales de junio pasa algo: una llamada telefónica vuelve a poner todo mi mundo patas arriba. Es curioso que, cuando se produjo esa llamada, yo estaba justo escribiendo una entrada para el blog, porque estaba inmersa en el anterior reto de los treinta libros… Quién me llamó o lo que me dijo se queda para mí; pero sí quiero explicar las consecuencias de esa llamada, porque están íntimamente relacionadas con el otro libro que he elegido. Me pasé tres días llorando desconsolada sin poder salir de la cama. Todo el trabajo personal que había hecho durante un año, perdido. Vuelta a la casilla de salida. Y con más miedo aún, porque ahora era consciente de que una llamada telefónica podía destrozarme (de nuevo). Y aquí se produce el verdadero salto valiente del año pasado. Creo que ha llegado el momento de hablar de Flow…

'Flow (fluir)'

‘Flow (fluir)’

Cada año se publican en el mundo multitud de títulos en los que se nos aconseja sobre cómo mantener la forma física, ganar dinero o desarrollar la autoestima. Sin embargo, lo que estos libros no explican es la manera de incrementar «la calidad de la experiencia». Debemos preguntarnos: ¿qué es lo que realmente hace felices a las personas?, ¿cuál es el fundamento de que la vida merezca la pena ser vivida? Durante más de veinte años, Mihaly Csikszentmihalyi se ha entregado al estudio de los «estados de experiencia óptima», esos momentos en los que uno se siente poseído por un profundo sentimiento de gozo creativo, momentos de concentración activa, de absorción en los que se está haciendo. Como resultado de sus investigaciones el autor explica que el meollo de la «experiencia óptima» es un estado de conciencia al que denomina flow, ‘fluir’. El presente libro explica cómo este fluir puede ser controlado, provocado incluso. Puesto que todo el mundo tiene, alguna vez, una «experiencia óptima», se trata de reconocer sus características y potenciar este sentimiento de fuerza, de superación del ego limitado, en el que el tiempo parece desaparecer y con él los conflictos emocionales. Se trata, en fin, de aprender a ser creativos y de alcanzar la genuina calidad de vida.

Pues sí, un libro de ¿autoayuda? Se supone que lo estoy leyendo, pero confieso que no he conseguido pasar de la página 30… (y no solo porque no es mi tema favorito, sino porque está fatalmente editado). ¿Por qué elijo este libro que, realmente, parece que no tiene nada que ver con la valentía? Porque para mí, aunque no trate la valentía directamente, está íntimamente relacionado con ella: propone ciertos cambios de vida y los cambios siempre exigen valentía. Y hubo cambios en mi vida (aunque no tengo ni idea de si son los que postula el libro porque, repito, no lo he leído). Con todo lo que conlleva (y me lleva a) Flow empezaron mis lunes libres, mis anotaciones del cuaderno mágico (inciso para Mer: aquí podría haber hablado de otro libro que tú y yo sabemos, pero no tiene que ver con la valentía) o mis hashtags #desagraviandoagravios y #adjustingsails en Twitter; volvieron mis compulsivos paseos kilométricos, mis eternas conversaciones telefónicas y el llevar gafas de sol siempre a todos sitios (confieso que lo de que me molesta la claridad por los ojos azules es, algunas veces, una mera excusa para esconderme del mundo). ¿Por qué digo que fue un salto valiente? Porque era muy consciente de que estaba tomando un camino muy difícil, pero el único que podía llevarme a mi situación actual: estoy genial, muy fuerte y muy contenta…

Y, ¿por qué he escrito una entrada tan personal en medio del reto, que lo lee tantísima gente? (¡Gracias por las visitas, están siendo espectaculares este mes!). Pues porque quiero dar las gracias a toda la gente que ha estado a mi lado apoyándome en mi viaje… Y como me siento mucho más «valiente» escribiendo que diciendo las cosas cara a cara (cosas de mi timidez), pues ¿por qué no aprovechar este rinconcito de Internet, que para eso es mío? Gracias a quienes me apoyasteis en mis decisiones, quienes fuisteis testigos de todo, quienes me consolasteis aquel día de agosto e hicisteis que la que se antojaba como la noche más triste del año fuera la más divertida, quienes conseguisteis que octubre y noviembre fueran meses locos y de muchas risas, quienes me ayudasteis a pasar las mejores Navidades de los últimos años… Mi familia, mis chicos de F. y toda esa cuadrilla, mis queridos satélites (¿qué haría yo sin vosotros?) y toda la gente que me rodea y me quiere: ¡gracias! Ser valiente es mucho más fácil con vosotros cerca (es como tener una gran red: si me caigo sé que me rescatáis). Y reconocer que se es vulnerable tampoco es tan malo: todos lo somos, solo que hay quienes lo cuentan y quienes se lo callan…

Aun así, tengo que admitir que la valentía llegó el 1 de enero de 2012 y se fue el 31 de diciembre de ese mismo año. Este año, aunque muy contenta, estoy, con perdón, cagada de miedo otra vez (sobre todo con un asunto). Quién sabe, quizá se trata solo de comprar una prórroga de la valentía, ¿no? A lo mejor… Unos meses de simplificación (o descomplicación) de la vida tampoco estarían nada mal…

Sé que he hablado mucho de mí y poco de los libros. Vosotros hablad de lo que queráis en los comentarios (aunque os aseguro que es más fácil limitarse al mundo librero y literario). También, como todos los días (a todas horas), me podéis encontrar por Twitter… ¡Y perdón por la chapa! 😉

Último libro que te han recomendado (30 libros)

Es obvio que, en estos días, con el reto, he recogido un montón de sugerencias de lectura (¡gracias!). Así que, voy echar un poco marcha atrás en el tiempo y voy a escoger para hoy una novelita que me recomendaron fuera del blog (aunque a propósito del reto, todo sea dicho) a comienzos de abril: Helena o el mar del verano, de Julián Ayesta.

'Helena o el mar del verano'

‘Helena o el mar del verano’

Bastan seis estampas veraniegas y una invernal para radiografiar un corazón desbordado de felicidad. Siete bocetos para contagiar a los lectores el gozo de la vida y el fulgor que se extiende sobre lo cotidiano cuando, por primera vez, se descubre el amor. Julián Ayesta, diplomático y dramaturgo, probó en esta novela corta —la única que escribió— que la plenitud puede no ser otra cosa que un día de playa, una comida o un reencuentro familiar, o una guerra de almohadones. Pero también el redescubrimiento del amor de Dios después de un invierno de pecados, dudas y tentaciones, o el simple disfrute de los aromas y contornos de un paisaje (en este caso, los de la Asturias natal del escritor). 

Helena o el mar del verano (1952) da voz a un preadolescente en estado de gracia, en el sentido literal y figurado de la expresión. Ese tiempo irrepetible en el que uno se asoma a los privilegios del mundo de los adultos sin por ello renunciar aún a los gozos de la infancia. Una edad, sí, en la que se descubre el temblor y el vértigo del amor, o el sabor cálido de los licores y las conversaciones adultas (sobre todo si se habla de fútbol), pero donde todavía cualquier situación sigue siendo propicia para la broma, el juego y la aventura. 

Helena o el mar del verano es un relato exuberante, como corresponde a un tiempo de dicha y descubrimiento. En la voz del niño hay amabilidad y ternura al describir unos matrimonios familiares en los que se da una curiosa armonía entre las mujeres vigilantes de la corrección y los hombres de inclinaciones más relajadas; hay sensibilidad para degustar los sonidos de las palabras —el incomparable frigus del bosque, la fuerza de una «x»— e imaginación para fantasear y apropiarse de aventuras mitológicas (cuyo rastro será motivo añadido de satisfacción para los eruditos); y, sobre todo, un profundo deleite sensorial que refleja la feliz conspiración del mundo en favor del amor. En definitiva, esta es la novela de alguien que en un momento dado dice sentir «el cuerpo y el alma hinchados de alegría y de un gran sosiego y de un gran amor a todas las cosas».

Que conste que la sinopsis la he sacado de aquí, porque lo que dice la contracubierta del libro y nada… Y ahora os cuento quién y por qué me recomendó este libro que, por cierto, ya he leído y es una delicia…

Tengo que reconocer que, como no siempre encuentro libro fácilmente para estos días, a veces pido sopitas. Y siempre se las pido a la misma persona: Mer. Probablemente la conocéis por los comentarios. Mer es una de mis mejores amigas y, obviamente, hablo mucho de libros con ella (de hecho, nuestra amistad empezó por los libros, aunque luego hemos compartido muchas cosas juntas). ¡Sabe tanto de literatura…! Y yo le pedí que me diera pistas sobre una novela que tuviera x características (no os voy a contar todo tampoco, guardemos un poco el misterio…). Y Helena o el mar del verano se ajustaba, en principio, a lo que yo le había pedido. ¡Genial! La compré, la leí… y, al final, no servía para mi propósito. Pero… descubrí una novela que, sinceramente, no entiendo cómo no tiene un lugar más importante en los libros de historia de la literatura…

Es una novela muy cortita y, al leerla, hay que tener muy presente que se escribió en 1952 (algunas cosas chocarían mucho ahora y a mucha gente el libro hasta le parecería un poco cursi: a mí me resultó exquisito). Es la voz de un preadolescente que empieza a descubrir detalles de la vida adulta: conversaciones con los mayores, sus propias ideas sobre la religión y, sobre todo, el primer amor (con Helena). Y todo escrito con una delicadeza y una brillantez espectaculares. Y con un amor por la palabra exacta que me cautivó. Hay frases que son pura poesía…

Pues este ha sido el último título que me han recomendado (y me ha encantado). Os toca. ¿Qué me decís vosotros? Los comentarios os esperan…

Uno de un autor de tu ciudad de origen (30 libros)

Como nací en la capital del mundo, hoy tenemos que buscar a un autor de Bilbao… Mi autor bilbaíno favorito es, sin duda, Miguel de Unamuno. Su nombre ya ha aparecido otras veces por los anteriores retos, así que hoy elijo un libro suyo del que todavía no he hablado: Amor y pedagogía.

'Amor y pedagogía'

‘Amor y pedagogía’

Amor y pedagogía cuenta la historia de don Avito Carrascal, un intelectual que cree que puede convertir a un niño (su hijo) en un genio aplicando los principios modernos de la pedagogía. La obra, considerada una de las cuatro nivolas de Unamuno, constituye una dura crítica a la sociología positivista e intercala lo cómico y lo trágico. El propósito de la obra es claro: ridiculizar la pedagogía que se presenta como científica y que pretende organizar la vida entera, en todos sus aspectos, de un modo racionalista.

Junto con Niebla y San Manuel Bueno, mártir, forma el trío de mis obras favoritas de Unamuno. Solo he leído una vez Amor y pedagogía, pero fue en un momento muy significativo de mi vida, así que se me quedó muy grabada. Es una auténtica tragedia encerrada en un texto divertidísimo por lo grotesco de la situación. De nuevo encontramos la lucha entre la razón y el corazón que recorre toda la obra unamuniana… Se lee muy fácilmente y es de lo más recomendable.

Con lo muchísimo que me gusta Unamuno, me encanta poder traerlo al reto, así que es una suerte que compartamos ciudad de origen (así he tenido la oportunidad de recomendar una obra suya de nuevo). ¿Con qué escritores compartís ciudad de origen? ¿Qué obra suya recomendaríais? Tenéis los comentarios a vuestra disposición…

Un éxito de ventas reciente que hayas leído (30 libros)

Hoy también tenía las cosas muy fáciles: el último superventas recomendable que he leído (de los no recomendables, pasamos) ha sido El abuelo que saltó por la ventana y se largó, de Jonas Jonasson.

'El abuelo que saltó por la ventana y se largó'

‘El abuelo que saltó por la ventana y se largó’

Momentos antes de que empiece la pomposa celebración de su centésimo cumpleaños, Allan Karlsson decide que nada de eso va con él. Vestido con su mejor traje y unas pantuflas, se encarama a una ventana y se fuga de la residencia de ancianos en la que vive, dejando plantados al alcalde y a la prensa local. Sin saber adónde ir, se encamina a la estación de autobuses, el único sitio donde es posible pasar desapercibido. Allí, mientras espera la llegada del primer autobús, un joven le pide que vigile su maleta, con la mala fortuna de que el autobús llega antes de que el joven regrese y Allan, sin pensarlo dos veces, se sube con la maleta, ignorante de que en el interior de esta se apilan, ¡santo cielo!, millones de coronas de dudosa procedencia. Pero Allan Karlsson no es un abuelo fácil de amilanar. A lo largo de su centenaria vida ha tenido un montón de experiencias de lo más singulares: desde inverosímiles encuentros con personajes como Franco, Stalin o Churchill, hasta amistades comprometedoras como la esposa de Mao, pasando por actividades de alto riesgo como ser agente de la CIA o ayudar a Oppenheimer a crear la bomba atómica. Sin embargo, esta vez, en su enésima aventura, cuando creía que con su jubilación había llegado la tranquilidad, está a punto de poner todo el país patas arriba.

La edición en castellano de esta novela llega precedida de un éxito arrollador en toda Europa. Casi dos millones de ejemplares vendidos —de los cuales más de un millón en Suecia, donde fue Libro del Año y Premio de los Libreros— demuestran que estamos ante una rara avis. Jonasson ha urdido una historia extremadamente audaz e ingeniosa, capaz de sorprender constantemente al lector, pero el verdadero regalo es su personaje protagonista, Allan Karlsson, un hombre de un maravilloso sentido común, un abuelo sin prejuicios que no está dispuesto a renunciar al placer de vivir.

Aunque me llevó su tiempo (lo empecé en agosto y lo acabé en enero, pero intercalando muchas cosas), tengo que admitir que me gustó. Es un libro amable, de esos que te pintan una sonrisa (y con el que te echas más de una risa). La historia, en realidad, es una auténtica locura, pero está escrita con muchísima solvencia. Eso sí, yo le quitaría algunos episodios (sobre todo del presente), porque, al final, se me ha hecho un pelín larga. Pero es un libro perfecto, por ejemplo, para unas vacaciones… El abuelo, Allan, es un personaje bastante peculiar; su secreto para llegar a los 100: que no se inmuta con nada, él va siempre a lo suyo. Y de una forma genial, además.

Os toca. ¿Habéis sucumbido a algún libro de mucho éxito últimamente? Venga, os dejo mencionar a Grey… Incluso podemos reírnos de la infame trilogía si hace falta. Os esperan los comentarios…

Un libro perturbador (30 libros)

Aunque había pensado un libro que le iba a esta categoría como anillo al dedo, recientemente he leído otro que parece que pide a gritos el calificativo de «perturbador», así que hoy me inclino por él: El embarazo de mi hermana, de Yoko Ogawa.

El embarazo de mi hermana

‘El embarazo de mi hermana’

En El embarazo de mi hermana la narradora nos describe, con insólito talento y bajo forma de diario, el embarazo de su hermana mayor; y lo hace de una manera aparentemente fría y analítica aunque no exenta de ironía. Así, pasada la fase de las náuseas, la embarazada recupera su voraz apetito y se pone a engullir compulsivamente una mermelada de pomelo que le prepara su hermana, episodio clave que llevará el relato a un inesperado desenlace.

Metáfora de la soledad y del sentimiento de pérdida para la mujer japonesa de hoy en día, esta parábola se empieza leyendo con fascinación y luego no sin algo de pavor.

Por el título es posible esperar una bonita historia, maternal y amorosa (y más si se tiene como referente otro libro de la misma autora, La fórmula preferida del profesor, que es todo delicadeza y ternura), pero nada más lejos de la historia que nos encontramos aquí.

Es muy breve, lo leí en un viaje de autobús (de 40 minutos) prácticamente, y solo puedo decir que me dejó muy muy mal cuerpo (no sé si estoy tontorrona o qué me pasa, pero me ha sucedido ya con unos cuantos libros este año). ¿Recomendaría El embarazo de mi hermana? Sí, por supuesto, siempre y cuando no estéis embarazadas. Y avisando primero de que el final puede impresionar un poco… (o un mucho).

Os paso la pelota. ¿Libros perturbadores? ¿Para leer o para no leer? Tenéis, como todos los días, los comentarios a vuestra disposición. También podéis dejar vuestros títulos en Twitter, bien con la etiqueta #30libros, bien con una mención a mi cuenta del blog.



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