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Mis tres libros de 2011

He ido retrasando la publicación de esta entrada, no sé muy bien por qué. Pero, bueno, hoy parece un buen momento para echar un poco la vista atrás y hablar de los libros que más nos han gustado de los leídos en 2011. Cogí la idea de Twitter a comienzos de enero, no os penséis. Y ya entonces contesté, aunque en 140 caracteres, cuáles habían sido mis libros favoritos del año pasado. Hoy me explayaré más…

1) Un matrimonio feliz de Rafael Yglesias.

Este libro tenía que estar sí o sí. Me revolvió todo por dentro al leerlo. Me pareció una muy buena novela (muy triste y dura, eso sí) y ya os la recomendé en su día. Pero, si hoy está aquí, no es por su calidad literaria (que la tiene, mucha), sino por lo que personalmente me supuso leer cierto pasaje del libro. No os voy a decir cuál es, pero sí os cuento que tuve la sensación de que Yglesias se había metido en mi cabeza por un momento. La protagonista dice algo que yo podría haber dicho; de hecho, me encantaría llegar a decirlo. En el momento en que leí el libro, no era posible; pero, por las vueltas que da la vida, ahora sí. Me encantaría vivir esa escena. Quién sabe, quizá algún día. Extravagancias personales aparte, es un novelón que merece la pena, de lo mejorcito que he leído en 2011.

2) El Palacio de los Sueños de Ismail Kadaré.

He dedicado ya dos entradas a este libro aquí en el blog: primero lo reseñé y, después, le dediqué un día en el reto de los 30 libros. Así que, no me voy a extender mucho. Me maravilló y, desde que lo terminé, tengo muchas ganas de hincarle el diente de nuevo a Kadaré. Recomendado 100 %.

3) Expiación de Ian McEwan.

Otro libro del que también os he hablado en varias ocasiones… Me gustó mucho. Es una historia muy sólida, muy bien escrita. Y me encantó el personaje de Briony y su evolución. Otra novela muy recomendable (por cierto, estoy con otra de McEwan y, esta vez, no me está gustando tanto; ya os contaré cuando la acabe).

Pues estos han sido mis tres libros preferidos de 2011. ¿Cuáles han sido los vuestros? Contadnos, que siempre viene bien tener recomendaciones de lectura…

Reflexiones (XXI)

«La buena escritura es, en esencia, reescritura».

Roald Dahl
(1916-1990)
Escritor británico

‘Tamborizando’ el mundo

G. Artiach y P. Gumuzio: Tambor. El mundo según Gonzalo Artiach, Plataforma Editorial, 2010.

Hace unos meses, oí decir al hijo de Gonzalo Artiach (también llamado Gonzalo) que había que tamborizar el mundo. En aquel momento no entendí lo que quería decir, pero ese día me vine a casa con el libro del que os voy a hablar hoy bajo el brazo y, ahora, después de haberlo leído, no solo comprendo esa expresión, sino que estoy de acuerdo con ella.

Tambor

'Tambor. El mundo según Gonzalo Artiach'

Tambor es un libro de lectura muy amena. Es una curiosa mezcla de temas dispares (empresa, política, familia, suerte, amistad, gastronomía, ETA, enfermedad, Bilbao… entre otros muchos) que, a modo de gran collage, conforman el pensamiento y la forma de ver la vida de Gonzalo Artiach. Un hombre, según se refleja en las páginas de Tambor, comprometido con la sociedad en que vivía, políticamente incorrecto (es curioso y gracioso de dónde viene lo de «Tambor», os invito a descubrirlo), muy afable, fiel a sus convicciones aunque poco amigo de fanatismos… Una persona con la que, seguro, mantener una charla era de lo más interesante. Y, solo por esto, el libro ya merece la pena. Conocer la forma de entender el mundo de alguien que ha sido testigo de primer orden de tantos acontecimientos de nuestra historia reciente siempre es enriquecedor; pero si, además, está todo contado de forma tan fluida y agradable, pues la lectura se convierte en algo muy recomendable.

Sin embargo, aparte de lo dicho hasta ahora, hay dos aspectos que se ven muy bien en el libro que son con los que yo me quedo: el optimismo que destilan todos los capítulos (incluso algunos de temática más dura) y, sobre todo, el espíritu de lucha de Gonzalo (en especial, en lo que tiene que ver con la enfermedad que sufría cuando se redactó el libro: la ELA, una muy cruel enfermedad degenerativa). Y es precisamente en el capítulo dedicado a la ELA en el que he encontrado una de esas frases que conviene subrayar e interiorizar: «Unos días después del diagnóstico me di cuenta de que no tenía tiempo para ser infeliz. Y días más tarde me di cuenta de que nadie tenía tiempo para ser infeliz. La vida es demasiado corta». Creo que la frase resume muy bien el espíritu del libro. Libro, por cierto, cuyos beneficios van íntegramente a la lucha contra la ELA; por eso os invito a que lo compréis y lo disfrutéis. Y, para simplificar las cosas y que no os volváis locos buscándolo, lo podéis adquirir escribiendo un correo electrónico directamente a Gonzalo hijo.

Un apunte sobre Pedro Gumuzio, coautor del libro: recientemente ha publicado su primera novela, La herramienta comercial. Os contaré qué me ha parecido cuando la haya leído, pero, hasta entonces, os dejo con la opinión de los chicos de Un libro al día.

Siempre AdELAnte

Aunque Gonzalo Artiach falleció el año pasado, su familia sigue muy volcada y comprometida con la lucha contra la ELA. De hecho, Gonzalo hijo ha constituido, junto con varios amigos, la asociación Siempre AdELAnte, con la que pretenden conseguir fondos para ayudar a enfermos de ELA y sus familias. Os animo a que pinchéis en el enlace y aportéis lo que podáis. Y, ya de paso, visitad también la página del nadador Jaime Caballero, presidente de la asociación, porque estoy segura de que sus hazañas deportivas no os dejarán indiferentes. Yo me quedé muy impresionada cuando lo conocí, es un auténtico titán: exactamente igual que la gente para la que nada, los enfermos de ELA como Gonzalo Artiach, los verdaderos héroes de toda esta historia.

Virginia Woolf: ‘La señora Dalloway’

Aprovechando que el pasado miércoles 25 de enero fue el 130.º aniversario del nacimiento de Virginia Woolf, dedico la entrada de hoy a una de sus novelas que más me gusta, La señora Dalloway. 

La señora Dalloway

Portada del libro

La señora Dalloway relata un día corriente en la vida londinense de Clarissa Dalloway, una dama de alcurnia casada con un diputado conservador y madre de una adolescente. La historia comienza una soleada mañana de junio de 1923, con un paseo de Clarissa por el centro de la ciudad, y termina esa misma noche, cuando están comenzando a retirarse de casa de los Dalloway los invitados a una fiesta. En el curso del día sucede un hecho trágico: el suicidio de un joven que vuelve de la guerra. Lo notable de la historia no es ese episodio, ni los pequeños sucesos y recuerdos que la componen, sino que toda ella esté narrada desde la mente de los personajes, esa sutil e impalpable realidad donde lo vivido se vuelve idea.

Tuve una época en que me obsesioné con la prosa de Woolf y me leí sus novelas más importantes (Al faro, Orlando y la que hoy nos ocupa), así como el ensayo Un cuarto propio. Me gusta Woolf. Me parece fascinante. A priori no es una escritora fácil, pero hay un truco para leerla: dejarse llevar. Hay que dejarse llevar por las palabras, los detalles, los pensamientos… y, como decía alguien en Twitter el otro día, con el punto final de la novela todo cobra sentido. Y no hay nada más que decir: mejor la leéis…

‘Statu quo’

Literalmente ‘estado en el que’, esta locución se emplea para expresar el estado en que se halla un asunto. Pero no se utiliza siempre bien. De hecho, voy a hacer algunas consideraciones sobre ella:

  1. Es statu y no status. Ojo, en inglés va con la -s, pero no en el original latino ni en castellano (es un ablativo, luego la desinencia es -u, no -us).
  2. Como está admitida por la RAE, va en redonda, no en cursiva.
  3. La solemos pronunciar mal (y aquí entono el mea culpa, yo también lo hago mal). Se pronuncia así: [estátu kuó].
  4. Es invariable en plural: los statu quo.

¡Buen fin de semana a todos!

Gerundio de posterioridad

Este tema lo he estado evitando meses, pero, tras un comentario que hice el otro día en Twitter, alguien me invitó a que escribiera la entrada y explicara la cuestión del gerundio de posterioridad, un uso incorrecto del gerundio tan utilizado que ni siquiera suele sonar mal. Lo siento, pero hoy igual hay un poco de «chapa» gramatical…

El gerundio es una forma verbal que, cuando indica tiempo, expresa simultaneidad, es decir, que las dos acciones de la frase (la principal y la del gerundio) ocurren al mismo tiempo. Sin embargo, muchas veces se emplea incorrectamente para señalar posterioridad (la acción del gerundio se produce después de la principal) y es frecuente oír frases como «Nació en 1965, licenciándose en Derecho»; tenemos que tener en cuenta que, con esta oración, lo que estamos diciendo en realidad es que se licenció en Derecho al mismo tiempo que nacía (obviamente, imposible).

Hay un truco muy sencillo que nos puede ayudar a saber cuándo lo estamos usando mal: si el gerundio admite la sustitución por mientras y una forma verbal conjugada y la frase tiene el mismo sentido, entonces es correcto; en caso contrario, no deberíamos utilizarlo. Pongo algunos ejemplos:

Juan fue a clase de inglés comiendo un bocadillo. → Juan fue a clase de inglés mientras comía un bocadillo. √ (Se admite la sustitución y la frase tiene el mismo sentido, luego el gerundio es correcto).

Le dieron un golpe, sangrándole la nariz. → Le dieron un golpe, mientras le sangraba la nariz. × (Aunque la frase sí tiene sentido, no es el mismo que estamos buscando: queremos decir que sangra como consecuencia del golpe —y no que estaba sangrando y entonces le dieron el golpe—, con lo cual el gerundio no está bien utilizado).

Este tipo de gerundios abunda. No son nada recomendables, no son correctos y, a pesar de lo que pueda parecer, no son nada elegantes al escribir. Mi recomendación: evitarlos siempre. De hecho, yo os diría que tengáis mucho cuidado con los gerundios en general (no solo con los de posterioridad), porque se utilizan fatal. Otro día os hablaré del llamado gerundio del BOE (otro que oiréis o leeréis con bastante asiduidad y hasta os sonará bien, porque es muy común… y muy incorrecto).

J. D. Salinger: ‘Franny y Zooey’

Hablé de este libro en octubre, en el reto de los 30 libros, pero ya advertí entonces de que me quedaban unas páginas para acabarlo. Bueno, pues ya está leído del todo. Y me reafirmo en lo que dije entonces: no me ha gustado.

Franny y Zooey

'Franny y Zooey'

El primer libro que leí de Salinger fue, cómo no, El guardián entre el centeno. Ya he comentado más de una vez que me parece una auténtica joya de libro; no entiendo muy bien todas esas voces que hablan de un libro sobrevalorado en exceso solo apto para adolescentes frustrados sexualmente. A pesar de que he dado pinceladas sobre El guardián y Holden Caulfield otras veces, aún no lo he reseñado en el blog, así que casi mejor me guardo mi opinión para otra ocasión.

Poco después de leer El guardián entre el centeno, cayó en mis manos Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción. Fue una auténtica decepción. Parece ser que la familia Glass (protagonista de este libro y, también, de Franny y Zooey) no es de mi agrado.

Entre Levantad, carpinteros y Franny y Zooey han pasado varios años en los que sí que me he acercado a Holden de nuevo en más de una ocasión. Y solo por El guardián entre el centeno, Salinger me parece un autor sumamente interesante. ¿Por qué no darle una oportunidad a la que dicen que es su mejor obra? Así es como llegué al libro que hoy nos ocupa.

Copié la sinopsis la otra vez que escribí sobre Franny y Zooey. Son dos relatos (el segundo bastante más extenso) en que aparecen los temas típicos de Salinger, solo que, esta vez, de manera, a mi modo de ver, bastante aburrida (e incluso poco verosímil). Porque, de nuevo, Salinger trata el tema de la angustia vital que, aquí, se mezcla con filosofías orientales. Pero, en mi opinión, no es la desazón de vivir de Holden Caulfield (que tiene un puntito entrañable y con la que es fácil identificarse). En Franny y Zooey se habla y habla (y habla) sobre crisis existenciales, pero llegan a ser cansinos en sus tribulaciones…

¿Es un mal libro? Ya dije que no, en absoluto. Pero no es lo que esperaba. Siempre pienso que la producción de Salinger va a ser como El guardián entre el centeno y, cada vez que cojo otro libro, aunque literariamente sea mejor según la crítica (caso de Franny y Zooey), me llevo una decepción. Pero es que superar El guardián es complicado. Es muy difícil que cualquier libro de Salinger (o de cualquier otro autor) llegue al puesto que ocupa El guardián entre el centeno en mi clasificación personal de libros favoritos. Al final, como todo, es una cuestión de expectativas…

‘Visualizar’

Un apunte rápido sobre el verbo visualizar, que hoy lo he tenido que corregir un par de veces. A pesar de que se utiliza muchísimo como sinónimo de ver, ese en realidad no es su significado. Visualizar quiere decir ‘hacer visible lo que no se ve a simple vista’, ‘representar mediante ilusiones ópticas’ o bien ‘imaginar con rasgos visibles algo que está a la vista’.

Ejemplos del verbo visualizar mal utilizado:

En clase de ciencias hemos visualizado un vídeo sobre pájaros. ×
En clase de ciencias
hemos visto un vídeo sobre pájaros. √

El árbitro no llegó a visualizar bien la jugada y no pitó falta. ×
El árbitro no llegó a
ver bien la jugada y no pitó falta. √

El árbitro no visualizó bien la jugada = El árbitro no imaginó bien la jugada.

Un año con Kindle

O, lo que es lo mismo, un año de amor incondicional por un aparatito del que me declaro totalmente enamorada. Que me acuerde, incluso, de la fecha en que me llegó, en plan aniversario, es bastante significativo (y, sí, fue hoy hace un año como podéis comprobar aquí). Pero es que, de verdad, no se me ocurre nada malo que decir sobre él.

  • Es muy cómodo: tiene el tamaño de un libro de bolsillo, pero pesa menos (unos 170 g) y es finísimo.
  • Poder llevar cientos de libros en él es una gozada, sobre todo para gente como yo, siempre con varios ejemplares entre manos.
  • La nitidez de la pantalla es increíble. No se cansan los ojos (o no más que con un libro en papel). Y poder cambiar el tamaño de la fuente en cualquier momento ayuda aún más si cabe a esto.
  • El refresco al pasar de página es de los más rápidos que he visto. Pasar de página, de hecho, es un movimiento muy cómodo.
  • Tiene algún juego escondido por sus tripas… 😉
  • El proceso de compra en Amazon, tanto desde la web como desde el propio aparato, es de lo más sencillo. Y rapidísimo. Puedes tener cualquier libro en menos de un minuto (por cierto, cada vez hay más ediciones gratuitas bien editadas de clásicos para el Kindle, también en castellano).
  • Aunque siempre se menciona el «problema» de los formatos que usa Kindle, en la práctica os aseguro que no supone tal (a la hora de maquetar es otro tema, pero hoy hablo únicamente desde la perspectiva del lector usuario).
  • La batería dura una eternidad. A mí, como un mes (y lo utilizo muchísimo).
  • Su integración con Instapaper (tengo pendiente una entrada sobre esta aplicación: todo llegará) es de lo más útil que hay.
  • Tiene la mejor relación calidad-precio del mercado (ayuda que sea el más vendido): un muy buen producto a un precio de lo más asequible (99 euros en Amazon España). Me consta que un montón de editores lo están comprando como locos… (por algo será).

Se lo recomiendo a todo el mundo que me pregunta (me llegaron a decir a ver si me daban comisión o algo, porque me entusiasmo hablando de él). En este momento no lo cambiaría por ningún otro lector. Fue un muy buen regalo para mí en su día (y yo no descarto regalarlo en un futuro próximo), así que, gracias, de nuevo, a la persona que me lo compró.

Leídos en 2012

Estreno lista. Como en años anteriores, iré apuntando en esta entrada todos los libros que lea este año (que no tengan que ver directamente con mi trabajo; es decir, que no haya corregido o editado yo). Y, como siempre, tendrá un enlace directo en la columna de la derecha.

Enero

Febrero

Marzo

Abril

Mayo

Junio

  • José Mauro de Vasconcelos: Mi planta de naranja lima.
  • Nick Hornby: Alta fidelidad.
  • Marc Levy: El primer día.
  • Marc Levy: La primera noche.

Julio

  • Henriette Anne Klauser: Write it down, make it happen.
  • F. Scott Fitzgerald: El gran Gatsby.
  • David Foenkinos: La delicadeza.
  • M.ª José Cabanillas: Ho’oponopono.
  • Hugh McLeod: How to be creative.
  • AIGA: Why do you design?

Agosto

  • M.ª Carmen Martínez Tomás: Ho’oponopono.
  • Jeremy Keith: HTML5 for web designers.
  • Dai Sijie: Balzac y la joven costurera china.

Septiembre

  • Mitch Albom: Martes con mi viejo profesor.
  • Marc Levy: La química secreta de los encuentros.

Octubre

  • Màxim Huerta: Una tienda en París.
  • Mark Haddon: El curioso incidente del perro a medianoche.

Noviembre

  • María Dueñas: Misión Olvido.

Diciembre

  • Ernesto Sábato: El túnel.
  • Oscar Wilde: De profundis.


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