Aunque no tengo mucho tiempo para ir reseñando lo que voy leyendo y creo que merece la pena, sí quiero dejar al menos un pequeño comentario sobre todas mis lecturas. Así que, como ya he hecho otras veces, os voy a contar qué me han parecido los libros que leí en los dos primeros meses de este año (y creedme que me da mucha pena no poder escribir largo y tendido sobre alguno de ellos).
ENERO
Rachel Cusk: A contraluz
‘A contraluz’
Una escritora inglesa llega a Atenas en pleno verano para impartir unos cursos de escritura. Durante su estancia en la capital griega, la gente que va encontrándose decide sincerarse con ella y contarle aspectos importantes sobre sus propias vidas.
En el calor sofocante de la ciudad, los diferentes interlocutores confiesan sus amores, sus ambiciones y miedos a la narradora, de quien apenas sabemos que está separada y es madre de dos hijos. De este modo, una secuencia de voces ajenas va trazando un complejo tapiz humano que acabará perfilando por contraste la personalidad de la narradora y los sucesos más decisivos de su vida: el sentimiento de pérdida, la búsqueda de un sentido a la vida familiar, la dificultad de establecer lazos de confianza o el misterio de la creatividad. A contraluz nos habla de cómo construimos nuestra forma de ser a partir de nuestra propia vida y de la de los demás.
Comencé el año con esta novelita (uso el diminutivo por su extensión, no por su calidad) de Rachel Cusk, una autora que no conocía. Y me gustó mucho. Ese puzle de personajes, de historias, de sentimientos que dibujan como en negativo la vida de la protagonista no solo llamó mi atención, sino que me pareció cercano, empático, humano. Una lectura fácil y agradable.
Lara Moreno: Piel de lobo
‘Piel de lobo’
Un viejo caballito de plástico blanco y azul espera a las dos hermanas cuando entran en casa del padre, un hombre solo que murió hace un año, dejando tras de sí pocos recuerdos y algunas manchas de café en el mantel. Sofía y Rita han venido al pueblo para recoger lo poco que queda de aquellos años en que eran niñas y pasaban los veranos allí, en el sur, cerca de la playa.
Rita, tan esbelta ella, tan hermosa, tan lista, parece dispuesta a despachar el asunto y volver a lo suyo, pero Sofía sabe que esa casa será el refugio donde ella y Leo, su niño de cinco años, van a instalarse para curar un desamor que la ha dejado sin fuerzas. Allí se quedan madre e hijo, paseando esa nueva vida por las calles donde se abren las primeras sombrillas, masticando arroz y fruta limpia, intentando imaginar un futuro que tenga sabor.
¿Y Rita? Rita se va pero vuelve porque hay recuerdos que queman y el rencor pide paso. Finalmente, encerradas en esa casa que parecía muerta, las dos hermanas nos van a contar una historia dura, algo que nadie quería saber, un secreto del que quizá sería mejor olvidarse, y que solo la buena literatura sabe rescatar para que ese dolor, esa rabia y la ternura que de repente asoma sean también nuestros.
Tampoco conocía a Lara Moreno, pero ahora no tengo dudas de que es una de las narradoras más interesantes del panorama español actual. Y, aun así, debo confesar que, tras un comienzo brillante, la novela, para mi sorpresa, me dejó tibia. Y todo porque tengo la sensación de que la autora se empeña en meter cierto tema hacia el final y, en mi opinión, el resultado es forzado. Y tampoco considero que fuera necesario. Eso, en lo que habría sido mi Piel de lobo ideal, que no es la novela que he leído. Ahora, tengo que admitir que he leído una buena novela, con una prosa magnífica y un gran dominio de la elipsis, de lo que no se dice. Sí que la recomiendo, a pesar de que yo creo que va de más a menos.
Paula Bonet: La sed
‘La sed’
Percibo en el aire cierto olor a muerte, quizás sean la angustia y sus réplicas. Quiero hablar de ellas. De los cuerpos, del temblor. De esta libertad que me quema en las manos.
Quienes ya conozcáis el trabajo de Paula Bonet os podéis hacer una idea de lo que vais a encontrar en este libro: ilustraciones magníficas acompañadas de textos y citas con cierto aire poético. No obstante, quizá no seáis conscientes del tono que Bonet ha adoptado en esta historia descarnada de desamor: es un libro oscuro, asfixiante a ratos y tremendamente triste. Y desesperanzado, no hay salida posible.
Si estáis sufriendo, os podréis sentir comprendidos y acompañados. Si habéis sufrido, quizá os traiga recuerdos nada agradables. Si no habéis sufrido (dichosos vosotros), quizá os ayude a ver lo desesperadas que pueden llegar a ser ciertas situaciones. Creo que lo más importante del libro, aparte del camino que nos hace recorrer, son las ilustraciones. Que, esta vez, tenemos la suerte de que van acompañadas de citas de Sylvia Plath, Anne Sexton, Clarice Lispector, Albert Camus, Siri Hustvedt… Un libro para saborear despacito. Y exorcizar dolor, si se puede.
Iván Repila: Prólogo para una guerra
‘Prólogo para una guerra’
El prestigioso arquitecto Emil Zarco recibe el encargo más importante de su carrera, un proyecto urbanístico con el que podrá exponer sus ideas sobre la esencia y el destino de los hombres: una larga estirpe que debe progresar y perpetuarse, heredera de los grandes logros de sus antepasados. En la misma ciudad, otro hombre viaja en sentido contrario, pretende la desaparición, la ruptura con una sociedad que no le corresponde. No habla. El Mudo no quiere compañía. Ambos están heridos: uno, por la imposibilidad de realizarse; el otro, por una pérdida irreversible.
La ciudad es testigo y escenario de la batalla de dos hombres antagónicos destinados a enfrentarse contra sus propios demonios y por la misma mujer. Una historia sobre las dos únicas formas de respuesta ante el dolor: la destrucción o la redención.
Aclamado como uno de los escritores más destacados del panorama literario español, dueño de un estilo «provocador» (The Guardian), «sorprendente y memorable» (The Bookbag), «de una potencia metafórica impresionante» (Le Monde des Livres), Iván Repila ha escrito una poderosa novela sobre la distancia entre nuestros anhelos y aquello que la vida nos depara.
Esta novela es imprescindible. Y ahora muchos pensaréis que ya le estoy haciendo la pelota a Iván, porque es amigo mío. Nada más lejos. Leída objetivamente, esta novela le da mil vueltas a la mayoría de las que se publican en España (y, de hecho, ojalá todo el mundo fuera consciente del prestigio del que goza Iván en Inglaterra o Francia, por ejemplo). Porque Iván asume riesgos, cuida el estilo como nadie y, a través de símbolos y metáforas, plantea situaciones que hacen pensar al lector. Y su novela, como capas de cebolla, tiene distintas lecturas según queramos profundizar más o menos en esos símbolos. Se merecería un comentario mucho más largo, una entrada para ella sola, porque lecturas tan interesantes e inteligentes no abundan. De momento, hasta el momento en que llegue, os recomiendo que la leáis, porque no os va a dejar indiferentes.
Atticus Lish: Preparación para la próxima vida
‘Preparación para la próxima vida’
Zou Lei es una inmigrante ilegal musulmana de origen chino —de la etnia uigur— que ha entrado en los Estados Unidos por la frontera mexicana y que, intentando abrirse camino, malvive aceptando trabajos precarios e inhumanos, con el miedo constante a que las autoridades la descubran y la expulsen del país.
Brad Skinner es un excombatiente de la guerra de Irak que vuelve a su país arrastrando consigo todos los demonios de conflicto. Es un hombre roto a quien el horror y la violencia han marcado profundamente, y cuyas graves secuelas lo incapacitan para llevar una vida normal y amoldarse a esa otra locura consensuada que llamamos sociedad.
Zou Lei y Skinner se conocerán en mitad de sus respectivos naufragios, en el corazón del caos urbano que amenaza con devorarlos y los condena a existir en los márgenes. Su amor será otra forma de la necesidad, el último clavo ardiendo. Una estrategia de resistencia. La promesa de un horizonte y de un sentido en mitad de la desorientación, el vacío y el desamparo, la posibilidad de ternura en un entorno inhóspito e implacable, pero también una desesperada huida hacia delante ante la inevitable cuenta atrás. Mientras Zou Lei, con sus limitadísimos recursos, intenta encontrar el modo de normalizar su situación en el país, Skinner, siempre a un paso de la locura, luchará para que las sombras que lo asedian no lo arrastren definitivamente. ¿Existe en este mundo un futuro para ambos?
Creo que esta ha sido una de las lecturas más desesperanzadas de los últimos tiempos. Qué miseria, qué tristeza, qué todo. Es una historia de amor desamparada, siempre en lucha contra los elementos. Sin embargo, a veces los elementos y la sociedad nos engullen y no nos dejan más que asfixia, desencanto, locura, esclavitud y miseria. No podía ser de otra forma en esta crítica de las políticas migratorias y de la guerra, que aquí toman la forma de personajes tan bien dibujados que, realmente, parece que hablan de personas de carne y hueso que tenemos delante. Estuve tentada de dejar la novela a medias, no porque no me estuviera gustando, todo lo contrario, sino porque las comeduras de tarro del protagonista me estaban afectando en exceso. Aun así, la acabé: no podía dejar sola a Zou Lei, una chica entrañable que tiene todo en su contra. ¿Cómo abandonarla? Sí, me metí mucho en la vida de los personajes y me quedé muy tocada al acabar la lectura. Y si un libro te deja así, es porque ha cumplido su propósito con creces. Una buenísima novela.
FEBRERO
Jonathan Coe: La lluvia antes de caer
‘La lluvia antes de caer’
Rosamond ha muerto. Tenía setenta y tres años, sufría del corazón y se había negado a operarse. Tras el entierro, el testamento. Rosamond nunca se casó ni tuvo hijos, y su herencia deberá repartirse entre Gill y David, los hijos de su hermana, e Imogen, una casi desconocida, que Gill vio una vez, hace más de veinte años, en una reunión familiar. Era una niña rubia y ciega de siete años, extraña y encantadora, que sedujo a todos los invitados. Gill encuentra varias cintas de cassette que Rosamond ha grabado y una nota donde le dice que las cintas son para Imogen, y si no la encuentra, que las escuche ella. Tras buscar sin éxito a la elusiva joven, Gill y sus dos hijas vuelven a oír la voz de Rosamond que, apoyándose en la minuciosa descripción de veinte fotografías, cuenta una historia de madres e hijas que va desde los años cuarenta hasta el presente, tres generaciones de mujeres ligadas por el deseo, la culpa, la crueldad, la ambivalencia de sus afectos…
Este libro tiene ya unos cuantos años. Recuerdo que quise leerlo cuando salió, pero al final no lo hice. A comienzos de este año, un amigo habló de él en Twitter y, un día que se me había olvidado coger un libro para leer en el autobús (a veces me pasa), me metí en una librería y lo compré. Y no me arrepentí.
Es una novela para disfrutar. Disfrutar, lo primero, de la historia en sí. Una historia que, a pesar de su sencillez, pone sobre la mesa ciertos temas que no siempre son (bien) tratados en la literatura (y no cuento de qué va, porque es un poco destripar el intríngulis de la novela). Y también podemos disfrutar de la forma en la que nos cuentan la historia. Se supone que se están escuchando unas cintas y nosotros, los lectores, parece que las estamos escuchando también, como pequeños cotillas. Una lectura de lo más agradable (y con un título de lo más sugerente, que se explica en un párrafo precioso que os copio a continuación):
—[…] No me importa que llueva en verano. Hasta me gusta. Es mi lluvia favorita.
—¿Tu lluvia favorita? —dijo Thea—. Pues la mía es la lluvia antes de caer. […]
—Pero, cielo, antes de caer en realidad no es lluvia. […] Es solo humedad. Humedad en las nubes. […]
—Ya sé que no existe. Por eso es mi favorita. Porque no hace falta que algo sea de verdad para hacerte feliz, ¿no?
Jeanette Winterson: La niña del faro
‘La niña del faro’
Érase una vez un farero ciego y una niña huérfana… Así podría empezar uno de los muchos cuentos del señor Pew, el hombre encargado de cuidar del faro de un remoto pueblo de Escocia. Quien le escucha es la pequeña Silver, una chiquilla lista que acaba de perder a su madre y de ganar a un nuevo amigo, un hombre enamorado de las palabras y dispuesto a contar historias insólitas, que se enlazan unas con otras en una trenza sin fin. Sentada al lado del señor Pew, Silver llegará a saber cómo y cuándo se construyó el faro, y descubrirá a personas tan fascinantes como Stevenson, Darwin y el reverendo Babel, un libertino lleno de ira y de amor por una hermosa mujer. Cuando Silver crezca, los cuentos del señor Pew la acompañarán y harán de ella una lectora voraz, fascinada por los libros y por los cuerpos misteriosos que va encontrando en su camino. Amante fiel de la palabra y de su poder, con La niña del faro Jeanette Winterson nos invita a entrar en esa «habitación propia» que Virginia Woolf amuebló hace muchos años, una habitación llena de mil historias que nos defienden de la soledad y hacen más llevadero el oficio de vivir. «Somos todos huérfanos… pero si aprendemos a leer nuestra vida como un cuento, podemos escapar de la tiranía de los hechos», Jeanette Winterson.
Este es uno de los primeros libros que me recomendó Ainize Salaberri, directora de Granite & Rainbow y más conocida en este blog como «la Stephen». Debo admitir que la Stephen falla muy pocas veces en sus sugerencias, y no sé cómo le voy a agradecer que me pusiera sobre la pista de Jeanette Winterson y, sobre todo, de esta preciosidad. Es una joya. La tengo requetesubrayada (de hecho, podéis ver frases aquí) y forma parte desde ya de la lista de mis libros favoritos.
Es una historia llena de otros cuentos e historias, que le van a servir a la huérfana Silver a comprender, de la mano de un viejo farero ciego, qué es el amor y todos sus matices. Como diría la Stephen, esto es un milagro hecho literatura. Hacedle caso y leed esta maravilla (y yo os recuerdo también, de paso, otra novela de Winterson que me maravilló: La pasión).
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Hasta aquí lo que dieron de sí enero y febrero en cuanto a lecturas. Os seguiré contando… Por supuesto, como siempre, los comentarios están abiertos para lo que queráis: comentar estos libros, hablar sobre vuestras lecturas, preguntarme cosas o hacer recomendaciones a los demás (y a mí, claro está).