Mis últimas lecturas (de octubre a diciembre de 2016)

Llevo un retraso monumental a la hora de comentar los libros que he ido leyendo. Quería haber escrito varias reseñas (y varias entradas más generales), a ver si me dejo de excusas y me pongo a ello ahora que (creo) voy a tener unos días. Aun así, voy a intentar hacer un breve comentario de los libros que me quedan pendientes de 2016 (faltan los del último trimestre, que coincide con el menos lector desde hacía tiempo).

OCTUBRE

‘Memoria de chica’

Annie Ernaux: Memoria de chica

Este libro sí que lo reseñé (de hecho, creo que es la última reseña que publiqué el año pasado). Descubrir a esta autora ha sido uno de mis hitos como lectora de 2016. De hecho, cuando Cabaret Voltaire anunció el otro día que iba a publicar otra novela suya esta primavera me emocioné como una niña pequeña.

¿Qué puedo decir de Memoria de chica? Pues que me conmovió, me hizo pensar, me revolvió y me pareció maravillosa. Esa prosa fría y distante, ese planteamiento de los dos yoes (pasado y presente) enfrentados en un intento de comprender… Merece muchísimo la pena. Os dejo el enlace a la reseña, por si queréis ampliar la información.

 

‘Hermano de hielo’

Alicia Kopf: Hermano de hielo

Esta es la historia de una fascinación por el hielo y de una obsesión por los polos de la Tierra. Una atracción por la parte estrictamente erudita —el proceso histórico de comprensión física de estas zonas extremas, el funcionamiento magnético y climatológico de los lugares más fríos del planeta— y también una fascinación por la historia de la conquista de los centros polares tras las sucesivas expediciones árticas y antárticas de Scott, Amundsen y Shackleton. Pero hay otros hielos en esta novela: está el hermano de hielo de la narradora, el hermano auténtico, que vive congelado dentro de sí mismo —bella y cruda metáfora del autismo—, como congeladas están las relaciones que envuelven a toda la familia de la protagonista, un espacio de convivencia frío, cargado de complejidades y mutismos. En su primera novela, Alicia Kopf traza la tenue línea de separación entre dos mundos: el de la realidad y el del deseo, el de la proximidad afectiva y la lejanía legendaria, el del silencio y el gran silencio. Hermano de hielo es una obra lírica y erudita que trata sobre huir y reencontrarse, y sobre permanecer y no perder la esperanza.

A ver qué os cuento yo de esta novela… Aún no sé si me gustó o no. Ahora, releyendo el texto de la contra, recuerdo el desconcierto en el que me dejó su lectura. Y, pese a los premios y demás, buscando opiniones sobre ella, me encuentro dos extremos: o bien parece la novela más original escrita en años, o bien es un libro soporífero que no merece la pena. Pues ni lo uno ni lo otro. Primero, porque su planteamiento, por mucho que se empeñen algunos, de original tiene cero. Copiar textos de la Wikipedia pudiera parecer transgresor, pero experimentos de este tipo se han hecho siempre y, en ocasiones, con mucho más acierto literario (póngase por caso la novela Bilbao-New York-Bilbao, de Kirmen Uribe, de quien hablaré más adelante). ¿Soporífero? Pues tampoco. La historia de la narradora tiene su puntito interesante (a modo, casi, de novela de aprendizaje) y todo el entramado de relaciones familiares está bien construido y su lectura resulta amena. El gran acierto (como ya se señala en la contracubierta), la metáfora del hielo y el autismo. Totalmente prescindible para mí: toda la tercera parte, la del viaje a Islandia en el que, supuestamente, la narradora va a encontrarse (¿se encuentra?). No lo sé. Ya os digo que aún no sé decir si me gustó o no. Digamos que es una novela irregular. Me encantaría que alguien que la haya leído me diera su opinión (solo conozco a una persona que la ha leído y me habló maravillas de ella, por eso la leí).

‘La mujer helada’

Annie Ernaux: La mujer helada

Tiene treinta años, es profesora, casada con un ejecutivo, madre de dos niños. Vive en una casa confortable. Sin embargo, es una mujer helada. Igual que miles de mujeres ha sentido cómo su curiosidad, su impulso vital se iban anquilosando a fuerza de un trabajo que compaginar con compras que hacer, cenas que cocinar, baños de niños que preparar… Todo eso que se entiende por la condición normal de mujer. Annie Ernaux cuenta brillantemente esta alteración de lo cotidiano, este empobrecimiento de las sensaciones, esta dilución de la identidad; esclavitud a la que las mujeres son empujadas como a un desafío.

Nada más leer Memoria de chica, me hice con La mujer helada, impulsada además por varias personas que me dijeron que era aún mejor que la que a mí me había encantado. Me gustó muchísimo también (aunque no me supuso la conmoción de Memoria de chica). Su premisa consiste, básicamente, en poner encima de la mesa el papel de la mujer en la sociedad a través de la vida de la protagonista (que coincide con la narradora). Nos enseñan desde niñas que debemos seguir un cierto camino, estudiar (o no) ciertas cosas, acceder a cierto tipo de trabajos, casarnos con el hombre perfecto, ser madres, trabajar, conciliar todo y no quejarse nunca de si los hombres lo hacen o no. Y aquí todo esto se cuestiona. La protagonista ha seguido el camino que la sociedad nos «impone» para ser felices y, ¡oh, sorpresa!, no es nada feliz. Quizá un camino alternativo, en el que ella hubiese podido dedicarse, por ejemplo, a escribir, la habría llevado a una felicidad más auténtica para ella. Una propuesta valiente, con la soberbia prosa de Annie Ernaux (como he dicho antes, uno de mis grandes descubrimientos de 2016).

NOVIEMBRE

‘De noche, bajo el puente de piedra’

Leo Perutz: De noche, bajo el puente de piedra

Historia de historias, relato de relatos ambientado en la Praga del siglo XVI, De noche, bajo el puente de piedra nos habla del emperador Rodolfo II, rey de Bohemia y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, amante de las artes, manirroto y paranoico; del gran rabino Loew, místico y vidente; y del riquísimo judío Mordejai Meisl y su bella esposa Esther, eslabón entre la corte y el barrio judío.

El depositario de todos estos relatos es Jakob Meisl, un misterioso estudiante de medicina de Praga dispuesto a demostrarnos que «los profesores de historia que enseñan en los colegios y los señores que escriben los libros de historia no saben ni entienden nada», que el relato histórico suele olvidar la parte humana y mágica de nuestra existencia y que la verdadera literatura es, gran parte de las veces, mucho más real que la propia historia. Publicada por primera vez en 1953, poco antes de la muerte de su autor, De noche, bajo el puente de piedra está considerada unánimemente la obra maestra de Leo Perutz —uno de los grandes narradores del siglo XX, admirado por escritores tan dispares como Graham Greene, Ian Fleming o Jorge Luis Borges— y una de las mejores novelas históricas de la literatura universal.

Me llevé un auténtico sorpresón con este volumen de relatos y no lo he dejado de recomendar desde que lo leí. No os voy a contar mucho, no os quiero destripar nada; tan solo sumergíos en esa Praga mágica que nos ofrece Perutz e id desentrañando cómo los hilos de las historias se enredan y se desenredan. Y disfrutad del leer por leer, que no hay nada mejor.

DICIEMBRE

‘La acústica de los iglús’

Almudena Sánchez: La acústica de los iglús

Diez relatos en los que la música, el ingenio y el lirismo toman el mando para generar atmósferas oníricas que dejarán en el lector una sensación similar a la de los cuentos de Eloy Tizón o Clarice Lispector.

«Toqué la sonata más triste de mi vida, de un tirón, girando las páginas de la partitura con desgana, con los dedos manchados de sangre, pensando en una cabeza rota, maltratada por el arte, asesinada por el arte, descuartizada por el arte».

La matemática de la música y la matemática de la vida arrojan el resultado sonoro que registra La acústica de los iglús, primer libro de relatos de Almudena Sánchez.

Una madre a la deriva por carreteras secundarias con sus dos hijos en el asiento de atrás; dos ancianos en un teleférico cumpliendo su último sueño; una esmerada estudiante en paro que acaba trabajando como astronauta; y muchas, muchas adolescentes que se pelean entre ellas, aprenden a tocar instrumentos o se enamoran de nadadores recorren las páginas cordiales y alucinadas de esta antología.

Si acaso es posible la quimera de una adolescencia adulta, de una madurez jovial, los relatos de Almudena Sánchez apostarían todo a esa ensoñación, pues en ellos encontramos la mirada única de una narradora que templa el estilo para poner del revés la trama mágica del mundo.

A pesar de que no soy una gran lectora de relatos y de que justo había acabado los de Perutz, me animé a leer el libro de Almudena Sánchez. Sus relatos tienen un toque inocente y naíf muy característico. El estilo está muy cuidado para conseguir atmósferas casi oníricas con situaciones irreales, en ocasiones casi absurdas, pero que ponen en entredicho nuestro mundo tal como lo conocemos. Una lectura de lo más amena.

‘La hora de despertarnos juntos’

Kirmen Uribe: La hora de despertarnos juntos

Al final de la guerra civil, Karmele Urresti debe abandonar Ondarroa y partir a Francia, donde forma parte de la embajada cultural vasca. Allí conoce al que será su marido, el músico Txomin Letamendi. A punto de caer París, huyen juntos a Venezuela; pero la Historia irrumpe de nuevo en su vida. Cuando Txomin decide sumarse a los servicios secretos vascos, regresan a Europa en plena Segunda Guerra Mundial, donde él realiza labores de espionaje hasta que es apresado en Barcelona, bajo una dictadura a la que no sobrevivirá. Karmele tendrá que partir, sola esta vez, con la esperanza ciega de quien deja atrás lo más preciado.

La hora de despertarnos juntos es la historia de una familia que vivió para contar varios exilios, cuyos planes se vieron truncados por acontecimientos históricos que sobrepasan al individuo y que definieron la suerte de varias generaciones y pueblos a lo largo del siglo XX.

Kirmen Uribe, ganador del Premio Nacional de Narrativa y del Premio de la Crítica, entre otros, transforma una historia real en una novela coral que nos acerca a un pasado con el que estamos íntimamente emparentados. A través de la fortaleza y la constancia de quienes no se dejaron arrastrar por la amenaza de las guerras, esta novela habla de la necesidad de encontrar un refugio en las personas y del impulso para perseguir ideales.

Leer esta novela ha sido como la vuelta al hogar. Me encanta Kirmen Uribe y, aunque sigo pensando que su primera novela es la mejor, he disfrutado muchísimo con esta. Esa sensación de querer llegar a casa para poder seguir leyendo… Además, por muchas razones que no vienen al caso, la historia que narra Uribe está vinculada, aunque con hechos muy distintos, a mi propia historia, a la historia de mi familia (que no se exilió) y me he acordado muchísimo de mi amama o de mi aita, por ejemplo, con la lectura. Las últimas páginas me parecieron soberbias y me emocionaron sobremanera (menuda llorera, aquí, la que no llora con los libros). Un gran regalo de Olentzero y un gran punto final a las lecturas de 2016.

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Y ahora, como siempre, os invito a dejar comentarios si lo consideráis oportuno. ¿Habéis leído algo de lo que he comentado? ¿Os ha gustado? ¿Qué lectura vuestra de 2016 destacaríais? Os espero.