Últimas lecturas (marzo y abril de 2017)

Sigo con el repaso de mis lecturas de este año. Tras una primera entrada en la que os hablé de los libros que leí entre enero y febrero, ahora me voy a detener en los dos meses siguientes, donde hay lecturas sumamente interesantes.

MARZO

Laura Ferrero: Piscinas vacías

‘Piscinas vacías’

«Quiero contarte una historia de amor, la tuya. Aunque sabrás, supongo, que no todas las historias de amor acaban bien».

Los protagonistas de estos relatos no son héroes ni viven situaciones de vida o muerte. Se parecen demasiado a nosotros mismos. Podrían ser nuestros vecinos, nuestros padres, nuestras parejas, nuestros amantes.

Una mujer que no puede dormir y se va al salón a escuchar el zumbido de la televisión. Un padre que sopla las velas ante su hijo, que también es padre. Una chica que le escribe una historia de amor a una niña que no conocerá. Un abuelo que le habla a una fotografía. Un hombre y una mujer que se dicen adiós en una esquina. No se conocen entre ellos, pero a todos les ocurren cosas parecidas: la vida, con sus insignificancias, pero también con sus grandes preguntas: cómo se enamora uno, por qué el amor que no se gasta se endurece, qué es lo que nos da miedo. Deben elegir entre la vida que tienen y la que imaginan.

Llegué a este libro de relatos a través de Twitter. Me explico: tengo amigos que retuitean a Laura Ferrero constantemente (y no me extraña, porque sus recomendaciones de libros y series son muy buenas) y algunos empezaron a hablar muy bien de este libro. Y un día aproveché una oferta para el Kindle y lo compré. Resumen: me gustó, algunos relatos incluso me gustaron muchísimo. Ahora bien, si profundizamos… Estos relatos no solo se salvan, sino que salen muy bien parados, precisamente por ser relatos. ¿Por qué digo esto? Porque individualmente funcionan. Muy bien. Están bien escritos. Plantean situaciones cotidianas con las que nos podemos sentir identificados muchas veces (de hecho, no conozco a nadie que haya leído el libro y no le haya pasado) y en ocasiones nos hacen reflexionar o nos dejan con una especie de runrún. Entonces, ¿cuál es el problema? Pues que si esto fuera una novela coral (ojo, que no lo es, son relatos individuales), todos tendrían la misma voz. Todos los personajes hablan igual. ¿Me ha importado? No, porque, además, he ido leyendo los relatos individualmente en distintos momentos. Pero quiero remarcarlo por si alguien se los lee del tirón y le suenan excesivamente parecidos (aunque las situaciones no lo sean). Aun así, a pesar de esto (que, ya digo, creo que no es aplicable porque son relatos), yo le voy a seguir la pista a Laura Ferrero. Me encantaría leer una novela suya. A ver si Laura y Alfaguara se animan. De momento, Piscinas vacías es una buena lectura (y a la autora la podéis seguir en Twitter o Instagram, que es una chica muy interesante).

Fernando Aramburu: Patria

‘Patria’

El día en que ETA anuncia el abandono de las armas, Bittori se dirige al cementerio para contarle a la tumba de su marido, el Txato, asesinado por los terroristas, que ha decidido volver a la casa donde vivieron. ¿Podrá convivir con quienes la acosaron antes y después del atentado que trastocó su vida y la de su familia? ¿Podrá saber quién fue el encapuchado que un día lluvioso mató a su marido, cuando volvía de su empresa de transportes? Por más que llegue a escondidas, la presencia de Bittori alterará la falsa tranquilidad del pueblo, sobre todo de su vecina Miren, amiga íntima en otro tiempo, y madre de Joxe Mari, un terrorista encarcelado y sospechoso de los peores temores de Bittori. ¿Qué pasó entre esas dos mujeres? ¿Qué ha envenenado la vida de sus hijos y sus maridos tan unidos en el pasado? Con sus desgarros disimulados y sus convicciones inquebrantables, con sus heridas y sus valentías, la historia incandescente de sus vidas antes y después del cráter que fue la muerte del Txato, nos habla de la imposibilidad de olvidar y de la necesidad de perdón en una comunidad rota por el fanatismo político.

El gran fiasco de este año. No entiendo cómo está teniendo el éxito que está teniendo. Tampoco entiendo cómo está cosechando tan buenas críticas. Sobre todo cuando hablas con gente del mundillo editorial y casi hay consenso sobre la calidad (no excesivamente buena) de la novela (tiene errores estilísticos a porrillo). Pero es lo que hay.

Tengo que admitir que había escrito un par de párrafos con mi opinión sobre el libro. Pero los he borrado y no los voy a publicar. Porque no quiero darle espacio a esta novela tramposa (e, incluso, en algunos momentos y depende de quién la lea, dañina) en el blog. Solo quiero recalcar que no me ha gustado y que, como novela, es mediocre. Creo que mi postura queda clara. Si alguien quiere profundizar sobre ella, no tengo problema en comentar todo en privado (aunque ya hablé de todo esto largo y tendido en Twitter en su día).

ABRIL

Leila Slimani: Canción dulce

‘Canción dulce’

Myriam, madre de dos niños, decide reemprender su actividad laboral en un bufete de abogados a pesar de las reticencias de su marido. Tras un minucioso proceso de selección para encontrar una niñera, se deciden por Louise, que rápidamente conquista el corazón de los niños y se convierte en una figura imprescindible en el hogar. Pero poco a poco la trampa de la interdependencia va a convertirse en un drama.

Con un estilo directo, incisivo y tenebroso en ocasiones, Leila Slimani despliega un inquietante thriller donde, a través de los personajes, se nos revelan los problemas de la sociedad actual, con su concepción del amor y de la educación, del sometimiento y del dinero, de los prejuicios de clase y culturales. 

Esta novela es una especie de viaje hacia un infierno cotidiano. Pero el viaje es tan sutil que algunos de sus protagonistas no se dan cuenta de hacia dónde los están llevando. En realidad, no es una historia novedosa: hay muchísimas novelas y películas con la misma temática (Antena 3 seguro que nos hace el favor de programar alguna en la sobremesa del fin de semana). Lo interesante en este caso es el componente psicológico, que Slimani explota con mucho acierto. Aun así, debo reconocer que a mí me faltó algo. Un no-sé-qué que me hubiese permitido «comprender» o anticipar la reacción de Louise, personaje que me parece opaco al final (aunque sabemos desde la primera página lo que hace; me hubiese gustado que se profundizara un poco más en los porqués de esa decisión). ¿Recomendable? Sí, mucho. Y como sé que entre los que me leéis hay algún seguidor de los premios Goncourt, esta novela recibió el galardón en 2016.

Juan Gómez Bárcena: Kanada

‘Kanada’

Kanada comienza donde la mayoría de las novelas de la Segunda Guerra Mundial terminan: con el fin del conflicto. Porque en 1945 se interrumpen las matanzas, pero se inicia otra tragedia que ha suscitado mucha menos literatura: el imposible regreso a casa de millones de supervivientes.

El protagonista de Kanada lo ha perdido todo: familia, propósitos, recuerdos. Solo le queda su antigua residencia, un improvisado refugio en el que acabará encerrándose para protegerse de una amenaza indefinida. Rodeado por unos vecinos que tan pronto parecen sus salvadores como sus carceleros, emprenderá entre las cuatro paredes de su cuarto un viaje que lo llevará muy lejos, hasta el oscuro país de Kanada de donde afirma proceder.

¿Qué hacer cuando las circunstancias nos empujan a realizar actos de los que nunca nos creímos capaces? ¿Cómo recobrar nuestra identidad cuando se nos ha arrebatado todo? ¿Es posible regresar a un mundo cuyas reglas han dejado de tener sentido? Con su segunda novela, y bebiendo de autores de la talla de Borges, Vonnegut o Amis, Juan Gómez Bárcena se atreve a abordar uno de los episodios más oscuros de nuestra historia desde una óptica nueva, que no pone el foco de atención en los verdugos o en el acto físico del exterminio, sino en la culpa que el sufrimiento imprime en las víctimas.

Definiría Kanada como una apuesta muy arriesgada por parte de su autor. Es una novela dura, conmovedora, difícil… incluso incómoda a ratos. Y el riesgo no se queda en la historia en sí, sino que traspasa la forma, con esa segunda persona narrativa (imprescindible en este texto). El resultado es magnífico y, a mi modo de ver, tremendamente inteligente. Porque hay cosas que no se dicen, pero que están. Y con eso basta para emocionarnos. Os la recomiendo mucho. (Por cierto, no tiene absolutamente nada que ver con la anterior obra de Gómez Bárcena, El cielo de Lima, otra obra que no me he cansado de recomendar).

Karl Ove Knausgård: El otro lado de la cara

‘El otro lado de la cara’

El otro lado de la cara, un ensayo que acompaña las fotografías de nucas que Thomas Wågstrom reunió en su libro Cuellos, se convierte en manos de Karl Ove Knausgård en un análisis de simbología corporal y una meditación en torno a algunos de los temas que laten tras la titánica obra autobiográfica que lo ha consagrado como el escritor europeo más internacionalmente venerado del momento, uno de los nombres mayores de la literatura del siglo XXI.

El cuerpo como carne y espíritu, la infancia, la memoria, los padres e hijos y el individuo en comunidad y fuera de ella, parte singular, integrada o esquiva, de un mundo que empieza por entregarse para acabar rehuyéndonos: he aquí un texto que, al modo característico de su autor, hunde sus raíces en la experiencia personal para arrojar luz sobre qué significa ser humano junto a los demás, y que sirve de complemento perfecto a La isla de la infancia (Mi lucha: 3).

Para, de alguna manera, hacer más llevadero mi mono por leer algo de Knausgård, decidí hacerme con este ensayo (muy breve: se lee en veinte minutos). Y es Knausgård: no defrauda. Tras un comienzo algo extraño y muy teórico sobre la importancia de la nuca (sí, sí, la parte trasera del cuello), sale a relucir el Knausgård de siempre. Pero, claro, se hace corto, demasiado corto. Aunque, eso sí, no sé si cumplió su función de hacer la espera de Tiene que llover más llevadera, porque me entraron más ganas aún si cabe de seguir con él. Soy demasiado fan. No lo puedo remediar.

Pedro Mairal: La uruguaya

‘La uruguaya’

Lucas Pereyra, un escritor recién entrado en la cuarentena, viaja de Buenos Aires a Montevideo para recoger un dinero que le han mandado desde el extranjero y que no puede recibir en su país debido a las restricciones cambiarias. Casado y con un hijo, no atraviesa su mejor momento, pero la perspectiva de pasar un día en otro país en compañía de una joven amiga es suficiente para animarle un poco. Una vez en Uruguay, las cosas no terminan de salir tal como las había planeado, así que a Lucas no le quedará más remedio que afrontar la realidad.

Narrada con una brillante voz en primera persona, La uruguaya es una divertida novela sobre una crisis conyugal que nos habla también de cómo, en algún punto de nuestras vidas, debemos enfrentarnos a las promesas que nos hacemos y que no cumplimos, a las diferencias entre aquello que somos y aquello que nos gustaría ser.

Una de las novelas que más he disfrutado y con la que más me he divertido de este año. Un hombre en plena crisis de los cuarenta, que piensa que su mujer le es infiel y decide pagarle con la misma moneda en un viaje que hace a Uruguay. Obviamente, todo le sale fatal. Pero, aparte de las situaciones, ya divertidas por la forma en que las cuenta el protagonista, hay que poner la atención en las reflexiones que hace sobre su vida. Buenísima novela que se me hizo excesivamente corta.

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Pues esto es lo que dieron de sí marzo y abril. En mayo he leído muchísimo, algunas obras muy interesantes además, así que volveré para hablaros de ellas. Y quién sabe si, ahora que parece que me he vuelto a animar con el blog, hasta escribo alguna reseña (creo que del de Knausgård, Tiene que llover, habrá entrada seguro).

Como siempre, tenéis los comentarios a vuestra disposición por si queréis sugerir algún libro que hayáis leído o matizar (o criticar o lo que sea) algo de lo que yo haya dicho.