Entradas archivadas en Libros

‘Firmin’ de Sam Savage

Tengo el total convencimiento de que, a veces, algunos libros llaman a nuestra puerta. A mí me pasa con cierta frecuencia. Son libros que, de alguna u otra forma, logran captar tu atención (¡qué importante es un buen título!) y se empeñan en aparecer en tu vida, en los más diversos e impensados lugares. Y no te queda más remedio que rendirte a ellos.

Cuando empiezo a encontrar ciertos títulos en lugares muy diferentes e inconexos entre sí, me empiezo a mosquear. Si el libro lleva varios años editado, aún más. Y cuando entro en una librería y, casualidad, ese libro está ocupando un lugar específico de la estantería… ¡me está llamando a gritos!  Y, normalmente, no sé por qué, suelen ser libros que, luego, me gustan mucho.

Firmin

'Firmin'

Y eso es, precisamente, lo que me pasó con Firmin. Un libro que nace directamente del amor por los libros y la literatura. Era tan obvio que me iba a gustar…

Nacido en el sótano de una librería en el Boston de los años sesenta, Firmin aprende a leer devorando las páginas de un libro. Pero una rata culta es una rata solitaria. Marginada por su familia, busca la amistad de su héroe, el librero, y de un escritor fracasado. A medida que Firmin perfecciona un hambre insaciable por los libros, su emoción y sus miedos se vuelven humanos. Original, brillante y llena de alegorías, Firmin derrocha humor y tristeza, encanto y añoranza por un mundo que entiende el poder redentor de la literatura, un mundo que se desvanece dejando atrás una rata con un alma creativa, una amistad excepcional y una librería desordenada.

Firmin es un canto a la literatura y a la pasión por los libros y la lectura. Es una obra que deja con un regustillo amargo, por la melancolía y tristeza que destila esta rata fea y patética con la que, sin embargo, nos identificamos desde la primera página. Creatividad, inteligencia, sentido del humor, sensibilidad y muchas (muchísimas) referencias literarias… Todo eso es Firmin.

Libros para regalar

Creo que regalar libros no es nada fácil. Con tantos para elegir, puede ser una misión imposible. Aun así, hay algunas obras que, por su calidad, su longitud (nada desdeñable si no estamos seguros de que la persona sea amante de las letras) y, sobre todo, porque son historias poderosísimas, entran en la categoría que podríamos denominar regalables.

¿Cuáles son para vosotros los libros que siempre resultan una buena opción para regalar? ¿Tenéis alguno favorito? ¿Alguno que hayáis regalado en más de una ocasión? ¿Algún libro con el que os hayan sorprendido? Reconozco que no suelo regalar libros tan a menudo como me gustaría, pero sí que hay alguno que sobresale en mi lista (de alguno de ellos he hablado ya en el blog). Voy a poner cuatro, pero muy diferentes entre sí. Hay donde elegir…

• Seda, de Alessandro Baricco. Ya escribí una reseña de esta bonita historia. No conozco a nadie a quien no le haya gustado este libro. Es precioso, conmovedor.

Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez. Una novelita perfecta con la maravillosa prosa de García Márquez.

84, Charing Cross Road, de Helene Hanff. Los lectores habituales del blog tendrán la reseña aún reciente. Creo que no tengo más que añadir. Una historia muy emotiva.

Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza. Este libro es tan divertido, que he visto a más de uno reírse a carcajadas con él. Es perfecto para cualquier persona, incluso para aquellas a las que no les gusta leer.

Ahora es vuestro turno; los comentarios os esperan… ¡Démonos ideas los unos a los otros!

Amélie Nothomb: ‘Estupor y temblores’

Estupor y temblores

'Estupor y temblores'

Con estupor y temblores. Así es como debían dirigirse al emperador de Japón según el antiguo protocolo. Una fórmula que representa bien la rigidez en la que vive la sociedad japonesa y que Amélie Nothomb nos describe de forma hilarante en esta novela.

Esta novela de inspiración autobiográfica, que ha obtenido un enorme éxito en Francia, cuenta la historia de una joven belga que empieza a trabajar en Tokio en una gran compañía japonesa. Pero en el Japón actual, fuertemente jerarquizado, la joven tiene el lastre de un doble obstáculo: es occidental y mujer, lo cual la convertirá en blanco de una cascada de humillaciones y de una progresiva degradación laboral que la llevará a pasar de la contabilidad a servir cafés, ocuparse de la fotocopiadora y finalmente encargarse de la limpieza de los lavabos masculinos.

Una celebración de la ironía, eso es Estupor y temblores. Una situación difícil contada de manera desternillante gracias al acierto de la pluma de Nothomb, que convierte las anécdotas más duras en algo cómico e, incluso, absurdo. No se puede negar que derrocha sentido del humor por los cuatro costados. Para mí, la novela más divertida de Nothomb (al menos de las que he leído, que son unas cuantas). Lectura, pues, muy recomendable para una tarde de verano (es cortísima y, en la edición española al menos, el cuerpo de la letra es enorme). Y si puede ser en la playa, mejor que mejor…

’84, Charing Cross Road’ de Helene Hanff

Hoy os traigo una lectura de esas a las que sucumbes sin remedio; además, son solamente 128 páginas, así que no hay excusa para no pasar una tarde junto con Helene Hanff y Frank Doel, uno de los libreros de viejo de Marks & Co, librería situada en el número 84 de Charing Cross Road, en Londres.

Portada de 84 Charing Cross Road

Portada de la edición española

En octubre de 1949, Helene Hanff escribió una carta a Marks & Co. para pedir algunos libros que ella no conseguía encontrar en Nueva York. A partir de ese momento, y tras la respuesta de Frank Doel, trabajador de la librería, se crea una amistad que durará más de veinte años. Los libros, la reivindicación del trabajo del librero o la mala situación económica de la Inglaterra de la época son temas que se van tratando en las cartas que componen esta joyita de libro. Porque esto no es una novela, sino una recopilación de misivas que se publicó a finales de los años sesenta. Adaptaciones teatrales e, incluso, cinematográficas, además de numerosísimas ediciones en varios idiomas, testifican el éxito del epistolario.

Por desgracia, en el 84 de Charing Cross Road ya no está Marks & Co. Ahora hay otro tipo de comercio (quizá en septiembre me acerque a ver qué hay, porque tengo que ir a Londres y estaré muy cerca de Charing Cross Road). Me suena que hay una placa conmemorativa, pero para todos los que hemos disfrutado con las locuras de Helene y las pacientes respuestas de Frank, es una pena que la librería ya no exista.

Un libro muy recomendable. Si no habéis tenido la oportunidad de leerlo, no dejéis escapar la oportunidad si os topáis con él en cualquier librería.

Ian McEwan: ‘Chesil Beach’

Poco os voy a decir de esta novela (no muy extensa, por cierto), salvo que corráis a leerla si todavía no lo habéis hecho…

Chesil Beach

Portada española de ‘Chesil Beach’

Tienen poco más de veinte años y se conocieron en una manifestación en contra de las armas nucleares. Florence es una chica de clase media alta. Edward, en cambio, pertenece a una familia que vive en la zona baja de la clase media. Ambos son inocentes, y vírgenes, y tras un largo cortejo se han casado. Es un día de julio de 1962, y el tsunami de la revolución sexual no ha llegado a Inglaterra. Edward y Florence van a pasar su noche de bodas en un hotel junto a Chesil Beach. Y lo que sucede esa noche es la materia con que McEwan construye su chejoviano, terrible mapa de una relación, del amor, del sexo, y también de una época, y de sus discursos y sus silencios.

Lectura totalmente recomendable si os queréis acercar a un buen libro, no muy extenso y con una historia que refleja muy bien las ansiedades, dudas y problemas de una época pasada, aunque no tan alejada en el tiempo. Creo que no estaría mal pasar estas vacaciones en la costa de Dorset, en el pequeño hotel junto a Chesil Beach y adentrarnos un poco en la vida de Florence y Edward para compartir con ellos su noche de bodas…

Yoko Ogawa: ‘La fórmula preferida del profesor’

Este es uno de esos libros para el que las reseñas no escatiman elogios. Y no me extraña: rara vez podemos encontrar una novela que mezcle la amistad, la ternura y el amor por las matemáticas de manera tan sumamente elegante. ¿Por qué no me extraña que sea japonesa?

La fórmula preferida del profesor

Portada del libro

La fórmula preferida del profesor cuenta delicadamente la historia de una madre soltera que entra a trabajar como asistenta en casa de un viejo y huraño profesor de matemáticas que perdió en un accidente de coche la memoria (mejor dicho, la autonomía de su memoria, que solo le dura 80 minutos). Apasionado por los números, el profesor se irá encariñando con la asistenta y su hijo de 10 años, al que bautiza «Root» («Raíz Cuadrada» en inglés) y con quien comparte la pasión por el béisbol, hasta que se fragua entre ellos una verdadera historia de amor, amistad y transmisión del saber, no solo matemático…

Es un texto tranquilo, que fluye elegantemente al igual que la amistad entre los protagonistas. Y todo ello plagado de coincidencias y curiosidades matemáticas que le aportan un plus inusitado, que produce una gran curiosidad. La belleza de la amistad aunado a la belleza de las matemáticas. Un buen hallazgo que no puedo dejar de recomendaros; una lectura pausada que logra hacernos sonreír. Podéis encontrar más información en la página web de la editorial Funambulista.

Mira qué maravillosa sucesión de números. La suma de los divisores de 220 es igual a 284. Y la de los divisores de 284, igual a 220. Son números amigos. Son una combinación muy infrecuente, sabes. Fermat o Descartes solo lograron descubrir un par, cada uno de ellos. ¿No te parece hermoso? ¡Que la fecha de tu cumpleaños y el número grabado en mi reloj de pulsera estén unidos por un lazo tan maravilloso…!

Sue Kaufman: ‘Diario de un ama de casa desquiciada’

Después de la entrada de ayer, y para que no quede sensación de tristeza, he decidido hablaros hoy de un libro divertidísimo que me enganchó por completo la semana pasada. Es Diario de un ama de casa desquiciada, de Sue Kaufman, editado por Libros del Asteroide, con traducción de Milena Busquets.

Diario de un ama de casa desquiciada

Portada del libro

Tina Balser es una sofisticada ama de casa que vive en Manhattan y parece tener todo cuanto podría desear: dinero, dos preciosas hijas y un marido que es un abogado de éxito. Cuando sus miedos y neurosis comienzan a atenazarla, Tina estrena un diario en el que, con sus agudas e hilarantes anotaciones sobre sí misma y su entorno, intenta arrojar un poco de luz en su aburrida vida y dar con las causas de su insatisfacción. A través de las páginas de su diario iremos descubriendo a la universitaria que intentó ser pintora pero que abandonó su carrera por una vida más convencional, al estirado marido en el que se ha convertido el hombre con el que se casó y los distintos remedios con los que intenta superar sus problemas.

Esta obra fue publicada originalmente en 1967 y está considerada como una de las novelas fundacionales y más representativas de la nueva conciencia femenina surgida a mediados del siglo pasado en Estados Unidos. Diario de un ama de casa desquiciada es un divertido e inteligente relato sobre el sentimiento de angustia al que todos nos enfrentamos alguna vez en nuestra vida.

Lo más destacable del libro es la tremenda empatía que se crea entre los lectores y Tina como narradora. Casi desde la primera página los lectores nos sentimos totalmente entregados a la causa de Tina Balser y la defendemos incluso cuando hace cosas que pueden no ser moralmente muy aceptables en nuestra sociedad. El libro es muy divertido y altamente recomendable (una muy buena lectura para este verano). Por cierto, la ilustración de la portada está basada en el personaje de Betty Draper de la serie Mad Men (de la que soy fiel seguidora); sí que Tina me ha recordado en muchas ocasiones a Betty, quizá porque la serie y la novela se desarrollan en la misma ciudad en la misma época y ellas responden al mismo arquetipo de mujer.

Y, claro, tengo una deuda pendiente con Libros del Asteroide. Después del rapapolvo que solté por la edición tan poco cuidada de En lugar seguro de Wallace Stegner, creo que es de recibo decir que este libro, aunque no está perfecto, sí está mucho mejor. Para empezar, creo que la traducción es muy buena y se lee con mucha facilidad. Ahora, hay alguna errata (las guirnaldas convertidas por arte de magia en guirlandas de las que nos habló la Chica Inoportuna, entre otras) y cortes de palabra incorrectos a tutiplén. Pero está mejor, y creo que es justo que lo ponga de manifiesto. De todas formas, seguiría pidiendo un pequeño esfuerzo adicional a la hora de corregir los libros. En cuanto solventen estos problemas, Libros del Asteroide va a convertirse en una de mis editoriales de referencia (de hecho, tengo unas ganas bárbaras de leer varias obras de su catálogo).

Kyoichi Katayama: ‘Un grito de amor desde el centro del mundo’

Me vais a permitir que, con esta reseña, haga una excepción y me meta en cuestiones muy personales. Hoy no es un buen día para mí y tengo la necesidad de hablar de algo muy íntimo. Cuando leí este libro, hace año y medio aproximadamente, lloré muchísimo por todo lo que os voy a contar más adelante. La reseña casi tal cual la he sacado (actualizando fechas y datos) de un texto que escribí hace tiempo. Quizá a algunos os suene…

Un grito de amor desde el centro del mundo

'Un grito de amor desde el centro del mundo'

Quien no quiera saber absolutamente nada de la novela, que no lea a partir de aquí; pero, realmente, no estoy desvelando nada que no se descubra en las primeras páginas de la novela. Un grito de amor desde el centro del mundo es la historia de Sakutarô y Aki, dos adolescentes de una ciudad provincial japonesa que, tras conocerse en la escuela, se hacen amigos. Esa amistad se va convirtiendo en un amor puro y tierno, que nos tiene encandilados a los lectores hasta que, por desgracia, una terrible enfermedad se lleva la vida de Aki.

El libro es muy sencillo y muchos lo tildarían de novela para adolescentes, sentimentaloide y sin nada novedoso que aportar, pero cualquiera que se haya tenido que enfrentar a una pérdida en su vida sabe que va mucho más allá. Voy a destacar dos aspectos que me parecen clave:

En primer lugar, los personajes protagonistas en sí. Asistimos a una auténtica evolución en ellos. Conocemos a unos niños, con problemas de niños, y acabamos leyendo la historia de dos adultos. Es como la teoría del caos: la súbita enfermedad de Aki los sitúa en un nuevo plano; Aki y Sakutarô deben reflexionar sobre la vida, la enfermedad y la muerte. Hay un proceso físico de deterioro en Aki, y un proceso psicológico totalmente devastador en ambos. De la felicidad absoluta, a un terrible vacío que Sakutarô sigue sufriendo incluso quince años después.

Asimismo, son de destacar las conversaciones de Sakutarô y su abuelo. Creo que son la base ideológica de la novela. Tienen formas distintas de concebir la muerte y la vida tras la muerte de la persona amada y nos podemos identificar bien con uno, bien con otro, y sacar nuestras sus propias conclusiones sobre el amor y la muerte.

Por desgracia he tenido que reflexionar mucho sobre esto en mi vida y también me ha tocado vivir la enfermedad, el deterioro y la muerte de la persona que más quería (y quiero) en el mundo: mi aita. Aita murió hace hoy diez años de un cáncer a los 55 años. Era un hombre fantástico, el mejor padre que nadie podría soñar tener. Si tuviera que elegir la época más feliz de mi vida, diría que fue, sin lugar a dudas, mi infancia y, obviamente, mi padre tuvo mucho que ver en esto (también mi ama). Recuerdo un montón de detalles y momentos con él, como el beso de buenas noches, las mañanas de domingo nadando en el Deportivo, la lectura de El mago de Oz antes de dormir, las tardes de cine… Era muy cariñoso con nosotros… Por suerte pasé más que mi infancia junto a él, pues yo tenía 23 años cuando murió.

Le diagnosticaron el cáncer el 18 de agosto de 1999 y murió ese horrible 26 de junio de 2000. En esos meses, el deterioro físico, sobre todo en los últimos tres meses fue brutal. Y supongo que él pensaría en la muerte, pero nunca lo hablamos. De hecho, yo no me di cuenta de que realmente se moría hasta dos días antes de que sucediera. Sabía, de forma racional, que se estaba muriendo, los médicos hablaban conmigo e intentaban quitarme cualquier esperanza que pudiera tener para que no me hiciera falsas ilusiones, pero no «quise» darme cuenta de lo que significaba, no «quise» comprender qué estaba sucediendo hasta que fue muy tarde. Y entonces pasó. Y primero estuve como en una nube durante varios días, sin saber muy bien por dónde me daba el aire o qué tenía que hacer, más preocupada de cómo estaban otras personas que de cómo estaba yo. Después vino una temporada en que pensaba que iba a entrar en casa en cualquier momento, iba a dejar su cartera en la esquina del mueble de la sala y se iba a agachar a darme un beso y preguntarme qué tal el día. Pero eso nunca ocurrió. Y nunca ocurriría. Y entonces la realidad se me vino encima, y todo se volvió gris, y me cuesta respirar al pensar en todo aquello.

La vida nos obliga a continuar. Nos obliga y nos resignamos a ello. Y seguimos andando, aunque nos falta un pedazo de alma, un pedazo de corazón que se fue y no va a volver. Y para que sigamos, la vida nos trae otras cosas y a otras personas que pueden hacernos felices de nuevo. Aunque la felicidad nunca será completa, porque todos los días de nuestra vida pensaremos en quien nos falta. Porque Sakutarô jamás volverá a sentirse pleno sin Aki. Y yo tampoco sin aita a mi lado.

Haruki Murakami: ‘De qué hablo cuando hablo de correr’

Me ha entusiasmado este libro. Aunque su autor sea el novelista japonés Haruki Murakami, esto no es una novela, sino una suerte de memorias que escribió para explicar su vida como corredor de fondo y cómo este aspecto enlaza con su faceta de escritor. Copio el texto de la contraportada:

De qué hablo cuando hablo de correr

Portada del libro

En 1982, tras dejar el local de jazz que regentaba y decidir que, en adelante, se dedicaría exclusivamente a escribir, Haruki Murakami comenzó también a correr. Al año siguiente correría en solitario el trayecto que separa Atenas de Maratón, su bautizo en esta carrera clásica. Ahora, ya con numerosos libros publicados con gran éxito en todo el mundo, y después de participar en muchas carreras de larga distancia en diferentes ciudades y parajes, Murakami reflexiona sobre la influencia que este deporte ha ejercido en su vida y en su obra. Mientras habla de sus duros entrenamientos diarios y su afán de superación, de su pasión por la música o de los lugares a los que viaja, va dibujándose la idea de que, para Murakami, escribir y correr se han convertido en una actitud vital. Reflexivo y divertido, filosófico y lleno de anécdotas, este volumen nos adentra plenamente en el universo de un autor que ha deslumbrado a la crítica más exigente y hechizado a miles de lectores.

Esto es lo más parecido que, probablemente, nunca tengamos a una autobiografía de Murakami. A través de las descripciones de sus entrenamientos y carreras, nos presenta muchas facetas de su vida y, por ende, de su literatura. También nos hace partícipes de lo que para él significa escribir una novela, cómo decidió hacerse escritor o lo que le supone física y mentalmente ponerse a escribir. Un proceso que él compara e, incluso, casa con el hecho de salir a correr todos los días. En palabras del propio autor: «Casi todo lo que sé sobre la escritura lo he aprendido corriendo por la calle cada mañana».

Un libro de lo más recomendable para seguidores de Murakami, para corredores, para escritores en ciernes y para todos aquellos que quieran acercarse a las reflexiones de este magnífico autor. Interesantísimo.

Wallace Stegner: ‘En lugar seguro’

Si hay una editorial relativamente reciente que me llama la atención es Libros del Asteroide. No solo porque su catálogo me parece de lo más interesante, sino porque el diseño de sus libros me tiene totalmente hipnotizada, es sobresaliente (¡hasta las guardas son una maravilla!).

En lugar seguro

'En lugar seguro'

Leí En lugar seguro allá por el mes de enero. Me gustó mucho y, la verdad, el tiempo que ha pasado ha ayudado a que mi opinión ahora sea incluso mejor que cuando lo acabé (he reposado ciertas cosas, como el carácter insufrible por momentos de una de las protagonistas, Charity). Es un verdadero canto a la amistad exquisitamente escrito.

Y esto es todo lo que voy a decir de la novela en sí. Para que tengáis más datos, os voy a copiar el texto de la contraportada y, si queréis más opiniones, la red está plagada de comentarios sobre la novela, todos muy positivos y entusiastas, por cierto (hecho que me animó a comprarla), como no podía ser de otra forma porque, repito, la novela es magnífica.

Cuando durante la Gran Depresión dos jóvenes parejas se conocen surge entre ellas una amistad que durará toda la vida. Son muchas las cosas que inicialmente los unen: Charity Lang y Sally Morgan están esperando su primer hijo, y sus maridos Sid y Larry son profesores de Literatura en la Universidad de Wisconsin; aunque su relación se va haciendo más compleja a medida que comparten décadas de lealtad, amor, fragilidad y desacuerdos.

Treinta y cuatro años más tarde del inicio de esta amistad, los Morgan visitan la colonia de veraneo de sus amigos en Vermont para el que saben será su último fin de semana junto a Charity. Durante esa visita Larry rememora todos sus años de amistad: las alegrías, las penas, las ilusiones y también los sueños que quedaron por cumplir; pero por encima del relato de los hechos late una profunda reflexión sobre el amor y la amistad, sobre los intentos de cuatro personas por hacer frente a las tribulaciones de la vida.

Una novela maravillosa… y un libro con faltas de ortografía, cortes de palabra incorrectos, errores ortotipográficos y de traducción (la traductora parece no haberse enterado de que Sally es un personaje femenino y se empeña en que «camine ufano»). Problemas que se podrían haber solventado contratando a un buen corrector. Me duele gastarme 22 euros en una novela y que no esté editada con el mimo que se merece. Y esta, muy a mi pesar, no lo está. No es de recibo. Si pudiera hacerse, exigiría que me devolvieran parte del dinero, porque esto no está bien acabado. Y no creo que esta editorial, que a priori está haciendo un esfuerzo por hacer las cosas bien, se pueda permitir estos fallos. Sí, un corrector encarece la edición; sí, las editoriales independientes tienen que luchar como sea para aguantar a flote y sus presupuestos son ajustados. Pero yo, al menos ahora, voy con pies de plomo con ellos. ¡Una auténtica pena! Como tengo intención de leer más libros suyos, espero que esto haya sido un problema puntual y que, en unas semanas, os pueda decir que he leído tal o cual novela de la editorial y que estaba magníficamente editada. Y, si no, ¡que me contraten!



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