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‘Recordar’

Hoy, una etimología que seguro que a muchos os parecerá curiosa: la del verbo recordar. 

Recordar viene de recordari, palabra compuesta por el prefijo re- (‘volver a’) y cordari, que, a su vez, nos lleva a cordem (‘corazón’). Recordar significa, literalmente, ‘volver a pasar por el corazón’.

¿Por qué por el corazón? Porque los antiguos griegos y romanos pensaban que la mente residía no en el cerebro, sino dentro del pecho, en el corazón o cerca de este (sé que no estoy siendo muy exacta, pero más o menos esa es la idea). En esa zona del cuerpo ocurría todo lo importante, físico y espiritual (también el alma se encontraba dentro del pecho para ellos). De ahí que haya unas cuantas palabras cuya etimología nos lleva al corazón en lugar de a la mente, como cabría esperar.

Os pongo algún otro ejemplo: acordar (esta vez con el prefijo a-, ‘junto con’, es decir, ‘unir corazones’); concordia (el prefijo con- significa aquí ‘estar de acuerdo’, así que concordia quiere decir ‘corazones de acuerdo’); o discordia (dis-, ‘en desacuerdo’, luego ‘corazones en desacuerdo’). Pero, claro, aunque literalmente dicen eso, nosotros ahora usaríamos mente en lugar de corazón (y así las palabras tienen mucho más sentido: recordar, ‘volver a pasar por la mente’; acordar, ‘unir mentes’; concordia, ‘mentes de acuerdo’; discordia, ‘mentes en desacuerdo’).

Aun así, me quedo con la idea del corazón… sobre todo para recordar. Volver a pasar por el corazón… Pues muchas veces sí, ¿verdad?

El papa

Después de leer papa con mayúscula mil veces ayer en todos sitios, me veo obligada a escribir unas líneas para recordar que, en castellano, los nombres de cargos van en minúscula, por muy importantes que puedan ser o parecer. Así, papa va en minúscula (al igual que rey, por ejemplo), porque son nombres comunes. Normalmente, ante la duda, siempre minúscula… (más probabilidades de acertar).

Y, ya puestos, el papa no dimite, sino que renuncia Por si queremos decirlo con propiedad… 😉

Leer por obligación

Aunque este tema de leer por obligación ha salido alguna vez a relucir por el blog (sobre todo, en comentarios o cuando yo he contado que he leído algún libro que no me gustaba para alguna asignatura en la carrera), nunca le he dedicado una entrada. Y el tema tiene su miga, porque a todos, en el colegio, nos han hecho leer por obligación. Y no siempre libros que nos gustaran o que pudieran encajar en nuestro mundo. Y, sinceramente, estoy empezando a pensar que es peor el remedio que la enfermedad…

La otra tarde llamé por teléfono a una de mis mejores amigas, profesora de Lengua y Literatura en ESO para más señas, y me dijo que había estado preparando un «control de lectura». Solo la expresión me chirría… Control de lectura. Para mí, prácticamente es un oxímoron. Y me comentó lo mucho que les cuesta a algunos alumnos leer las lecturas propuestas, porque son muy ajenas a sus intereses…

¿Por qué se les obliga a los chavales a leer? Yo soy una firme defensora de que se debe leer por placer, siempre. Lo que se quiera. Lo que más rabia dé en ese momento. Leer por ocio, por curiosidad, porque apetece… y no porque nos han mandado tal o cual libro. ¿Qué sentido tiene leer ciertos clásicos medievales, por poner un ejemplo que nos puede resultar familiar a todos, en la adolescencia? Muchos estaréis pensando que, si no, no leeríamos jamás a los clásicos. No estoy de acuerdo: se acercarían a ellos quienes sintieran interés, que es como se debe llegar a estas cosas. Leer por obligación me parece un error. Pero confieso que tampoco tengo otra solución (se me antoja complicado dar clases de Literatura sin lecturas; aunque, claro, tampoco entiendo que el estudio de la Literatura se limite, prácticamente, a la historia de la Literatura y no a otras ramas, quizá mucho más interesantes y útiles para todo el mundo).

Siempre que hablo de este tema recuerdo los derechos del lector de Daniel Pennac (os enlazo a uno de los primeros artículos de este blog donde ya hablaba de ellos, porque no puedo estar más de acuerdo con él). El primero es el derecho a no leer. Acabáramos. Si nos «obligan» a leer, están mermando nuestros derechos como lectores, yo lo veo clarísimo. Y si a la obligación de leer le añadimos que los títulos propuestos no siempre son los más acertados, lo único que estamos consiguiendo es crear no-lectores. Muy triste.

No siempre la culpa es de los profesores de Literatura, que conste. Por ejemplo, mi amiga está haciendo un gran esfuerzo por recomendar lecturas que puedan ser del interés de sus alumnos. De hecho, os pido vuestra colaboración desde aquí para le propongáis libros (yo ando muy pez en LIJ ahora mismo). Eso sí, a la dificultad de recomendar títulos para chicos de unos 14 años (por cierto, aviso a navegantes, lo del título que recomendarías a un adolescente será una de las categorías del próximo reto), se le une el hecho, en este caso, de que trabaja en un colegio con un ideario religioso muy estricto, que dificulta aún más la elección pues no puede recomendar nada que se aparte de ciertas ideas ultracatólicas. Si sabéis de algún libro que pudiera encajar y que les vaya a gustar a los alumnos… ¡os lo agradeceríamos!

Sé que este tema da para mucho y que podríamos tener animadas discusiones al respecto. Pero prefiero dejarlo aquí por el momento. Eso sí, si queréis mostrar vuestra opinión (sea cual sea), tenéis los comentarios a vuestra disposición…

Reflexiones (XXVIII)

«Lo más fácil sobre la faz de la tierra es no escribir».

William Goldman
Escritor

Mentalizándome para mi charla de mañana… Además, con cita del autor de La princesa prometida (uno de los libros que estoy leyendo ahora mismo).

Niccolò Ammaniti: ‘Tú y yo’

Otro libro que no me duró ni un asalto. Pero esta vez más que justificadamente, porque la novela es muy breve… Por cierto, no es lo que yo esperaba; había imaginado una historia totalmente distinta…

'Tú y yo'

‘Tú y yo’

Encerrado en el sótano para pasar su semana de vacaciones lejos de todos, Lorenzo, un adolescente de catorce años, introvertido y un tanto neurótico, se dispone a vivir su sueño solipsista de felicidad: sin conflictos, sin molestos compañeros de escuela, sin comedias ni ficciones. El mundo, con sus reglas incomprensibles, ha quedado al otro lado de la puerta, mientras él disfruta de su soledad arrellanado en un sofá, entre botellas de Coca-Cola, latas de atún y novelas de terror.

Hasta que un día su hermana Olivia, nueve años mayor que él, irrumpe en su búnker llena de ruda y enfermiza vitalidad y lo obliga a cruzar la línea de sombra, a quitarse la máscara de adolescente difícil y a aceptar el juego caótico de la vida exterior.

Con esta novela de formación, Ammaniti ofrece una nueva y desgarrradora visión de ese mundo adolescente del que es cronista excepcional, creando, con Olivia, una figura femenina de una belleza fugaz y conmovedora.

Me dejó, por un lado, con ganas de más: es excesivamente breve (y, aun así, creo que le sobra un capítulo que me pareció metido con calzador); la historia daba para más, para muchísimo más y las 130 páginas (con un cuerpo enorme) se leen en un suspiro y se hacen muy cortas. Me hubiese gustado mucho que la historia tuviera algo más de recorrido, entre otras cosas porque creo que se lo merece con creces.

Y, por otro lado, no os voy a mentir: se me quedó muy mal cuerpo después de leerla. No es la historia fraternal que me había imaginado y por la que compré la novela. La sinopsis que os he copiado arriba es, en cierto modo, una estafa. Sí, no miente; pero no dice toda la verdad. Y lo que nos cuentan en el libro es duro y algo perturbador.

Me apetecía mucho leer una novela sobre una relación entre hermanos y esta prometía por un montón de elementos que se entreveían en la sinopsis. Pero, claro, la historia va por otros derroteros bien distintos (ojo, que, como historia para una novela en sí, lo que propone Ammaniti es muchísimo más interesante que mi idea inicial, dónde va a parar). Si cuento de qué va en realidad, os fastidio la novela, así que me callo ya. Pero, vamos, que no me ha maravillado, las cosas como son…

Eso sí, aunque yo me calle, vosotros podéis explayaros todo lo que queráis… ¿Alguien conoce a Ammaniti? ¿Merece la pena alguna otra de sus novelas? Tenéis los comentarios y Twitter a vuestra disposición.

Iván Repila: ‘El niño que robó el caballo de Atila’

Estoy encantada con los libros que he leído últimamente, porque he tenido la suerte de encontrarme con alguna obra muy buena. Pero, de momento, el calificativo de «joya» solo la tiene El niño que robó el caballo de Atila, de Iván Repila, una novela que me ha sorprendido, me ha emocionado y que, para ser sincera, me ha dejado tocadilla…

'El niño que robó el caballo de Atila'

‘El niño que robó el caballo de Atila’

Dos hermanos, el Grande y el Pequeño, confinados en el fondo de un pozo, se alimentan de todo aquello que logran encontrar y se esfuerzan por salir adelante y mantener a raya sus mentes abocadas a la locura. Mientras luchan por no perder la esperanza, el Grande concibe un plan para conseguir liberar a su hermano.

Tras el éxito de su debut, Una comedia canalla, Iván Repila vuelve y da un giro de ciento ochenta grados a su trayectoria: en unas coordenadas de singular despojamiento (dos personajes, un único escenario), Repila articula, con un estilo rítmico y enérgico, que avanza encadenando metáforas inesperadas y construyendo calculadísimas resonancias internas, un relato alegórico de lucha, supervivencia y solidaridad; una proclama que esconde su decidida voluntad de acción tras un hábil reciclaje de los códigos del cuento popular, que aquí es infantil solo en apariencia, y que puede leerse como el mito de origen de unos tiempos nuevos. Valiente, poderosa y emotiva, El niño que robó el caballo de Atila viene a confirmar a un autor que se revela, en esta nueva obra, tan libre como polifacético.

Tengo que confesar que estoy escribiendo esto poco después de haber acabado la lectura; no la he dejado reposar como suelo hacer, porque me ha entusiasmado. Merece muchísimo la pena.

Iván ya me sorprendió el año pasado con su primera novela, Una comedia canalla (tengo una reseña a medias, algún día de estos caerá). Y unos meses después vuelve a sorprenderme con su total cambio de registro. Esto no es la canalla; personalmente, creo que es muchísimo mejor. Es un relato duro, muy crudo, que invita a la reflexión e, incluso, a la acción. Una alegoría audaz sobre la supervivencia (muy actual en los tiempos que vivimos por desgracia) que, con su estilo poético e intimista, toca la fibra sensible (confieso que se me ha caído alguna lágrima) y remueve por dentro. Hondura y calado envueltos en una historia aparentemente sencilla. Está maravillosamente escrita…

La sinopsis es bastante explícita; os vais a encontrar justo lo que dice si os acercáis al libro: una historia valiente, poderosa y emotiva. Yo os recomiendo que lo hagáis, porque creo que no os va a dejar indiferentes. Y leedlo despacito, que es un libro para disfrutar, para sumergirse en las metáforas y para reflexionar…

Pocos lo habréis leído aún, porque está recién llegado a las librerías (en Bilbao lo encontráis fácilmente en la mesa de novedades de cualquiera, que ayer lo vi ya en todas las grandes); aun así, me consta que ya ha caído en manos de alguna lectora del blog y también le ha encantado (no sé si se pasará por los comentarios, pero ha sido muy explícita en Facebook), así que parece que no es solo cosa mía esta sensación de que el libro es una joyita. Y parece que tampoco soy la única que se ha quedado un poco pillada con él. Un muy buen libro, que os recomiendo encarecidamente…

Julian Barnes: ‘El sentido de un final’

Brutal. No encuentro otro adjetivo para calificar esta novela. Me ha durado un suspiro… No conocía a Barnes, pero ahora tengo ganas de darle un repaso a su producción…

'El sentido de un final'

‘El sentido de un final’

Tony Webster y su pandilla conocieron a Adrian en el instituto. Eran tres, como los mosqueteros, y luego cuatro, cuando se les unió Adrian. Hambrientos de sexo, de saber, de literatura, atravesaron juntos una desgarbada adolescencia con una permanente sequía de chicas, intercambiando poses, chistes y chismes, humor e ingenio. Quizá Adrian fuese un poco más serio que los demás, y desde luego el más inteligente, pero los cuatro se prometieron seguir siendo amigos para siempre. Y así fue en los primeros tiempos de universidad y las primeras novias, hasta que la vida de Adrian dio un vuelco trágico y todos, especialmente Tony, miraron hacia otro lado, se alejaron, hicieron lo posible por olvidar. Ahora Tony vive solo en un pacífico y próspero retiro, tras una vida opaca que poco tiene que ver con la que fantaseaba en su juventud. Está divorciado desde hace años, aunque mantiene una relación amistosa con su exmujer, y tiene una hija ya casada.

Y un día recibe una carta de un abogado: Sarah Ford, la madre de Veronica, su primera novia, le ha legado quinientas libras y un sobre con un manuscrito. Le entregan el dinero y una carta de Sarah, donde insinúa que es una compensación por el maltrato, la humillación que sufrió en su primera visita a la familia de Veronica. Pero el manuscrito nunca llega. Y Tony averigua que son los diarios de Adrian, que ahora están en manos de Veronica y no piensa entregárselos. Y estos diarios, que el narrador está ansioso por conseguir y el lector ansioso por leer, son el oscuro, enigmático corazón de una novela espléndida, premiada con el prestigioso Man Booker, y en la que, como afirmaba Tony en sus discusiones de estudiante, «la Historia son las mentiras de los vencedores, pero también las mentiras con que se engañan a sí mismos los vencidos». Y la memoria no es más que una construcción cambiante, versiones que adaptamos a aquello en los que nos vamos convirtiendo.

Creo que le voy a dar unas cuantas vueltas a esta novela en la cabeza los próximos días… Sí, definitivamente, es uno de esos libros que, al menos a mí, me hace pensar. De hecho, ¡he apuntado un montón de frases para releerlas! Muy interesante…

La novela en sí es un batiburrillo de cosas, pero bien traídas y con sentido (la historia sigue una lógica, no es una mezcolanza desordenada, nada de eso). Reflexiones sobre la amistad, el amor, la vida, la muerte, el suicidio, el paso del tiempo, el remordimiento, la culpa, la soledad, el recuerdo… Yo qué sé. Y todo contado a través de una historia que no es lo que parece y que acaba en un pseudoculebrón bastante irónico. Eso sí, me ha sobrado un pequeño detalle que no puedo desvelar para no chafar la novela. Aun así, me ha gustado mucho y estoy convencida de que, en breve, caerá algún otro libro de Barnes (quizá El loro de Flaubert, título genial).

El sentido de un final está todavía entre las novedades de las librerías (aunque yo llevo ya unas cuantas reseñas leídas en otros blogs), así que lo tenéis fácil para conseguirla si os ha despertado un poco la curiosidad. ¿Alguien la ha leído ya? ¿Os ha gustado? Tenéis los comentarios a vuestra disposición…

Planes para el blog

El año pasado me propuse publicar tres entradas semanales en el blog. Cumplí solo a temporadas… ¡Mal asunto! Así que me prometí a mí misma que, este año, sí: este año iba a publicar al menos tres artículos todas las semanas. Y volver un poco a la ortotipografía y la sintaxis, que últimamente parece que he renegado de estos temas… Vale, pues no. Este año tampoco va a ser. Y no solo porque ya he fallado en enero…

¿Por qué voy a dejar medio abandonado de nuevo el blog? Pues porque me han ofrecido un proyecto increíble de trabajo que me va a llevar (creo) muchísimo tiempo. Fue la gran sorpresa del viernes. De hecho, me he pasado el fin de semana reorganizando mi vida laboral para poder acabar cosillas pendientes y empezar ya con mis nuevas tareas. Es un auténtico caramelo de trabajo, que, además, podría ser un auténtico filón de entradas para el blog una vez que esté acabado. No puedo contar mucho más. Solo diré que estoy muy contenta, a pesar de que esto puede que suponga cambios importantes en mi forma de trabajar: para empezar, ¡voy a tener un compañero, cosa que no ocurría desde hacía muchísimos años!; y es posible que no siempre pueda trabajar en mi despacho (pero eso al blog le puede venir bien: muchos viajes a Bilbao suelen suponer muchas lecturas y, quizá, muchas reseñas). Desde luego, las llamadas de estos días han supuesto una inyección de autoestima profesional brutal, y estoy ilusionada y con muchas ganas de aprender todo lo que pueda, porque lo que es innegable es que voy a aprender muchísimo…

Aun así, y a pesar de que esto es muy bueno para mí, me da un poco de rabia. El blog siempre me ha traído cosas increíbles y no me gusta tener que sacrificarlo siempre. Además, tenía muchos planes. Porque, por ejemplo, estábamos organizando otro reto de los 30 libros (era para ¿abril?). De hecho, ya tenemos unas 20 categorías nuevas pensadas (si se os ocurre alguna, hacédmelas llegar, ¡por favor!), pero es que ahora… ¡no sé si me daría tiempo a organizarlo! Lo intentaré (en algo más de dos meses, me tiene que dar tiempo a escribir alguna entrada del reto), pero lo veo complicado. Si no, lo dejaré para más adelante, pero habrá reto en algún momento del año. (Así que, por favor, ¡dadnos ideas!). Dejad propuestas de categorías en los comentarios si queréis…

De todas formas, tengo ya reseñas en la recámara (esta semana publicaré una de un libro que me ha gustado muchísimo y que me ha dejado con muchas ganas de seguir investigando al autor, ¡un gran descubrimiento!), así que tampoco es que vaya a desaparecer del todo (¡ni mucho menos!). Y podéis seguir contactando conmigo por las vías habituales (correo electrónico, Twitter, los comentarios del blog…). Y, por supuesto, en cuanto pueda, ¡volveré con muchas entradas!

Gloria T. Dauden: ‘La galería de espejos’

A veces mi trabajo tiene sus ventajas. Como cuando un autor te regala amablemente su obra para que la leas y la reseñes… Y eso me pasó con Gloria, que ha publicado un libro de lo más interesante. Os dejo la sinopsis y luego os cuento…

'La galería de espejos'

‘La galería de espejos’

¿Qué se esconde tras los espejos? Para descubrirlo has de abrir las puertas de esta galería. Sumérgete en los reflejos cambiantes del laberinto y guíate por apariencias engañosas. No te detengas. Solo sigue adelante, de un relato a otro, de una imagen a otra. Encontrarás la salida, pero quizás no serás el mismo cuando lo logres. Ante ti aparecerán damas distinguidas, héroes, brujas, hadas, científicos perdidos, hidras, arpías, asesinos y víctimas, demonios, valquirias, artistas, buscadores de inmortalidad, monstruos y alquimistas empobrecidos. Sus historias reverberan entre las imágenes de esta galería de espejos. ¿Estás listo para perderte entre sus reflejos?

Confesión: no soy una gran lectora de literatura fantástica. No reniego de ella en absoluto (de hecho, siempre que leo algo fantástico, lo disfruto muchísimo), pero mi gusto personal va por otros derroteros… Sin embargo, tengo que admitir que este libro me cautivó (fue una buena forma de estrenar el año, pues me pasé la tarde del 1 de enero con él). Es una colección de relatos editados con un gusto exquisito. Y, además, cuenta con el extra de que cada relato está ilustrado por un ilustrador diferente, pues Gloria ha contado con la colaboración del Colectivo de Ilustradores Canarios. Es una auténtica preciosidad.

Los relatos son muy amenos y se leen con una facilidad pasmosa. Entre los que más me gustaron destacaría «El gabinete de curiosidades», «Lejos de aquí», «La tranquilidad del bosque» o «Mi reina». Pero si uno me dejó realmente maravillada fue «Plumas negras». Ya se lo comenté en su día a Gloria, quien, por cierto, es profesora de la Escuela de Fantasía (de la que os he hablado hasta la saciedad, porque me parece un proyecto interesantísimo de gente más interesante aún).

Gloria acaba de poner el libro a la venta en Bubok. Una buena opción para una tarde divertida con hadas, demonios, brujas, monstruos y demás habitantes del libro…

Ortografía elemental

Qué, quién, cómo, cuándo, dónde y por qué llevan tilde cuando se les puede añadir cojones justo después. De nada.

Visto en Twitter y copiado tal cual… Gran verdad…

😉



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