Entradas archivadas en Karl Ove Knausgard

Últimas lecturas (mayo y junio de 2017)

Como os comenté hace poquito, voy a seguir comentando los libros que he leído este año. En la entrega de hoy, los de mayo y junio. Podéis consultar las primeras lecturas de 2017 aquí y aquí, de todas formas.

MAYO

Maggie O’Farrell: Tiene que ser aquí

‘Tiene que ser aquí’

Daniel Sullivan y Claudette Wells son una pareja atípica: él es de Nueva York y tiene dos hijos en California, pero vive en la campiña irlandesa; ella es una estrella de cine que, en un momento dado, decidió cambiar los rodajes por la vida en el campo, la fama por el anonimato. Ambos son razonablemente felices.

Sin embargo, esta idílica vida, trabajosamente construida entre los dos, se tambaleará cuando Daniel conozca una inesperada noticia sobre una mujer con la que había perdido el contacto veinte años atrás. Este hallazgo desencadenará una serie de acontecimientos que pondrán a prueba la fortaleza de su matrimonio.

Tiene que ser aquí cruza continentes y atraviesa husos horarios siguiendo a un heterogéneo grupo de personajes durante varias décadas para trazar el extraordinario retrato de una pareja, de las fuerzas que la unen y de las presiones que amenazan con separarla. Una epopeya íntima y cautivadora sobre aquello que abandonamos y aquello en lo que nos convertimos mientras buscamos nuestro lugar en el mundo.

Tengo sentimientos encontrados con esta novela. Voy a ser muy sincera: me acuerdo más de lo malo que de lo bueno. En mi nómina de lecturas de 2017 pasará con más pena que gloria; de hecho, me he acordado de la historia someramente por la sinopsis que he copiado. La historia en sí me gustó (ojo, sin ser nada del otro mundo), incluso creo que el planteamiento tiene un puntito original. ¿Qué pasa? Que es como un puzle. Lo cual no es nada malo en sí, a mí estos juegos literarios me suelen gustar (y motivar) bastante. Pero aquí no. Me pareció lioso y no le encuentro la razón. Si hubiera un porqué para ese desorden (temporal, geográfico, de personajes), pues genial; sin embargo, o bien no lo hay o bien yo no se lo encontré. Con lo cual me quedó una sensación agridulce desde el principio. Aunque me gustara la historia, la novela me chirriaba.

Además, a pesar de que me he prometido a mí misma no comprar más ebooks de Libros del Asteroide, volví a caer con este y… el horror. Si las ediciones en papel de esta editorial siempre tiene algún pero (y mira que me fastidia decir esto), lo de las ediciones digitales clama al cielo. Y eso a mí me saca completamente de la lectura. Decepción, en definitiva, porque esperaba mucho más.

Han Kang: La vegetariana

‘La vegetariana’

Yeonghye es una mujer aparentemente normal, joven, sin mayores virtudes o defectos. Una noche, sin ninguna actitud previa que hiciera suponer un cambio en su carácter, su marido la encuentra en la cocina tirando a la basura toda la carne almacenada en el congelador. Cuando él la increpa por lo que está haciendo, ella le dice que ha tenido un sueño y que abandonará la ingesta de carnes. Su determinación es absolutamente radical e irrevocable, pero el marido y la familia no están preparados para esta decisión ni para la transformación que comienza a gestarse en Yeonghye a partir de ese momento. La vegetariana es una novela con un fuerte componente psicológico, que cuestiona los límites culturales de la cordura, la violencia y el valor del cuerpo como un bien privado y último refugio.

«Hacer preguntas, eso es para mí escribir. No escribo respuestas, simplemente me afano por redondear las preguntas, trato de permanecer mucho tiempo dentro de ellas. De rodillas, arrastrándome otras veces, espero llegar hasta el final, hasta el centro (aunque sea imposible). Esta novela es también una pregunta imposible. Hay una mujer, un ser humano que ya no quiere formar parte de la humanidad. Un ser que pone en juego su vida para no dañar a nadie ni a nada, un ser a quien un día deja de importarle en absoluto vivir o morir. Simplemente quise preguntar si una mujer así se quedara en silencio, y llevara a cabo su decisión, qué es lo que pasaría; con qué se encontraría al final del camino».

Puede que este sea el libro que más me ha removido este año. Aviso: no es una lectura agradable. Intentar comprender las decisiones y actos de Yeonghye conlleva una reflexión profunda de nuestras propias decisiones y actos, y los de aquellos que tenemos a nuestro alrededor (y cómo nos comportamos ante ellos). Me pareció, dentro de su crudeza, una novela muy bella, íntima y genuina. Empaticé muchísimo con el personaje principal, esa mujer delicada y fuerte a un tiempo, y que tan bien ha conseguido dibujar Han Kang. He recomendado bastante la novela, a pesar de que la corrección era un desastre (encontré «problemas» en tantas páginas que dejé de contarlos, y acabé la novela por lo poderoso del texto, no por la edición; aun así, a pesar de esto, que a mí me molesta mucho, el catálogo de Rata me parece tan interesante que seguiré leyendo libros suyos).

Virginia Woolf: Las aventuras agrícolas de un cockney

‘Las aventuras agrícolas de un cockney’

Este libro, que narra las aventuras de un joven matrimonio del East End londinense que de repente se traslada al campo, es un tesoro para el lector entusiasta de Virginia Woolf.

Es la primera vez que se publican en castellano estas dos obras cortas, escritas por la autora entre los diez y los trece años, y son dos textos notables y sofisticados para una niña de esa edad. Una mirada diferente y divertida de la vida en pareja.

Este libro es una delicia. Dos cuentos de una Virginia Woolf todavía niña (en realidad, Virginia Stephen aún, claro), en los que ya se ven su humor, su inteligencia y su curiosidad por interpretar el mundo. Un regalo para los lectores de la autora británica, en una magnífica traducción de una de las personas que más conocen (y aman, y hago bien usando este verbo) a Virginia Woolf, Ainize Salaberri (sí, ya sé que muchos vais a decir que es una de mis mejores amigas y que le hago la pelota, pero nada más lejos: estoy orgullosísima del trabajo de Ainize en este libro). Y ojo a las ilustraciones de Maite Gurrutxaga, el complemento perfecto para los cuentos: imposible no enamorarse de ellas.

Stig Sæterbakken: A través de la noche

‘A través de la noche’

«La tristeza llega de muchas formas distintas. Es como una luz intermitente que se apaga y se enciende. Está ahí y es insoportable, luego desaparecer porque es insoportable, porque es imposible tener ahí todo el tiempo. Te llena y te vacía. Mil veces al día se me olvidaba que Ole-Jakob había muerto. Mil veces al día, de pronto, lo recordaba. Y ambas cosas me resultaban insoportables. Olvidarlo era lo peor que podía hacer. Acordarme de él era lo peor que podía hacer. Era una sensación de frío que iba y venía, pero nunca de calor. Solo había frío y ausencia de frío. Era como estar de espaldas al mar. Se me helaban los talones cada vez que una ola rompía sobre ellos. Luego la ola se retiraba. Luego volvía».

Cuando se afirma que el dolor nos hace más fuertes, no se tiene en cuenta el camino que hay que recorrer para armarse y seguir viviendo después de una pérdida que nos cambia para siempre. Solo los grandes autores, Agota Kristof, Thomas Bernhard, Imre Kertész y ahora Stig Sæterbakken, consiguen hablar de esos momentos de búsqueda existencial y encontrar palabras para definir la complejidad que caracteriza las relaciones y los sentimientos humanos.

Esta es una de las mejores novelas que he leído este año. «Puta mierda de los cojones». Así comienza un viaje terrorífico a través de la desesperación y la tristeza más absolutas, teñidas siempre de una culpa que mata en vida. Es un viaje hacia una pesadilla (para quienes lo hayáis leído: ¿qué sucede en esa casa?) de la que no se puede salir. Sæterbakken ha sido un gran descubrimiento este año. Espero que Mármara (o cualquier otra editorial) traduzca al castellano más obras suyas (aunque esta se considera la mejor). Muy recomendable.

María Sánchez: Cuaderno de campo

‘Cuaderno de campo’

En este libro se anota la vida, la que se recuerda y se ha perdido, la que nos ha forjado en sangre y en tierra, la que aguarda en la observación del día a día. María Sánchez ha afrontado en Cuaderno de campo una reflexión sobre la familia, y cómo nos construye, y sobre el cuerpo, y cómo nos acuna o nos aísla —según el lugar al que queramos dirigirnos—, y sobre nuestra propia posición con respecto a nuestros orígenes. Estos poemas transcurren en casas antiguas, durante ceremonias heredadas, entre animales que también nacen, crecen, se reproducen, mueren. Una obra sabia, delicada y a la vez en guardia, dispuesta a protegerse y atacarnos.

No soy una gran lectora de poesía (antes sí lo era, pero por muchos motivos la fui dejando y la retomo en poquitas ocasiones). Este libro me vino recomendadísimo y con mucha razón (estos días lo veréis merecidamente en casi todas las listas de mejores libros de 2017). Es una delicada reivindicación de nuestros orígenes, de una tremenda belleza. Por mis circunstancias personales, me quedo con un poema que no es ni el mejor ni el más representativo del poemario, pero que a mí me tocó enormemente y se queda ya para siempre en mi memoria para ilustrar un momento muy dulce de mi vida. Es la tercera parte de «La primera mancha» y tiene que ver con la voz, cómo no (para quienes me seguís en Instagram, está allí; os pongo el enlace, creo que lo podréis ver a pesar de que tengo la cuenta con candadito; si no podéis verlo, lo siento).

Karl Ove Knausgård: Tiene que llover

‘Tiene que llover’

De los años que captura este libro, apenas quedan unos pocos recuerdos, nos dice el autor. Y, por encima de todos, uno: el de la ignorancia, la ingenuidad, el fracaso. Y, sin embargo, en Tiene que llover un Knausgård concentrado y frontal exprime su prodigiosa capacidad evocativa para, cerrando el círculo, describir el camino por el que llegó a convertirse en el autor que conocimos con La muerte del padre, y dar vívido testimonio de los impedimentos, errores y tropiezos que contribuyeron a conformarlo.

Un camino que empieza, en 1988, donde terminaría catorce años más tarde: en Bergen, con un veinteañero Karl Ove convertido en el alumno más joven de la Academia de Escritura de la ciudad, y pletórico de un entusiasmo que no tarda en abandonarle. Y es que el precoz novelista se revela inepto en todos los frentes: el social, el amoroso, el literario. Sus textos son infantiles, están hechos de clichés, y Karl Ove combate (bebiendo, saliendo, enzarzándose en peleas o coqueteando con la delincuencia) la lacerante constatación de no ser un escritor en absoluto.

Pese a ello, persiste: va a la universidad, envía algunos cuentos, cosecha algunos rechazos; descubre un talento inesperado para la crítica literaria. Y tras sus primeros romances frustrados, el amor: Tonje, con la que se casará, y junto a la que verá cómo, cuando ya casi no lo esperaba, se convierte en algo parecido al autor que siempre había anhelado ser. Hasta que la insatisfacción que también lo había perseguido siempre se imponga, dando un sonoro carpetazo a la época que se dibuja en este libro: un tiempo del 
que emerge completa la silueta de un hombre atormentado, contradictorio e imperfecto, cada vez más próximo a emprender el autoanálisis inmisericorde que le llevará a descubrir el alcance de su vocación, tan trabajosamente conquistada. El mismo autoanálisis al que los lectores de todo el mundo han asistido, imantados, a lo largo de una saga de ambición infrecuente y escala titánica, que con Tiene que llover (veloz, libre, esencial, desnudo) entrega otro volumen inolvidable muy cerca de la culminación definitiva.

He llegado a un punto de adoración por Knausgård tal que no puedo ser objetiva. Me requetechifla, y punto. En esta quinta entrega (Dios mío, ¿qué voy a hacer cuando publiquen la sexta y última el año que viene?) se centra sobre todo en los años en que comienza a escribir más en serio, y la lucha que mantiene consigo mismo y con su propia escritura se convierte en la protagonista absoluta del libro. También se tocan otros palos, por supuesto, como las primeras relaciones amorosas serias (son los años en los que conoce, por ejemplo, a la que será su primera mujer) o el (ab)uso del alcohol. De este libro sí que quiero publicar reseña aparte (de hecho, está a medio escribir en este momento). Obviamente, a quienes les hayan gustado los anteriores libros de Mi lucha, les encantará; a quienes no soportan su obsesión por el detalle al escribir, pues no se lo recomiendo (¿para qué sufrir leyendo, habiendo tantos libros por el mundo?).

Annie Ernaux: No he salido de mi noche

‘No he salido de mi noche’

Mi madre sufrió la enfermedad de Alzheimer a principios de los años ochenta. Al final, tuve que ingresarla en una residencia de ancianos. Siempre que volvía de mis visitas, necesitaba escribir sobre ella, sobre su cuerpo, sus palabras, el lugar donde se encontraba. No sabía que aquel período me conduciría hacia su muerte, en 1986.

Al hacer públicas estas páginas, las revelo tal y como fueron escritas, fruto del estupor y el trastorno que entonces sentía yo. No he querido modificar nada al transcribir aquellos momentos en que me quedaba junto a ella, fuera del tiempo, de todo pensamiento. Había dejado de ser la mujer que había conocido, que velaba por mi vida, y sin embargo, bajo ese rostro inhumano, por su voz, sus gestos, su risa, era mi madre, más que nunca.

Desde que el año pasado descubrí a Annie Ernaux, se ha aupado a un puesto muy alto en mi lista de autores favoritos. Quizá no sea este el libro suyo de los que he leído que más me ha gustado, pero aun así me parece muy bueno (a pesar de que, en realidad, no es más que las transcripciones de las notas que la propia Ernaux fue tomando acerca de su madre durante el tiempo que abarca). Por el tema que aborda, la enfermedad  y muerte de su madre, como comprenderéis no es un libro de digestión fácil. Es breve, es emotivo y, no sé si por mis propias circunstancias cuando lo leí o porque el libro invita a ello, me hinché a llorar. Leed a Ernaux; creo que es la mejor recomendación que os puedo hacer.

JUNIO

Delphine de Vigan: Nada se opone a la noche

‘Nada se opone a la noche’

Después de encontrar a su madre muerta en misteriosas circunstancias, Delphine de Vigan se convierte en una sagaz detective dispuesta a reconstruir la vida de la desaparecida. Los cientos de fotografías tomadas durante años, la crónica del abuelo de Delphine, registrada en cintas de casete, las vacaciones de la familia filmadas en súper ocho o las conversaciones mantenidas por la escritora con sus hermanos son los materiales de los que se nutre la memoria. Nos hallamos ante una espléndida y sobrecogedora crónica familiar, pero también ante una reflexión sobre la «verdad» de la escritura, porque son muchas las versiones de una misma historia y narrar implica elegir una de esas versiones y una manera de contarla. Y esta elección a veces es dolorosa, porque en el viaje de la cronista al pasado de su familia irán aflorando los secretos más oscuros.

Otra novela que me gustó muchísimo, aunque debo decir que, en mi opinión, va de más a menos (al final, se me hizo hasta un poquito larga). Pero merece mucho la pena, por varias razones: primero, porque la vida de la madre de Delphine de Vigan, esa guapísima mujer que aparece en la cubierta del libro, es de lo más interesante (toda la parte de la niñez me pareció increíble); y, segundo, porque es un ejercicio de lo más peculiar sobre cómo escribimos las historias, nuestras historias, cómo ordenamos los recuerdos, cómo narramos nuestras vidas. ¿Y qué le puede interesar más a una lectora entregadísima a todo lo que huela a autoficción? Pues eso, que estaba claro que, como poco, esta novela me iba a intrigar. No solo lo consiguió, sino que la disfruté.

*  *  *

Esto es lo que dieron de sí mayo (bastante) y junio (se nota que tuve más lío, ¿eh?). Os toca. ¿Habéis leído algo de lo que comento? ¿Os gustó? ¿Alguno de estos libros os recuerda a algún otro que nos queráis recomendar? Los comentarios son vuestros, como siempre.

Últimas lecturas (marzo y abril de 2017)

Sigo con el repaso de mis lecturas de este año. Tras una primera entrada en la que os hablé de los libros que leí entre enero y febrero, ahora me voy a detener en los dos meses siguientes, donde hay lecturas sumamente interesantes.

MARZO

Laura Ferrero: Piscinas vacías

‘Piscinas vacías’

«Quiero contarte una historia de amor, la tuya. Aunque sabrás, supongo, que no todas las historias de amor acaban bien».

Los protagonistas de estos relatos no son héroes ni viven situaciones de vida o muerte. Se parecen demasiado a nosotros mismos. Podrían ser nuestros vecinos, nuestros padres, nuestras parejas, nuestros amantes.

Una mujer que no puede dormir y se va al salón a escuchar el zumbido de la televisión. Un padre que sopla las velas ante su hijo, que también es padre. Una chica que le escribe una historia de amor a una niña que no conocerá. Un abuelo que le habla a una fotografía. Un hombre y una mujer que se dicen adiós en una esquina. No se conocen entre ellos, pero a todos les ocurren cosas parecidas: la vida, con sus insignificancias, pero también con sus grandes preguntas: cómo se enamora uno, por qué el amor que no se gasta se endurece, qué es lo que nos da miedo. Deben elegir entre la vida que tienen y la que imaginan.

Llegué a este libro de relatos a través de Twitter. Me explico: tengo amigos que retuitean a Laura Ferrero constantemente (y no me extraña, porque sus recomendaciones de libros y series son muy buenas) y algunos empezaron a hablar muy bien de este libro. Y un día aproveché una oferta para el Kindle y lo compré. Resumen: me gustó, algunos relatos incluso me gustaron muchísimo. Ahora bien, si profundizamos… Estos relatos no solo se salvan, sino que salen muy bien parados, precisamente por ser relatos. ¿Por qué digo esto? Porque individualmente funcionan. Muy bien. Están bien escritos. Plantean situaciones cotidianas con las que nos podemos sentir identificados muchas veces (de hecho, no conozco a nadie que haya leído el libro y no le haya pasado) y en ocasiones nos hacen reflexionar o nos dejan con una especie de runrún. Entonces, ¿cuál es el problema? Pues que si esto fuera una novela coral (ojo, que no lo es, son relatos individuales), todos tendrían la misma voz. Todos los personajes hablan igual. ¿Me ha importado? No, porque, además, he ido leyendo los relatos individualmente en distintos momentos. Pero quiero remarcarlo por si alguien se los lee del tirón y le suenan excesivamente parecidos (aunque las situaciones no lo sean). Aun así, a pesar de esto (que, ya digo, creo que no es aplicable porque son relatos), yo le voy a seguir la pista a Laura Ferrero. Me encantaría leer una novela suya. A ver si Laura y Alfaguara se animan. De momento, Piscinas vacías es una buena lectura (y a la autora la podéis seguir en Twitter o Instagram, que es una chica muy interesante).

Fernando Aramburu: Patria

‘Patria’

El día en que ETA anuncia el abandono de las armas, Bittori se dirige al cementerio para contarle a la tumba de su marido, el Txato, asesinado por los terroristas, que ha decidido volver a la casa donde vivieron. ¿Podrá convivir con quienes la acosaron antes y después del atentado que trastocó su vida y la de su familia? ¿Podrá saber quién fue el encapuchado que un día lluvioso mató a su marido, cuando volvía de su empresa de transportes? Por más que llegue a escondidas, la presencia de Bittori alterará la falsa tranquilidad del pueblo, sobre todo de su vecina Miren, amiga íntima en otro tiempo, y madre de Joxe Mari, un terrorista encarcelado y sospechoso de los peores temores de Bittori. ¿Qué pasó entre esas dos mujeres? ¿Qué ha envenenado la vida de sus hijos y sus maridos tan unidos en el pasado? Con sus desgarros disimulados y sus convicciones inquebrantables, con sus heridas y sus valentías, la historia incandescente de sus vidas antes y después del cráter que fue la muerte del Txato, nos habla de la imposibilidad de olvidar y de la necesidad de perdón en una comunidad rota por el fanatismo político.

El gran fiasco de este año. No entiendo cómo está teniendo el éxito que está teniendo. Tampoco entiendo cómo está cosechando tan buenas críticas. Sobre todo cuando hablas con gente del mundillo editorial y casi hay consenso sobre la calidad (no excesivamente buena) de la novela (tiene errores estilísticos a porrillo). Pero es lo que hay.

Tengo que admitir que había escrito un par de párrafos con mi opinión sobre el libro. Pero los he borrado y no los voy a publicar. Porque no quiero darle espacio a esta novela tramposa (e, incluso, en algunos momentos y depende de quién la lea, dañina) en el blog. Solo quiero recalcar que no me ha gustado y que, como novela, es mediocre. Creo que mi postura queda clara. Si alguien quiere profundizar sobre ella, no tengo problema en comentar todo en privado (aunque ya hablé de todo esto largo y tendido en Twitter en su día).

ABRIL

Leila Slimani: Canción dulce

‘Canción dulce’

Myriam, madre de dos niños, decide reemprender su actividad laboral en un bufete de abogados a pesar de las reticencias de su marido. Tras un minucioso proceso de selección para encontrar una niñera, se deciden por Louise, que rápidamente conquista el corazón de los niños y se convierte en una figura imprescindible en el hogar. Pero poco a poco la trampa de la interdependencia va a convertirse en un drama.

Con un estilo directo, incisivo y tenebroso en ocasiones, Leila Slimani despliega un inquietante thriller donde, a través de los personajes, se nos revelan los problemas de la sociedad actual, con su concepción del amor y de la educación, del sometimiento y del dinero, de los prejuicios de clase y culturales. 

Esta novela es una especie de viaje hacia un infierno cotidiano. Pero el viaje es tan sutil que algunos de sus protagonistas no se dan cuenta de hacia dónde los están llevando. En realidad, no es una historia novedosa: hay muchísimas novelas y películas con la misma temática (Antena 3 seguro que nos hace el favor de programar alguna en la sobremesa del fin de semana). Lo interesante en este caso es el componente psicológico, que Slimani explota con mucho acierto. Aun así, debo reconocer que a mí me faltó algo. Un no-sé-qué que me hubiese permitido «comprender» o anticipar la reacción de Louise, personaje que me parece opaco al final (aunque sabemos desde la primera página lo que hace; me hubiese gustado que se profundizara un poco más en los porqués de esa decisión). ¿Recomendable? Sí, mucho. Y como sé que entre los que me leéis hay algún seguidor de los premios Goncourt, esta novela recibió el galardón en 2016.

Juan Gómez Bárcena: Kanada

‘Kanada’

Kanada comienza donde la mayoría de las novelas de la Segunda Guerra Mundial terminan: con el fin del conflicto. Porque en 1945 se interrumpen las matanzas, pero se inicia otra tragedia que ha suscitado mucha menos literatura: el imposible regreso a casa de millones de supervivientes.

El protagonista de Kanada lo ha perdido todo: familia, propósitos, recuerdos. Solo le queda su antigua residencia, un improvisado refugio en el que acabará encerrándose para protegerse de una amenaza indefinida. Rodeado por unos vecinos que tan pronto parecen sus salvadores como sus carceleros, emprenderá entre las cuatro paredes de su cuarto un viaje que lo llevará muy lejos, hasta el oscuro país de Kanada de donde afirma proceder.

¿Qué hacer cuando las circunstancias nos empujan a realizar actos de los que nunca nos creímos capaces? ¿Cómo recobrar nuestra identidad cuando se nos ha arrebatado todo? ¿Es posible regresar a un mundo cuyas reglas han dejado de tener sentido? Con su segunda novela, y bebiendo de autores de la talla de Borges, Vonnegut o Amis, Juan Gómez Bárcena se atreve a abordar uno de los episodios más oscuros de nuestra historia desde una óptica nueva, que no pone el foco de atención en los verdugos o en el acto físico del exterminio, sino en la culpa que el sufrimiento imprime en las víctimas.

Definiría Kanada como una apuesta muy arriesgada por parte de su autor. Es una novela dura, conmovedora, difícil… incluso incómoda a ratos. Y el riesgo no se queda en la historia en sí, sino que traspasa la forma, con esa segunda persona narrativa (imprescindible en este texto). El resultado es magnífico y, a mi modo de ver, tremendamente inteligente. Porque hay cosas que no se dicen, pero que están. Y con eso basta para emocionarnos. Os la recomiendo mucho. (Por cierto, no tiene absolutamente nada que ver con la anterior obra de Gómez Bárcena, El cielo de Lima, otra obra que no me he cansado de recomendar).

Karl Ove Knausgård: El otro lado de la cara

‘El otro lado de la cara’

El otro lado de la cara, un ensayo que acompaña las fotografías de nucas que Thomas Wågstrom reunió en su libro Cuellos, se convierte en manos de Karl Ove Knausgård en un análisis de simbología corporal y una meditación en torno a algunos de los temas que laten tras la titánica obra autobiográfica que lo ha consagrado como el escritor europeo más internacionalmente venerado del momento, uno de los nombres mayores de la literatura del siglo XXI.

El cuerpo como carne y espíritu, la infancia, la memoria, los padres e hijos y el individuo en comunidad y fuera de ella, parte singular, integrada o esquiva, de un mundo que empieza por entregarse para acabar rehuyéndonos: he aquí un texto que, al modo característico de su autor, hunde sus raíces en la experiencia personal para arrojar luz sobre qué significa ser humano junto a los demás, y que sirve de complemento perfecto a La isla de la infancia (Mi lucha: 3).

Para, de alguna manera, hacer más llevadero mi mono por leer algo de Knausgård, decidí hacerme con este ensayo (muy breve: se lee en veinte minutos). Y es Knausgård: no defrauda. Tras un comienzo algo extraño y muy teórico sobre la importancia de la nuca (sí, sí, la parte trasera del cuello), sale a relucir el Knausgård de siempre. Pero, claro, se hace corto, demasiado corto. Aunque, eso sí, no sé si cumplió su función de hacer la espera de Tiene que llover más llevadera, porque me entraron más ganas aún si cabe de seguir con él. Soy demasiado fan. No lo puedo remediar.

Pedro Mairal: La uruguaya

‘La uruguaya’

Lucas Pereyra, un escritor recién entrado en la cuarentena, viaja de Buenos Aires a Montevideo para recoger un dinero que le han mandado desde el extranjero y que no puede recibir en su país debido a las restricciones cambiarias. Casado y con un hijo, no atraviesa su mejor momento, pero la perspectiva de pasar un día en otro país en compañía de una joven amiga es suficiente para animarle un poco. Una vez en Uruguay, las cosas no terminan de salir tal como las había planeado, así que a Lucas no le quedará más remedio que afrontar la realidad.

Narrada con una brillante voz en primera persona, La uruguaya es una divertida novela sobre una crisis conyugal que nos habla también de cómo, en algún punto de nuestras vidas, debemos enfrentarnos a las promesas que nos hacemos y que no cumplimos, a las diferencias entre aquello que somos y aquello que nos gustaría ser.

Una de las novelas que más he disfrutado y con la que más me he divertido de este año. Un hombre en plena crisis de los cuarenta, que piensa que su mujer le es infiel y decide pagarle con la misma moneda en un viaje que hace a Uruguay. Obviamente, todo le sale fatal. Pero, aparte de las situaciones, ya divertidas por la forma en que las cuenta el protagonista, hay que poner la atención en las reflexiones que hace sobre su vida. Buenísima novela que se me hizo excesivamente corta.

*  *  *

Pues esto es lo que dieron de sí marzo y abril. En mayo he leído muchísimo, algunas obras muy interesantes además, así que volveré para hablaros de ellas. Y quién sabe si, ahora que parece que me he vuelto a animar con el blog, hasta escribo alguna reseña (creo que del de Knausgård, Tiene que llover, habrá entrada seguro).

Como siempre, tenéis los comentarios a vuestra disposición por si queréis sugerir algún libro que hayáis leído o matizar (o criticar o lo que sea) algo de lo que yo haya dicho.

Mis últimas lecturas (de mayo a septiembre de 2016)

Como he hecho en otras ocasiones, voy a recopilar en una única entrada las lecturas de este año de las que aún no hay reseña (de algunas, no la habrá), por si os llama la atención alguno de los libros con los que he enredado y queréis saber mi opinión (aunque sea de forma rápida). Los libros anteriores a la fecha del título, están en esta otra entrada. Pues allá vamos.

MAYO

En mayo terminé dos libros, El show de Gary, de Nell Leyshon, y Bailando en la oscuridad, de Karl Ove Knausgård. De estos sí hay reseñas publicadas. Muy recomendables ambos.

JUNIO

'Las pequeñas virtudes'

‘Las pequeñas virtudes’

Natalia Ginzburg: Las pequeñas virtudes

A medio camino entre el ensayo y la autobiografía, Las pequeñas virtudes reúne once textos de tema diverso que comparten una escritura instintiva, radical, una mirada comprometida llana y conclusivamente humana. La guerra y su mordedura atroz de miedo y pobreza, el recuerdo estremecedor y bellamente sostenido de Cesare Pavese y la experiencia intrincada de ser mujer y madre son algunas de las historias de una historia –personal y colectiva–que Natalia Ginzburg ensambla magistralmente, en estas páginas de turbadora belleza, con una reflexión sagaz siempre atenta al otro, arco vital y testimonio del oficio –vocación irrenunciable, orgánica– de escribir.

Me encantó. Once relatos de lo más recomendables que, creo, merecerían más atención por mi parte aquí en el blog. Pero ¿qué decir de Natalia Ginzburg? Si no conocéis con esta pequeña joya, acercaos a ella, que es una preciosidad de libro.

***

En junio también estuve ocupada con Svetlana Alexiévich y sus Últimos testigos, que comenté hace pocos días.

JULIO

'La novia del lobo'

‘La novia del lobo’

Aino Kallas: La novia del lobo

Esta legendaria historia nace de los viejos mitos de los hombres lobo en Estonia, pero cuenta, en realidad, mucho más que eso: es también una metáfora de la ausencia de libertad de las mujeres en el siglo XVII. El relato se sitúa en Hiiumaa, una isla en el lado oeste de Estonia, y comienza con un guardabosques llamado Priidik que observa a un grupo de mujeres del pueblo que lavan a sus ovejas y se enamora de la joven doncella Aalo.

Escrita con un hermosísimo lenguaje, consigue trasladarnos a los bosques de Estonia y a aquellos pueblos amenazados por los lobos en los que se castigaba duramente todo lo que se consideraba brujería. Sara Morante ha logrado meterse en la piel de la rebelde Aalo y llevarnos con sus ilustraciones a su mundo más allá de la aldea.

Leí este libro porque la propia Sara Morante, que lo ha ilustrado con una exquisitez absoluta, me lo recomendó cuando le pregunté por él. Me dijo: «El texto es brutal, te va a encantar». Y sí que me gustó, mucho además. Me recordaba a cuando nos contaban cuentos de niños, pero esto no es precisamente para niños (aunque haya lobo, cazador…). Es una poderosa alegoría sobre el poder de las mujeres y su libertad. Tenedlo en cuenta si os gustan los cuentos tradicionales, porque no os va a defraudar (y disfrutad de las ilustraciones de Sara, que son el complemento perfecto al texto).

'Imposibles impensables'

‘Imposibles impensables’

Santi Pérez Isasi: Imposibles impensables

Imposibles impensables es un volumen de microrrelatos que juega con lo inverosímil, lo fantástico o lo grotesco, y que huye de algunos clichés del género, como lo metaliterario, lo onírico o la sorpresa final, para proponer una mirada a aquello que puede existir en nuestro mundo, pero que no podemos o no queremos ver. Son 125 relatos (y un bis) que reúnen animales ficticios, ciudades irreales, historias de terror y humorísticas… y, por supuesto, una colección de seres llegado del otro lado para recoerdarnos que las cosas siempre son lo que parecen.

Qué sinopsis más completa. Imposibles impensables es justo eso. Si os gustan los microrrelatos, no os podéis perder esta colección (incluso, aunque no sea el género que más os guste, os va a sorprender). Tengo que admitir que, antes de que los relatos se publicaran en libro, yo ya los había leído (bueno, la versión a la que tuvimos acceso), así que esto fue una relectura con la que me reí mucho (aunque no todos los relatos son humorísticos). De Santi, ¿qué queréis que os cuente? Suele comentar por el blog, sobre todo en los retos (de hecho, lleva tiempo intentando convencerme de que haga un megarreto de 365 días: la respuesta sigue siendo no) y acabo de calcular que hace veinte años que nos conocemos. No es el primer libro que publica, pero (shame on me) aún no me he acercado a Ruritania (salvo en su blog, Como un libro abierto, donde, por cierto, hay nuevas series de relatos de lo más interesantes). Y si algún día se queda sin ideas para escribir, que lo dudo, siempre puede sacar cosas de la noche de la presentación en Bilbao de los Imposibles impensables. Eso fue surrealismo y lo demás son tonterías, todavía me río al recordarla (el culpable, por supuesto, otro escritor bilbaíno cuyo nombre no voy a mencionar).

'Tú no eres como otras madres'

‘Tú no eres como otras madres’

Angelika Schrobsdorff: Tú no eres como otras madres

La narración de Angelika Schrobsdorff reconstruye la vida real e inconformista de su madre, una mujer nacida en una familia de la burguesía judía de Berlín, liberada de los prejuicios de su tiempo y deseosa de casarse con un artista (y no con el «exce­lente partido» que le han buscado, un comerciante opulento y maduro). Así, Else vivirá de lleno el nacimiento de un nuevo mundo junto a la culta bohemia berlinesa de los «locos años veinte», un periodo en el que tendrá tres hijos de tres padres diferentes, fiel a las dos promesas que se hizo de joven: vivir la vida con la máxima intensidad y tener un hijo con cada hombre al que amara. Esta es, por tanto, la historia de una mujer singular y sedienta de independencia, que será arrollada por aquello mismo en lo que se negaba a creer al principio: el presente. Sin embargo, en la dura prueba del exilio, Else encontrará una realidad nueva y reveladora tras una vida que hasta entonces ha estado ente­ramente dedicada a las fiestas, los viajes y el amor.

Según parece, este es uno de los libros del año, ha tenido mucho éxito y todo el mundo habla maravillas de él. De hecho, lo habían leído varias amigas mías antes que yo y todas estaban maravilladas. Bueno, pues a mí no me ha maravillado ni encantado ni nada por el estilo. Me fue decepcionando poco a poco. Admito que el comienzo de la narración me pareció buenísimo, y toda la época en que Else vive como le da la gana es magnífica. Pero después… todo se diluye. Quizá, sí, por la guerra y todo lo demás. Pero yo solo encuentro otro texto más, normalito y manido, sobre la guerra. Me empieza a pasar como con las novelas de la Guerra Civil española, que me cansan. Con este libro me ha ocurrido algo parecido.

AGOSTO

'Tu amor es infinito'

‘Tu amor es infinito’

Maria Peura: Tu amor es infinito

Saraa, una niña de siete años, va a pasar el verano a casa de sus abuelos, ya que sus padres, sumidos en una separación tempestuosa, no son capaces de ocuparse de ella. Lejos de un hogar en llamas, y en un ambiente en apariencia idílico, comienza un auténtico infierno para ella. La niña tendrá que librar una dura batalla interior para conciliar el dolor y el sufrimiento que le infligen las personas de su entorno más cercano con el afecto que siente por ellas, convencida de que son las únicas que realmente la quieren. Para evadirse del dolor y la culpa que la atenazan, Saraa escapa a un mundo de fantasía y juegos en el que la naturaleza tiene un papel fundamental. 

A pesar de tocar temas tan crudos y oscuros, Tu amor es infinito está escrita con gran lirismo, y una sensibilidad y una sutileza sorprendentes.

De esta novela os tengo que hablar largo y tendido, porque es lo mejor que he leído este año. El problema es que me cuesta escribir sobre esta novela. Quienes la hayáis leído os imaginaréis por qué. Es lo más terrible y duro que se puede llegar a leer. De hecho, es una novela que cuesta, y no solo por la complejidad de algunas de sus imágenes (en todo caso, siempre llenas de lirismo, lo cual no hace sino incidir en lo terrible y lo cruel y lo tremendo de lo que estamos leyendo), sino por lo que se nos está contando en sí. Difícil de leer, difícil de digerir, pero un novelón con todas las letras (lo único que me parece un horror es el título, pero se le perdona). A ver si saco fuerzas para hacer un comentario más elaborado sobre la novela.

'En manos de las Furias'

‘En manos de las Furias’

Lauren Groff: En manos de las Furias

Un hombre y una mujer caminan muy juntos por la playa. Hace frío, pero no importa. De repente se esconden detrás de unas dunas para celebrar su primer acto de amor carnal. Él es Lotto, ella es Mathilde, los dos tienen veintidós años y acaban de casarse, aunque solo llevan quince días juntos y saben muy poco el uno del otro.

El hilo de sangre que mancha los muslos de Mathilde sella esta entrega que parece absoluta y exclusiva, y así será durante más de veinte años. Lotto y Mathilde son la pareja casi perfecta: basta una mirada para que se entiendan, un gesto cómplice para que los dos dejen una sala abarrotada de gente y aprovechen cualquier rincón para amarse. Lotto se dedica a escribir obras de teatro guiado por su pasión por Shakespeare, y Mathilde se convierte en la esposa ideal: musa, empresaria y ama de casa. Bien…

Bien, hasta que de repente el destino se impone. Es entonces cuando descubrimos que el matrimonio es una larga conversación y que en esta charla caben huecos, omisiones, palabras sueltas que pueden ser mentiras piadosas o alfileres.

Yo quería una novela-culebrón para la playa (aunque al final hubo cambio de planes, pero bueno). En la playa, sobre todo ahora que mandan los niños, no puedo ponerme con cosas que me requieran mucha atención, así que pensé que algo así podría irme bien. El problema es que, como ya he dicho, no lo he leído en la playa. Y, aunque al principio me sorprendió y no me pareció tan culebrón como yo buscaba, toda la segunda parte me pareció un pestiño de lo peorcito. No la salvo de la quema. Para la playa (o similares: estas cosas van muy bien para viajes con distracciones), si no os ponéis muy exigentes, tiene un pase (la historia sorprende un poco), pero para el resto… Totalmente prescindible.

SEPTIEMBRE

'Me llamo Lucy Barton'

‘Me llamo Lucy Barton’

Elizabeth Strout: Me llamo Lucy Barton

En una habitación de hospital en pleno centro de Manhattan, delante del iluminado edificio Chrysler cuyo perfil se recorta al otro lado de la ventana, dos mujeres hablan sin descanso durante cinco días y cinco noches. Hace muchos años que no se ven, pero el flujo de su conversación parece capaz de detener el tiempo y silenciar el ruido ensordecedor de todo lo que no se dice.

En esa habitación de hospital, durante cinco días y cinco noches, las dos mujeres son en realidad algo muy antiguo, peligroso e intenso: una madre y una hija que recuerdan lo mucho que se aman.

No me ha parecido ni la gran maravilla que muchos dicen, ni el texto infumable del que hablan otros. Pero sí me ha gustado, creo que es una novela amable, con grandes aciertos. Lo que se dice, lo que no se dice, relaciones maternofiliales, relaciones matrimoniales, el proceso de la escritura… Al final se tocan tantos palos que algunos aspectos, a mi modo de ver, se quedan un poco deslavados. Sí la recomiendo y, de hecho, tengo mucha curiosidad por leer la anterior novela de Strout, que todo el mundo está de acuerdo en que es un novelón (acepto regalos).

'H de halcón'

‘H de halcón’

Helen McDonald: H de halcón

A raíz de la inesperada muerte de su padre, Helen McDonald decide comprar y adiestrar un azor, el ave de presa más peligrosa y letal. Así empieza un viaje de exploración a lo más profundo del dolor y de lo salvaje, que llevará a la autora al límite de la locura y cambiará su vida.

Destinado a convertirse en un clásico, H de halcón es un libro sobre el recuerdo, la naturaleza y el ser humano. Una lección magistral acerca de cómo reconciliar la vida y la muerte.

Jamás pensé que fuera a disfrutar tantísimo este libro. No tiene nada que ver con lo que suelo leer y no sé bien cómo calificarlo. Pero me atrapó y me dejé llevar por Helen y su azor. La naturaleza aunando vida y muerte como forma de exorcizar el dolor. Es un canto a la vida y a la naturaleza. Precioso.

***

Y aquí se acaban de momento las lecturas. Me he cogido unos días libres y he aprovechado para leer mucho. No todo es rescatable, pero hay cosas interesantes (como la novela de Annie Ernaux de la que os hablé el otro día). A ver si siguen las lecturas (aunque ya estoy trabajando de nuevo) y puedo ir contándoos. Como siempre, tenéis los comentarios a vuestra disposición para hablar de estos u otros libros que hayáis leído.

Karl Ove Knausgard: ‘Bailando en la oscuridad’

Tenía un apunte importantísimo en mi agenda el pasado 11 de mayo: «Publicación de Knausgård». Y, claro, según salió, compré la nueva novela de Karl Ove Knausgård. La he devorado. El cuarto volumen del titánico proyecto del noruego, Mi lucha, se titula Bailando en la oscuridad y estaba claro que me iba a gustar.

'Bailando en la oscuridad'

‘Bailando en la oscuridad’

«Naturalmente, esto no es una novela sino la purga de mi corazón»: las palabras no son de Karl Ove Knausgård, pero, a la luz de Mi lucha, podrían muy bien aplicársele. Y es que su serie de «novelas de no ficción» autobiográficas es tan catártica para el que la lee como lo fue para quien la escribió: es la inmitigada franqueza sin filtros del que pone su vida entera en juego la que, al vibrar en la página, reverbera más allá de ella.

Corre el tiempo, cambian las edades, los escenarios; y cuando se abre Bailando en la oscuridad, el cuarto volumen de la saga, Karl Ove Knausgård tiene dieciocho años y acaba de bajar del avión que lo ha colocado un poco más cerca de su destino. Que se llama Håfjord; Håfjord, un minúsculo pueblecito del norte de Noruega donde le espera un puesto como maestro, y la promesa de una paz que le permita entregarse a su recién descubierta vocación: la de escribir. Pero, tras un comienzo que promete, el desengaño: la ambición excede con mucho al talento. Y ser profesor no es tan fácil como parecía, y las tentaciones que ante él se despliegan tienen muchos rostros: el de las chicas, el del alcohol, el del aislamiento y la soledad; el del silencio. Cuando el narrador parece abocado a la crisis, cuando su relato se oscurece, el autor nos lleva consigo hacia atrás, hacia las raíces del ahora: y encuentra música y amor, escritura y vida; encuentra un testimonio de los deseos y sus frustraciones, de la dificultad de lidiar con lo heredado.

Karl Ove Knausgård escribe con luminosidad y energía, sin condescendencia, de un tiempo cargado de posibilidades e incertidumbres, de ambiciones y de tropiezos; un tiempo fundacional y definitorio, en el que el ímpetu colisiona a menudo con la torpeza. De esa oposición, de ese desajuste, emergen acordes inesperados, de una ligereza que no sacrifica la hondura por el camino: Bailando en la oscuridad es el episodio más grácil, raudo, bullicioso y eléctrico de la serie, cargado de una vitalidad tan intensa y abierta como la que describe.

El otro día, el escritor Jorge Carrión resumió en un tuit todo el proyecto novelístico de Knausgård. Básicamente, según él, los libros tocan cuatro temas principales: La muerte del padre, el duelo; Un hombre enamorado, el amor; La isla de la infancia, el miedo; y Bailando en la oscuridad, el deseo. Y sobrevolaría todos ellos la figura del padre. Estoy muy de acuerdo con lo que dice.

Centrémonos en Bailando en la oscuridad. Karl Ove tiene 18 años en esta entrega y el tiempo de la narración abarca desde los 16 hasta ese punto en que ha saltado al mundo adulto gracias a un trabajo de profesor que ha encontrado en un pueblo perdido del norte de Noruega (por cierto, que alguien me explique cómo es posible que en Noruega se pueda ejercer de profesor de secundaria teniendo únicamente el título de bachillerato). Dos años, por tanto, que como decía Jorge Carrión están marcados por el deseo. En mi opinión, básicamente de dos cosas. Una tiene que ver con las relaciones interpersonales: Karl Ove está deseando acostarse con una chica y perder la virginidad. No es que lo desee, es que está obsesionado con ello. Y mucho de lo que hace está enfocado a tal propósito. Segundo deseo: ser escritor. Había empezado a escribir en un periódico como crítico musical (el libro está plagado de referencias musicales de los ochenta: si os gusta la música de esa época, vais a disfrutar muchísimo de la novela), devora ciertos libros y decide que quiere ser escritor. Su decisión de trasladarse a ese pueblo perdido tiene que ver con esto: cree que en un sitio tranquilo se concentrará para escribir. El problema es que el resultado quizá no sea tan satisfactorio como a él le gustaría.

Entre estos dos deseos: la vida, con sus mil detalles (como en todo Knausgård). Su trabajo como profesor (no tan sencillo). Las fiestas y las tremendas borracheras. La relación de amor-miedo-odio con su padre y el incipiente alcoholismo de este. Los libros, la música y los conciertos. Los nuevos amigos. Las mil y una chicas con las que intenta ligar (¡le da igual, él quiere lo que quiere y punto!). La relación de amor distante con su madre. La primera relación seria de su hermano y cómo Karl Ove se refleja en ella. Decepciones por todos sitios. Deseo de ser alguien en la vida.

El estilo, el mismo al que nos tiene acostumbrados Knausgård: narración sencilla plagada de reflexiones (más elaboradas), recuerdos que se solapan unos a otros de forma desordenada, saltos en el tiempo hacia delante y hacia atrás y una prolijidad en los detalles que a muchos les parece excesiva (a mí me parece que eso es la vida, y es lógico y preciso que se recoja en la narración). Si os han gustado las anteriores novelas del noruego, esta no os va a decepcionar.

Yo, cual yonqui literaria, estoy ya esperando el quinto volumen. A ver si los señores de Anagrama no nos hacen esperar demasiado. ¿Alguien más ha leído ya Bailando en la oscuridad? ¿Tenéis ganas de leerlo? Espero vuestros comentarios

Karl Ove Knausgard: ‘La isla de la infancia’

Después de meterme de lleno en los dos primeros volúmenes que componen Mi lucha, el proyecto de Karl Ove Knausgård, decidí reposar un poco su lectura y dejar el tercero para más adelante. No he podido aguantar más y lo he devorado apenas dos meses después. Pensaba que La isla de la infancia no me iba a gustar tanto como los anteriores: qué equivocada estaba. Y ahora aquí me hallo, como una yonqui, queriendo más.

'La isla de la infancia'

‘La isla de la infancia’

La memoria no atiende al orden cronológico. Avanza, retrocede, se remansa; guarda reposo y, por sorpresa, sin que conozcamos el motivo, se aviva de nuevo, como si la impulsara una súbita iluminación. Es en las mil direcciones en las que se dispara por las que se interna con pasmosa exactitud Mi lucha, el monumental ejercicio de realismo autobiográfico de Karl Ove Knausgård, guiado por «una especie de oído absoluto de los recuerdos». Y, de todas ellas, La isla de la infancia (el esperado tercer volumen de su novela) arranca situándonos en la isla de Tromøya en el verano de 1969, donde un Karl Ove de ocho meses llega en un carrito empujado por su madre.

Desde allí, desde el centro de los inmensos bosques cargados de promesas y misterios (el escenario predilecto de las exploraciones del pequeño Karl Ove, descrito con meticuloso detallismo, objeto de una permanente fascinación), se despliega un zigzagueante y encendido recuento de experiencias y descubrimientos. La felicidad de la escuela y el esfuerzo por encontrar encaje en ella; las recompensas y fricciones de la amistad; la excitación de la vida al aire libre, con sus travesuras y juegos; el descubrimiento de la cara más luminosa y la más amarga del amor; los temores y alegrías; la ropa, la lectura, la música, el deporte; la familia, la familia por encima de todo, con sus dos figuras antagónicas, difuminada una, omnipresente la otra: la serena confortabilidad de la madre frente al terrorífico autoritarismo paterno, siempre vigilante, dispuesto a examinar y sancionar con violencia cualquier desliz.

He aquí los materiales con los que, cerrando el foco y diseñando una voz que se acerca con la mayor veracidad a la experiencia infantil y su cosmovisión, se compone la entrega más dinámica, directa, compacta y magnética de una empresa literaria imperecedera; un combate inclemente y exitoso, de una sinceridad y crudeza tan descarnadas como inusuales, contra lo más complejo del recuerdo, la existencia, la identidad.

La voz infantil de Karl Ove me ha encandilado. Porque aquí no estamos escuchando al adulto padre de familia. No. Estamos escuchando a un niño que va creciendo hasta casi llegar a la adolescencia. Pasamos de hijo que se ocupa de su padre, a padre y, ahora, a hijo (niño). Sí que hay alguna reflexión del Karl Ove adulto, pero, por encima de todo lo demás, está la personalidad chispeante, tierna y todavía inmadura de Karl Ove. ¡Qué complicado lograr esto, en serio! Con la misma prosa sencilla de recuerdos que se yuxtaponen de las otras novelas, La isla de la infancia es una vuelta a esa etapa de la vida en que todo es exploración y descubrimiento.

Karl Ove nos habla sobre su vida: la escuela (donde destaca como un muy buen estudiante, sobre todo a la hora de escribir redacciones), los amigos, los deportes, las excursiones, el descubrimiento de la música y los libros, el sexo, las travesuras (hay momentos realmente hilarantes), los primeros amoríos… Pero, entre todas las cosas, destaca la familia, tan importante en la vida de Karl Ove. Una vida familiar marcada, por un lado, por la admiración que siente por su hermano mayor, Yngve; y, por otro, por la relación que mantiene con sus padres. Karl Ove siente pavor de su padre. Un padre autoritario, exigente y poco comprensivo con el niño sensible y temeroso que tiene por hijo. Castigos, gritos e, incluso, palizas son la tónica habitual de una relación que quienes hemos leído la primera parte de Mi lucha ya conocíamos, aunque probablemente no con la hondura que proporciona esta tercera. No puedo dejar de sentir una lástima tremenda por Karl Ove. En contraposición, la madre. Una madre casi ausente, primero en la narración (el Karl Ove adulto explica esta ausencia) y luego en la vida de Karl Ove. El temor al padre frente al refugio, el hogar y el cariño de la madre.

No os voy a contar más (no he contado nada, que conste). Yo no sé por qué no estáis todos leyendo a Knausgård y hablando conmigo sobre él todo el tiempo. En serio, es de lo único que quiero hablar estos días. Estoy maravillada con esta obra, maravillada con el autor (creo que siento una especie de amor platónico por él, sobre todo después de pasarme media tarde el otro día viendo entrevistas suyas en Youtube: es lo que tiene estar pachuchilla en casa) y, de verdad, es mi tema de conversación favorito ahora mismo (por si no os habíais dado cuenta quienes me seguís por Twitter). Así que, llenadme los comentarios con opiniones sobre Karl Ove, por favor. ¿Lo habéis leído? ¿Os llama la atención? Prometo contestar… 😉

Y una última cosa: señores de Anagrama, saquen ustedes el cuarto volumen ya, por favor, que lo necesitamos.

Karl Ove Knausgard: ‘Un hombre enamorado’

Hace unos días os hablé de la primera parte del macroproyecto a lo Proust del noruego Karl Ove Knausgård, La muerte del padre. Hoy os traigo mis impresiones sobre la segunda, Un hombre enamorado, que debo admitir que me ha gustado aún más si cabe.

'Un hombre enamorado'

‘Un hombre enamorado’

De ser hijo a ser padre. Este es el paso del autor en la segunda parte de las seis que conforman Mi lucha, esa inmensa novela autobiográfica que la crítica ha descrito como «un proyecto demencial que solo los verdaderos genios pueden alcanzar». Karl Ove deja a su mujer y se marcha a Estocolmo. Allí se hace amigo de Geir, otro noruego, intelectual y fanático del boxeo. Y vuelve a encontrarse con Linda, una poeta que le había fascinado en un encuentro de escritores y que será su segunda mujer. Su mundo cambia mientras él escribe y cuenta cómo es volverse a enamorar, los goces y los engorros de la paternidad, la necesidad de escribir, la cotidianeidad de la vida en familia o el cómico fracaso de sus vacaciones, la humillación de las clases de preparación al parto, las peleas con los vecinos… Knausgård escribe con una veracidad punzante sobre los instantes que componen una vida, la de un hombre que anhela con igual intensidad la soledad y el amor.

Hay un salto como de diez años entre el final de La muerte del padre y el comienzo de Un hombre enamorado. A Karl Ove le han pasado cosas muy importantes en su vida: ha dejado a su mujer Tonje, se ha ido a vivir a Suecia, ha conocido a Linda y tiene tres hijos con ella. En este tiempo también ha empezado a publicar y sigue escribiendo. Echa un poquito para atrás y lo que tenemos en Un hombre enamorado es la aventura vital de Karl Ove desde el momento en que se muda a Estocolmo hasta ese «presente» con tres niños y una idea de proyecto literario en la mente.

Hay varios temas que vertebran toda la novela (y la vida de Karl Ove). Uno es la escritura en sí, importantísimo. Su deseo de escribir, cómo se siente al escribir, charlas con otros amigos escritores plagadas de reflexiones (algunas de lo más interesantes, otras un poco más ajenas para quienes no conocemos el mundo editorial escandinavo…) y una cierta preocupación por la imagen que da a los demás de sí mismo, tanto en su escritura (que vive como una auténtica liberación: es feliz escribiendo) como en la promoción de sus libros (dice que jamás dan una imagen siquiera cercana de sí mismo; desde luego, después de estas novelas, espero que ya no tenga estos problemas, porque las novelas son un desnudo completo, se despoja de absolutamente todo, cuenta todo tal cual). Sobre todo destaca su obsesión por la soledad para escribir, que choca de manera frontal con su vida como padre de familia. Le es muy complicado conjugar ambos aspectos. No puede escribir si tiene que cuidar a su hija Vanja (la mayor y cuyos primeros años son el centro de la novela) y no puede ocuparse de su familia cuando se enclaustra para escribir, lo que desemboca en constantes crisis de pareja.

Pero el libro se titula Un hombre enamorado y, obviamente, es por algo. La novela es, por encima de todas las cosas, la historia de una pareja, la de Karl Ove y Linda, con sus momentos buenos y sus momentos malos. Karl Ove nos cuenta cómo conoció a Linda y cómo se reencuentra con ella en Estocolmo años después. La negativa de ella a tener algo con él en un principio. El acercamiento paulatino de ella cuando años después Karl Ove se muda a Estocolmo. Una especie de cortejo algo extraño (pero bonito), plagado de inseguridades. La explosión de alegría cuando por fin se juntan (si la primera noche con alguien que me gustara muchísimo, él me dijera lo que Karl Ove le dice a Linda, me muero allí de amor directamente). La felicidad contagiosa y eufórica de los primeros seis meses de relación. El comienzo de las crisis. El primer embarazo. El nacimiento de Vanja. Más crisis. Solución a las crisis. La decisión de tener a Heidi y a John después de Vanja (e, incluso, otro más, que no aparece en la novela, porque es anterior a su nacimiento, pero ya van por cuatro). Vida de pareja y vida de familia. Las suegras. Las compras en el supermercado con el carrito. Los problemas con la loca de su vecina. Escenas cotidianas que les sonaran mucho a todos los padres de familia. La vida, en definitiva. La construcción de una pareja y una familia, paralela a la construcción de una novela.

Y hay un tema que sobrevuela toda la novela y que me ha hecho muchísima gracia, quizá por desconocimiento sobre las culturas escandinavas. Resulta que los suecos y los noruegos no se llevan del todo bien. Y él es un noruego que vive en Suecia. A pesar de que las relaciones entre ambos países son muy habituales y comparten mucho (hasta el idioma es muy parecido), las formas de ser y la idea del otro son muy distintas y hay una especie de rivalidad entre ambos países muy presente en la novela y que, creo, los extranjeros miramos con curiosidad y diversión.

En Un hombre enamorado, de nuevo nos encontramos con una escritura algo desordenada, propia de quien va recordando y una anécdota le lleva a la siguiente. Lo único que puedo deciros es que engancha. Al leer, al menos yo, tuve todo el tiempo la sensación de «querer saber más». Y, la verdad, no quiero contar más (apenas he dicho nada). Coged el libro y leedlo. Se puede leer independientemente de La muerte del padre, aunque yo os recomendaría la lectura de ambas novelas. Aun así, si esta os apetece mucho, ¡a por ella! Quizá aparecen personajes y no sabéis muy bien quiénes son en algún momento (Tonje, la exmujer; Yngve, el hermano), pero no conocerlos no entorpece la lectura.

Y reconozco que ya estoy deseando meterme con la tercera, La isla de la infancia, pero voy a esperar un poco. ¿Alguien ha leído a Knausgård? ¿Alguien comprende mi enganche? ¡A los comentarios! 😉

Karl Ove Knausgard: ‘La muerte del padre’

Aunque leo de forma muy caótica y desordenada, intercalando varios libros a la vez y demás, sí que tengo una regla que intento cumplir porque creo que es buena para mi salud mental: no leer dos libros seguidos del mismo autor. Sé que parece una tontería, pero para mí no lo es. A veces tan solo meto un par de capítulos de otro escritor entre libro y libro, pero eso ya me sirve para «salir» del mundo del autor en cuestión. Bueno pues, con Karl Ove Knausgård, me he saltado mi propia regla. Según acabé La muerte del padre, cogí Un hombre enamorado. No pude evitarlo, me tiene totalmente enganchada.

'La muerte del padre'

‘La muerte del padre’

Karl Ove Knausgård está luchando con su tercera novela casi diez años después de que su padre se emborrachara hasta morir. Quiere que sea una obra maestra, pero le atormentan las dudas sobre su talento como escritor y se pasa los días imaginando epitafios nada halagadores para sí mismo. La mente de Karl Ove deambula entre sus frustraciones actuales y su relación con su familia y el pasado —su infancia, las inseguridades de la adolescencia, el descubrimiento del sexo, del alcohol, esa «bebida mágica», su pasión por el rock— cuando su padre tenía la misma edad que él ahora. Era un niño serio y a menudo angustiado, con un hermano más feliz y menos complicado que él, una madre apacible y cariñosa pero casi invisible, y un padre distante e imprevisible. Un padre cuya muerte prematura suscitó en él emociones contradictorias, alivio, y también un profundo dolor, sentimientos que el protagonista aún no ha conseguido aceptar.

La muerte del padre es la primera novela de las seis que conforman Mi lucha y que pueden ser leídas de forma independiente o como partes de un proyecto muy ambicioso. Karl Ove Knausgård se embarca en una exploración proustiana de su pasado y desmenuza la historia de su propia vida hasta obtener las «partículas elementales». El resultado es una historia universal de los combates —grandes y pequeños— que todos debemos librar en nuestras vidas, una novela tan profunda como absorbente que nos atrapa desde la primera página, escrita como si la propia vida de su autor estuviera en juego.

Llevo una semana larga totalmente metida en la vida de Karl Ove Knausgård. Y me está gustando todo tanto que no quiero salir de Noruega y de Suecia en unos días más. Aunque ahora os contaré un poquito sobre La muerte del padre, primera novela del faraónico proyecto autobiográfico en el que se metió Knausgård, que vaya por delante que Un hombre enamorado me está gustando mucho más (quizá me es más cercano). Perdonad el juego de palabras tonto, pero el hombre enamorado me está enamorando a mí.

Aun así, me voy a centrar en La muerte del padre (ya habrá tiempo de hablar del resto de novelas más adelante). Lo primero que quiero decir es que no es una novela tan dura como podría parecer por el título e, incluso, quizá, por el texto de la contracubierta de Anagrama, aunque es obvio que hay un acontecimiento duro y todo el trasfondo es complejo.

La muerte del padre se centra en aquellos recuerdos de Karl Ove (lo llamaré así como personaje) que reflejan cómo era la relación con su padre. Desde recuerdos de la infancia, en que nos muestra a un niño temeroso de las reacciones de su progenitor, hasta la adolescencia, etapa en que Karl Ove vivió una temporada solo con su padre. Y es la adolescencia de Karl Ove lo que ocupa más páginas en la novela: sus primeras salidas, sus primeras borracheras, el primer enamoramiento, las primeras experiencias sexuales, el descubrimiento de la música y su empeño por tocar la guitarra… Una adolescencia muy «normal» en la que la ausencia de los padres es demasiado habitual. Y esa ausencia, quizá, explica el momento más duro de la novela.

El padre de Karl Ove muere alcoholizado y los sentimientos que esta muerte traen consigo son la parte que más vueltas nos hace darle a la cabeza. De la muerte en sí sabemos lo que Karl Ove y su hermano van descubriendo en los días posteriores, mientras preparan el funeral. Y son conscientes entonces de todo lo que había alrededor de la vida de su padre (ojo a la abuela).

La vida es sencilla para el corazón: late mientras puede. Luego se para.

Me repito: no es un libro tan duro como pudiera parecer en un principio, aunque el trasfondo sí lo sea. Está todo contado con una cierta ligereza (prosa sobria, sencilla y elegante) y de forma algo desordenada: no dejan de ser recuerdos que se van, en ocasiones, solapando unos a otros.

Creo que es una lectura absolutamente recomendable. No sé por qué no estáis todos hablando de Knausgård todo el tiempo conmigo… Y la segunda novela me está gustando aún más. Un gran descubrimiento, Knausgård, para este verano (¡qué rabia no haber hecho caso durante todo este año, que me lo han recomendado mil veces!).

¿Alguien ha leído a Knausgård o le llama la atención? ¿Alguien esperando la cuarta entrega como agua de mayo? Podéis hablar de lo que queráis en los comentarios. Me pega que la semana que viene os contaré algo sobre Un hombre enamorado. 😉



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