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Haruki Murakami: ‘De qué hablo cuando hablo de correr’

Me ha entusiasmado este libro. Aunque su autor sea el novelista japonés Haruki Murakami, esto no es una novela, sino una suerte de memorias que escribió para explicar su vida como corredor de fondo y cómo este aspecto enlaza con su faceta de escritor. Copio el texto de la contraportada:

De qué hablo cuando hablo de correr

Portada del libro

En 1982, tras dejar el local de jazz que regentaba y decidir que, en adelante, se dedicaría exclusivamente a escribir, Haruki Murakami comenzó también a correr. Al año siguiente correría en solitario el trayecto que separa Atenas de Maratón, su bautizo en esta carrera clásica. Ahora, ya con numerosos libros publicados con gran éxito en todo el mundo, y después de participar en muchas carreras de larga distancia en diferentes ciudades y parajes, Murakami reflexiona sobre la influencia que este deporte ha ejercido en su vida y en su obra. Mientras habla de sus duros entrenamientos diarios y su afán de superación, de su pasión por la música o de los lugares a los que viaja, va dibujándose la idea de que, para Murakami, escribir y correr se han convertido en una actitud vital. Reflexivo y divertido, filosófico y lleno de anécdotas, este volumen nos adentra plenamente en el universo de un autor que ha deslumbrado a la crítica más exigente y hechizado a miles de lectores.

Esto es lo más parecido que, probablemente, nunca tengamos a una autobiografía de Murakami. A través de las descripciones de sus entrenamientos y carreras, nos presenta muchas facetas de su vida y, por ende, de su literatura. También nos hace partícipes de lo que para él significa escribir una novela, cómo decidió hacerse escritor o lo que le supone física y mentalmente ponerse a escribir. Un proceso que él compara e, incluso, casa con el hecho de salir a correr todos los días. En palabras del propio autor: «Casi todo lo que sé sobre la escritura lo he aprendido corriendo por la calle cada mañana».

Un libro de lo más recomendable para seguidores de Murakami, para corredores, para escritores en ciernes y para todos aquellos que quieran acercarse a las reflexiones de este magnífico autor. Interesantísimo.

Wallace Stegner: ‘En lugar seguro’

Si hay una editorial relativamente reciente que me llama la atención es Libros del Asteroide. No solo porque su catálogo me parece de lo más interesante, sino porque el diseño de sus libros me tiene totalmente hipnotizada, es sobresaliente (¡hasta las guardas son una maravilla!).

En lugar seguro

'En lugar seguro'

Leí En lugar seguro allá por el mes de enero. Me gustó mucho y, la verdad, el tiempo que ha pasado ha ayudado a que mi opinión ahora sea incluso mejor que cuando lo acabé (he reposado ciertas cosas, como el carácter insufrible por momentos de una de las protagonistas, Charity). Es un verdadero canto a la amistad exquisitamente escrito.

Y esto es todo lo que voy a decir de la novela en sí. Para que tengáis más datos, os voy a copiar el texto de la contraportada y, si queréis más opiniones, la red está plagada de comentarios sobre la novela, todos muy positivos y entusiastas, por cierto (hecho que me animó a comprarla), como no podía ser de otra forma porque, repito, la novela es magnífica.

Cuando durante la Gran Depresión dos jóvenes parejas se conocen surge entre ellas una amistad que durará toda la vida. Son muchas las cosas que inicialmente los unen: Charity Lang y Sally Morgan están esperando su primer hijo, y sus maridos Sid y Larry son profesores de Literatura en la Universidad de Wisconsin; aunque su relación se va haciendo más compleja a medida que comparten décadas de lealtad, amor, fragilidad y desacuerdos.

Treinta y cuatro años más tarde del inicio de esta amistad, los Morgan visitan la colonia de veraneo de sus amigos en Vermont para el que saben será su último fin de semana junto a Charity. Durante esa visita Larry rememora todos sus años de amistad: las alegrías, las penas, las ilusiones y también los sueños que quedaron por cumplir; pero por encima del relato de los hechos late una profunda reflexión sobre el amor y la amistad, sobre los intentos de cuatro personas por hacer frente a las tribulaciones de la vida.

Una novela maravillosa… y un libro con faltas de ortografía, cortes de palabra incorrectos, errores ortotipográficos y de traducción (la traductora parece no haberse enterado de que Sally es un personaje femenino y se empeña en que «camine ufano»). Problemas que se podrían haber solventado contratando a un buen corrector. Me duele gastarme 22 euros en una novela y que no esté editada con el mimo que se merece. Y esta, muy a mi pesar, no lo está. No es de recibo. Si pudiera hacerse, exigiría que me devolvieran parte del dinero, porque esto no está bien acabado. Y no creo que esta editorial, que a priori está haciendo un esfuerzo por hacer las cosas bien, se pueda permitir estos fallos. Sí, un corrector encarece la edición; sí, las editoriales independientes tienen que luchar como sea para aguantar a flote y sus presupuestos son ajustados. Pero yo, al menos ahora, voy con pies de plomo con ellos. ¡Una auténtica pena! Como tengo intención de leer más libros suyos, espero que esto haya sido un problema puntual y que, en unas semanas, os pueda decir que he leído tal o cual novela de la editorial y que estaba magníficamente editada. Y, si no, ¡que me contraten!

Emoticonos

Esta mañana, además de actualizar el blog a la versión 3.0 de WordPress, hemos cambiado los emoticonos. Llevaba un tiempo quejándome de lo feos que eran los que venían con WordPress «por defecto» y, he debido de ponerme tan pesada, que Arturo los ha cambiado por un juego de David Lanham, un diseñador muy conocido por sus iconos. Os enseño algunos (¡nada que ver con los antiguos!):

🙂 😀 😉 🙁 😛

¿Cómo hace el gallo?

Si le hiciéramos la pregunta del título a un niño pequeño cuya lengua materna fuera el castellano, no dudaría en contestarnos que el gallo hace quiquiriquí. Pero ¿responderían igual un niño francés, un inglés, un indonesio o un búlgaro…? A priori, sabiendo que es una onomatopeya, es decir, un vocablo que imita el sonido que quiere significar, y sin pensarlo demasiado, todos diríamos que el gallo canta quiquiriquí en todo el mundo. Pues va a resultar que no…

Aunque el gallo cante igual en todos sitios, cada lengua tiene su propia onomatopeya para recrear ese sonido. Y el caso de este animal es particularmente variado en este sentido. ¡Le hemos ido echando imaginación!

  • Castellano: quiquiriquí.
  • Inglés: cock-a-doodle-do.
  • Alemán: kikeriki.
  • Árabe: coucoucoucou.
  • Búlgaro: kúkuriguu.
  • Chino: kuku.
  • Francés: cocorico.
  • Indio: kook-a-doo koo.
  • Indonesio: kukuruyuk.
  • Japonés: kokekokkoo.
  • Neerlandés: kukelekuuu.
  • Portugués: cocorococo y también cocorico.
  • Ruso: kukareku.
  • Italiano: chicchirichi.
  • Euskera: kukurruku.

Parece que hasta los animales hablan idiomas. Por cierto, depende de dónde se busque, la transcripción puede variar un poquito (si me he equivocado en alguna, lo siento; decídmelo para que lo corrija cuanto antes). Y, por supuesto, si conocéis alguna onomatopeya del gallo (otro día, si queréis, más animales), por favor, compartidla con nosotros en los comentarios.

Corregir archivos pdf con tableta digitalizadora (1)

En este artículo (que empieza otra serie) os voy a presentar una manera de trabajar que, aunque no es muy conocida ni utilizada por la inmensa mayoría de los correctores, puede resultar muy práctica: se trata de corregir archivos pdf con tableta digitalizadora.

Aunque hoy en día se suelen hacer las correcciones directamente en los programas de edición/maquetación o, en pasos anteriores de la cadena, en el propio procesador de texto, puede haber ocasiones en que, por ejemplo, por problemas con las versiones del programa de maquetación, la editorial pida al corrector que corrija un pdf de la maqueta y que sea el maquetador quien introduzca los cambios. Lo habitual en estos casos es que se imprima ese pdf y el corrector marque las correcciones pertinentes a bolígrafo en el papel (el temido boli rojo) mediante signos conocidos también por el maquetador (algún día os mostraré todos estos signos).

Esta manera de trabajar implica siempre un coste de impresión (sin pararnos a considerar otras cuestiones medioambientales) y, en caso de correctores free lance como es mi caso, también uno de envío (Correos, mensajería…) o, incluso si se llevara en mano a la editorial, el del desplazamiento (gasolina, transporte público, etc.). Por no hablar del tiempo que todo esto implica, claro está… (que, muchas veces, no es una cuestión baladí).

Pues bien, con este sistema de corrección mediante tableta digitalizadora, nos ahorramos todo lo anterior (a cambio de una pequeña inversión inicial). Y podemos realizar exactamente el mismo trabajo que haríamos en papel (sin importar el tipo de corrección que nos hayan pedido).

Obviamente, necesitamos una tableta digitalizadora; es un dispositivo que, conectado a nuestro ordenador, nos permite dibujar, escribir y movernos por la pantalla como si estuviéramos delante de un papel y un lápiz físicos (de hecho, la tableta tiene su propio lapicero/bolígrafo). La superficie de la tableta equivale a lo que vemos en pantalla. Yo tengo una muy pequeñita (tamaño A6; las hay mayores, aunque sube el precio también), quizá una de las más sencillas del mercado, pero que resulta más que suficiente para este tipo de trabajos. Es la Wacom Bamboo One y me costó unos 45 euros hace año y medio (la tengo más que amortizada). No sé si este modelo en concreto sigue a la venta, pero seguro que, si no, hay tabletas con características y precios similares. La casa Wacom es muy buena y esta gama «baja» de tabletas es perfecta tanto para familiarizarse con ellas (aprender a dibujar, etc.), como para estos trabajos de corrección.

Wacom Bamboo One

Wacom Bamboo One

Con la tableta ya conectada al ordenador, necesitamos un software tipo Adobe Acrobat Professional para realizar las correcciones. El Acrobat Professional cuenta con unas magníficas herramientas de corrección (que podemos utilizar a la vez que la tableta, por ejemplo cuando debemos introducir grandes cantidades de texto).

En un próximo artículo os iré mostrando cómo hacer que funcione la tableta con el software y os haré una pequeña demostración de cómo se escribe con ella y cómo podemos ir corrigiendo.

Preguntas de Formspring

Como ya os he comentado en alguna ocasión, tengo abierta una cuenta en Formspring donde todo aquel que quiera puede dejarme preguntas que yo voy contestando poco a poco (podéis verla aquí). Aunque muchas de las preguntas que me han hecho hasta ahora eran más personales (algunas son tronchantes, no os las perdáis), sí ha habido cuestiones que tenían algo que ver con los temas que suelo tratar en este blog, así que he decidido recopilarlas y publicarlas aquí también (tened en cuenta que la mayoría las contesté hace ya unos meses). De todas formas, os invito a que visitéis Formspring, que leáis lo que hay por ahí y os animéis a hacer nuevas preguntas…

¿«Jejejeje» o «je, je, je»?
Creo que la segunda, pero reconozco que no estoy segura del todo.

Los nombres de las empresas (bancos, telefónicas, etc.), ¿se escriben en cursiva o redonda? A su vez, ¿son marcas —o nombres comerciales—? (Nike, Sony, etc.).
Son nombres propios, se escriben en mayúscula y redonda. No sé exactamente la diferencia entre marca y nombre comercial, así que no sé responder a lo segundo (aunque para la ortografía creo que da lo mismo).

Siguiendo una temática parecida a la anterior, si por ejemplo tengo el tema Mother, del disco The Wall, del grupo Pink Floyd, ¿cómo escribo cada uno cuando debo citarlos de este modo?
El grupo en redonda, el álbum en cursiva y la canción entrecomillada (a poder ser, comillas latinas o de pico). Esa es, teóricamente, la norma (la siguen todas las editoriales para las que trabajo). ¡Gracias por las preguntas!

¿Blog o bitácora? (Yo prefiero bitácora —¡además el DPD me apoya!—).
Al principio, hace ya muchos años, utilizaba más bitácora, pero ahora no, prefiero blog. Es más corto y en general se utiliza más. Y sí, la RAE en el DPD parece preferir bitácora, pero no acaba de actualizar el término en el DRAE… Ahora que están más de meros registradores que de regidores, supongo que en breve observarán ambos términos por igual. Pero genial que tú prefieras bitácora… Me encanta encontrar a gente que elige las opciones más puristas y minoritarias.

¿Cuáles son tus tres libros favoritos? ¿Por qué?
Cien años de soledad, porque es la mejor novela del siglo xx y me pone los pelos de punta que alguien pueda narrar así. El guardián entre el centeno, porque la actitud cínica e inconformista de Holden Caulfield me tocaron mucho; creo que me pasé media adolescencia enamorada platónicamente de Holden (por cierto, casualidad, lo estoy releyendo en este momento). Y el tercero, El encantador de gatos, con consejos y tal sobre la vida gatuna… ¡Nooooo! ¡Todavía no estoy tan loca! No sé cuál sería el tercero. Por poner algo actual de un autor que me gusta mucho, diremos Tokio blues, norwegian wood de Haruki Murakami. Aunque podría decir otros (por ejemplo, tengo un cuelgue bastante curioso e increíble con Buenos días, tristeza: lo leo todos los veranos puntualmente).

¿Cuál es tu palabra favorita? ¿Qué palabras o expresiones encuentras más sorprendentes o graciosas en el resto de países de habla castellana?
Mi palabra favorita, tanto por sonoridad como por significado (canto para adormecer a los niños), es arrullo. En cuanto a expresiones graciosas, me encanta que llamen aeromozas a las azafatas en algunos países (me tronchaba la primera vez que lo oí).

Odio usar los signos de exclamación e interrogación al comienzo de las frases (¿¡). Es grave?
A mí me encantan, pero creo que el criterio de personas como tú se va a imponer y los acabarán suprimiendo. ¡Pero yo seguiré luchando por su causa!

Para mejorar la ortografía, ¿la solución está en leer más y más o —como en mi humilde opinión— escribir más y más? (¡No vale responder «las dos por igual»!)
Creo que la clave no es ni lo uno ni lo otro (aunque ambos sean importantísimos), sino en fijarse mucho, poner atención. Hay que hacer funcionar la memoria fotográfica y que, cuando escribamos algo mal, nos parezca «raro», como que no encaja. Conozco gente que escribe muchísimo y lo hace fatal; sin embargo, sí tengo la sensación de que quien lee mucho, lo hace un poco mejor. Igual me quedo con la lectura. Aunque ambas son importantes. Y, lo fundamental, tener cariño por lo que se hace, ganas de escribir bien y curiosidad por buscar soluciones cuando tengamos dudas.

Opiniones

Tener que sentarme a escribir esto me molesta un poco, pero a veces es preferible dejar las cosas claras.

Más de una vez en mi vida he recibido correos electrónicos impertinentes sobre asuntos de lo más variopinto. Recuerdo uno, no hace demasiado, en que, tras visitar mi página web y ver mi nómina de clientes, se me reprochaba que solamente trabajo para gente del País Vasco. Bueno, soy de Bilbao, es lógico que, por proximidad, tenga clientes de aquí; pero se da la circunstancia de que, en este momento, estoy trabajando para un señor de San Francisco (California, Estados Unidos), tres editoriales de Madrid y una empresa de traducción de Barcelona. Curioso. Obviamente, llegarán trabajos de Bilbao en breve, pero, en este instante, nada vasco en el horizonte. Y, aunque así fuera, si yo solamente trabajara para gente de Euskadi, sería decisión y problema míos, no tengo que justificarme. Y, claro está, yo no obligo a nadie a que me contrate, así que, si a alguien le parece que tengo demasiados clientes vascos y eso le echa para atrás, pues adiós, muy buenas.

Intento contestar siempre a los mensajes que me llegan, salvo correos como el anterior que, para no acabar diciendo algo de lo que podría arrepentirme después, opto por no responder. O, en ocasiones como la que me acaba de tocar, elijo escribir una entrada en el blog para dar a conocer mi «postura oficial».

Hoy me han remitido un correo electrónico para decirme que no están nada de acuerdo con las reseñas de los libros que he publicado, que no tengo ni idea de literatura, que cómo me atrevo a escribir este blog, que encima es muy aburrido… Animándome a seguir, vamos. Y con faltas de ortografía (cómo no). Y encima sin firma (porque la dirección de correo electrónico era algo del tipo pilimili89, sin un nombre real y sin dar la cara). No sé quién será, pero el mensaje me ha fastidiado un poquito.

Escribo este blog por muchas razones, entre otras, para dar a conocer mi profesión (o asuntos que se tratan en mi profesión). Una profesión rara y en vías de extinción, por desgracia. Me gusta poder divulgar lo que sé, ayudar a la gente a la que le importa el lenguaje de la mejor manera que sé. Y últimamente me estoy esforzando por hacer del blog algo un poco más variado, de ahí que haya metido los juegos estas últimas semanas o que esté escribiendo reseñas de libros que he leído, por si a alguien le puede interesar mi opinión. Porque no deja de ser eso: mi opinión. Quien quiera tomarla, bien; quien no, también. No escribo este blog para hacer enemigos (en todo caso, todo lo contrario), pero tampoco para que me falten al respeto o me llamen ignorante. Obviamente me gustaría saber muchísimo más de todo lo que escribo y me encantaría ser una superexperta en literatura; pero eso no quita para que sepa de estos temas más que la gente de la calle, básicamente porque he dedicado varios años de mi vida a estudiar estas cuestiones. Soy licenciada en Filología Hispánica, especialista en Literatura además. Cuando acabé la carrera hice un posgrado sobre edición y publicación de textos donde, entre otras muchas cosas, aprendí los entresijos de la corrección. Ser corrector es una buena forma de entrar a trabajar en editoriales y precisamente eso hice durante un tiempo, trabajar en una editorial; después, la vida me llevó por otros caminos y aventuras empresariales, y ahora, por fin, desde hace unos años, soy feliz siendo correctora free lance. Luego, decirme que no sé nada de esto, pues bueno, lógicamente no tengo un asiento en la RAE, pero me gano bien las lentejas con mis textos.

Y si a alguien no le gustan los libros que me gustan a mí, que lo diga en los comentarios; y si le parece que me equivoco en algo, que me lo argumente… Estoy abierta a todo, yo también quiero aprender con esto. Y cuanto más funcionen los comentarios, mejor, porque así me entero también de qué os preocupa más o qué os ha llamado más la atención. Y, por supuesto, a quien este blog le parezca aburrido, que no entre, que no lo lea, no es obligatorio; yo no pongo una pistola en la sien a nadie para que lea lo que escribo. Prefiero tener dos lectores fieles que disfruten con esto que no quinientos que lo lean a disgusto.

Seguiré con el blog. Y seguiré con mis reseñas, aunque nadie esté de acuerdo con lo que escribo. Y seguiré leyendo los libros que me atraen y me gustan. Y seguiré proponiendo juegos si es que queréis participar en ellos. Y seguiré mostrándoos en qué consiste mi profesión. Y si el blog le es de utilidad aunque solo sea a una persona ya me quedo satisfecha.

Pilimili89, hija, que no hace falta que sigas leyendo esto si para ti es una tortura, de verdad, que no me ofendes por no hacerlo…

Palabras ‘bonitas’ (2)

La semana pasada, os pregunté en un artículo acerca de cuáles eran las palabras que, tanto por sonoridad como por significado, os gustaban más. Como todavía ha contestado poca gente y tengo la esperanza de que alguien más se anime (¡os esperan los comentarios!), hoy os voy a confesar cuál es mi palabra favorita (y, para dar tiempo, esperaremos a la semana que viene para, o bien hacer nuestra clasificación, o bien saber cuáles son las preferidas de los hispanohablantes).

Yo no distingo, en este caso, entre sonoridad y significado (me atrae tanto cómo suena como lo que significa), así que la mía pertenecería a las dos categorías por igual. La palabra en cuestión es arrullo. Es un vocablo onomatopéyico, que viene del sonido ru-ru que hacen algunas aves (como las palomas y las tórtolas) en época de apareamiento; me encanta su combinación de consonantes líquidas (la r vibrante múltiple, con la lateral palatal, que, por favor, hay que pronunciar como tal y no como una y). Además, entre sus múltiples significados tenemos el de ‘canto que se utiliza para dormir a los bebés’ (que me encanta).

Me quedo con esta, aunque, la verdad, podría escribir muchas más. Por sonoridad, me gustan oropéndola, lapislázuli, cosmos, susurro, tiquismiquis… Y, por significado, sueño, mamá, abrazo… Tengo que reconocer que, cuando pienso en palabras bonitas, tiendo a fijarme más en la sonoridad.

Para quienes estéis leyendo esto y no hayáis participado todavía, por favor, usad los comentarios o mandadme un correo electrónico y contadnos cuáles son vuestras palabras… Cuantos más participemos, mejor. ¡Gracias de antemano!

‘Ayudar’

Cada vez que me sale el verbo ayudar en un texto, tengo que mirar su régimen en el diccionario porque me lío siempre (de hecho, lo he consultado cinco veces en los últimos dos días). Así que, he decidido hacerme un resumen aquí (básicamente, este artículo está escrito para mí misma) y tenerlo siempre presente…

El problema radica en que este verbo se puede construir de dos maneras diferentes:

  • La tradicional (y habitual en el pasado), era la construcción con dativo, es decir, aceptar que ayudar lleva un CRP introducido por a y un complemento indirecto le (dativo). Aunque esta construcción sigue plenamente vigente en algunos lugares de Sudamérica y en el norte de la Península Ibérica, hay otra que, hoy en día, es mayoritaria.

Le ayudan a hacer los deberes (a él o a ella, da igual).

  • La expresión preferida por la RAE (la mayoritaria) es considerar el verbo ayudar como un transitivo que lleva un CD de persona y otro complemento introducido por a (también por en si se trata de un sustantivo).

Lo ayudan a hacer los deberes.
La ayudan a hacer los deberes.
La
ayudan en Matemáticas.

Al corregir, actualmente, me veo obligada a usar la segunda, aunque yo al hablar utilizo la primera. De ahí mi lío…

Alessandro Baricco: ‘Seda’

Este libro, a caballo entre una novela corta y un cuento largo, fue uno de mis regalos de Reyes. Después de leerlo, creo que lo regalaré yo en alguna ocasión, porque merece la pena divulgar una historia tan bella.

Seda

'Seda'

Creo que la mejor forma de presentar Seda es hacerse eco de las palabras que Alessandro Baricco, su autor, pronunció para dar a conocer el libro en Italia:

«Esta no es una novela. Ni siquiera es un cuento. Esta es una historia. Empieza con un hombre que atraviesa el mundo, y acaba con un lago que permanece inmóvil en una jornada de viento. El hombre se llama Hervé Joncour. El lago, no se sabe. Se podría decir que es una historia de amor. Pero si solamente fuera eso, no habría valido la pena contarla. En ella están entremezclados deseos, y dolores, que se sabe muy bien lo que son, pero que no tienen un nombre exacto que los designe. Y, en todo caso, ese nombre no es amor. (Esto es algo muy antiguo. Cuando no se tiene un nombre para decir las cosas, entonces se utilizan historias. Así funciona. Desde hace siglos).

»Todas las historias tienen una música propia. Esta tiene una música blanca. Es importante decirlo porque la música blanca es una música extraña, a veces te desconcierta: se ejecuta suavemente y se baila lentamente. Cuando la ejecutan bien es como oír el silencio y a los que la bailan estupendamente se les mira y parecen inmóviles. La música blanca es rematadamente difícil. No hay mucho más que añadir. Quizá lo mejor sea aclarar que se trata de una historia decimonónica: lo justo para que nadie se espere aviones, lavadoras o psicoanalistas. No los hay. Quizá en otra ocasión».

Hay dos aspectos que se pueden destacar de Seda, y ambos están estrecha e íntimamente unidos: por un lado, la historia de los viajes de Hervé Joncour en busca de gusanos de seda y ese sentimiento de deseo, al que Baricco no pone nombre, por la mujer de tierras lejanas; por otro, el estilo personalísimo, musical, sencillo pero complejo del libro, que envuelve la historia en un aire de cuento de hadas exótico, repetitivo, rítmico y melodioso. Una auténtica maravilla de apenas 125 páginas, que se hacen muy cortas…

Hervé Joncour tenía treinta y dos años.
Compraba y vendía.
Gusanos de seda.



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