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El curioso caso del verbo ‘enervar’

María me enerva…

Probablemente, al leer la frase anterior, casi todos habréis colegido que María me saca de quicio y me pone nerviosa. ¿Y si os dijera que lo que yo quería decir es que me debilita y me quita las fuerzas o, incluso, que me relaja? ¿Pensaríais que me he equivocado al elegir el verbo?

El verbo enervar es bastante curioso en cuanto a su significación. Originalmente, en su sentido etimológico, enervar significa ‘debilitar’ o ‘relajar’:

Se quedó tumbado, tranquilo y enervado (= relajado).

Este significado sigue vigente. Sin embargo, en el siglo xix, se introdujo una nueva acepción a través del francés, la de ‘excitar’ o ‘irritar’, que es la que se utiliza ahora con mayor frecuencia.

No puedo evitarlo, su actitud chulesca me enerva (= me irrita).

Ambos usos están aceptados en la lengua culta y pueden emplearse sin riesgo de censura (solo hay que comprobar la definición del DRAE). No obstante, por las posibles confusiones que pudiera acarrear su uso, yo recomiendo utilizarlo con prudencia y, a poder ser, contextualizando el verbo para que no puedan quedar dudas.

Con su voz chillona, María me enerva (= me irrita).
Con su hablar pausado y su voz suave, María me enerva (= me relaja).

De todas formas, lo más probable es que, ante un caso de duda, el significado que necesitemos sea el de ‘irritar’.

‘El cielo es azul, la tierra blanca’ de Hiromi Kawakami

El cielo es azul, la tierra blanca

Portada del libro

Una historia de amor. Ese es el subtítulo de esta novela. La esencia del libro en cuatro palabras. Una historia de amor contada a la japonesa…

Tsukiko tiene 38 años y lleva una vida solitaria. Considera que no está dotada para el amor. Hasta que un día encuentra en una taberna a su viejo maestro de japonés. Entre ambos se establece un pacto tácito para compartir la soledad. Escogen la misma comida, buscan la compañía del otro y les cuesta separarse, aunque a veces intenten escapar el uno del otro: el maestro, en el recuerdo de la mujer que un día lo abandonó; Tsukiko, en un antiguo compañero de clase. Con una prosa sensual y despojada, Kawakami nos cuenta una historia de amor muy especial: el acercamiento sutil de dos amantes, con toda su íntima belleza, ternura y profundidad. Todo un descubrimiento literario.

Creo que uno de los mayores aciertos de este libro es cómo narra, de manera serena, los pequeños momentos, llenos de pequeños detalles aparentemente intrascendentes. Los momentos fluyen, igual que los sentimientos, pero sin cursilerías. Este no es un libro cursi, sino una historia que en su aparente sencillez esconde hondura. Porque en compartir una taza de té o un viaje en tren, cosas normales que todos hacemos, reside el deseo de compartir y encontrar un compañero para esos momentos, para la vida… Pero sin grandes aspavientos ni fuegos artificiales. Con serenidad, suavemente.

Estilo sutil, poético, lleno de lirismo, para una historia que desafía convenciones. Gusto por el detalle, que tan bien captan los autores japoneses, y una profundidad de sentimientos bien lograda. Recomendable cien por cien, sobre todo para quienes gusten de las novelas intimistas.

‘Nunca me abandones’ de Kazuo Ishiguro

Tengo que reconocer que esta es la única novela que he leído del escritor británico-japonés Kazuo Ishiguro, así que no tengo suficientes elementos de juicio sobre él o su obra. Pero sí puedo decir que Nunca me abandones me pareció una novela extremadamente inquietante. Os copio el texto de la contraportada.

Portada de la edición española

A primera vista, los jovencitos que estudian en el internado de Hailsham son como cualquier otro grupo de adolescentes. Practican deportes, tienen clases de arte donde sus profesoras —o guardianas— se dedican a estimular especialmente su creatividad y, como todos los jóvenes, descubren el sexo, el amor, los juegos del poder. La institución es una curiosa Arcadia inglesa, recóndita y orgullosa de sus instalaciones deportivas, de sus jardines, de su lago y sus idílicos caminos rurales, que tal vez no llevan a ninguna parte. Porque Hailsham es un mundo hermético, convencional y extraño a la vez, una mezcla de internado victoriano y de colegio para hijos de hippies de los años sesenta, donde los pupilos parecen ser huérfanos y no tienen otro contacto con el mundo exterior que Madame, como llaman a la mujer que viene periódicamente a llevarse las obras más interesantes de los adolescentes, quizá para una galería de arte, o un museo. Donde los profesores —o guardianes — no dejan de repetirles que son muy especiales, que tienen un importante papel que desempeñar en el futuro, y se preocupan obsesivamente por su salud. Y las relaciones sexuales están libremente permitidas, pero se han prohibido los libros de Sherlock Holmes por su alto contenido en nicotina. Los jóvenes también saben que son estériles y que nunca tendrán hijos, de la misma manera que no tienen padres. Kathy, Ruth y Tommy fueron pupilos en Hailsham, y también fueron un juvenil triángulo amoroso, de vértices cambiantes. Y ahora, Kathy K., a los treinta y un años, se permite recordar Hailsham, y cómo ella y sus amigos, sus amantes, descubrieron poco a poco la verdad.

Y el lector de esta espléndida, minuciosamente construida novela, utopía gótica, fábula (in)moral, peculiar ficción científica con ecos de Blade Runner y de Soylent Green, irá descubriendo de la mano de Kathy que en Hailsham todo es una imitación, una parodia de la vida de un colegio normal, una representación donde los jóvenes actores no saben que lo son, y tampoco saben que no son más que el secreto terrible de la buena salud de una sociedad.

Repito: es una novela de lo más inquietante. Quizá porque, revestida de una pátina de realismo, nos cuenta una historia en que la crueldad y el espanto se unen para hacernos reflexionar sobre el ser humano y la sociedad en que vivimos. Porque lo que ocurre en la novela, podría estar sucediendo cerca de nuestra casa. Y cuando empiezas a leerla, parece la típica novela de aprendizaje, pero luego se convierte en otra cosa, que no sé bien cómo calificar. ¿Ciencia ficción? Quizá, pero no al uso, desde luego. Lo que está claro es que angustia y la historia de Kathy y sus compañeros nos conmueve y nos hace cuestionarnos nuestros límites.

Plurales

¡El equipo del WTF de Microsiervos ataca de nuevo! Hoy nos dejan la foto de una cafetería con una curiosa manera de formar los plurales…

Peculiar cartelería plural

¿Tendrán también 'pastases' y 'bolloses'?

Para empezar el fin de semana con una sonrisa… 😉

Reflexiones (I)

«He hablado de la inutilidad del arte, pero no he dicho la verdad sobre el consuelo que procura. El solaz que me da este trabajo de la cabeza y el corazón reside en que solo aquí, en el silencio del pintor o del escritor, puede recrearse la realidad, ordenarse nuevamente, mostrar su sentido profundo».

Lawrence Durrell
1912-1990
Escritor

¿Me ayudáis?

Llevo unos cuantos días pensando en una frase que me han pedido para la cabecera del blog y no hay manera. Se me ocurren cosillas, pero nada me convence. Y he pensado que quizá vosotros tenéis las mentes más vivas y despiertas que yo y podéis ayudarme con la tarea.

Necesito una frase cortita que resuma qué es este blog (esto es, descriptiva), pero no quiero nada serio y sesudo… ¿Se os ocurre algo? Por favor…

Si tenéis alguna idea, será bienvenida en los comentarios o en la dirección de correo electrónico del blog. ¡Muchas gracias de antemano! 🙂

Truco en Word: autocorrección

En alguna ocasión os he comentado que no soy muy amiga del corrector de Word (sirve para alguna errata y poco más; algún día hablaré de esto largo y tendido). Tampoco me gustan mucho los cambios que Word se saca de la manga a veces, salvo cuando son cambios que yo misma he «pedido».

¿No os pasa a veces que tenéis alguna palabra que se os atraganta? ¿O un fallo que cometáis a menudo? ¿O alguna palabra larga que repitáis constantemente al escribir? Pues para hacernos la vida un poco más fácil en estos casos, tenemos a nuestra disposición una de las herramientas de corrección de Word: las opciones de autocorrección (Windows) o autocorrección (Mac). Como ya sabéis, yo utilizo Word 2004 para Mac, así que los pantallazos son de esa versión (pero es prácticamente igual en otras versiones, incluso de Windows, que lo he comprobado por si acaso). Vamos a ir poniendo ejemplos:

Seguir leyendo…

‘Digresión’

La acción de interrumpir un discurso e irse, como popularmente se dice, por los cerros de Úbeda, se llama digresión. Es incorrecto (y da sensación de pobreza léxica) emplear disgresión (con ese).

A ese profesor no se le sigue bien por las continuas disgresiones que hace… ×
A ese profesor no se le sigue bien por las continuas digresiones que hace…

Tendencia a alargar las palabras

Existe, hoy en día, una tendencia exagerada a alargar palabras mediante el empleo de sufijos. En ocasiones pensamos que cuanto más largas y complejas sean las palabras de nuestro discurso, este parecerá más culto. No obstante, muchas veces conseguimos el efecto contrario: un texto excesivamente pedante y recargado.

A continuación tenéis una lista de palabras que, aunque no son incorrectas, deben utilizarse con cautela y sin abusar de ellas:

  • Influenciar por influir.
  • Culpabilizar por culpar.
  • Paralización por parálisis (en determinados contextos).
  • Posicionamiento por posición.
  • Concretizar por concretar.
  • Intencionalidad por intención.
  • Regularización por regulación.
  • Peligrosidad por peligro.

Porque somos de Bilbao…

Nacer en la capital del mundo marca. Es inevitable. No todo el mundo tiene el privilegio de haber nacido en Bilbao (aunque los de Bilbao nacemos donde nos da la gana); y, cuando se respira Bilbao desde la infancia, el carácter se forja de una manera muy determinada y genuina, que nos hace fanfarrones, orgullosos, generosos… Y, por supuesto, eso se refleja al hablar. ¿Cuántos de vosotros os atreveríais a entrar en una librería y pedir un mapamundi de vuestra ciudad? Eso solo lo hacemos los bilbainos (con diptongo, que es como lo pronunciamos nosotros a pesar de que la RAE se empeñe en decirnos que es hiato y nos coloque la tilde).

Ahora ya fuera de bromas (¿o no lo son?), Bilbao tiene, como todos los lugares, su léxico propio. Palabras que todo bilbaíno entiende, pero que dejarían con la boca abierta a más de un viajero que se acercara a estas tierras… Por eso, y como buena bilbaína que soy, he decidido dedicar este artículo a esos vocablos bilbaínos (y, por ende, vizcaínos), propios, nuestros, que nos caracterizan tanto como la devoción por la Amatxu de Begoña, las salidas a tomar txikitos por las Siete Calles o el fervor por los leones de San Mamés.

Varias consideraciones previas. La primera es que en Bilbao hay dos lenguas oficiales, el castellano y el euskera, y esa convivencia de las lenguas hace que se mezclen con cierta asiduidad; de ahí que muchas de las palabras que veamos sean, en realidad, términos provenientes del euskera. La segunda es que algunas de estas palabras están en pleno uso pero otras van desapareciendo; yo las he tomado del Lexicón etimológico, naturalista y popular del bilbaino neto compilado por un chimbo (1896), de Emiliano de Arriaga (1844-1919). Y, por último, que es habitual ver estas voces con su grafía euskera, pero yo las he tomado tal como aparecen en el Lexicón, adaptadas al castellano (aviso, por si acaso, por si os duelen los ojos al ver Bocho en vez de Botxo).

Bocho: Es como llamamos a Bilbao en Bilbao. Viene de la voz castellana boche y significa ‘cavidad, agujero’. Bilbao, al estar rodeada de montañas, está como en un agujerito, un bocho.

Babasorro: Así es como llamábamos, algo despectivamente, a los oriundos de Vitoria (con los que siempre ha habido cierta rivalidad, aunque nada comparable con la que tenemos con los de San Sebastián; rivalidades sanas, no penséis mal). Viene de la voz vasca babazorro, literalmente ‘vaina de habas’.

Chimbo: A los alaveses no les gustó lo de babasorro y nos empezaron a llamar chimbos, nombre de un pájaro muy frecuente antiguamente en Bilbao. Pero a los bilbaínos, tan orgullosos de sí mismos y sus cosas, les encantó el mote y lo han perpetuado. Y no es esta la única palabra típica de Bilbao que haga referencia a los chimbos. Incluso había un barquito muy famoso (creo que ahora hay otro), que recorría la ría y se llamaba Chimbito. Por no hablar del jabón Chimbo (uno tipo Lagarto).

Chimbera: Ya hemos apuntado que en Bilbao había muchísimos ejemplares de chimbos (aves paseriformes de la familia Muscicapidae, género Sylvia). Era costumbre ir a cazarlos para después consumirlos por su agradable sabor. Los chimbos se cazaban con la chimbera, que es como llamamos a la carabina o escopeta de aire comprimido.

Chirene: Adjetivo que se le atribuye al bilbaíno gracioso, con salero, siempre orgulloso de ser de Bilbao. Las ocurrencias de los chimbos chirenes serían las chirenadas.

Goitibera: Es un carrito, fabricado artesanalmente, normalmente de forma triangular y con tres ruedas. Son, aún hoy, muy populares las carreras y bajadas de goitiberas siempre que hay un festejo. Goitibera viene del euskera, goitik behera, literalmente ‘de arriba abajo’.

Tripaundi: Significa ‘tripa grande’. Es como llamamos al típico bilbaíno tripón, glotón, gastrónomo insaciable. Y es que ya se sabe que comer bien, en Bilbao, es una religión.

Mocordo: Porque comer mucho tiene sus consecuencias… Os copio lo que decía Emiliano de Arriaga: «(Del eusk. mokordo). Humana defecación, siempre que sea producto de persona robusta y sanota y aparezca según su calibre ya a modo de chorizo, de morcilla, o de lingote ligeramente curvo, bien enjuto y solidificado…». Sin comentarios. Perdonad que me haya puesto tan escatológica (aunque era divertida la definición, ¿no?). Esta palabra es conocidísima en Bilbao y, de hecho, poca gente sabe cómo llamar a semejante elemento en castellano (mojón, por cierto).

Sirris: En palabras de Emiliano de Arriaga: «Hacer sirris a una muchacha es pasar la mano disimuladamente o no, haciéndole caricias o carantoñas más o menos intencionadas».

Ganorabako: Del euskera, ganora, ‘modo, manera’, y bako, ‘sin’. Es la persona sin cabeza ni fuste para nada.

Coitao: Viene de cuitado y es el buenazo, inofensivo…

Sinsorgo: Es mi favorita, la empleo muchísimo. Es la persona insustancial y de poca formalidad. Las cosas que hacen los sinsorgos son sinsorgadas.

Arrecho: Según de Arriaga, «bien portado, entero, varonil y enérgico».

Arlote: Aunque es palabra castellana, con el significado de ‘descuidado, desaseado’ o de ‘bribón, holgazán’, en Bilbao se le añadió una nueva acepción y se aplicaba el término a quienes se ponían el mundo por montera…

Pitolerdo: Esta también se utiliza en mi familia. Es el que se pasa de lerdo, es decir, el archilerdo.

Hay muchas más y, por supuesto, muchas no son exclusivas de Bilbao, se han ido extendiendo. Espero haberos sacado alguna sonrisilla. Y si en vuestros lugares de origen tenéis palabras propias, contádnoslas en los comentarios.



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