Últimos artículos

Reflexiones (LVI)

«La literatura no es más que la historia de hombres aislados sobrepasados por lo que los rodea».

James Ellroy
Escritor estadounidense

Pues, sobrepasados o no por lo que os rodee este fin de semana, pasadlo muy bien. Yo vuelvo a trabajar estos días en el mismo libro maravilloso de la semana pasada. Por una vez voy a hacer una excepción y os hablaré de él en cuanto salga, porque es magnífico, merece muchísimo la pena y hay que leerlo… Pero eso será en un par de meses. De momento, que disfrutéis con las lecturas que tengáis entre manos. ¡Feliz fin de semana!

Entrada-desahogo sobre ‘Dos amigas’

Esta entrada surge a raíz de varias «conversaciones» que he tenido hoy en Twitter a propósito de la saga Dos amigas de Elena Ferrante. De las novelas os hablaré más adelante, pero quería dejar constancia de mi desacuerdo con ciertos aspectos de la edición en castellano.

En primer lugar, y como bien me acaban de recordar: ¡qué horrorosas son las cubiertas! Horribles. No sé quién las habrá elegido, pero son un pecado mortal (aunque esto es mera opinión personal).

Segundo: nos chirría algún título. Más bien, la traducción de algún título. Os los escribo, primero en italiano y luego en castellano, a ver si alguna traducción os llama la atención.

  • L’amica geniale = La amiga estupenda (compramos barco).
  • Storia del nuovo cognome = Un mal nombre (no se ha traducido literalmente y me parece bastante feo el nuevo título; sería Historia del nuevo apellido, mucho más acorde con la historia que narra).
  • Storia di qui fugge e di qui resta = Las deudas del cuerpo (que alguien me explique este despropósito, por favor; el título original, Historia de quienes huyen y de quienes se quedan, además de que me parece un titulazo, tiene mucho más que ver con la novela que este título; si encima lo juntamos con la horterada de cubierta, parece una novela erótica de las malas malísimas).
  • Storia della bambina perduta = La niña perdida (compro).

En serio, ¿por qué? ¿Por qué esos cambios de título? ¿Ayudan a la venta? Lo dudo muchísimo. Resultan mucho más sugerentes los originales. De las cubiertas paso de hablar más (las que he visto de ediciones de otros países tampoco son para echar cohetes). ¡Ah! Y ya puestos, otra queja: estaría bien que Lumen cambiara los textos de la contra de las dos primeras novelas, donde, incluso en la 5.ª edición (y después de haber aparecido la cuarta novela), se dice que es una trilogía.

Os hablaré de las novelas (¡novelones!) más adelante, que son mucho mejores de lo que yo me había imaginado. Las estoy disfrutando muchísimo. Muy muy muy recomendables. ¿Habéis leído a Ferrante? ¿Os ha gustado la saga? ¿Os gustan las cubiertas? ¿Os convencen los títulos? Como siempre, podéis opinar en los comentarios.

Síndrome del dolor de libros

Ayer me encontré esto por Facebook (no sé de quién es la ilustración, lo siento, no le puedo dar crédito; si alguien lo sabe, que me avise y lo hago) y me pareció simpático. ¿Sufrís el síndrome del dolor de libros? Yo tengo que admitir que me reconozco en al menos tres de esas posturas (aunque no me duele la espalda, que conste).

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¿Y vosotros? ¿Cuál es vuestra postura favorita para leer? ¿Leéis de cualquier manera? ¿Os duele luego la espalda? ¿Duele leer? Podéis contarnos en los comentarios.  Y, como es viernes, que paséis un muy buen fin de semana y aprovechéis para leer. Con el tiempo que va a hacer, al menos aquí por Bilbao, es un buen plan; yo este fin de semana lo paso trabajando, así que… podéis compadeceros de mí en los comentarios también (aunque el libro que estoy corrigiendo es una auténtica maravilla, estoy encantada). ¡Buen fin de semana! 😉

J. R. Moehringer: ‘El bar de las grandes esperanzas’

Me alegra que la primera reseña de este año sea justo de El bar de las grandes esperanzas, de J. R. Moehringer, porque es una gran recomendación.

'El bar de las grandes esperanzas'

‘El bar de las grandes esperanzas’

J.R. creció con su madre, pues su padre los abandonó cuando J.R. no había pronunciado su primera palabra. Él, sin embargo, sabe quién es su padre: un DJ de Nueva York que tiene un programa de radio y cuya voz J.R. escucha con la oreja pegada al aparato. Hasta que un día la voz desaparece del aire y J.R. se queda sin nadie a quien escuchar. Encontrará refugio en el amor de su madre y en el Dickens, el bar de su barrio, un sitio donde poetas, policías, apostadores, soldados, boxeadores y estrellas de cine tienen una historia que contar. Allí, entre todas esas voces que lo cautivan como en un sueño, J.R. podrá darle voz a su propio destino y podrá forjarse, también, una identidad. Conmovedor y emocionante, firmado por un premio Pulitzer, El bar de las grandes esperanzas es un libro hermoso que puede leerse como una novela de aprendizaje o como una historia apasionadamente sincera y real.

Fue una de mis últimas lecturas de 2015 y no os podéis imaginar cómo la disfruté. A pesar de su extensión, se me hizo cortísima y me quedé con ganas de más anécdotas de ese bar, ese lugar de encuentro que, casi, se convierte por derecho propio en un personaje más. Un espacio donde convive todo tipo de personas y que verá crecer al protagonista (y narrador) de la novela: J. R.

El bar de las grandes esperanzas narra la vida de J. R. desde que este es un niño hasta su edad adulta. Y en todo ese recorrido, los parroquianos del Dickens (que luego cambiará el nombre a Publicans), encabezados por su propio tío, van a ser sus grandes acompañantes al convertirse en una segunda familia para él. Porque, desde que de niño se dedica a buscar la voz de su padre por diversas emisoras de radio, hasta que, ya adulto, es un borrachín más que se deja la piel por un puesto en el New York Times, lo único que no cambiará en la vida de J. R. es el bar, su punto de referencia.

Una novela tierna, llena de sentido del humor y de «sabiduría de la calle», que aborda cualquier prisma de la condición humana gracias a la gran variedad de personajes que deciden pasar su tiempo en el bar. Lo peor de la novela: en mi opinión, ese título horroroso a pesar del juego de palabras (la novela Grandes esperanzas de Dickens). El resto, de lo más recomendable.

¿Alguien ha leído ya la novela? ¿Qué os ha parecido? Tenéis, como siempre, los comentarios para expresar lo que queráis.

Reflexiones (LV)

«Los libros que de verdad me gustan son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarlo por teléfono cuando quisieras».

J. D. Salinger
(1919-2010)
Escritor estadounidense

Curiosa frase viniendo de quien viene…

Este fin de semana no me ha dado tiempo a preparar lo que tenía en mente para el blog, pero prometo que mañana os encontraréis algo. Y si tenéis alguna sugerencia, decídmelo en los comentarios (no es que ande escasa de ideas, pero siempre ayuda).

Regalos de Reyes

Siento una gran curiosidad por si los Reyes Magos os han traído algún libro hoy. ¿Habéis sido buenos? ¿Os habéis portado bien? ¿Qué libros han tenido a bien SS. MM. de Oriente dejaros en los zapatos? Y, para quienes no celebréis esta fiesta, ¿os han regalado libros por Navidad? ¿Papá Noel u Olentzero o quien sea os ha regalado algún libro? ¡Contadnos en los comentarios!

A mí los Reyes (y el Olentzero también) me han traído muchas cosas… pero ningún libro. Han optado por otros regalos, así que no os puedo daros ningún título. Supongo que consideran que tengo suficientes. 😉

Hala, dadme envidia. ¿Qué libros os han regalado? Tenéis los comentarios a vuestra disposición.

Leídos en 2016

Como hago todos los años, en esta entrada iré apuntando los libros que lea según los vaya terminando (y enlazaré los títulos a las reseñas que escriba). Además, la dejaré destacada entre los enlaces del blog, para que podáis consultarla con facilidad.

Enero

Febrero

Marzo

Abril

  • Juan Vico: Los bosques imantados (Seix Barral).
  • Cyril Connolly: Los diplomáticos desaparecidos (Debate).
  • Roald Dahl: El librero (Nórdica).
  • Philip Larkin: Una chica en invierno (Impedimenta).

Mayo

Junio

Julio

  • Aino Kallas: La novia del lobo (Nórdica).
  • Santi Pérez Isasi: Imposibles impensables (Editorial Nazarí).
  • Angelika Schrobsdorff: Tú no eres como otras madres (Periférica & Errata Naturae).

Agosto

  • Maria Peura: Tu amor es infinito (Sexto Piso).
  • Lauren Groff: En manos de las Furias (Lumen).

Septiembre

  • Elizabeth Strout: Me llamo Lucy Barton (Duomo Ediciones).
  • Helen Macdonald: H de halcón (Ático de los Libros).

Octubre

Noviembre

  • Leo Perutz: De noche, bajo el puente de piedra (Libros del Asteroide).

Diciembre

  • Almudena Sánchez: La acústica de los iglús (Caballo de Troya).
  • Kirmen Uribe: La hora de despertarnos juntos (Seix Barral).

Hola, 2016

Ahora que ya estamos en 2016, me toca expresar otro deseo para todos los que os acercáis al blog: que este año disfrutéis muchísimo leyendo. Que os emocionéis, os riáis, lloréis, empaticéis, aprendáis, sonriáis y os enfadéis (cuando toque) con los libros.

Por mi parte, tengo una curiosa pila de libros esperándome. Supongo que acabaré alguno en los próximos días. Como siempre, iré haciendo una lista de los que vaya terminando y reseñaré aquellos que considere. Ojalá sea un año de grandes lecturas para todos.

Y un recordatorio: podéis seguir descargando los regalos de Navidad, tanto el marcapáginas de las Navidades pasadas como el exlibris de estas.

Disfrutad de los días navideños que quedan. Muy feliz año 2016.

Adiós, 2015

No sé si seréis muy de recordar y hacer balance de todo lo vivido en el año ahora que está acabando. Yo tengo la (mala) costumbre de hacerlo (y repito en mi cumpleaños). La verdad: aún no sé cómo calificar este año. Probablemente podría decir que mi 2015 ha sido una montaña rusa.

El año pasado por estas fechas pedí ser obscenamente feliz en 2015. Bueno, pues he tenido mis momentos obscenamente felices. Esos no me los quita nadie ya. Para quienes los hayáis compartido conmigo, cómo vamos a olvidar, por ejemplo, mi cumple gitano o la boda secreta… Cuántas risas, ¡cuántas carcajadas!

Pero (¿por qué tiene que haber un pero siempre?), además de las risas, ha habido muchas lágrimas este año. Más de las esperadas y por un motivo que me produjo tanta impotencia que no supe lidiar con ella. Mi hermano ha tenido un problema importante de salud (¡ya está muy bien!) y el que estuviera mal, mi propia preocupación y ver a mi madre destrozada pudieron conmigo. He estado triste, gruñona, borde e insoportable. No aguantaba a nadie y nadie me aguantaba a mí. Y lo peor es que, cuando estoy así, me meto en guerras estúpidas y estériles con quienes tengo cerca. Y mi familia ha soportado (bueno, o no, que dejé de hablar a casi todo el mundo) la peor versión de Mónica posible. No me siento nada orgullosa de cómo me he comportado este año (aunque sigo pensando que tenía razón en todo, nadie me ha demostrado lo contrario todavía: como veis, cabezota, y sintiéndome incomprendida, hasta el final), si bien cedí e hice las paces con todo el mundo.

Pero (otro pero, aunque este es para bien), como soy una tía muy afortunada, he tenido, incluso en esos momentos más complicados, a mis grandes apoyos, que saben cuándo pararme los pies y cuándo darme un abrazo, porque me conocen como nadie. Y, aunque podría mencionar a mucha gente (en serio que me considero muy afortunada), me quedo con una persona, a la que no puedo más que agradecerle que esté siempre: Miren. Es mi Pepito Grillo, pero en tierno y amoroso. Y mi mayor fuente de abrazos ahora que Javier está en China. Con Miren lloro y río casi a la vez (y ella conmigo). Me lee la cartilla cuando me la tiene que leer y es la que más se alegra de las cosas buenas que me pasan. Somos un yin y yang peculiar: yo la calmo, ella me activa. Y me quiere muchísimo. Y yo a ella. Y menos mal que la he tenido muy cerquita este verano y este otoño… porque menudos meses. De julio a noviembre he vivido los días más duros que recuerdo en años. Pero… (¡otro pero!), incluso en la hora más oscura, puede aparecer de pronto la electricidad. Y en mi vida apareció un «¡Eeeeh, rubiaaaa!» (¿te acuerdas, Miren?, ¡lo que nos hemos reído con esto!), una voz (ejem) que me pintó una sonrisa en la cara con rotulador permanente e indeleble (a pesar de todo lo que estaba pasando a mi alrededor): otro momento feliz de mi 2015. La voz se ha extinguido, él ya no está, pero le agradezco infinito que abriera mi mundo y que despertara sensaciones que hacía tiempo que tenía adormiladas. Todo es más fácil ahora. Y, además, he aprendido una lección (no hay como cagarla para aprender). A veces, no estamos a la altura de las circunstancias: la vida te pone delante algo muy bueno y, por lo que sea, no se está a la altura. Yo soy muy de dar segundas, terceras o cuartas oportunidades (o las que hagan falta) si algo merece la pena, pero ya he aprendido que no todo el mundo es como yo. ¡Cuánto aprendizaje en pocos meses! Lo bueno: que llego a este 31 de diciembre contenta, relajada y tranquila. Y eso me hace sonreír.

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Querido George: Recuerda que nadie fracasa si tiene amigos. ¡Gracias por las alas! Con cariño, Clarence

Recapitulando: que, aunque el año ha tenido momentos muy duros, la gente que me acompaña me ha hecho todo mucho más fácil. Y es que, como dice Clarence, el ángel de Qué bello es vivir (una de mis películas favoritas: la veo todas las Navidades, como hacía de pequeña con aita): «Remember no man is a failure who has friends». (Por cierto, que mi Clarence particular creo que estas Navidades también se ha ganado sus alas). Así que, como no podía ser de otra forma, para el 2016 que ya tenemos prácticamente encima voy a desearos mucha gente que os quiera. Que tengáis la inmensa suerte de vivir los 366 días de 2016 (¡bisiesto, amigos!) rodeados de personas que os quieran genuinamente, porque, así, no habrá nada que pueda con vosotros. Los amigos, la familia… son los grandes superpoderes de todo superhéroe que se precie. ¿Cómo fallar, cómo caerse, cómo estar triste… cuando te quieren?

Muy feliz año a todos. Un beso.

James Rhodes: ‘Instrumental’

Hoy quiero hablaros de Instrumental, de James Rhodes, un libro que no tiene nada que ver con lo que suelo leer habitualmente y que me ha impactado sobremanera.

'Instrumental'

‘Instrumental’

«Ahora sé que la música cura».
James Rhodes es uno de los más eminentes concertistas de piano de la actualidad y un gran renovador de la música clásica. Ha protagonizado documentales para la BBC y Channel 4, escribe en 
The Guardian y ofrece recitales en todo el mundo. Instrumental son sus memorias, que vieron la luz en Reino Unido después de que el Tribunal Supremo levantara el veto que pesaba sobre la obra. Todo un tributo apasionado al poder terapéutico de la música y que aborda cuestiones fascinantes sobre cómo funciona la música clásica y sobre cómo y por qué puede cambiar nuestras vidas.  

Vaya por delante que no soy una gran lectora de biografías o, como en este caso, memorias. Siempre me queda la duda de cuánto hay de ficción en esos escritos, me los creo solo a medias y, además, algunos me aburren soberanamente. No así el libro de hoy. Quizá lo más sincero que he leído en mucho tiempo y que me ha dejado conmocionada y reflexiva.

Sinceramente, no sé cuál ha sido el propósito de Rhodes al escribir sus memorias. Que, todo sea dicho, pueden parecer un poco tempranas y prematuras teniendo en cuenta que, en el momento en que las escribió, tenía 38 años. Pero, claro, la vida de James Rhodes no es una vida cualquiera. Aun así, vuelvo a la frase que inicia este párrafo: no sé exactamente cuál es la intención de Rhodes al escribir esto. Porque el texto se vertebra en dos columnas, interrelacionadas pero muy diferentes.

Por un lado, tenemos la parte más divulgativa. Rhodes nos prepara una lista de obras maestras interpretadas por los mejores pianistas (que podéis escuchar en la lista de Spotify confeccionada a tal efecto: muy recomendable). Y, como hace en sus recitales y programas, cuenta curiosidades sobre esas obras. Como a mí estas cosas me encantan, reconozco que he disfrutado como una enana con esta parte de la obra, porque, además, el sentido didáctico de Rhodes al intentar acercar la música clásica al gran público, pasando de etiquetas y prejuicios, es muy de agradecer. Pero, claro, también es cierto que las obras no están elegidas al azar. Cada una encabeza un capítulo y está íntimamente relacionada (o al menos lo está para Rhodes, aunque siempre lo explica) con lo que nos cuenta de su vida después (la otra parte de la obra, las memorias en sí).

Y, como he dicho un poco más arriba, la vida de Rhodes no es una vida cualquiera. Quizá porque lo violaron sistemáticamente desde los cinco a los diez años, lo cual lo llevó a depresiones, drogas, autolesiones, estancias en psiquiátricos e, incluso, intentos de suicidio. Y Rhodes lo cuenta todo. Sin ambages, sin regodearse en lo morboso, pero poniendo el énfasis en lo importante y, quizá, haciéndonos pensar mucho en todo lo que supone el abuso sexual infantil (que no es abuso, es violación) para las víctimas. Y, en toda esta oscuridad, en todo este sufrimiento, en esta vida destrozada hay una luz, una pequeña tabla de salvación a la que aferrarse: la música clásica. En concreto, una obra de Bach.

Duro, desgarrador, pero profundamente sincero y humano. Eso me ha parecido Instrumental. Un personalísimo e inteligente alegato a favor del poder balsámico y curativo de la música cuando la vida solo parece ofrecer su cara más cruel, más dañina, más mortífera, más devastadora. Porque ningún niño debería vivir lo que vivió Rhodes y ningún adulto debería enfrentarse diariamente a estos demonios.

Leedlo. Haceos el favor de leer esta obra. Aunque os duela, aunque os haga sufrir, aunque os remueva las entrañas, aunque os derrumbéis. Os prometo que también sonreiréis en más de una ocasión (porque hay, también, mucho bueno y un cierto sentido del humor). Además, aprenderéis mucho: sobre música clásica y sobre la vida. ¿Qué más se les puede pedir a unas memorias?

No quiero que Blackie Books se enfade conmigo (de hecho, he colocado su cubierta y no la de la edición que he leído yo, y me consta que, como todo lo que hacen, el libro es maravilloso), pero si alguien quiere leerlo en inglés, la edición de Canongate Books está a 1,29 € estos días en Amazon Kindle. No hay excusas. Y, por supuesto, es imprescindible si os gusta la música en general y la música clásica para piano en particular.

¿Lo habéis leído? ¿Os llama la atención? Tenéis los comentarios a vuestra disposición.



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