Reflexiones (XXII)
«Escribe para ti mismo, recogido, asombrado. […] Lo que sientas encontrará por sí solo su estilo».
Jack Kerouac
(1922-1969)
Novelista y poeta estadounidense
«Escribe para ti mismo, recogido, asombrado. […] Lo que sientas encontrará por sí solo su estilo».
Jack Kerouac
(1922-1969)
Novelista y poeta estadounidense
Como hice el año pasado con los nombres de los meses del año, he decidido explicar la etimología de los distintos días de la semana… Empezamos semana con el lunes.
En principio, cada día de la semana estaba dedicado a un astro (aunque más adelante hubo cambios, como veremos en otras entradas); el del lunes era la Luna. La evolución del nombre quedaría como sigue:
Dies lunae (literalmente ‘día de la luna’) > dies lunis (por analogía con dies martis) > lunis > lunes
Aunque en origen sí tuvo esta relación con la Luna, hoy el término ha perdido totalmente esta relación (salvo en su etimología).
Suelo dedicar las mañanas de los domingos a leer. De hecho, creo que los domingos se inventaron para leer todo lo que no hemos podido leer entre semana. Pero no es lo único que hago. Por ejemplo, suelo aprovechar para ver, mientras desayuno, un programa sobre literatura que me gusta mucho. Lo veo en Internet (hace tiempo sí lo veía en la tele, pero entre que lo cambiaron de horario y que ahora apenas enciendo mi televisor, me es más cómodo así), en la página de «A la carta» de TVE. Hablo de Página 2.
No hay muchos programas sobre literatura y este me gusta especialmente, porque acerca la literatura al gran público de una manera muy natural… Dura muy poquito y su factura es impecable. A algunos colegas les he oído más de una vez que se queda en la superficie y no profundiza en las novelas. Es cierto, esto no son sesudos análisis críticos (tampoco se puede pretender eso en media hora). Es más una especie de revista cultural, con sugerencias de lectura (siempre alguna dedicada al público infantil), reportajes, entrevistas a autores, comparaciones entre películas y libros… Muy entretenido e interesante. Por ejemplo, en el que he visto hoy (el último que emitieron) hablaban sobre la novela El asesino hipocondríaco de Juan Jacinto Muñoz Rengel y, con ella como pretexto, se acercan a los mejores novelistas de humor del panorama actual (Antonio Orejudo —del que todo el mundo me habla últimamente—, Manuel Vilas y Pablo Tusset), con los que charlan sobre literatura y humor. Muy recomendable.
Os dejo el enlace al programa, por si no lo conocéis y os ha entrado la curiosidad. Y, si lo conocéis, ¿os gusta? ¿Lo seguís? ¿Habéis sacado alguna sugerencia de lectura de él? ¿Habéis descubierto a algún autor que luego os ha gustado mucho? ¿Os parece superficial? Los comentarios os esperan…
Esta vez, los diez trucos para escribir que voy a señalar no son míos, sino de David Ogilvy, genio de la publicidad y fundador de la famosa agencia que lleva su nombre. Parece ser que Ogilvy, preocupado por lo inadecuados y poco efectivos que resultaban los mensajes que se intercambiaban sus empleados y que, incluso, mandaban a sus clientes, decidió escribir un memorando para toda su plantilla con el título Cómo escribir. Por supuesto, son pautas para un público muy concreto —sus empleados— y con un objetivo muy concreto también —mejorar las comunicaciones dentro de la empresa—, pero creo que algunos puntos resultan muy interesantes y todos les podemos sacar partido. Por cierto, estos diez puntos van acompañados de una reflexión curiosa, que os transcribo tal cual; huelga decir que estoy bastante de acuerdo con ella…
Cuanto mejor escribas, más alto llegarás [en Ogilvy & Mather]. Las personas que piensan bien escriben bien. Las que no tienen la cabeza bien amueblada se enredan y mandan memos imprecisos, cartas imprecisas y dan charlas imprecisas. Escribir bien no es un don natural: hay que aprender a escribir bien.
Y he aquí los 10 famosos puntos de Ogilvy (por cierto, habla de memorandos, pero nosotros bien podríamos sustituir el término por correos electrónicos, por ejemplo). Marco en negrita los que me parecen más útiles:
Escribir con naturalidad me parece uno de los mejores consejos. Todos hemos leído alguna vez un texto de alguien que quiere hacerlo bien y, por intentar aparentar, escribe de manera ampulosa y liándolo todo mucho. Lo mejor es que el mensaje quede claro… Y, sobre todo, me quedo con que a escribir bien se aprende: es cuestión de práctica y paciencia. Y si alguien os ayuda un poquito, mejor que mejor. No es cuestión de que ahora me mandéis todos un montón de textos larguísimos, pero, si alguna vez necesitáis ayuda, correo electrónico al canto. Encantada de ayudaros en lo que me sea posible.
El término jersey y, sobre todo, su forma en plural han sido mi caballo de batalla particular en uno de los últimos libros que he corregido; así que he decidido que bien se merece una minientrada aquí en el blog.
El plural de jersey es jerséis, con i latina y tilde. Esa es la forma admitida por la RAE, como podéis ver en esta completa entrada del DPD.
Quienes leáis este blog con asiduidad, pensaréis que me paso el día en Twitter. Razón no os falta… Reconozco que últimamente Twitter me está dando muchas ideas para escribir entradas. La última se la debo, cómo no, a los chicos de ULAD, quienes, esta semana, con motivo (o no) de la celebración de san Valentín, preguntaron a sus lectores lo siguiente: ¿qué libros recomendaríais para un día romántico? Aunque les contesté en Twitter, pensé que podía explayarme un poco más. Allá voy. Estas son las tres historias románticas que recomiendo (aviso a navegantes: las tres son japonesas).
1) El rumor del oleaje de Yukio Mishima. Lo reseñé hace año y medio (¡cómo pasa el tiempo!) aquí en el blog. Una delicada y tierna historia sobre el primer amor, ubicada en una civilización idílica, sensible a la hora de abordar los sentimientos y llena de lirismo. Una joya.
2) El cielo es azul, la tierra blanca de Hiromi Kawakami. Otro libro que reseñé en su día y que, por cierto, trae muchísimas visitas al blog (parece que al consultar el título en Google, estamos muy arriba; efectivamente: lo acabo de comprobar). Esto, como ya dije, es una historia de amor a la japonesa que, personalmente, me encantó. Creo que lo dejé bien claro en la reseña, que os recomiendo que volváis a leer si queréis saber sobre una novela que habla de un amor sereno lleno de gestos cotidianos…
3) Un grito de amor desde el centro del mundo de Kyoichi Katayama. Yo creo que, tras La tregua de Mario Benedetti, este es el libro con el que más he llorado en mi vida. También lo reseñé en su día (en una entrada muy especial y personal para mí). Es una historia de amor muy poderosa, pero tristísima…
Podría haber elegido muchísimos libros más. Me vienen muchos a la mente ahora mismo; pero, en ese momento, escogí estos tres. Lo que no acabo de entender es por qué seleccioné tres títulos japoneses, me parece de lo más curioso. Quizá porque, en esta época de mi vida, valoro mucho la tranquilidad y la hondura que transmiten estas historias…
Hubo gente que respondió a la pregunta de ULAD y hay títulos de lo más variado. De algunos ya he hablado en el blog… Por ejemplo, se mencionaron La mecánica del corazón de Mathias Malzieu (que personalmente creo que es un libro de lo más mediocre); Hiroshima mon amour de Marguerite Duras; La insoportable levedad del ser de Milan Kundera; Divisadero de Michael Ondaatje; El amante, también de Duras (que, como ya señalaron en Twitter, yo no consideraría un libro romántico precisamente); Seda de Baricco (qué maravilla, qué preciosidad); y Contra el viento del norte de Daniel Glattauer.
Os toca: ¿qué libros recomendaríais vosotros para un día romántico? Tenéis los comentarios a vuestra disposición. Y, sí, podéis reíros de mi obsesión nipona…
Los lectores de este blog que, además, seáis tuiteros quizá estéis interesados en las tertulias que se organizan todos los jueves, de 11 a 12 h, con el título (y hashtag) #ebookspain. Unos cuantos profesionales del sector editorial tratan un tema relativo a la edición cada semana, de lo más variado: el DRM de los ebooks, las comunidades de lectores, maquetación, etc. Participa gente muy interesante (saben muchísimo) y siempre se aprende una barbaridad. Además, luego suelen publicar las conversaciones enteras por si no se ha podido seguir la charla (o se quiere consultar completa). De lo más recomendable…
Si no recuerdo mal, el de hoy va sobre distribuidores y libreros. ¡Apuntaos!
En inglés, ningún número del 1 al 999 contiene la letra a… 🙂
Hoy voy a hablar de una palabra que se ha puesto de moda y, personalmente, me saca de quicio: positivismo. ¿A que la habéis leído/oído recientemente? Seguro que sí. De lo que no estoy tan segura es de que la hayáis visto utilizada con el significado que verdaderamente tiene (y no con el que se le da últimamente).
Positivismo no tiene nada que ver con ser optimista o tener una actitud positiva, sino con tener una actitud positivista, es decir, aquella que valora sobre todo aspectos materiales. El positivismo es también el sistema que solo acepta el método experimental para llegar a conclusiones. Os dejo el enlace a la entrada del DRAE, por si queréis comprobarlo por vosotros mismos (¿con afán positivista?).
Mi recomendación: mucho mejor utilizar optimismo…
Sé que esto no era lo prometido (ni lo que yo me había propuesto), pero esta semana se ha quedado sin entradas. Prometo (y pienso cumplir) cinco artículos para la semana que viene. ¡Feliz domingo a todos!
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