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Reflexiones (XXVI)

«Lo más difícil de escribir es conseguir poner las palabras adecuadas al pensamiento que uno quiere expresar; lo más complicado es encontrar el término expresivo inevitable para cada idea. La curiosidad variada es lo que me gusta, pero fijada en los términos precisos. La adecuación de la palabra a la idea es la objetividad pura».

Pedro Gumuzio
Escritor

Y llegó septiembre…

Siento la ausencia. Creo que nunca había estado tanto tiempo sin escribir. Lo siento muchísimo. El mes de agosto ha sido una locura y el de septiembre va por el mismo camino. Tengo muchísimos frentes abiertos, muchísimos proyectos profesionales y personales que requieren mucho tiempo. Y el blog se resiente…

Al poco tiempo se une el hecho de que no tengo claro sobre qué escribir. Tengo una lista de posibles entradas, algunas a medio redactar incluso, pero ninguna me parece lo suficientemente atractiva en este momento. Atractivas para mí, para acabar de escribirlas. Y he leído mucho, tengo mil reseñas pendientes, pero quería centrarme más en gramática y menos en libros, que parece que la lectura ha monopolizado el blog en los últimos tiempos y no quiero eso tampoco. Me gustaría ir más por la senda de la ortotipografía o la gramática pura y dura… al menos para la mayoría de las entradas (siempre se podrían dejar los fines de semana para volver a hablar de libros, como hacíamos antes).

Básicamente, esta entrada es para deciros que sigo por aquí y que no me olvido en absoluto del blog. Que volveré pronto. Y que, por favor, si tenéis alguna duda, algún comentario, algún tema que queréis que trate… os agradezco muchísimo que aportéis ideas. Tampoco prometo tratar todos los temas, pero se hará lo que buenamente se pueda. ¡Hasta pronto!

Y llegó agosto…

Tengo sentimientos encontrados hacia el mes de agosto. Bueno, hacia el verano en general. Todo el año esperándolo… ¿para qué? Son los meses en que vivo más estresada con diferencia. Julio y agosto suelo andar siempre a tope de trabajo. Ni un segundo para respirar. Y el segundo en que decido, por fin, respirar… se subasta al mejor postor. Tengo tanta gente a mi alrededor estos meses, que tengo que hacer encaje de bolillos para verlos y contentarlos a todos. Así que me quito horas de sueño para poder hacer todo. Resultado: una Mónica zombi que no llega a nada.

Esa es una de las razones por las que apenas he escrito en julio. Me parece que agosto va a ser más de lo mismo. No me olvido del blog, ni mucho menos. De hecho, me está dando muchas alegrías últimamente (como cuando el otro día me comentaron por Twitter que habían enlazado la entrada de Rory Gilmore en el blog de series de El País). Pero me cuesta sentarme delante del ordenador a escribir; si me siento aquí es para adelantar con los librotes que tengo que tener entregados para el día 31 de agosto.

La lista de entradas pendientes va creciendo a un ritmo que me asusta hasta a mí. Prometo dedicar un par de días de septiembre a escribirlas, dejarlas programadas y recuperar un poco el ritmo que me gustaría que tuviera el blog de nuevo. En agosto escribiré, pero cosas ligeras: mejor nos olvidamos de la gramática, que me supone mucho tiempo y esfuerzo. Quizá, con suerte, caiga algo de ortotipografía. Tengo reseñas de libros que he leído recientemente a medio escribir, puede que publique alguna. Y poco más… Eso sí, andaré por aquí, pendiente de los comentarios; así que, si queréis hacer alguna sugerencia para alguna entrada, será bienvenida.

Los afortunados que tengáis ahora vacaciones, disfrutadlas muchísimo. Y espero que quienes volvéis ya de vuestro descanso, lo hagáis con las pilas recargadas. ¡Aprovechad para leer mucho! ¡Feliz verano a todos!

¡Gracias!

Aunque han pasado ya unos cuantos días desde que se acabó el reto de los 30 libros del mes de junio, no quería dejar pasar la oportunidad de agradeceros públicamente que hayáis participado tan activamente en él. Desde la idea original de las categorías hasta los comentarios en el blog, en Twitter y por correo electrónico, os agradezco infinito que os hayáis acercado al blog y hayáis formado parte de él. Gracias de verdad.

En el mes de junio hubo muchísimas visitas. Sé que muchos recomendabais el reto en Twitter y Facebook, y muchos me habéis dado las gracias por meterme en este lío de escribir 30 entradas sobre 30 libros distintos en 30 días consecutivos. No es fácil, lo único que siento es que no tuve tiempo para responder a muchos de los comentarios que me dejasteis (lo haré, poquito a poco). Pero no me tenéis que dar las gracias; al menos, no más que yo a vosotros: el reto, sin vuestra participación, se queda en nada.

Quiero mencionar especialmente a las personas que me ayudaron a confeccionar las categorías (porque, esta vez, el reto es totalmente nuestro): Elvira, Mer y María, un besazo a cada una de mi parte. Y me gustaría mencionar a todo el mundo que dejó comentarios, desde los que lo hacían a diario prácticamente, a quienes se acercaron solo una vez… Pero esta vez sois muchísimos, demasiados para poneros en lista. Además, como ya ocurrió con el anterior, no descarto que sigan llegando comentarios a las entradas y no quiero que esta se quede coja en el futuro porque falta alguien… Así que, daos todos por mencionados. Y, de nuevo, ¡gracias!

Tenía pensado escribir la lista de todos los libros que se fueron mencionando. Pero, esta vez, algunas categorías eran negativas, así que no sé si es buena idea que recupere todo y confeccione una lista… Si me la pedís, la hago; si no, siempre podéis comprobar de qué libros hablamos desde el enlace al reto de la columna de la derecha (que lo he dejado ahí para que accedáis fácilmente a cualquier categoría). Así, si necesitáis recomendaciones de lectura para este verano, sabéis dónde podéis encontrar un montón de buenas propuestas.

De nuevo, y aun a riesgo de repetirme, ¡muchas gracias!

Reflexiones (XXV)

«Nuestra vida está marcada por las decisiones. Sin decidir no podríamos seguir hacia adelante. La labor más dura del escritor es también tomar decisiones. Hay que decidir lo que se dice y lo que no, qué palabra llevar al texto y qué palabra excluir del mismo»

Kirmen Uribe
Bitartean heldu eskutik/Mientras tanto dame la mano

La biblioteca de Rory Gilmore

Quienes me conocéis en persona, muchas veces sufrís mi completo enganche a todas las series habidas y por haber. Veo tantas que he perdido la cuenta. Y, además de seguir el ritmo de emisión de muchas, varias veces al año me pongo con series completas y me las veo del tirón. Hace unos meses (creo que fue por febrero o marzo), vi completa, gracias a una amiga, Las chicas Gilmore. Me encantó. Además, me identifico muchísimo con una de las protagonistas: Rory, la hija (la madre, Lorelai, la verdad, me parece bastante petarda). ¿Y por qué traigo hoy a Rory Gilmore al blog? Porque Rory lee y lee y vuelve a leer. Incansablemente. Todo el tiempo. Va con libros a todos sitios. Y lee, lee, lee…

Rory Gimore leyendo

Rory Gilmore leyendo

Como hay quienes se fijan hasta en el vuelo de una mosca (y con mucho tiempo libre, además), han recopilado la lista de los libros que Rory lee a lo largo de la serie (y cuyos títulos pueden apreciarse o ella misma menciona o comenta en conversaciones con otros personajes). Me he enterado, incluso, de que hay seguidores de la serie que se proponen como desafío leer los libros de esta lista. La voy a copiar (traduciré los títulos que conozca en castellano) y marcaré en negrita los que he leído hasta el momento (unos cuantos, aunque me parecen poquísimos; y alguno que otro está en mi lista de pendientes). La biblioteca en sí es interesantísima; cabe de todo: ensayo (político y de corte feminista, principalmente), poesía, novela, teatro, novela gráfica, grandes clásicos, obras muy actuales, LIJ, de todo… (tened en cuenta de que en la serie Rory tiene de 15 a 23 años). Una biblioteca muy acorde con el personaje y sus inquietudes; no encontramos muchos personajes como Rory en la televisión actual (de la española mejor ni hablamos). Si hay alguna fansa o algún fanso de Rory por ahí y quiere participar en los comentarios, ¡sois bienvenidos! ¿Cuántos libros de la lista han caído en vuestras redes? Tenéis la lista pinchando abajo (es que es eterna, 340 libros, y ocupa mucho espacio; por cierto, 340 libros en siete temporadas que abarcan siete años, da una media de, prácticamente, un libro por semana; conozco a gente que lee a ese ritmo —yo misma hace unos años—, no es imposible).

Seguir leyendo…

Hartazgos de correctora

Permítanme, señores, que hoy utilice este espacio internetero para quejarme un poco. De vez en cuando toca… Y escribo precisamente hoy porque estoy de muy buen humor y estas cosas, estos desahogos míos, mucho mejor en frío.

Comentarios que no soporto que me hagan en relación con mi trabajo (comentaré algunos, otros no):

  • «¡Ah, eres correctora! ¿Y de qué idiomas traduces?». Traducir y corregir no es lo mismo, aunque el 90 % de la gente crea que sí.
  • «¿Qué significa la palabra X?». Mi respuesta, como la de Fundéu en Twitter: #EDETA (El Diccionario Es Tu Amigo).
  • «¿Tu trabajo es como pasar el corrector de Word?». Igualito, igualito…
  • «Entonces, tú leerás mucho, ¿no?». Pues sí, a veces incluso por ocio… 😉
  • «¿Y de eso se puede vivir? ¿No sería mejor que te dedicaras a otra cosa?». Pues no, soy feliz con mis libros. Es mi profesión, es vocacional, la he elegido yo. ¿Le digo yo a la gente a qué se tiene que dedicar acaso? ¿Conocéis el estado de mi cuenta bancaria para aseverar con rotundidad que «de eso» no se puede vivir?
  • «¿Eres correctora? ¿Me escribes una carta que tengo que mandar?». Por amor al arte, se entiende. No sé a vosotros, pero a mí ni el carnicero me regala la carne, ni el camarero el café, ni el electricista los arreglos de los enchufes. ¿Por qué tengo que regalar yo textos? Es mi tiempo y mi profesión. Se los regalo a quien yo considero. Y, probablemente, si me lo pides en plan jeta, no te voy a regalar mi trabajo (aun cuando pensara ofrecerme yo).
  • «¿El último libro de X está bien?». Leo todo lo que puedo, que dista mucho de ser todo lo que se publica. Ya me gustaría poder contestar a esa pregunta. Lo mejor, las caras de asombro cuando dices que no lo has leído o no lo conoces. Pero es que, por mi trabajo en sí, no necesito estar al día en cuanto a las novedades literarias o los últimos bestsellers.
  • «¿Me puedes enchufar en alguna editorial para que me publiquen la novela?». No. No enchufo a nadie para nada. Te aseguro que si tu novela tiene la calidad suficiente acabarán publicándotela… Y si absolutamente ninguna editorial del mundo te la quiere publicar, plantéate que, quizá, no es la obra de arte que estás pensando: mejórala y no te des por vencido. Y, si no, hoy en día, la autopublicación (que no autoedición) es coser y cantar. Incluso te puedes hacer rico vendiendo en Amazon…
  • «Yo escribo genial, tu trabajo se me daría muy bien». Chupi. Fórmate en todo lo que conlleva ser corrector (gramática, sintaxis, ortografía, ortotipografía, maquetación, etc.) y conviértete en uno. Con escribir bien no basta. Esto, como todo, conlleva esfuerzo y dedicación. Es un oficio…
  • «Entiendo los cambios que propones, pero no los acepto». Muy respetable. Pero entonces no sé para qué contratas a un profesional. No sé si me consuela que esto también pasa en otras profesiones… Así nos va. Cualquier cuñado hace unas páginas web de muerte, escribe como si fuera el mismísimo Shakespeare, sabe más de economía que Krugman, recetan al vecino mejor que el médico de cabecera y son los mejores entrenadores de fútbol de la historia. En serio, si vas a desprestigiar mi trabajo, no me contrates: no corrijo tus errores por destruir tu ego, sino para mejorar tu propia imagen ante los demás (y los honores te los llevas siempre tú, que no se te olvide).

Creo que muchas de estas frases tienen que ver con el desconocimiento que hay sobre la figura del corrector en general (¿sabéis lo que hacemos en realidad, almas de cántaro?). Tengo pendiente escribir sobre todo esto, pero, mientras tanto, os enlazo a un interesantísimo artículo del blog de Flores de papel. Sé que en todos los sectores cuecen habas, pero a veces una se cansa de oír las mismas peroratas una y otra vez… (y, aunque no lo parezca, repito que estoy de muy buen humor hoy). 😉

Uno que te haga sonreír (30 libros)

Afortunadamente, hay muchísimos libros que me hacen sonreír. Según veo algunos en la estantería, ya esbozo una sonrisa. Muchos, porque su historia me hizo reír; algunos, porque me traen recuerdos de momentos vividos; otros, porque fueron regalos y me hicieron mucha ilusión… Razones muy variadas, pero siempre el mismo resultado: una sonrisa. Así que, prácticamente, puedo elegir casi cualquier libro hoy. Y el que elijo es… La tía Mame, de Patrick Dennis.

La tía Mame

Portada del libro

Otro libro del que ya os había hablado en el blog; enlazo a la reseña. Y ya en su día comenté que es un libro que nos hace sonreír gracias a las disparatadas aventuras de su protagonista. Efectivamente, es una novela entretenida, que te deja un muy buen sabor de boca. Y eso es, exactamente, lo que quería dejar en este último día de reto: un buen sabor de boca. El reto esta vez se me ha hecho muy complicado por numerosas razones, así que, aparte de que —no os voy a engañar— estaba deseando que acabara, quería poner un punto final amable. Y La tía Mame lo hace. Por cierto, hay continuación, Around the world with Auntie Mame; no sé si está publicada en castellano, yo la tengo aquí pendiente en inglés. Quién sabe, quizá este verano…

Os agradeceré vuestra colaboración en una entrada aparte, pero hoy sí que me gustaría que nos dejarais vuestras propuestas de títulos que hacen sonreír. Porque, al final, entre otras muchas razones, leemos para sonreír, ¿no? Os espero, por última vez en este reto, en los comentarios y en Twitter.

Uno cuyo protagonista sea un animal (30 libros)

La elección de hoy está cantada: Soy un gato, de Natsume Soseki. Tengo que confesar que me quedan unas páginas para acabarlo, lo voy leyendo a trocitos entre lectura y lectura, pero merece la pena.

Soy un gato

Portada del libro

«Soy un gato, aunque todavía no tengo nombre». Así comienza la primera y más hilarante novela de Natsume Soseki, una auténtica obra maestra de la literatura japonesa, que narra las aventuras de un desdeñoso felino que cohabita, de modo accidental, con un grupo de grotescos personajes, miembros todos ellos de la bienpensante clase media tokiota: el dispéptico profesor Kushami y su familia, teóricos dueños de la casa donde vive el gato; el mejor amigo del profesor, el charlatán e irritante Meitei; o el joven estudioso Kangetsu, que día sí, día no, intenta arreglárselas para conquistar a la hija de los vecinos. Escrita justo antes de su aclamada novela Botchan, Soy un gato es una sátira descarnada de la burguesía Meiji. Dotada de un ingenio a prueba de bombas y de un humor sardónico, recorre las peripecias de un voluble filósofo gatuno que no se cansa de hacer los comentarios más incisivos sobre la disparatada tropa de seres humanos con la que le ha tocado vivir.

Voy a aprovechar para cantar las alabanzas de la editorial Impedimenta; otra con un catálogo de quitarse el sombrero y que, creo, está haciendo las cosas muy bien. De Soseki ha publicado varias novelas. Yo solo tengo esta, Soy un gato, libro lleno de humor e ironía que, además, hará las delicias de quienes comprendan el comportamiento gatuno (más de uno habrá sonreído con cierta expresión de la sinopsis: «teóricos dueños de la casa donde vive el gato»). La visión crítica del gato, que no siempre comprende el mundo humano, hace sonreír en más de una ocasión, puesto que se llega a situaciones bastante absurdas. A ver si lo acabo en verano, que me queda muy poquito…

¿Libros con animales como protagonistas? Los comentarios son vuestros (y, sí, valen libros infantiles, no hay problema).

Uno que leíste a escondidas (30 libros)

Es curioso que justo hoy toque esta categoría. Me la propuso una persona que, según me ha contado alguna vez, leía mucho a escondidas de niña y, casualidad, hoy es su cumpleaños. Así que, como ya sabes quién eres, ¡felicidades desde aquí también!

Tengo un pequeño problema con el tema de hoy: creo que nunca he leído a escondidas (no recuerdo ni haberlo hecho de niña). Puede que haya libros que quizá me dé más vergüenza admitir que leo (ya os he contado alguna vez que, cuando estoy con algún trabajo de más enjundia, necesito hacerme con cosas muy ligeras; normalmente opto por libros de calidad ínfima, pero que entretienen), pero tampoco me escondo para hacerlo (de hecho, hasta los añado a la lista de los leídos sin problema). Así que, ¿de qué libro hablo hoy? Pues de los que me tienen enganchada desde hace un par de semanas: El primer día y La primera noche de Marc Levy. Y junto los dos porque el segundo es continuación del primero (que no acaba, por si pensáis que podéis leer uno y listo).

El primer día

‘El primer día’

El descubrimiento de un extraño objeto en un volcán inactivo va a alterar todo lo que creíamos saber sobre el origen del mundo. Adrian es astrofísico; Keira es arqueóloga. Juntos van a vivir una aventura que va a cambiar el curso de su vida y de la nuestra. Keira está trabajando en el valle bajo del Omo, en África, buscando el origen de la humanidad, el primer hombre, pero a causa de una gran tormenta de arena, la expedición debe cancelarse y Keira debe volver a París. Se lleva consigo un colgante con una extraña piedra de color negro intenso que le ha regalado Harry, un niño del pueblo en el que se alojaban y al que considera como su propio hijo. Adrian es astrofísico. Sufre un pequeño accidente en la base espacial en la que está trabajando en Chile y debe volver a Londres. Allí decide que lo mejor sería volver a dar clases en la universidad, pero el rector le propone que se presente a un concurso que organiza la Fundación Walsh para proyectos científicos. La tesis de Adrian es investigar y establecer cuál fue la primera estrella. 

Los dos descubrirán que una organización secreta está detrás de la piedra del colgante de Keira y empezarán un viaje por todo el mundo en busca del significado y de las particularidades de esta misteriosa piedra… Juntos van a enfrentarse a muchos peligros que les llevarán hasta  los confines del universo, al mismo tiempo que su reencuentro revive un amor que había quedado interrumpido.

Una novela entretenida, con misterio, persecuciones y una historia de amor de lo más elemental; pero está bien, entretiene y es un perfecto libro de playa… No lo leo a escondidas, pero tampoco es el típico del que hable a todas horas… Por si alguien tiene curiosidad, copio asimismo la sinopsis de La primera noche (que, como podéis imaginar, es más de lo mismo).

La primera noche

‘La primera noche’

Nunca amor y acción se habían llevado tan bien. El superventas Marc Levy da en el clavo y dibuja una historia de aventuras que dejará sin aire al lector. Los protagonistas de El primer día, Keira y Adrian, vuelven a verse las caras a la espera del final que se merecen.

La primera noche arranca con un rescate. Las investigaciones de Keira la han llevado hasta una lúgubre prisión china, de la que saldrá casi a hombros de su salvador Adrian. Sin embargo, esta no es una historia de príncipes y princesas al uso y la inquieta arqueóloga perseguirá cueste lo que cueste su objetivo: encontrar la civilización perdida. Londres y Ámsterdam, pero también Rusia, Liberia y Grecia. El mundo se les queda pequeño a esta pareja de aventureros que, de nuevo, deberán enfrentarse a los conservadores de una intimidante sociedad secreta.

Como seguro que más de uno de vosotros sí habrá leído a escondidas, los comentarios y Twitter os esperan, hoy con muchísima curiosidad por mi parte, todo sea dicho.



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