Y llegó agosto…

Tengo sentimientos encontrados hacia el mes de agosto. Bueno, hacia el verano en general. Todo el año esperándolo… ¿para qué? Son los meses en que vivo más estresada con diferencia. Julio y agosto suelo andar siempre a tope de trabajo. Ni un segundo para respirar. Y el segundo en que decido, por fin, respirar… se subasta al mejor postor. Tengo tanta gente a mi alrededor estos meses, que tengo que hacer encaje de bolillos para verlos y contentarlos a todos. Así que me quito horas de sueño para poder hacer todo. Resultado: una Mónica zombi que no llega a nada.

Esa es una de las razones por las que apenas he escrito en julio. Me parece que agosto va a ser más de lo mismo. No me olvido del blog, ni mucho menos. De hecho, me está dando muchas alegrías últimamente (como cuando el otro día me comentaron por Twitter que habían enlazado la entrada de Rory Gilmore en el blog de series de El País). Pero me cuesta sentarme delante del ordenador a escribir; si me siento aquí es para adelantar con los librotes que tengo que tener entregados para el día 31 de agosto.

La lista de entradas pendientes va creciendo a un ritmo que me asusta hasta a mí. Prometo dedicar un par de días de septiembre a escribirlas, dejarlas programadas y recuperar un poco el ritmo que me gustaría que tuviera el blog de nuevo. En agosto escribiré, pero cosas ligeras: mejor nos olvidamos de la gramática, que me supone mucho tiempo y esfuerzo. Quizá, con suerte, caiga algo de ortotipografía. Tengo reseñas de libros que he leído recientemente a medio escribir, puede que publique alguna. Y poco más… Eso sí, andaré por aquí, pendiente de los comentarios; así que, si queréis hacer alguna sugerencia para alguna entrada, será bienvenida.

Los afortunados que tengáis ahora vacaciones, disfrutadlas muchísimo. Y espero que quienes volvéis ya de vuestro descanso, lo hagáis con las pilas recargadas. ¡Aprovechad para leer mucho! ¡Feliz verano a todos!