Últimos artículos
Leídos en 2017
Como hago todos los años, en esta entrada iré apuntando los libros que lea según los vaya terminando (y enlazaré los títulos a las reseñas que escriba). Además, la dejaré destacada entre los enlaces del blog, para que podáis consultarla con facilidad.
Enero
- Rachel Cusk: A contraluz (Libros del Asteroide).
- Lara Moreno: Piel de lobo (Lumen).
- Paula Bonet: La sed (Lunwerg Editores).
- Iván Repila: Prólogo para una guerra (Seix-Barral).
- Atticus Lish: Preparación para la próxima vida (Sexto Piso).
Febrero
- Jonathan Coe: La lluvia antes de caer (Anagrama).
- Jeanette Winterson: La niña del faro (Lumen).
Marzo
- Laura Ferrero: Piscinas vacías (Alfaguara).
- Fernando Aramburu: Patria (Tusquets).
Abril
- Leila Slimani: Canción dulce (Cabaret Voltaire).
- Juan Gómez Bárcena: Kanada (Sexto Piso).
- Karl Ove Knausgård: El otro lado de la cara (Anagrama).
- Pedro Mairal: La uruguaya (Libros del Asteroide).
Mayo
- Maggie O’Farrell: Tiene que ser aquí (Libros del Asteroide).
- Han Kang: La vegetariana (:Rata_).
- Virginia Woolf: Las aventuras agrícolas de un cockney (Nórdica).
- Stig Sæterbakken: A través de la noche (Mármara).
- María Sánchez: Cuaderno de campo (La Bella Varsovia).
- Karl Ove Knausgård: Tiene que llover (Anagrama).
- Annie Ernaux: No he salido de mi noche (Cabaret Voltaire).
Junio
- Delphine de Vigan: Nada se opone a la noche (Anagrama).
Julio
- Carson McCullers: Reflejos en un ojo dorado (Seix Barral).
Agosto
- David Trueba: Tierra de campos (Anagrama).
- Vivian Gornick: Apegos feroces (Sexto Piso).
- Genki Kawamura: Si los gatos desaparecieran del mundo (Alianza).
- Line Papin: El despertar (Alianza).
- José Luís Peixoto: Te me moriste (Minúscula).
- Malcolm Lowry: Rumbo al Mar Blanco (Malpaso).
Septiembre
- Carson McCullers: La balada del café triste (Seix Barral).
Octubre
- Edurne Portela: Mejor la ausencia (Galaxia Gutenberg).
- Élisa Shua Dusapin: Un invierno en Sokcho (Alianza).
- Leonard Michaels: Sylvia (Libros del Asteroide).
- Guadalupe Nettel: Después del invierno (Anagrama).
Noviembre
- Mohamed Chukri: El pan a secas (Cabaret Voltaire).
- Joan Didion: El año del pensamiento mágico (Literatura Random House).
- Charles Simmons: Agua salada (Errata Naturae).
- Giulia Alberico: Los libros son tímidos (Periférica).
Diciembre
- Ivica Djikic: La repetición (Sajalín Editores).
- Laura Ferrero: Qué vas a hacer con el resto de tu vida (Alfaguara).
- Andrea Marcolongo: La lengua de los dioses (Taurus).
¡Feliz 2017!
Os deseo un estupendo año 2017 repleto de buenas lecturas… Espero que compartamos muchas por aquí.
Un beso a todos.
Mi año 2016
Hace ya algún tiempo que me acerco al blog en estas fechas y hago una especie de balance de lo que ha dado de sí el año para mí. Y, justo este año, en que he estado bastante desaparecida, pues creo que, con más razón, estaría bien que os contara lo que me ha ido pasando en este 2016 del que, creo, me va a ser difícil olvidarme. Para mí, 2016 ha sido un año magnífico (exceptuando el mes de diciembre, del que luego hablamos). Y es que, cuando todo va bien, pues todo va bien. Es así de simple.
En el trabajo ha sido el mejor año desde que empecé a trabajar en esto (allá por el año 2000, que ya ha llovido, ¿eh?). Empecé el año con muchas dudas, porque las cosas no pintaban bien. El último trimestre de 2015 fue muy inestable, tuve muchos problemas y estuve a punto de quedarme sin trabajo. Pero solventé la situación y ciertas personas volvieron a confiar en mí y en mi trabajo. Y justo en enero, llegó la sorpresa. Empecé a colaborar con cierto sello de un gran grupo y me tocó el premio gordo de la lotería: Svetlana Alexiévich, la nobel de Literatura 2015. Y su obra es tremenda, impresionante. A partir de ahí, este año he corregido, por ejemplo, a tres nobeles (y a uno en concreto, que escribe en castellano, le hice corrección de estilo; a ver, parémonos a pensar por un momento lo que esto significa: yo, la mindundi de Mónica, desde mi casita perdida de la mano de Dios en un minipueblito, corrigiendo el estilo de artículos de un escritor de talla universal, es alucinante). También he corregido a escritores de mucho renombre que, me gusten más o menos, entiendo perfectamente por qué han llegado ahí (es tan fácil trabajar con cierta gente…) y, la guinda del pastel ahora a finales de año: he tenido la oportunidad de hincar el diente al nuevo libro que se va a publicar de David Foster Wallace (aunque esto era una segunda corrección y debo admitir que el traductor, conocidísimo, y la primera correctora habían hecho un trabajo inmenso). Pero independientemente de que los autores fueran conocidos o no, o que los libros que he corregido sean mejores o peores (aunque no me puedo quejar en absoluto), lo que más agradezco a este 2016 en lo que al terreno laboral se refiere es que se me haya dado la oportunidad de trabajar con gente increíble. Gente que me valora, que me respeta, y a la que le gustan los libros y que se entusiasma con el trabajo igual que yo. Tengo que admitir que trabajo muchísimo, pero muy a gusto. Y este año por fin soy consciente de que soy muy buena en mi trabajo. Han tenido que venir a decírmelo (y no solo decírmelo, me lo han demostrado con hechos), pero por fin me lo creo. Para no olvidarme de nadie, no os voy a mencionar, pero mil gracias a todas las personas con las que he tenido el placer de colaborar en 2016. ¡Y por lo que viene en 2017, que estoy muy emocionada con cierto libro que empiezo ya!
En el ámbito más personal, hace ya unos meses que os conté que tenía la sensación de estar viviendo en un anuncio de cerveza. La sensación ha durado meses, prácticamente hasta que llegó diciembre y mi vida se empezó a tambalear un poquito. Hace unas tres semanas le encontraron a mi madre un tumor en un riñón. Las cosas están bien y controladas, le van a quitar el tumor (con el riñón de rebote), y en pocos meses esto va a ser una pesadilla olvidada. Como os podéis imaginar, no ha sido plato de gusto: he pasado mucho miedo y he estado muy nerviosa y triste. Sin embargo, acabo el año tranquila, animada y esperanzada. No obstante, quiero recalcar que, a pesar de este bache (del que se saldrá, y creo que será pronto), he tenido momentos tremendamente alegres en 2016. Y quiero que sigan en 2017… para perder la cuenta de los momentos felices y especiales con una persona que me ha hecho soñar este año. ¡Qué importantes nuestros sueños! Y la ilusión…
Os deseo muchos sueños, mucha ilusión y que os quieran mucho en este 2017. Y quered vosotros, que merece la pena. ¡Feliz año nuevo a todos!
Siete años
Hoy el blog cumple siete años. Probablemte ha sido el menos productivo desde que empecé con él: ha habido pocas entradas, no ha habido reto, pocos libros, menos corrección… Pero es que ¡no me da la vida! Ni mi trabajo ni mi vida personal me permiten en este momento ocuparme del blog como a mí me gusta hacerlo. Supongo que, aunque llevo meses diciéndolo, en algún momento las aguas volverán a su cauce y tendremos de nuevo entradas, libros, corrección, reto y lo que haga falta.
Aun así, me parece bien celebrar los siete años. Y lo hago, además, poniéndome un poco navideña. Cae, de nuevo, nieve azul en el blog. Y atentos los próximos días, a ver si Olentzero os puede dejar algún regalo… (si no, habrá que esperar a Reyes).
¡Un beso a todos!
Un libro es un juguete
El grupo Penguin Random House ha lanzado una iniciativa en Twitter de la que me quiero hacer eco desde aquí. Desde hoy y hasta el día 18 (un mes), cada vez que tuiteemos con la etiqueta #unlibroesunjuguete, donarán un libro a Cruz Roja Juventud. Así de fácil. Y no cuesta nada.
Reflexiones (LIX)
«¿Que por qué escribo? Me llaman la escritora de las catástrofes, pero no es cierto. Siempre busco palabras sobre el amor. El odio no nos va a salvar. Solo el amor».
Svetlana Alexiévich
Escritora bielorrusa
Mis últimas lecturas (de mayo a septiembre de 2016)
Como he hecho en otras ocasiones, voy a recopilar en una única entrada las lecturas de este año de las que aún no hay reseña (de algunas, no la habrá), por si os llama la atención alguno de los libros con los que he enredado y queréis saber mi opinión (aunque sea de forma rápida). Los libros anteriores a la fecha del título, están en esta otra entrada. Pues allá vamos.
MAYO
En mayo terminé dos libros, El show de Gary, de Nell Leyshon, y Bailando en la oscuridad, de Karl Ove Knausgård. De estos sí hay reseñas publicadas. Muy recomendables ambos.
JUNIO
Natalia Ginzburg: Las pequeñas virtudes
A medio camino entre el ensayo y la autobiografía, Las pequeñas virtudes reúne once textos de tema diverso que comparten una escritura instintiva, radical, una mirada comprometida llana y conclusivamente humana. La guerra y su mordedura atroz de miedo y pobreza, el recuerdo estremecedor y bellamente sostenido de Cesare Pavese y la experiencia intrincada de ser mujer y madre son algunas de las historias de una historia –personal y colectiva–que Natalia Ginzburg ensambla magistralmente, en estas páginas de turbadora belleza, con una reflexión sagaz siempre atenta al otro, arco vital y testimonio del oficio –vocación irrenunciable, orgánica– de escribir.
Me encantó. Once relatos de lo más recomendables que, creo, merecerían más atención por mi parte aquí en el blog. Pero ¿qué decir de Natalia Ginzburg? Si no conocéis con esta pequeña joya, acercaos a ella, que es una preciosidad de libro.
***
En junio también estuve ocupada con Svetlana Alexiévich y sus Últimos testigos, que comenté hace pocos días.
JULIO
Aino Kallas: La novia del lobo
Esta legendaria historia nace de los viejos mitos de los hombres lobo en Estonia, pero cuenta, en realidad, mucho más que eso: es también una metáfora de la ausencia de libertad de las mujeres en el siglo XVII. El relato se sitúa en Hiiumaa, una isla en el lado oeste de Estonia, y comienza con un guardabosques llamado Priidik que observa a un grupo de mujeres del pueblo que lavan a sus ovejas y se enamora de la joven doncella Aalo.
Escrita con un hermosísimo lenguaje, consigue trasladarnos a los bosques de Estonia y a aquellos pueblos amenazados por los lobos en los que se castigaba duramente todo lo que se consideraba brujería. Sara Morante ha logrado meterse en la piel de la rebelde Aalo y llevarnos con sus ilustraciones a su mundo más allá de la aldea.
Leí este libro porque la propia Sara Morante, que lo ha ilustrado con una exquisitez absoluta, me lo recomendó cuando le pregunté por él. Me dijo: «El texto es brutal, te va a encantar». Y sí que me gustó, mucho además. Me recordaba a cuando nos contaban cuentos de niños, pero esto no es precisamente para niños (aunque haya lobo, cazador…). Es una poderosa alegoría sobre el poder de las mujeres y su libertad. Tenedlo en cuenta si os gustan los cuentos tradicionales, porque no os va a defraudar (y disfrutad de las ilustraciones de Sara, que son el complemento perfecto al texto).
Santi Pérez Isasi: Imposibles impensables
Imposibles impensables es un volumen de microrrelatos que juega con lo inverosímil, lo fantástico o lo grotesco, y que huye de algunos clichés del género, como lo metaliterario, lo onírico o la sorpresa final, para proponer una mirada a aquello que puede existir en nuestro mundo, pero que no podemos o no queremos ver. Son 125 relatos (y un bis) que reúnen animales ficticios, ciudades irreales, historias de terror y humorísticas… y, por supuesto, una colección de seres llegado del otro lado para recoerdarnos que las cosas siempre son lo que parecen.
Qué sinopsis más completa. Imposibles impensables es justo eso. Si os gustan los microrrelatos, no os podéis perder esta colección (incluso, aunque no sea el género que más os guste, os va a sorprender). Tengo que admitir que, antes de que los relatos se publicaran en libro, yo ya los había leído (bueno, la versión a la que tuvimos acceso), así que esto fue una relectura con la que me reí mucho (aunque no todos los relatos son humorísticos). De Santi, ¿qué queréis que os cuente? Suele comentar por el blog, sobre todo en los retos (de hecho, lleva tiempo intentando convencerme de que haga un megarreto de 365 días: la respuesta sigue siendo no) y acabo de calcular que hace veinte años que nos conocemos. No es el primer libro que publica, pero (shame on me) aún no me he acercado a Ruritania (salvo en su blog, Como un libro abierto, donde, por cierto, hay nuevas series de relatos de lo más interesantes). Y si algún día se queda sin ideas para escribir, que lo dudo, siempre puede sacar cosas de la noche de la presentación en Bilbao de los Imposibles impensables. Eso fue surrealismo y lo demás son tonterías, todavía me río al recordarla (el culpable, por supuesto, otro escritor bilbaíno cuyo nombre no voy a mencionar).
Angelika Schrobsdorff: Tú no eres como otras madres
La narración de Angelika Schrobsdorff reconstruye la vida real e inconformista de su madre, una mujer nacida en una familia de la burguesía judía de Berlín, liberada de los prejuicios de su tiempo y deseosa de casarse con un artista (y no con el «excelente partido» que le han buscado, un comerciante opulento y maduro). Así, Else vivirá de lleno el nacimiento de un nuevo mundo junto a la culta bohemia berlinesa de los «locos años veinte», un periodo en el que tendrá tres hijos de tres padres diferentes, fiel a las dos promesas que se hizo de joven: vivir la vida con la máxima intensidad y tener un hijo con cada hombre al que amara. Esta es, por tanto, la historia de una mujer singular y sedienta de independencia, que será arrollada por aquello mismo en lo que se negaba a creer al principio: el presente. Sin embargo, en la dura prueba del exilio, Else encontrará una realidad nueva y reveladora tras una vida que hasta entonces ha estado enteramente dedicada a las fiestas, los viajes y el amor.
Según parece, este es uno de los libros del año, ha tenido mucho éxito y todo el mundo habla maravillas de él. De hecho, lo habían leído varias amigas mías antes que yo y todas estaban maravilladas. Bueno, pues a mí no me ha maravillado ni encantado ni nada por el estilo. Me fue decepcionando poco a poco. Admito que el comienzo de la narración me pareció buenísimo, y toda la época en que Else vive como le da la gana es magnífica. Pero después… todo se diluye. Quizá, sí, por la guerra y todo lo demás. Pero yo solo encuentro otro texto más, normalito y manido, sobre la guerra. Me empieza a pasar como con las novelas de la Guerra Civil española, que me cansan. Con este libro me ha ocurrido algo parecido.
AGOSTO
Maria Peura: Tu amor es infinito
Saraa, una niña de siete años, va a pasar el verano a casa de sus abuelos, ya que sus padres, sumidos en una separación tempestuosa, no son capaces de ocuparse de ella. Lejos de un hogar en llamas, y en un ambiente en apariencia idílico, comienza un auténtico infierno para ella. La niña tendrá que librar una dura batalla interior para conciliar el dolor y el sufrimiento que le infligen las personas de su entorno más cercano con el afecto que siente por ellas, convencida de que son las únicas que realmente la quieren. Para evadirse del dolor y la culpa que la atenazan, Saraa escapa a un mundo de fantasía y juegos en el que la naturaleza tiene un papel fundamental.
A pesar de tocar temas tan crudos y oscuros, Tu amor es infinito está escrita con gran lirismo, y una sensibilidad y una sutileza sorprendentes.
De esta novela os tengo que hablar largo y tendido, porque es lo mejor que he leído este año. El problema es que me cuesta escribir sobre esta novela. Quienes la hayáis leído os imaginaréis por qué. Es lo más terrible y duro que se puede llegar a leer. De hecho, es una novela que cuesta, y no solo por la complejidad de algunas de sus imágenes (en todo caso, siempre llenas de lirismo, lo cual no hace sino incidir en lo terrible y lo cruel y lo tremendo de lo que estamos leyendo), sino por lo que se nos está contando en sí. Difícil de leer, difícil de digerir, pero un novelón con todas las letras (lo único que me parece un horror es el título, pero se le perdona). A ver si saco fuerzas para hacer un comentario más elaborado sobre la novela.
Lauren Groff: En manos de las Furias
Un hombre y una mujer caminan muy juntos por la playa. Hace frío, pero no importa. De repente se esconden detrás de unas dunas para celebrar su primer acto de amor carnal. Él es Lotto, ella es Mathilde, los dos tienen veintidós años y acaban de casarse, aunque solo llevan quince días juntos y saben muy poco el uno del otro.
El hilo de sangre que mancha los muslos de Mathilde sella esta entrega que parece absoluta y exclusiva, y así será durante más de veinte años. Lotto y Mathilde son la pareja casi perfecta: basta una mirada para que se entiendan, un gesto cómplice para que los dos dejen una sala abarrotada de gente y aprovechen cualquier rincón para amarse. Lotto se dedica a escribir obras de teatro guiado por su pasión por Shakespeare, y Mathilde se convierte en la esposa ideal: musa, empresaria y ama de casa. Bien…
Bien, hasta que de repente el destino se impone. Es entonces cuando descubrimos que el matrimonio es una larga conversación y que en esta charla caben huecos, omisiones, palabras sueltas que pueden ser mentiras piadosas o alfileres.
Yo quería una novela-culebrón para la playa (aunque al final hubo cambio de planes, pero bueno). En la playa, sobre todo ahora que mandan los niños, no puedo ponerme con cosas que me requieran mucha atención, así que pensé que algo así podría irme bien. El problema es que, como ya he dicho, no lo he leído en la playa. Y, aunque al principio me sorprendió y no me pareció tan culebrón como yo buscaba, toda la segunda parte me pareció un pestiño de lo peorcito. No la salvo de la quema. Para la playa (o similares: estas cosas van muy bien para viajes con distracciones), si no os ponéis muy exigentes, tiene un pase (la historia sorprende un poco), pero para el resto… Totalmente prescindible.
SEPTIEMBRE
Elizabeth Strout: Me llamo Lucy Barton
En una habitación de hospital en pleno centro de Manhattan, delante del iluminado edificio Chrysler cuyo perfil se recorta al otro lado de la ventana, dos mujeres hablan sin descanso durante cinco días y cinco noches. Hace muchos años que no se ven, pero el flujo de su conversación parece capaz de detener el tiempo y silenciar el ruido ensordecedor de todo lo que no se dice.
En esa habitación de hospital, durante cinco días y cinco noches, las dos mujeres son en realidad algo muy antiguo, peligroso e intenso: una madre y una hija que recuerdan lo mucho que se aman.
No me ha parecido ni la gran maravilla que muchos dicen, ni el texto infumable del que hablan otros. Pero sí me ha gustado, creo que es una novela amable, con grandes aciertos. Lo que se dice, lo que no se dice, relaciones maternofiliales, relaciones matrimoniales, el proceso de la escritura… Al final se tocan tantos palos que algunos aspectos, a mi modo de ver, se quedan un poco deslavados. Sí la recomiendo y, de hecho, tengo mucha curiosidad por leer la anterior novela de Strout, que todo el mundo está de acuerdo en que es un novelón (acepto regalos).
Helen McDonald: H de halcón
A raíz de la inesperada muerte de su padre, Helen McDonald decide comprar y adiestrar un azor, el ave de presa más peligrosa y letal. Así empieza un viaje de exploración a lo más profundo del dolor y de lo salvaje, que llevará a la autora al límite de la locura y cambiará su vida.
Destinado a convertirse en un clásico, H de halcón es un libro sobre el recuerdo, la naturaleza y el ser humano. Una lección magistral acerca de cómo reconciliar la vida y la muerte.
Jamás pensé que fuera a disfrutar tantísimo este libro. No tiene nada que ver con lo que suelo leer y no sé bien cómo calificarlo. Pero me atrapó y me dejé llevar por Helen y su azor. La naturaleza aunando vida y muerte como forma de exorcizar el dolor. Es un canto a la vida y a la naturaleza. Precioso.
***
Y aquí se acaban de momento las lecturas. Me he cogido unos días libres y he aprovechado para leer mucho. No todo es rescatable, pero hay cosas interesantes (como la novela de Annie Ernaux de la que os hablé el otro día). A ver si siguen las lecturas (aunque ya estoy trabajando de nuevo) y puedo ir contándoos. Como siempre, tenéis los comentarios a vuestra disposición para hablar de estos u otros libros que hayáis leído.
Annie Ernaux: ‘Memoria de chica’
Que al acabar un libro lo primero que pienses sea «Tengo que leer todo lo que haya publicado de esta autora» creo que dice mucho de él. Y eso es justo lo que me pasó con Memoria de chica, de Annie Ernaux.
«He querido olvidar a aquella chica. Olvidarla de verdad, es decir, no querer escribir más sobre ella. No pensar más que debo escribir sobre ella, sobre su deseo, su locura, su estupidez y su orgullo, su hambre y su sangre cortada. Nunca lo he conseguido».
En Memoria de chica, Annie Ernaux se sumerge en el verano de 1958, el de su primera noche con un hombre, en la colonia de S, en el Orne. Una noche que le iba a dejar una marca indeleble, que iba a perseguirla durante años. Hasta la valiente decisión de reconstruirla escribiéndola, ayudada por fotografías y cartas recuperadas, sumida en una búsqueda: la de sus antiguos amigos y amigas, la de Él, ese primer hombre, pero sobre todo la de sí misma, aquella Annie del 58 que tanto le cuesta entender a la Annie actual, en un vaivén implacable entre el ayer y el hoy.
Tengo una cierta querencia por la autoficción. No lo puedo evitar. Me atraen mucho las obras en que un autor decide que el narrador y el personaje principal de su novela sean él mismo. Bueno, o ella, como ocurre aquí. Pero en Memoria de chica encontramos un matiz. Aunque la Annie madura escribe (si no recuerdo mal, entre 2013 y 2015) sobre ella misma cuando tenía 18 años, ella no lo percibe así. Y ahí radica el quid de esta novela, que me ha parecido maravillosa y que, os lo tengo que advertir desde ya, me ha dejado muy tocada y pensativa.
La Annie madura no se reconoce en la Annie de 18 años. Le parece otra persona totalmente ajena a ella, de la que, sí, sabe todo (cómo se sentía, por qué hizo las cosas que hizo), pero que no es ella en absoluto. No solo no es ella, sino que, a mi modo de ver, la Annie joven le produce hasta un cierto rechazo, que intenta exorcizar con este texto, probablemente intentando comprenderla para liberarse de su recuerdo.
Hay un juego, por tanto, entre el hoy y el ayer que le proporciona al texto una cierta melancolía. Melancolía que, sin embargo, viene revestida de una prosa tremendamente fría, casi aséptica, quizá en un intento de marcar las distancias con ese verano de 1958 que inició un período de dos años sentimentalmente convulsos en la vida de Annie.
La premisa de la novela me parece de lo más interesante: esa «lucha» interna entre los yoes de distintas épocas, ese intento de reconocimiento inútil, incluso de ¿perdón? por lo vivido. Y me resultó curioso encontrarme justo esto, porque yo llevo un tiempo luchando con(tra) mi yo de otro momento, con el que tampoco me identifico. Y admito que la lectura activó ciertos resortes, sonaron ciertas alarmas y me conmoví mucho. Supongo que tiene más que ver conmigo misma que con la novela en sí, pero tengo que rendirme y admitir que hacía mucho tiempo que un texto no me revolvía tanto por dentro por asuntos personales.
Y ahora, pues con muchas ganas de hacerme con La mujer helada, otra novela de Annie Ernaux también publicada por Cabaret Voltaire y de la que me han dicho que es aún mejor que esta. Va a caer en nada.
¿Habéis leído algo de Ernaux? ¿Os ha gustado? ¿Os apetece hincarle el diente? Tenéis los comentarios para decir lo que os apetezca.