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Hillel Halkin: ‘¡Melisande! ¿Qué son los sueños?’

Si seguís más blogs sobre libros, leéis las reseñas de los periódicos o si os habéis paseado por alguna librería últimamente, seguro que os habéis encontrado con la novela de Halkin, ¡Melisande! ¿Qué son los sueños?, porque parece que está por todas partes. Y todo el mundo habla maravillas de ella. Yo no voy a ser la excepción, porque me ha encantado.

'¡Melisande! ¿Qué son los sueños?'

‘¡Melisande! ¿Qué son los sueños?’

A finales de los años cincuenta, en Nueva York, dos chicos: Hoo y Ricky, y una chica, Mellie, se conocen mientras trabajan en la redacción de la revista literaria de su instituto. Allí forjarán una amistad que durará años y condicionará el resto de sus vidas. Décadas después, Hoo, convertido en catedrático de filosofía, rememora su relación con Ricky y con Mellie, y también el trasfondo cultural y social de la época que les tocó vivir: los coletazos del macarthismo, la liberación de los años sesenta o las protestas contra la guerra de Vietnam. Conforme avanza la historia se van revelando las razones que le han llevado a escribir el relato de esa amistad; que es, en realidad, una maravillosa carta de amor a Mellie.

En ¡Melisande! ¿Qué son los sueños? la sabia mirada de un hombre maduro sobre su vida y sobre aquello que le da sentido convierte este libro en un canto al amor y a la amistad, en una invitación al perdón. Una de las novelas de amor más extraordinarias de los últimos años que nos habla del poder de la literatura y la memoria.

Me he enamorado de este libro y de su historia. Son 262 páginas de vida condensada que me dejaron totalmente conmocionada. De hecho, cada vez que pienso en el final (¡ay, qué final!) me emociono (estoy muy blandita estos días, pero sé que no soy la única a la que le pasa).

¡Melisande! ¿Qué son los sueños? es una preciosa carta de amor. Aunque en ella cabe de todo. Primero, la amistad. Una amistad a tres bandas que marca la vida de los tres protagonistas: Hoo (el autor de la carta), Mellie y Ricky. Los protagonistas aprenden a vivir, a enfrentarse al mundo adulto, juntos. Y la literatura los acompaña en su camino (de hecho, la literatura y la filosofía juegan un papel importantísimo en la novela, como acompañantes de todos los sentimientos, emociones y vivencias de Hoo, sobre todo). Tras la amistad, llega la separación: cada cual debe seguir su camino en la vida. Y años después, el reencuentro; porque, cuando algo es muy auténtico, cuando una amistad es genuina, la distancia y el tiempo no importan. Y, a partir del reencuentro, lo más importante: un gran amor.

No penséis que os vais a encontrar la típica historia de amor edulcorada en que todo es de color de rosa. Nada más lejos. Esto es amor de verdad. Y en el amor de verdad cabe toda una serie de sensaciones y sentimientos que se ven perfectamente reflejados en el texto: la pasión, los encuentros, los desencuentros, la compasión, la compañía, la ternura, el cariño, las discusiones, el deseo, las reconciliaciones, las ganas de estar con el otro, los aciertos, los errores… ¿Hay perdón para los errores? Al menos, que haya esperanza…

La novela me ha hecho reflexionar sobre varias cuestiones. ¿Por qué, a veces, lo más importante de la vida llega casi por casualidad (si es que las casualidades existen, que yo no lo creo)? ¿Por qué lo más grande empieza pequeñito? ¿Mostraría la misma compasión que los personajes ante ciertos hechos? ¿Mi vida está tan marcada por la maternidad como la de Mellie? ¿Sería yo capaz de perdonar? Y, entre tantas vueltas al coco, el deseo de saber qué pasa después de ese final lleno de esperanza. El otro día me dijo un amigo que la esperanza nunca defrauda. Yo espero que a Hoo no le defraude. Desde luego, a mí si alguien me dijera lo que Hoo le plantea a Mellie (tenéis pistas por el Tumblr si sois excesivamente curiosos) caigo rendida. A pesar de todo. A pesar de lo malo. A pesar de los desencuentros y las separaciones… Porque, ¿hay mayor prueba de amor que esta carta? ¿Se puede decir más en una sola frase?

Por cosas de la vida (el mundo es muy pequeñito), estoy en contacto con Vanesa Casanova, la traductora de esta joya. Cuando iba por la mitad del libro, tuve que parar y mandarle un mensaje de felicitación por su trabajo. Enorme, en serio. Y hoy le vuelvo a trasladar mi enhorabuena desde aquí. Y a Libros del Asteroide, por publicar esta maravilla. Un auténtico regalo.

¿Habéis sucumbido a ¡Melisande! ¿Qué son los sueños? como yo? ¿Os ha maravillado como a mí? Hoy sí tenéis los comentarios abiertos (no como el otro día, que los cerré a propósito: en serio, millones de gracias por todos los mensajes y muestras de cariño que me habéis hecho llegar estos días; valoro enormemente cada uno de ellos, porque me hacen sentir muy acompañada y, aunque sigo tristona, me ayudan muchísimo: ¡¡gracias!!).

Tristeza

La cura para todo es siempre el agua salada: el sudor, las lágrimas o el mar.
Isak Dinesen

Llevo varios días llorando como una magdalena: me queman los ojos por dentro de tanto llanto y, como siempre que me preocupa algo, me duele tantísimo la cabeza que en estos momentos me la arrancaría de cuajo para eliminar el dolor. Pero la quemazón en los ojos o la jaqueca son minucias si las comparo con la profunda pena que siento. Estoy terriblemente triste. Y, esta vez, la tristeza va acompañada de sensación de desamparo y, por qué no, de orfandad.

Ayer murió una de las personas más importantes de mi vida. Una de las personas a las que más he querido, quiero y querré mientras yo viva. Creo que mucho de lo que soy se lo debo, además de a mis padres, a ella, en quien siempre me he fijado y a quien siempre he admirado. Porque hay personas que, desde su aparente pequeñez, brillan. Y ella brillaba y nos cobijaba a todos (y somos muchos) en su luz y en su calidez.

No os voy a hablar más de ella. No es el momento (no puedo, estoy demasiado rota para enfrentarme a ciertas cosas ahora mismo) ni creo que este sea el lugar. Pero quería que supierais por qué apenas estoy por el blog estos días. Volveré pronto, pero ahora mismo tengo otras cosas más importantes de las que ocuparme: me toca acompañar a los míos (un beso enorme a todos desde aquí, sobre todo a mi ama, a Vero y a Totó, que leen el blog y son quienes más me han ayudado y se han preocupado por mí estos días); me toca lidiar con esta profunda tristeza que se me ha instalado en el pecho y que no hay congoja que saque; y me toca hacerme a la idea de que, desde ayer, estoy un poquito más sola y más huérfana.

David Trueba: ‘Abierto toda la noche’

Llevo unos cuantos días tremendamente triste, por algunas cosas que me están pasando y algunos problemas personales/familiares, de ahí que apenas haya actualizado el blog últimamente. Y de ahí, también, que apenas esté leyendo. Cuando consigo que me entren ganas de leer, todo lo que tengo entre manos es de lo más deprimente y, la verdad, bastante tengo ahora mismo como para, encima, leer cosas tristes. Así que, el otro día, me puse a buscar por las estanterías alguna novela divertida (ya sabéis que no tengo problema en releer). Algo encontré y algo estoy leyendo, aunque no mucho. De todas formas, me topé con la novela de la que os voy a hablar hoy. Como la leí por segunda vez hace poco, no era cuestión de repetir con apenas cuatro meses de diferencia, por lo que volvió a la balda. Pero sí que pensé que podía comentar algo sobre ella en el blog y, así, actualizarlo esta semana al menos una vez. Y hacerlo, además, con una novela de lo más divertida: Abierto toda la noche, de David Trueba.

'Abierto toda la noche'

‘Abierto toda la noche’

Como dijo Ambrose Bierce, «el hogar es el único local abierto toda la noche». Y en esta primera novela de David Trueba, el hogar pertenece a los Belitre, una familia tan numerosa como disparatada. Crónica de una educación sentimental, las personas que habitan este libro solo escuchan la voz de su corazón, mientras que la razón guarda un impasible silencio. Y así, el lector seguirá a los Belitre en una sucesión imparable de situaciones de altísima comedia y negro melodrama, con Matías, un niño de doce años que sufre una misteriosa enfermedad mental, un abuelo que en medio de la demencia senil se entrega en cuerpo y alma a la poesía y la religión, y hasta una pareja de desamparados testigos de Jehová que encontrará su casa en la ternura de los Belitre.

Trueba ha recreado con fascinación una estampa de familia que discurre entre momentos mágicos de pura comedia, arrastrando al lector en un imparable deseo de saber más de estos personajes disparatados, divertidos y trágicos. En definitiva, el autor viene a ocupar un lugar muy poco frecuentado por la nueva literatura española.

Me resulta curioso no haber hablado de las novelas de Trueba más que en los retos (en los que, por cierto, Cuatro amigos siempre sale a relucir; también Abierto toda la noche se ha mencionado alguna vez, nos falta Saber perder). Bueno, pues, casualidad, gracias al último reto, recuperé esta novela. Una amiga leyó que me quejaba porque había dejado Cuatro amigos y no había vuelto… y la siguiente vez que quedamos me devolvió esta, que yo ni recordaba que tenía. Genial, porque la releí y me reí cosa mala…

Abierto toda la noche es una novela coral, protagonizada por los miembros de una familia de lo más peculiar. Con unos personajes muy bien dibujados, cada cual más estrambótico que el anterior, vivimos sus peripecias con un cierto estupor, que nos lleva de la risa (mucha risa) al llanto y viceversa.

Lo genial de esta novela (y me parece un gran logro de Trueba) es que, a pesar de las situaciones extremas y los personajes «raros» que la protagonizan, creo que todos sentimos que los Belitre nos son muy cercanos. Porque casi todo el mundo conoce a alguna familia así, rara y loca (a mí, personalmente, me recuerda muchísimo a la de una amiga mía: son cinco hermanos y siempre les pasan cosas extrañísimas); o, incluso, todos, salvando las distancias, pertenecemos a una familia así: con personajes que rozan el esperpento y que se ven envueltos en situaciones que dan para mil anécdotas después.

Y un último apunte: esta es la primera novela de Trueba. Y me parece muy buena. Con un estreno así en el mundo de la literatura, se podía esperar mucho de él después: tengo la sensación de que no ha defraudado en absoluto. Y ahora que ando leyendo y echando vistazos a algunas primeras obras de gente muy joven, creo que es de recibo decir que esta les da bastantes vueltas a la inmensa mayoría.

Hacedme caso y leed Abierto toda la noche si no lo habéis hecho ya (a quienes sí la habéis leído: ¿a que tengo razón?). Les cogeréis cariño a los Belitre. Y os reiréis mucho. Y también, por qué no, quizá soltéis alguna lagrimilla. Os dejo los comentarios abiertos por si queréis decir cualquier cosa, de la novela o de lo que os apetezca. Y si me contáis algo que me haga reír un poco, será muy bienvenido también… 😉

¿Qué escritor nació en el día de tu cumpleaños?

No pensaba publicar nada hoy; pero, como estoy viendo que la semana que viene se me complica un poco y no sé si me va a dar tiempo a escribir nada, he pensado pasarme hoy por aquí con otro juego (porque no me olvido del blog). Y así acabamos la semana de forma lúdica otra vez.

¿Cuándo es vuestro cumpleaños? ¿Sabéis si compartís día con algún autor famoso? Seguro que sí. En Guía literaria tenéis una lista de escritores según el orden del calendario. Os dejo el enlace:

Fechas de nacimiento de escritores

Por ejemplo, el día de mi cumpleaños, el 7 de mayo (apuntadlo, que me encanta que me feliciten y «solo» faltan dos meses justos), nacieron también dos nobeles: Rabindranath Tagore y Wladyslaw Reymont (a este último no lo conozco). Y hoy, 7 de marzo, sería el cumpleaños del enorme Georges Perec.

Os toca. ¿Qué día es vuestro cumpleaños? ¿Con qué autores compartís fecha? O ¿qué autores nacieron en alguna fecha que sea significativa para vosotros? Tenéis los comentarios para decir lo que queráis.

¿Qué autor es tu alma gemela?

Para despedir la semana laboral, he pensado que podría compartir con vosotros un enlace que me pasaron el otro día con un juego muy tonto. Es un test bastante idiota (en inglés, eso sí; complicación cero por otra parte) que pretende adivinar qué autor de la literatura universal sería tu alma gemela… ¿Jugamos?

¿Qué autor clásico es tu alma gemela?

Me ha salido que mi alma gemela es Antón Chéjov. Sin palabras me quedo… 😉

Chéjov

Chéjov

No estoy muy de acuerdo, pero bueno… ¿Habéis jugado? ¿Qué autor es vuestra alma gemela? Tenéis los comentarios esperándoos.

¡Ayuda!

Me estoy volviendo loca (literalmente) buscando el título de un libro. No recuerdo tampoco el autor ni la editorial. Pero… fue una de las recomendaciones del último reto, así que a ver si me podéis ayudar.

En el último reto de los treinta libros, el de noviembre (porque creo que fue en ese y no en el anterior), hubo una chica que siguió el reto en su blog. Creo que no dejaba comentarios en este; sencillamente publicaba, cada semana o cada diez días, una entrada en el suyo con sus propuestas (y sé que no era Ro, que hizo algo similar). Esta chica hablaba un montón de libros de música y demás. No la encuentro. Quiero uno de los libros que mencionaba, pero no doy con ella. Creo que sigue algún blog de alguien que me sigue a mí, pero no recuerdo más.

Os prometo que he mirado todos los comentarios del reto, de los días anteriores, me he metido en los blogs que siguieron el reto conmigo y he leído también los comentarios… pero no hay forma. He rescatado los correos electrónicos de aquella época y no encuentro nada. No recuerdo cómo se llamaba, no recuerdo cómo se llamaba el blog… Solo recuerdo que comentaba varias categorías de una tacada (con lo que había varias recomendaciones en cada entrada) y que hablaba mucho de música. ¡Me voy a volver loca!

¿Alguien conoce ese blog o conoce a su autora? Si me dais la dirección de la página, ya me las apaño yo después… Tenía tantos frentes abiertos por aquella época que no me acuerdo de nada, ya me puede perdonar esa persona…

En serio, si me podéis dar alguna pista, os lo agradezco mucho. Daré un poco de chapa por Twitter estos días a ver si consigo encontrarla (y doy con el título dichoso que ando persiguiendo). ¡Gracias!

Gutun zuria

Estamos, prácticamente, a un mes de que comience una nueva edición del Gutun Zuria, el Festival Internacional de las Letras que organizan en Alhóndiga Bilbao. Este año el tema principal de las conversaciones serán los «relatos de frontera» y tendrán como protagonistas a escritores de la talla de Herta Müller, Claudio Magris u Orhan Pamuk, entre otros.

Os dejo el enlace de la web de la Alhóndiga con toda la información. Y si queréis asistir a alguna de las charlas, ya podéis correr, porque no quedan muchas entradas…

Gutun Zuria 2014

Programa

Leísmo, laísmo y loísmo (II)

Como esta es la segunda entrada de una serie que voy a dedicar al leísmo, laísmo y loísmo, os aconsejo leer la primera antes si no lo habéis hecho ya. Y, como ya anuncié, hoy toca hablar del complemento directo (CD) y del complemento indirecto (CI). La confusión entre ellos (en determinadas circunstancias) es una de las causas del leísmo.

El CD es aquel que necesitan los verbos transitivos para tener un significado pleno.

Entregaremos la carta [CD]. Verán la película [CD].

A grandes rasgos, hay dos tipos de CD: el que llamaremos «de cosa» y el «de persona».

Veo una película [CD cosa]. Veo a Juan [CD persona].

El CD de cosa responde a la pregunta «¿Qué?». Cuando el CD se corresponde con una idea completa, se expresa mediante un nexus o proposición; entonces lo introduce la conjunción que (sin tilde) o bien partículas interrogativas (qué, dónde, cuánto, cómo…). Y, como el pronombre lo da pocos problemas, os diré que para saber si estos nexus son CD solo tenemos que sustituirlos por lo (que siempre es pronombre de CD); si resisten la sustitución, son CD:

Veo que tienes razón [CD] = Lo veo.
Preguntó qué hacer [CD] = Lo preguntó.
Averiguamos cómo conectarlo [CD] = Lo averiguamos.
dónde vives [CD] = Lo sé.

De todas formas, no nos vamos a preocupar mucho de esto. Lo he mencionado por los ejemplos que pondré más adelante. Quedaos con todo lo siguiente…

Cuando el CD de cosa no responde a toda una idea y, por tanto, no es un nexus, no va introducido por nada. Se añade directamente junto al verbo:

Conozco ese lugar [CD]. Comes un helado [CD]. Hicieron la maleta [CD].

El CD de persona en castellano tiene una peculiaridad con respecto al de otras lenguas romances: va introducido por la preposición a. Responde, por lo tanto, a la pregunta «¿A quién?».

Vi a Pedro [CD]. Quieres a tu madre [CD]Conocen a María [CD]. Mataron al soldado [CD].   

Esa a maldita es la que nos complica la vida a los leístas (sobre todo, como ocurre en el País Vasco, a los leístas de persona).

El CI no es «imprescindible» en la oración para darle sentido, pero nos ofrece información sobre qué objeto (más raro) o persona (más habitual) recibe daño o provecho de la acción del verbo. La acción del verbo (si es transitivo, con su CD incluido) recae sobre el CI. El CI siempre va introducido por las preposiciones a o para (aunque esta es menos habitual y muchos autores creen que, realmente, no es marca de CI; por ello, nos vamos a limitar a la preposición a).

Dio la carta [CD] a Juan [CI]. Compré un regalo [CD] a mi madre [CI]. Recomendó a María [CI] que leyera más [CD]. Presentó a su novio [CD] a su familia [CI].

El CI responde a la pregunta «¿A quién?» o «¿A qué?» (más raro esto último).

Pues ya tenemos varios problemas encima de la mesa:

  • Tanto el CI como el CD de persona pueden responder a la pregunta «¿A quién?». No nos sirve, por tanto, para diferenciarlos. Y esto es la causa del leísmo.
  • Hay posibilidad de ambigüedades semánticas (es decir, de significado) en los ejemplos:

Presentó a su novio [CD] a su familia [CI].
Por el orden «natural» de los elementos en la frase, esa es la opción más «normal»; pero el castellano disfruta de mucha libertad en cuanto a la colocación de los complementos, así que, en realidad, también sería posible al revés:
Presentó a su novio [CI] a su familia [CD].

  • Aunque no lo he mencionado, hay verbos transitivos que llevan su CD implícito, por lo que no aparece en la oración. Desde ahora os aviso que nos van a dar muchos quebraderos de cabeza. Se me ocurre, por ejemplo, el caso de escribir: ¿Has escrito a Juan? Ese a Juan solo puede ser CI, no CD. El CD (una carta, un mensaje, un correo electrónico…) va implícito en el verbo y no se expresa, está ahí latente… Gráficamente, si Juan fuera el CD, escribiríamos con el boli sobre su piel (para que os hagáis una idea). Volveré sobre este problema en alguna otra entrada… (pero para que os vaya rondando la cabeza).

Hoy no os voy a liar más. En la próxima entrada hablaré de los pronombres de CD y de CI, con lo que diferenciar los complementos va a ser más sencillo y, además, tendremos el esquema (fácil) de cómo deberían ser las cosas (aunque luego las utilicemos mal).

¿Qué libro importante se publicó en el año de tu nacimiento?

Acabo de ver esto en Twitter y no me puedo resistir a compartirlo aquí en el blog. En Guía literaria han hecho una recopilación de grandes obras según su año de publicación. ¿Qué se publicó en el año en que nacisteis? ¿O en un año que, por lo que sea, es importante para vosotros? Lo podéis ver en el siguiente enlace:

Guía literaria

Por ejemplo, en el año en que yo nací (1977) se publicó La tía Julia y el escribidor, de Vargas Llosa, novela que me gustó muchísimo cuando la leí (hace demasiados años ya). Y también El resplandor de Stephen King.

¿Os atrevéis a confesar vuestra edad y contarnos en los comentarios qué libros se publicaron en el año en que nacisteis? Son vuestros…

Leísmo, laísmo y loísmo (I)

Esta es una de las cuestiones que más me pedís que trate en el blog, la del leísmo y laísmo (y yo añado, aunque en el fondo no sea necesario, el loísmo). Siempre me ha dado pereza tocar este tema, por varias razones. En primer lugar, porque vivo en una zona leísta (ojo a los vascos y vecinos con estas entradas) y eso hace que a veces, por estar acostumbrada a oír ciertas cosas mal utilizadas con cierta frecuencia, me «suenen bien» (argumento, por cierto, que nunca sirve al corregir profesionalmente). Segundo, aunque el esquema de los usos correctos es muy sencillo, al final la casuística es extensa (sobre todo si mezclamos con complementos preposicionales y demás) y no sé bien hasta dónde meterme. Y tercero, tampoco sé por dónde empezar: ¿hace falta que cuente qué es un verbo transitivo?, ¿conoce todo el mundo los conceptos de complemento directo (CD) y complemento indirecto (CI) o los tengo que desarrollar también? ¡Demasiadas dudas y demasiada pereza! Pero, como lo prometido es deuda, Sara, estas entradas van por ti (y muchas gracias por los mimos, muy necesarios estos días). 😉

Otra consideración antes de ponerme a hablar de verbos y pronombres: no voy a ser muy exacta con la terminología ni en la forma de explicar los conceptos. Lo digo para que los pros no se me echen encima después. Lo que pretendo con esto es que cualquier persona, con conocimientos o no de sintaxis, llegue a saber por qué el laísmo es incorrecto o cuándo sí está aceptado el leísmo. Mi intención es más didáctica que otra cosa, así que no me seáis tiquismiquis, por favor. Pues allá voy…

Simplificando mucho, hay dos tipos de verbos: los intransitivos y los transitivos. Los intransitivos son aquellos que tienen un significado pleno por sí solos y no necesitan apoyarse en otros elementos de la oración. Por ejemplo:

Yo salto. Duermes. El bebé crece. Nadáis. Vienen mis amigas.

Son enunciados plenos. Las frases se entienden sin necesidad de añadir nada más (aquí, en todo caso, solo hay un sujeto). Son verbos intransitivos.

En cambio, hay verbos cuyo significado necesita completarse, los llamados transitivos. Ejemplos:

Yo doy (¿qué?). Entregaremos (¿qué?). Lleváis (¿qué?). Ellos ven (¿qué?).

Ese qué es lo que haría que el enunciado tuviera un sentido pleno. Son verbos que no están completos, que solo lo están cuando los acompaña un complemento. Son verbos transitivos y necesitan un complemento directo (CD). Ese qué responde al CD (y a estas alturas el 99 % de los filólogos ya me ha matado, que lo sepáis).

Lo dejo aquí, pero seguiré con ello. En la próxima entrada de la serie (igual intercalo otras cosas), el CD y el CI. Los comentarios, abiertos como siempre.



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