Reflexiones (XXXVIII)
«Ante ciertos libros, uno se pregunta: ¿quién los leerá? Y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿qué leerán? Y al fin, libros y personas se encuentran».
André Gide
(1869-1951)
Escritor francés
«Ante ciertos libros, uno se pregunta: ¿quién los leerá? Y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿qué leerán? Y al fin, libros y personas se encuentran».
André Gide
(1869-1951)
Escritor francés
Si queréis leer un libro que no os va a dejar indiferentes, Del color de la leche, de Nell Leyshon, puede ser una grandísima recomendación.
Elias Canetti escribió que en las escasas ocasiones en que las personas logran liberarse de las cadenas que las atan suelen, inmediatamente después, quedar sujetas a otras nuevas. Mary, una niña de quince años que vive con su familia en una granja en la Inglaterra rural de 1830, tiene el pelo del color de la leche y nació con un defecto físico en una pierna, pero logra escapar momentáneamente de su condena familiar cuando es enviada a trabajar como criada para cuidar a la mujer del vicario, que está enferma. Entonces, tiene la oportunidad de aprender a leer y escribir, de dejar de ver «solo un montón de rayas negras» en los libros. Sin embargo, conforme deja el mundo de las sombras, descubre que las luces pueden resultar incluso más cegadoras, por eso, a Mary solo le queda el poder de contar su historia para tratar de encontrar sosiego en la palabra escrita.
En Del color de la leche, Nell Leyshon ha recreado con una belleza trágica un microcosmos apabullante, poblado de personajes como el padre de Mary, que maldice a la vida por no darle hijos varones; el abuelo, que se finge enfermo para ver a su querida Mary una vez más; Edna, la criada del vicario, que guarda tres sudarios bajo la cama, uno para ella, y los otros para un marido y un hijo que no tiene; todo ello, enmarcado por un entorno bucólico que fluye al compás de las estaciones y las labores de la granja, que cobra vida con una inocencia desgarradora gracias al empeño de Mary de dejar un testimonio escrito del destino adquirido, al cual ya no tiene la posibilidad de renunciar.
Hay libros cuya lectura sorprende. Por lo que cuentan. O por cómo lo cuentan. O por el efecto que tienen en el lector. Del color de la leche impacta por estos tres motivos. Y elijo bien el verbo, impactar: Del color de la leche es un golpe para quien lo lee.
Es una historia fea, sórdida, repugnante incluso. Pero entre toda la fealdad, entre toda la sordidez, se vislumbra una luz llena de fuerza y rebeldía. Esa luz es Mary, la narradora y protagonista de la historia. Merece la pena leer la novela solo por conocer a Mary.
Sabemos desde el primer momento que para Mary n0 hay esperanza: le va a ser imposible salir de ese mundo asfixiante y sin futuro en el que vive (o sobrevive más bien). Un mundo en el que ella es una carga: no sirve para trabajar en la granja, así que no la quieren, no sienten ningún tipo de afecto por ella. Su vida cambia cuando va a trabajar para el vicario. Y cambiará más aún cuando decida aprender a leer y escribir. Sabe que no le servirá para nada, pero ella quiere y hace todo por aprender. Es su forma de rebelarse. Y, más tarde, cuando cuenta su historia, es su forma de calmarse. La escritura es para Mary un bálsamo. Y nos contará su vida fea y sin esperanza. Y nos dejará con el corazón en un puño muchas veces. Porque a los adjetivos que he usado antes para describir la historia (fea, sórdida, repugnante), podemos añadir uno más: triste. Esto es una historia triste.
Llama muchísimo la atención la forma en que está escrita la novela. Por ejemplo, no se usan las mayúsculas. Las frases son cortísimas. Hay numerosas repeticiones. Pero es que debe ser así: escribe Mary, una chica que ha sido analfabeta hasta hace apenas unos meses. Es ella quien decide escribir su historia. Y esa particularidad se refleja en la forma del texto. Aunque no vayáis a leer el libro, si lo veis por alguna librería echadle un ojo, que es verdaderamente curioso.
Y poco más puedo decir de la novela, salvo repetirme para volver a destacar que no deja indiferente. Y que me sorprendió muchísimo. Merece enormemente la pena su lectura. ¿La habéis leído? ¿La conocíais? ¿Os ha entrado curiosidad? Tenéis los comentarios abiertos.
Esta entrada tiene poco que ver con los temas que suelo tratar en el blog, pero ayer vi cierta página web por Twitter y me pareció genial, así que he pensado que podía compartirla por vosotros. Y nos echamos unas risas de casi viernes… 😉
¿No os alucina un poco que todos los días sea el día mundial de algo? Además, tienen su día las cosas más curiosas y ridículas del mundo… Bueno, pues han creado una página web con un calendario de días mundiales. No están todos los que son (eligen uno solo en cada fecha, y hay días en que se celebra más de uno), pero sí son todos los que están. Y hay días mundiales de todo: desde el baile del pollo (14 de mayo) al de comer una manzana roja (1 de diciembre), el de vestir de rojo (1 de febrero) o el del pato Donald (9 de junio). Los hay para todos los gustos. Hoy, por ejemplo, 8 de mayo, es el día mundial de ir sin calcetines. Así que ya sabéis…
Os dejo el enlace a la página. Aviso: corréis el riesgo de pasar un buen rato en ella (viva la procrastinación). La verdad es que la web es chulísima y está todo muy currado. Y así podréis descubrir, por ejemplo, cuándo es el día mundial de saltar encima de cosas (!), el de hacer un espantapájaros, el de los osos de peluche, el de la hipnosis, el del rock and roll, el de la personalidad múltiple o el de los pingüinos… 😉
Ya me contaréis cuánto tiempo habéis «perdido» con estas tontadas. Yo, al menos, me reí un montón…
Este fin de semana he estado de celebración de cumpleaños varios (entre ellos, el mío, que es el miércoles 7: por supuesto, acepto regalos y felicitaciones…, ¡me pirra mi cumple!). Y a alguien se le ocurrió preguntarme por el origen de zorionak, palabra que todos los vascos conocemos muy bien, pero que, por si acaso, os cuento al resto que sería el equivalente del felicidades castellano. Y he decidido escribir la chapa que les solté el otro día en el blog, sitio mucho más adecuado para estas historietas sobre etimología que tanto me gustan.
Zorionak, en realidad, sería zori onak, es decir, ‘buenos pájaros’ (luego puntualizo el zori). El concepto tendría su origen en la antigua creencia de que los pájaros eran portadores de buenos o malos augurios. De hecho, la ornitomancia, o adivinación por medio de los pájaros, era muy habitual entre los antiguos griegos. Los pájaros, con su vuelo y sus gritos/cantos, revelaban la voluntad de los dioses. Los adivinos se valían de si las aves volaban alto, bajo, hacia derecha (diestra) o izquierda (siniestra), en bandadas o solos, si chillaban o no… para predecir el futuro.
La ornitomancia no era exclusiva de los griegos, sino que muchos pueblos de la Antigüedad la practicaban (por estos lares era algo muy habitual). También, cómo no, los romanos (de hecho, parece que el lugar exacto de fundación de Roma se fijó por el vuelo de unos buitres), quienes la extendieron por todo su Imperio (por cierto, un referente actual que se hace eco de esta época y de este asunto de las aves como presagios, Astérix y Obélix: Panorámix, el druida de la aldea gala, también se fija en los pájaros para sus predicciones).
Y hay multitud de pasajes en la literatura que reflejan esta práctica. Por ejemplo, en el Cantar de Mío Çid, la corneja vuela a diestra cuando salen de Vivar, y a siniestra cuando llegan a Burgos (es decir, mal rollo). Otro día hablamos de la derecha y la izquierda, y sus significados, que es un tema curioso.
Vamos con la palabra zori, que la he dejado sin explicar. Pájaro se dice txori y su origen sería así: txori < xori < zori. Y zori provendría de sors, ‘suerte’. Es decir, que el nombre de los pájaros tiene ya que ver con su capacidad de presagiar hechos (curiosamente, pasa exactamente lo mismo en griego). Otro vocablo vasco con esa misma raíz y que tiene que ver también, lógicamente, con esos augurios: sorgina (‘bruja’). Vendría de sors + egin, es decir, ‘quien hace la suerte’, ‘quien echa suertes’, esto es, ‘adivina’ o ‘bruja’ (significado actual).
Todo este rollo era para contaros que los vascos, en realidad, nos deseamos buenos augurios y buena suerte (que, supongo, traen felicidad: todo está relacionado) cuando nos decimos zorionak. Así que, «buenos pájaros» a todos los que cumpláis años estos días (que somos plaga). Y, a todos, tenéis los comentarios para contar lo que queráis.
He estado una semana enganchadísima a El secreto, primera novela (novelón más bien, por su extensión) de Donna Tartt, recientemente premiada con el Pulitzer por El jilguero.
No es fácil ir haciendo amigos en un college de Nueva Inglaterra si eres un chico modesto y falto de afecto que llega de California, y Richard Papen lo sabe; por eso agradece que lo admitan en un pequeño grupo de cinco estudiantes capitaneados por un profesor de literatura clásica con mucho carisma y pocos escrúpulos.
Los chicos sueltan comentarios en griego y se ríen de la ingenuidad y la torpeza de los demás, pero bien mirado se pasan el día bebiendo y engullendo pastillas, hasta que un mal día las que parecían chiquilladas se convierten en palabras mayores. Solo entonces Richard y su pandilla descubren qué difícil es vivir sin máscaras y qué fácil es matar sin remordimientos.
En El secreto, la primera novela de Donna Tartt, se unen la tensión de la novela psicológica, el ritmo de un thriller y la crónica de una juventud que pide demasiado a la vida sin saber bien qué entregar a cambio. El resultado es una obra que se cuenta entre las mejores del siglo pasado.
«El secreto es una auténtica maravilla… Una historia poderosa y planificada paso a paso» (The New York Times).
A ver, ¿cómo os cuento yo esto sin contar nada? ¡Está complicado! El secreto es, básicamente, la historia de un asesinato. Pero sabemos desde la primera página quién ha matado a quién y cómo. Lo que no sabemos es por qué lo ha hecho. Y nos lo cuentan en, ni más ni menos, 770 páginas (en la nueva edición de Lumen; hay una más antigua, de Plaza & Janés, en que está todo más compacto y ocupa algo menos). Increíblemente, se hace cortísimo. Y se lee con una facilidad pasmosa.
¿Por qué se lee de forma tan fácil? Porque Donna Tartt escribe muy muy bien (impecable la traducción de Gemma Rovira). Es la típica novela en la que a mí me da la sensación de que no falta ni sobra nada. Y tiene el ritmo perfecto, los acontecimientos se suceden de forma que van enganchando al lector y no se puede dejar de leer.
Para mí, de todas formas, lo más interesante de la novela no es el asesinato o las consecuencias que este pueda tener. Lo que más llama la atención es la psicología de los personajes, muy bien dibujados. Richard, recién llegado a la universidad, consigue ganarse el favor del profesor y los, hasta entonces, cinco alumnos de la clase de griego. Es un grupito que se cree superior, tanto intelectual como socialmente (es gente muy adinerada), y ser parte integrante de esa pandilla es todo a lo que aspira Richard. Esto va a tener terribles consecuencias para él. Pero pertenecer es más importante que todo lo demás. Lo resume muy bien en una frase:
Quizá él había adivinado en mí esa cobardía, ese repugnante instinto de rebaño que me haría seguir la corriente.
En efecto, sigue la corriente, sigue al grupo y ese instinto de pertenencia le hará vivir la experiencia que marcará su vida para siempre:
Supongo en que hubo un tiempo en que tenía muchas historias que contar, pero ahora no hay otra. Esta es ya la única historia que jamás seré capaz de relatar.
Os contaría muchísimo más, pero no quiero destripar la novela. Daos el gusto de leerla. Yo, por mi parte, he decidido seguir leyendo a Tartt. Tiene solo dos novelas más (publica una cada diez u once años): Un juego de niños y El jilguero. Están todas recién publicadas (o republicadas) por Lumen.
Tenéis los comentarios a vuestra disposición para contar lo que queráis (sobre Tartt, sobre El secreto, sobre El jilguero o sobre lo que más rabia os dé).
El domingo por la noche emitieron en La 2 un Documentos TV de lo más interesante. Se titulaba «Descatalogados» y explicaba cómo la revolución digital ha cambiado nuestra forma de leer. Como el vídeo está disponible en la web de RTVE hasta el 12 de mayo, os dejo el enlace y un pequeño resumen del capítulo, por si no lo visteis y os interesa.
La revolución digital ha transformado la edición, la distribución, la forma de escribir y hasta la manera de leer. El sector editorial intenta reinventarse ante la accesibilidad y gratuidad de internet.
El año 2005 marcó un momento crítico. Los adolescentes empezaron a leer más en internet que en los soportes tradicionales. Hoy en día, resulta muy frecuente escuchar a la gente preguntar el formato en el que se lee. Hace tan solo diez años, esta cuestión hubiera sido inimaginable. Para los más románticos o los de edad más avanzada, la textura y el olor de un libro siguen siendo los mejores vehículos para conservar toda la información que contiene.
La revolución tecnológica está transformando el mundo de las palabras. La información y la forma de mostrarla está cambiando. La edición de libros, su publicación y hasta la manera de leer, también. Pero ¿cómo afectan todas estas innovaciones a las ideas y a nosotros como sociedad?
El sector editorial se ha visto superado por el creciente y amenazante paso de internet. Miles de libros digitales se editan casi a diario en la red. Millones de usuarios acceden, la mayoría de las veces, gratuitamente a esos contenidos que también han transformado su formato. Y todo esto ha sucedido en un tiempo récord.
En abril he leído muchísimo. Aún no sé cómo lo he hecho ni de dónde he sacado el tiempo, porque he estado (estoy) a tope de trabajo (estos últimos días están siendo horribles). Pero la verdad es que he terminado unos cuantos libros y, como no creo que publique reseñas de la mayoría, he pensado que podía escribir un par de líneas sobre cada uno de ellos con mis impresiones. Pues allá voy…
Chris Bachelder: A propósito de Abbott (Libros del Asteroide)
Abbott es padre de una criatura de dos años y su mujer está de nuevo embarazada. Se supone que Abbott nos cuenta sus aventuras en ese momento de su vida. Pero lo único que hace es quejarse por todo. Es muy pesado y muy cansino. Pobres mujer e hija. Menuda paciencia… No me hizo ni pizca de gracia y me aburrió cosa mala. Una gran decepción, porque le tenía muchas ganas al libro desde que lo publicaron. Pensaba que me iba a hacer reír. Nada más lejos. Muy petardo, Abbott…
¿Lo habéis leído? ¿A vosotros os ha hecho gracia? A mí no me ha gustado. Lo acabé por pura cabezonería…
Paula Bonet: Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End (Lungwerg Editores)
De este libro ya hablé en el blog hace unas dos semanas, así que os remito a esa entrada si queréis más información sobre él. Quiero recalcar, eso sí, que, sobre todo, es un libro de ilustraciones. Magníficas, por cierto.
Y aprovecho para contaros que Paula Bonet tiene Instagram y va colgando en él ilustraciones suyas. Es interesante, porque va poniendo distintas fases de un mismo trabajo. La podéis encontrar como @paulabonet (¡fácil!).
El libro en sí, como ya dije en su día, me ha encantado. Aparte de las ilustraciones, algunos textos son una maravilla. Y está plagadito de referencias a otros libros y canciones. Para mí, una obra de lo más recomendable…
David Foenkinos: Los recuerdos (Seix Barral)
Este es el típico libro que he leído en muy mal momento. Y, aun así, lo acabé. No está mal, aunque no es La delicadeza, pero quizá no era la lectura que más me convenía (por mi momento personal «raro»).
La verdad es que es una mezcolanza de cosas: una relación entre nieto y abuela (muy tierna, y no os cuento más), una relación amorosa (¡cómo no!), un escritor novel (que no falta, últimamente, en ninguna novela). Está bien, no nos deja pasmados con su calidad literaria, pero la lectura es amable. Buen libro de playa.
Por cierto, Foenkinos tiene novela nueva en el mercado. Es una biografía novelada de John Lennon. No he leído nada sobre ella, ni bueno ni malo. Miedo me da. ¿Alguien sabe algo? ¿Merece la pena? Si no recuerdo mal, se titula Lennon (en un alarde de imaginación nunca visto hasta el momento).
Jean Teulé: La tienda de los suicidas (Bruguera)
Me dijeron que con esta novela me iba a reír un montón. Y tengo que admitir que, al principio, lo hice (y mucho además). Pero… Es una historia muy disparatada de humor negro sobre una familia de lo más tétrica que regenta una tienda donde se venden artículos que ayudan a los suicidas a acabar con su vida. Y es tronchante (sobre todo el comienzo).
¿Qué pasó? Que de repente me dejó de hacer gracia. Y el final se me hizo hasta pesado. De todas formas, me parece una lectura que está bien y que se puede recomendar (además, es tan cortito el libro…).
¿Alguien conoce esta novela? ¿Os gustó? ¿Os echasteis unas risas con ella?
Sándor Márai: Divorcio en Buda (Salamandra)
Mag-ní-fi-ca. Menudo dominio tenía Márai a la hora de expresar los afectos, las emociones, los sentimientos…
Reconozco que la primera parte de la novela me costó. Pero la segunda mitad es sublime. Todo ese encuentro entre el juez y el médico, ¡sin palabras! Debería ser de lectura obligada.
Y, como siempre con Márai, subrayé muchísimas citas. Están subidas en mi Tumblr, por si tenéis curiosidad. Y no os cuento más. No sé si escribiré reseña, quizá me anime la semana que viene…
Tengo aquí ya preparado El último encuentro. Sé que no me va a decepcionar.
Alessandra Lavagnino: Un granizado de café con nata (Errata Naturae)
Para mí este libro ha sido muy decepcionante. No me ha gustado nada. Pero nada. No me ha enganchado en ningún momento y ha sido otro de los que he terminado por cabezonería (y porque quería ver si mejoraba al final). Pero nada, no me ha gustado nada.
Aun así, lo han leído tres amigas mías y a las tres les ha encantado. ¿Seré yo? Pues quizá. Para gustos, los colores. O quizá, como todo en la vida, es una cuestión de expectativas. Me lo habían recomendado mucho, me lo habían puesto por las nubes… y esperaba mucho más. Quizá. Quién sabe. Lo cierto es que no me ha gustado.
¿Alguien lo ha leído? ¿A alguien más le ha decepcionado? Ya me contaréis.
Jean Echenoz: Correr (Anagrama)
Creo que este ha sido el último libro sobre el que he escrito en el blog. Como ya dije entonces, lo disfruté un montón. Una lectura de lo más recomendable.
Me ha gustado mucho la manera directa y aparentemente sencilla de escribir de Echenoz. He decidido, de hecho, que voy a repetir con Relámpagos, otra de sus novelas. Supongo que ya os contaré en su momento. Hasta entonces, solo puedo volver a recomendaros Correr. Estoy convencidísima de que os vais a emocionar con la historia de Emil Zátopek.
Me consta que muchos habéis leído este libro y que os ha encandilado. ¿Alguien ha leído Relámpagos? ¿Me podéis dar alguna pista?
Donna Tartt: El secreto (Lumen)
Por fin, el novelón de este mes. Novelón tanto por extensión (770 páginas que se hacen cortas), como por el enganche al que me tiene sometida desde hace unos días. Que conste que no lo he acabado, pero creo que lo que queda cae antes de que acabe el mes (seguro, además).
Me está gustando muchísimo. De hecho, creo que voy a leerme las tres novelas de la Tartt a la voz de ya (le tengo muchísimas ganas a El jilguero, y después de leer El secreto, más).
De esta novela sí publicaré reseña en unos días, pero os adelanto cosas. Solo leyendo el prólogo podéis haceros una idea de lo bien que escribe Tartt. Es una novela sobre un asesinato, pero sabes desde el primer momento quién lo ha cometido y qué ha pasado. Lo que no sabes es por qué. Y ahí va Tartt, poquito a poco, en las 770 páginas, desgranando todo el asunto. Personajes espléndidamente dibujados y una buena excusa para bucear en los bajos instintos de la naturaleza humana. Os cuento más en cuanto la acabe. ¿La habéis leído? ¿Estáis tan maravillados con Tartt como yo?
Pues esto es lo que me ha dado de sí abril… A ver qué tal se porta mayo. ¡Comentad lo que queráis!
¡Feliz Día del Libro a todos!
¿Lo vais a celebrar? ¿Vais a comprar libros hoy? ¿Vais a regalar alguno? ¿Os vais a autorregalar alguno? ¡Contadnos en los comentarios! Vamos a cotillear, a ver qué tenéis ganas de leer… Yo, este año, creo que no voy a comprar nada; no por falta de ganas, sino porque ando fatal de tiempo justo hoy (c’est la vie). Eso sí, acepto regalos. 😉
Y, cambiando un poco de tercio, hoy sale un nuevo número de Granite and Rainbow. Os pondré el enlace por aquí en cuanto lo tenga. Del tema central, solo os daré una pista: tiene mucho que ver con lo que este 2014 está celebrando literariamente… Y os aviso de que sortean varios libros y, al menos uno, es una auténtica joya (yo misma tengo un ejemplar de ese libro guardado en casa para poder regalarlo cuando surja la ocasión; es que tiene su historia el libro); del resto no puedo decir nada, porque no los he leído, pero siendo regalo de G&R, seguro que son maravillas.
Pues que disfrutéis muchísimo de este 23 de abril, Día del Libro. ¡Y contádnoslo!
Esta novela no se parece en nada a lo que estoy leyendo últimamente (bueno, he leído muchísimo y cosas muy diferentes las últimas semanas, pero no sé si escribiré reseñas; si tenéis curiosidad, podéis ver lo que he leído aquí). Fue recomendación de algunos amigos tuiteros y, aunque no me ha maravillado, reconozco que sí me ha gustado y la he disfrutado. Hablo de Correr, de Jean Echenoz.
En los Juegos interaliados de Berlín, en 1946, al ver detrás del cartel de Checoslovaquia a un solo atleta desmañado, todo el mundo se ríe. Cuando ese atleta, que no se ha percatado de que lo convocan para participar en su prueba, atraviesa el estadio como un loco gritando y agitando los brazos, los periodistas sacan veloces sus libretas. Cuando cruza la meta en solitario, los ochenta mil espectadores estallan en un clamor. En pocos años y dos Olimpiadas, Emil Zátopek es invencible… hasta que estalla la Primavera de Praga, se alinea con Dubcek contra el estalinismo y cae en desgracia.
Correr es una especie de biografía novelada (Echenoz dice que no es biografía, sino una ficción basada en la historia) de Emil Zátopek, corredor checo que protagonizó una de las mayores gestas del atletismo de la historia. Se nos narra la ascensión, las grandes hazañas y la caída del gran héroe, del que reconozco que no sabía nada (me sonaba el nombre y poco más). Después de leer el libro, hasta me busqué algún documental sobre él, porque la historia es tan increíble, que me quedé con ganas de saber aún más. Ahora siento una total admiración por Emil Zátopek.
Cómo empieza a correr, las primeras competiciones, las primeras plusmarcas, la fama, las medallas, los problemas con el régimen de su país, las últimas carreras, las derrotas, el «olvido»… todo eso es lo que nos narra Correr con una prosa muy sencilla pero muy sólida, con los elementos justos para atrapar al lector en la trama. No había leído nada de Echenoz, pero repetiré. Y más sabiendo que Correr forma, junto con Ravel y Relámpagos (de la que he leído que es la mejor), una trilogía (algún día tendremos que hablar de las trilogías: ¿por qué se publica todo de tres en tres?).
Personalmente, el libro me ha recordado muchísimo a mi padre, a quien le habría encantado (me pasé todo el tiempo de la lectura pensando en él, porque lo habría disfrutado muchísimo). Desde luego, sí que os digo que, si sois deportistas (sobre todo si corréis), este libro os va a encandilar. Lectura más que recomendable.
¿Lo habéis leído? ¿Os llama la atención? Tenéis los comentarios a vuestra total disposición…
Hoy os voy a hablar de otra ma-ra-vi-lla: Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End, de Paula Bonet. Apuntad, que es una preciosidad (y leed el texto de la contra que os copio, que os podéis hacer una buena idea de lo que es este libro).
Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End es un libro sobre finales que llegan repentinamente, sin avisar, que nos parten en dos mitades. También es un libro que habla de finales que se arrastran durante años y que nunca se acaban porque confunden orgullo con recuerdo.
Los primeros nos provocan un dolor repentino, desgarrador. Los segundos nos desgastan poco a poco, como si fuéramos precipicios que las olas golpean sin parar mientras cientos de gaviotas nos utilizan como letrina. Las algas se nos enredan en los pies y al morir se pudren pegadas a nosotros.
Y entonces cogemos trenes, reservamos habitaciones de hotel en pueblos olvidados, vivimos enganchados a pantallas esperando que alguien decida hablarnos para informarnos del siguiente movimiento, el que nos acercará conscientemente a un final que hace años que buscamos. Pero ese final no llega.
Y de repente un día nos despertamos y sentimos el vacío: en la pantalla aparece THE END y decidimos empezar otra historia. Una en la que nunca tengamos que fingir que no nos conocemos.
¿No os ha pasado nunca que le echáis un vistazo a un libro y, de repente, descubrís que tiene tanto que ver con vuestra vida que no os queda más remedio que leerlo y admirarlo y disfrutarlo? Pues eso me pasó a mí con Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End. Primero me cautivaron sus ilustraciones (¡qué buena es Paula Bonet!). Después, el texto de la contracubierta me llamó muchísimo la atención. Y cuando por fin lo tuve entre mis manos más tiempo y leí algunos de los fragmentos… ¡lo tenía que leer!
Y si, además, resulta que muchos capítulos llevan al principio citas de libros y canciones, y muchos de esos libros y canciones forman parte de mi universo personalísimo… ¿cómo no me iba a enamorar de este libro? Si aparecen Sagan (Buenos días, tristeza), Kundera o Perec, o canciones de Oasis, Death Cab for Cutie (¡¡amor!!) o Eels (¡Dios mío, Eels, cuánto tiempo y qué recuerdos!), por citar solo algunas cositas que, obviamente, no podía dejar pasar.
Pero es que, para echar más leña al fuego, resulta que leo los fragmentos y suscribiría algunos capítulos tal cual, prácticamente. Yo cambiaría la S. por una A., o la F. por… otra A. distinta, pero ¡es todo tan igual! No sabría con qué capítulos quedarme, la lista sería demasiado extensa. Por citar algunos: «Cómo cruzar un río» (tan parecido a las dos A. que cruzaron mi río hace unos años… que reconozco que lloré al leerlo), «Calle Sueca, número 42», «Observando ballenas en Húsavík», «Los acantilados de pájaros de Látrabjarg», «Mnemotecnia», partes de «El tucán» o «No te acabes nunca».
He copiado algún fragmento en el Tumblr y os dejo también el enlace del librotráiler por si queréis curiosear (yo lo haría).
¿Sueno entusiasmada con el libro? ¡Es que lo estoy! Este va a ser de esos que relea y relea y relea… Una verdadera preciosidad (aunque, muy a mi pesar, ¡he encontrado más de una y más de dos faltas!); pero esto no cambia mi opinión: es un libro que merece muchísimo la pena. ¡Gracias por la recomendación, Stephen!
¿Conocéis el libro? ¿Queréis comentar cualquier cosa? Me encantaría saber vuestra opinión sobre el libro, si es que lo conocéis, o si os ha llamado la curiosidad. Tenéis los comentarios abiertos.
Copyright © 2009–2015. Todos los derechos reservados.
Canal RSS. This blog is proudly powered by Wordpress and uses Modern Clix, a theme by Rodrigo Galindez modified by Arturo Martín.