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Libros no reseñados de enero a marzo

El otro día, alguien que había estado cotilleando la lista de los libros que he leído este año me preguntó a ver por qué no doy mi opinión sobre los libros de los que no he escrito reseña. No me pareció mala idea. Además, desde abril, he ido escribiendo entradas con las lecturas de cada mes (me quedan los meses de verano, que ya llegarán) y ahí sí cuento qué ha pasado con libros que, por circunstancias muy diversas, no he reseñado. Tenéis aquí los posts correspondientes a abril, mayo y junio. Y, ahora, me meto en harina con el primer trimestre del año (solo voy a hablar de los no reseñados; en la lista tenéis enlaces a las reseñas de aquellos libros a los que sí he dedicado una entrada en exclusiva).

Enero

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‘El libro de los amores ridículos’

Milan Kundera: El libro de los amores ridículos

Tal vez por haber sido escritas en el periodo más feliz de la vida de Milan Kundera (entre 1959 y 1968), según sus propias palabras, estas narraciones son las más alegres, las más seriamente desvergonzadas y las más reflexivamente divertidas de su obra. La farándula de personajes hedonistas que desfila aquí ante nosotros en busca de los juegos múltiples y contradictorios de la amistad, el amor y el sexo no puede sino incitar a la risa, atrapados como están en el mundo loco de severidad, hermetismo e inquisición que les rodea. Una risa auténtica, traviesa; un humor sabio, sagaz y gozador, al que ya nos tiene acostumbrados el autor de La insoportable levedad del ser.

Fue mi primer libro de este año 2014. ¿Me gustó? Sí, pero no me maravilló. No os llevéis a engaño, lo disfruté mucho y me pareció una buena manera de comenzar mi año lector. Pero no me maravilló. Y Kundera es capaz de maravillar(me) y mucho más. ¿Lo recomendaría? Sí, ¡por supuesto! Poco más que añadir, salvo un montón de citas recopiladas en el Tumblr. 😉

 

Febrero

'Mendel, el de los libros'

‘Mendel, el de los libros’

Stefan Zweig: Mendel, el de los libros

Narra la trágica historia de un excéntrico librero de viejo que pasa sus días sentado siempre a la misma mesa en uno de los muchos cafés de la ciudad de Viena. Con su memoria enciclopédica, el inmigrante judío ruso no solo es tolerado, sino querido y admirado por el dueño del café Gluck y por la culta clientela que requiere sus servicios. Sin embargo, en 1915 Jakob Mendel es enviado a un campo de concentración, acusado injustamente de colaborar con los enemigos del Imperio austrohúngaro. Un breve y brillante relato sobre la exclusión en la Europa de la primera mitad del siglo xx.

Un libro cortísimo que narra una historia muy dura y triste. He leído tres libros de Zweig este año y tengo que reconocer que me han encantado los tres. Este es especialmente entrañable para cualquier amante de los libros. Recomendadísimo.

 

'Veinticuatro horas en la vida de una mujer'

‘Veinticuatro horas en la vida de una mujer’

Stefan Zweig: Veinticuatro horas en la vida de una mujer

—¿Usted no encuentra, pues, odioso, despreciable, que una mujer abandone a su marido y a sus hijas para seguir a un hombre cualquier, del que nada sabe, ni siquiera si es digno de su amor? ¿Puede usted realmente excusar una conducta tan atolondrada y liviana en una mujer que, además, no es ya una jovencita y que siquiera por amor a sus hijas hubiese debido preocuparse de su propia dignidad?

¿Os imagináis que un buen día, sin pensarlo, dejáis todo por amor? Pues eso es lo que hace la protagonista de esta novela, que nos engancha desde la primera línea hasta el punto final. Un genio, Zweig. Y la prosa, como siempre, realmente magistral. Buenísima novela. ¿Recomendable? Cien por cien. Ya estáis tardando…

😉

 

Marzo

'Debí decir te amo'

‘Debí decir te amo’

Juan Gelman: Debí decir te amo

A raíz de la muerte del poeta Juan Gelman el pasado mes de enero, me hice con Debí decir te amo y lo devoré.

Decir que me gustó es quedarme muy corta. Sabéis que no leo mucha poesía (bueno, voy a temporadas, aunque últimamente no es lo mío, no es el género al que más acudo), pero encontrarse con obras tan sublimes como esta merece muchísimo la pena.

 

 

'Romance en París'

‘Romance en París’

Franz Hessel: Romance en París

Por las calles de París, «la más carnal de todas las ciudades», pasean un hombre enigmático y una joven alemana que tendría que mejorar su francés. Lotte, la joven, quiere descubrir la «verdadera vida» de la ciudad, y su acompañante se presta, maravillado, a ayudarla en su iniciación. Corre el año 1912 y París vive un momento de ingenua y arrolladora felicidad: es el paraíso de artistas bohemios, escritores de mil lenguas distintas, mujeres alocadas y sus maridos burgueses (o viceversa). Sin embargo, la Primera Guerra Mundial pondrá muy pronto un fin brutal a esta fiesta, y Lotte y su acompañante parecen intuir ya, entre el champagne y las guirnaldas, las grietas de un tiempo y una vida que se deshacen.

Este libro no lo reseñé en su día porque no me gustó mucho. Al principio, sí; pero luego mi interés fue decayendo por momentos y, aunque lo terminé, no me gustó. Y lo lamenté, porque la persona que me lo dejó pensaba que me iba a encantar, como le había encantado a ella. Pero no. Aun así, considero que, intereses y gustos personales aparte, es una buena novela, bien escrita y que merece una oportunidad.

Ya está. Con esto, todo cubierto hasta junio. Ya hablaremos de julio, agosto y septiembre más adelante. Como siempre, si queréis comentar cualquier cosa, podéis hacerlo abajo.

Christopher R. Beha: ‘Qué fue de Sophie Wilder’

Supongo que, una vez llegado el otoño, no puedo seguir alargando mi «descanso» veraniego, así que aquí vuelvo, llena de ideas y con muchos libros que comentar en la recámara. Y empiezo curso con una novela que me encantó cuando la leí hace ya unos meses. Por cierto, fue un regalo de cumple (tardío, por problemas logísticos), así que quiero darle las gracias desde aquí a la persona que me la compró: ¡gracias, A., la disfruté muchísimo! La novela de la que os voy a hablar hoy, Qué fue de Sophie Wilder, es una preciosidad. Habrá que seguirle la pista a su autor, Christopher R. Beha… 

'Qué fue de Sophie Wilder'

‘Qué fue de Sophie Wilder’

Charlie Blakeman vive en Washington Square, Nueva York, ha publicado una novela que ha pasado sin pena ni gloria y, aunque se supone que está escribiendo otra, dedica su tiempo a trasnochar con aspirantes a artistas en el apartamento que comparte con su primo.

Un día se reencuentra por casualidad con Sophie Wilder, su novia de la universidad con la que rompió diez años antes y a la que no ve desde entonces. Sophie le empieza a contar cómo ha sido su vida desde que se separaron: el inicio de su carrera literaria, su matrimonio y también la temporada que pasó cuidando de un enfermo moribundo. Cuando Sophie vuelve a desaparecer, Charlie querrá saber qué fue de Sophie Wilder.

Publicada recientemente en EE. UU. con gran éxito de crítica, Qué fue de Sophie Wilder es una novela clásica en el mejor sentido de la palabra: una novela inteligente, conmovedora y bien armada, que aborda algunos de los grandes temas de la literatura, como la amistad, el amor o la fe.

Imaginaos por un momento que meten en una coctelera facetas de vuestras vidas que son especialmente significativas para vosotros, agitan un poco y se sacan de la manga una novela de lo más tierna y conmovedora. Pues eso fue exactamente lo que sentí al leer Qué fue de Sophie Wilder: algunas de mis vivencias, recuerdos, historias actuales, comeduras de tarro… encarnados sobre todo en Sophie, la coprotagonista de esta historia.

La novela toca tantos temas que no sé por dónde empezar. Podría hablaros de cómo Sophie cuida a un enfermo terminal de cáncer. O de su descubrimiento de la fe y su conversión. O de su rebeldía con respecto a esa fe. De su divorcio. Podría comentar el vagar sin rumbo en la vida, un tanto perdido, de Charlie… (yo tengo la sensación de que tampoco Sophie sabe por dónde le da el aire, aunque sea la más decidida y valiente de la historia). Pero no me voy a detener en estas cuestiones, aunque sean importantísimas para la novela, para comprender a los personajes e, incluso, para empatizar con ellos, para tener una visión global de lo que se está leyendo. Me alargaría en exceso y casi prefiero dejaros con la miel en los labios y que, si tenéis curiosidad, acudáis a la novela.

En lo que sí quiero detenerme es en la historia de amor de Charlie y Sophie. Son el perfecto ejemplo de los encuentros y desencuentros que todos vivimos en algún momento. Porque, como me repite constantemente un amigo, la gente se encuentra, se desencuentra, se vuelve a encontrar… Y su historia, realmente, se podría resumir así: encuentro, desencuentro y reencuentro. Si no fuera porque es todo mucho más complicado… Y porque cuando existen ciertos sentimientos, a veces, ni los desencuentros son tales, ni los reencuentros son tan casuales (para mí, las casualidades no existen, y eso se refleja muy bien en la novela). Quizá Charlie y Sophie han estado diez años separados, pero solo físicamente. Porque Charlie jamás ha olvidado a Sophie. Y le sigue la pista. Y lee, disimuladamente y desde la sombra, todo lo que ella escribe. Y, en silencio, la echa de menos y está perdido. Y ella, viviendo más y de forma, quizá, más intensa, pero anhelando exactamente lo mismo: reencontrarse con el otro sin saber que él se siente igual. Os copio una cita:

Todo ese tiempo que yo había estado pensando en ella, ella también había pensado en mí. Había querido para nosotros la misma vida que yo, aun cuando no creyera que fuera posible.

Y, en la espera, en el anhelo, el desconocimiento de si la historia está acabada del todo o no. Pero, claro, aquí Charlie y Sophie juegan con ventaja (y aquí viene un aspecto del libro que me parece interesantísimo): ambos son escritores. Y la vida para ellos es escritura. Y el otro es una invención, un personaje (de hecho, Charlie llega a afirmar «Sophie Wilder me inventó»). Y la vida se escribe:

—¿De verdad tienes que irte?
—Sí —dije.
—Ojalá las cosas fueran de otra manera. 
Se inclinó hacia mí y me besó.
—Entonces escríbelo de otra manera.

 Se escribe la vida, se escribe el amor, se escribe al otro… Y cuando no queda más, cuando se está perdido, se escribe como único medio de salvación posible:

Y cuando ya era demasiado tarde para salvar a nadie, ni siquiera a mí mismo, me puse a escribir.

En realidad, ¿no nos escribimos siempre los unos a los otros, sobre todo en las relaciones amorosas? Lo hacemos inconscientemente, pero nos escribimos y nos marcamos y nos cambiamos de rumbo. Nos inventamos. Nos creamos. Nos recreamos. Constantemente. Yo os invito a comprobar cómo se descubren, cómo se escriben, cómo se reencuentran y cómo se aman Charlie y Sophie. Y cómo aderezan toda esa historia con Vida, así, con mayúscula. Con amistad, con fracasos, con risas, con muerte, con casas llenas de gente y piscinas vacías, con fe, con pastillas, con libros, con borracheras, con música, con viajes…

Y no puedo dejar de citar un tuit de una lectora de esta novela (no fui yo, lo prometo, esto no es eso de «una amiga»), que retuitearon desde Libros del Asteroide, y que me parece un final perfecto para esta entrada. Decía esta chica que «Qué fue de Sophie Wilder es la vida que va pasando mientras decidimos cómo vivirla». Pues eso. Vivamos… (Hablando de Libros del Asteroide, creo que este año, conmigo, se llevan la palma: entre esta novela, la de ¡Melisande! ¿Qué son los sueños? y otra recién publicada [Canciones de amor a quemarropa] de la que os hablaré lo antes posible… me tienen más que conquistada).

Os dejo los comentarios abiertos, como siempre, a la espera de vuestras impresiones. Y os dejo también el enlace al Tumblr con citas de esta novela. Merecen la pena.

¡Respiro!

Supongo que más de uno se estará preguntando a ver dónde me he metido, que llevo demasiado tiempo sin publicar nada (ha sido el mayor lapso sin actualizaciones del blog). Os prometo que no era lo planeado cuando a finales de julio dije que daba vacaciones al blog. Y digo bien, daba vacaciones al blog, porque pensaba que yo me iba a quedar sin días libres este año.

Al final no ha sido así. Metí el turbo y pude cogerme unos días a finales de agosto (lo malo es que no he podido escaparme a ningún sitio, pero bueno, a ver si este otoño). Y esos días se están alargando y sigo en plan perezoso y vacacional hasta nuevo aviso. Y no estoy encendiendo el ordenador, por lo que no hay actualizaciones en el blog de momento (pensaba haber vuelto ya para estas fechas, prácticamente a la vez que vosotros, que, por el número de visitas, sé que estáis casi todos al pie del cañón otra vez). Eso sí, os adelanto que este verano he leído mucho y cosas interesantísimas, así que poco a poco irán llegando reseñas. Y tengo alguna que otra idea de asuntos de corrección y etimología sobre los que también voy a escribir. Pero, poco a poco. No sé si será a partir de esta semana, la que viene o la siguiente. Sobre la marcha.

Nada más. Solo quería saludaros y deciros que volveré prontito. Si tenéis algún tema que queréis que trate, apuntadlo en los comentarios (y se hará lo que se pueda). Nos leemos enseguida otra vez. ¡Saludos a todos!

Vacaciones

He decidido que le voy a dar unos (cuantos) días de vacaciones al blog. En estas fechas hay muy poco movimiento por aquí (las visitas bajan muchísimo), así que creo que es mejor parar una temporada para descansar todos un poco. No sé exactamente cuándo volveré a publicar, sobre la marcha. Eso sí, os deseo a todos muy buenas vacaciones. Y, si podéis, leed mucho y bien, y me contáis a la vuelta… ¡Feliz verano a todos! 🙂

Reflexiones (XLII)

«Los libros son peligrosos. Los buenos deberían llevar una etiqueta: «Esto podría cambiar tu vida»».

Helen Exley
Escritora

‘Mesar’

Os pongo en situación. Estoy corrigiendo una novela cuyos protagonistas son tres policías. Uno tiene barba; el otro, un tupido mostacho (sic); y el tercero lleva su escaso pelo cortado al rape. ¿Os habéis hecho una imagen mental del trío calavera? Pues seguimos. Resulta que una de las características del barbudo es que, cuando se pone a reflexionar sesudamente, se «mesa» las barbas. El del bigote tiene la manía de «mesárselo» después de comer, y el rapado «se mesa» la cabeza cuando tiene que dar explicaciones… ¿Sí? ¡Pues no!

Esto es un error muy común. Muchísima gente cree que mesar significa tocarse la barba, acariciársela, manosear algo con pelo… Pero nada más lejos. Comprobad el DRAE. Mesar, que etimológicamente significa ‘cercenar’, quiere decir ‘arrancarse cabellos o pelos de la barba con las manos’. Así que, aunque (en este caso) el traductor pensaba que los había puesto a acariciarse las barbas (como hacen en el original), en realidad creo que estaba creando unas importantes calvas en los tres protagonistas a base de tirones (la novela es bastante entretenida, por cierto).

Pues esta es la curiosidad léxica de hoy para que empleéis bien el verbo mesar. Si queréis decir cualquier cosa sobre pelos, barbas, bigotes o cualquier otro tema, tenéis los comentarios abiertos. 😉

Lecturas de junio

No pensaba publicar esta entrada, porque tengo reseñas a medio escribir de las dos novelas que leí en junio; pero, como parece que me voy a demorar un poco (probablemente no veáis esas reseñas hasta septiembre) y el blog me pide a gritos una actualización, he claudicado y voy a escribir un par de líneas sobre cada una a modo de aperitivo (y os copiaré las sinopsis, por si tenéis curiosidad). Mencionaré asimismo un poemario que también cayó (por enésima vez).

'El unicornio'

‘El unicornio’

Iris Murdoch: El unicornio

Cuando Marian Taylor acepta un empleo de institutriz en el castillo de Gaze y llega a ese remoto lugar situado en medio de un paisaje terriblemente hermoso y desolado, no imagina que allí encontrará un mundo en que el misterio y lo sobrenatural parecen precipitar una atmósfera de catástrofe que envuelve la extraña mansión, y nimba con una luz de irrealidad las figuras del drama que en ella se está representando. Hannah, una criatura pura y fascinante, es el personaje principal de ese pequeño círculo de familiares y sirvientes que se mueven en torno a ella como guiados hacia un desenlace imprevisible. Pero Marian no puede saber si ese divino ser es en realidad una víctima inocente o si estará expiando algún antiguo crimen.

Una historia que combina con magistral eficacia la intensidad de la novela gótica y la fascinación del cuento de hadas. Una novela impresionante en la que Iris Murdoch explora las fantasías e indecisiones que gobiernan a todos aquellos que han sido condenados a una entrega apasionada, aunque sin esperanza.

Nunca jamás pongáis en Facebook que queréis una novela por vuestro cumpleaños. Dejémoslo en que recibí «varios» ejemplares de El unicornio (uno lo cambiamos por la novela de la que os hablaré luego). Y es que, a cuenta de su título, mis amigas llevan hablándome de esta novela desde que Impedimenta anunció que la iba a publicar.

La sensación que tuve leyendo la novela: como si alguien tirara de mí hacia abajo todo el tiempo y pretendiera hundirme. Es fascinantemente extraña. Y trata temas complejos (la culpa, la expiación…). La traducción de Jon Bilbao es magnífica. ¿La recomiendo? Sí, pero no a todo el mundo. Tened en cuenta en qué mundo os metéis: una Irlanda agreste, una mansión que esconde numerosos secretos, y una historia compleja, con personajes más complejos aún, que no deja indiferente.

'Qué fue de Sophie Wilder'

‘Qué fue de Sophie Wilder’

Christopher R. Beha: Qué fue de Sophie Wilder

Charlie Blakeman vive en Washington Square, Nueva York, ha publicado una novela que ha pasado sin pena ni gloria y, aunque se supone que está escribiendo otra, dedica su tiempo a trasnochar con aspirantes a artistas en el apartamento que comparte con su primo.

Un día se reencuentra por casualidad con Sophie Wilder, su novia de la universidad con la que rompió diez años antes y a la que no ve desde entonces. Sophie le empieza a contar cómo ha sido su vida desde que se separaron: el inicio de su carrera literaria, su matrimonio y también la temporada que pasó cuidando de un enfermo moribundo. Cuando Sophie vuelve a desaparecer, Charlie querrá saber qué fue de Sophie Wilder.

Publicada recientemente en EE. UU. con gran éxito de crítica, Qué fue de Sophie Wilder es una novela clásica en el mejor sentido de la palabra: una novela inteligente, conmovedora y bien armada, que aborda algunos de los grandes temas de la literatura, como la amistad, el amor o la fe.

Otro regalo de cumpleaños. Resumiendo mucho: me encantó. Es como si hubieran metido en una coctelera todas mis preocupaciones actuales y las hubieran reflejado en una historia de un amor enorme. Bueno, una historia de amor entre otras muchas cosas, porque no le falta de nada. Una extraordinaria novela (primera del autor, por cierto: habrá que seguirle la pista). Si queréis leer una historia conmovedora en vacaciones, esta puede ser una buena opción. A mí me ha dejado tocadilla…

San Juan de la Cruz: Cántico espiritual

Cogí el Cántico espiritual de S. Juan de la Cruz después de leer cierto fragmento de la novela anterior (en la que el tema de la fe tiene su importancia). El Cántico espiritual es un poema en que se describe el viaje del alma hacia Dios para fundirse en éxtasis. O de la «esposa» al «esposo». O de una mujer a un hombre para alcanzar un orgasmo. Hay múltiples interpretaciones según qué persona lo lea (una interpretación religiosa, otra erótica; yo opto por las dos, las dos me cuadran… ¡y ahora los puristas me cascáis!). Técnicamente es un poema complejo (aunque su lectura es fácil) y, para mí, es de lo mejorcito de la poesía española de todos los tiempos. Y después de cierto pasaje de Beha, pues me encajó muy bien. Y esto me hace pensar que apenas hablo de clásicos y debería hacerlo… 😉

Pues estas fueron las lecturas de junio. Julio, de momento, está en blanco. Sí estoy leyendo, pero poco y no he terminado nada todavía. En cuanto acabe mi agobio de trabajo (a ver si la semana que viene), me pondré las pilas con la lectura en la playa. Y prometo reseñas después. ¿Cómo vais vosotros últimamente de lecturas? Si queréis proponer algo en los comentarios (son buenas fechas para recomendaciones), yo encantada. Están a vuestra disposición para que digáis lo que queráis.

Reflexiones (XLI)

«Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad. Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño…».

«La gente que me gusta»
Mario Benedetti
(1920-2009)
Escritor y poeta uruguayo

Blog Hop Project: así escribo mi blog

Que conste en acta que la «culpa» de esta entrada la tienen el señor Santi Pérez Isasi y su blog, Como un libro abierto. Y, más concretamente, esto. Para quienes no conozcáis a Santi, su blog es uno de los imprescindibles, lo sigo desde hace años y aún consigue sorprenderme (el blog-culebrón que está publicando ahora me tiene enganchada). Y, además, como por aquí hablo mucho de los chicos de ULAD (Un libro al día), que sepáis que Santi es el alma de ese proyecto y quien pone un poco de orden en esa panda que se dedica a leer y reseñar como loca…

Hechas las presentaciones, toca contar de qué va el Blog Hop Project. Básicamente, tengo que responder a cuatro preguntas sobre mi forma de escribir el blog. Y, después, invitar a otros blogs a hacer lo mismo (aunque yo he decidido liar solo a una persona). Pues allá vamos.

¿Qué estoy escribiendo actualmente?

La verdad es que últimamente estoy escribiendo poco para este blog. Podría esgrimir un montón de razones: mucho lío de trabajo (hasta arriba y un poco más), poca lectura (lo que conlleva pocas entradas sobre libros), más vida social… pero no estaría siendo del todo sincera. Si estoy escribiendo menos por aquí es porque estoy gestando un nuevo blog (totalmente personal, para hablar sobre lo que yo quiera sin centrarme en un tema en concreto, porque en este blog me marco muy pocos off topics y, la verdad, mi vida no solo son libros aunque lo parezca). Y perfilar cómo va a ser, cómo van a ser las entradas, cómo quiero enfocar determinadas cosas, el diseño… está consumiendo las pocas neuronas que me quedan vivas a estas alturas de año (¡quiero vacaciones!). Y como no es algo que quiero vincular a este blog ni que se sepa que yo, Mónica Basterrechea, estoy detrás del asunto, aquí se acaban las explicaciones (pero que sepáis que, básicamente, lo que estoy escribiendo últimamente es para el nuevo blog). También tengo dos libretas llenas de anotaciones para otras historias…

Centrándome en este blog, sigo en mi línea. Tengo un par de reseñas pendientes, tengo a medias alguna entrada de la serie sobre leísmo que empecé y que, por problemas personales, dejé medio abandonada (pero la acabaré), tengo un esquema de una entrada sobre escritores y redes sociales, me gustaría hablar sobre la voz pasiva (que me trae por la calle de la amargura últimamente), no sé, siempre hay cosillas en la recámara. A ver si este verano leo más y puedo hablar más de libros. Y estaría genial que me enviaseis categorías para montar un nuevo reto de los 30 libros en noviembre (tendría que empezar a organizarlo ya, así que, por favor, dejad alguna categoría en los comentarios, que los retos son lo más divertido del blog).

¿En qué difiere mi escritura de la de otros que desarrollan el mismo género?

No tengo ni idea. La gente que me conoce bien dice que este blog es «muy Mónica». Sí, puede que sea «muy yo». Y me expreso como y sobre lo que me apetece cada vez. A veces me pongo más seria, otras soy más informal… No quiero que esto suene narcisista, porque no van por ahí los tiros, pero creo que lo que diferencia a este blog de otros precisamente soy yo, para bien y para mal. Aquí se reflejan mis intereses, mis formas de hacer y de ser, mi manera de tratar con la gente, mis ganas de divertirme con lo que hago, mis preocupaciones y quejas (también, lo sé, me quejo mucho de todo). Una vez alguien me dijo que tengo una voz (narrativa) muy marcada, producto, quizá, de una personalidad también muy marcada. No sé si es cierto. Pero, como me he acordado de este comentario, lo suelto, por si cuela (ya me diréis si creéis que es acertado o no; yo discrepo un poco).

¿Por qué escribo lo que escribo?

No lo sé. Si me centro en este blog, puede haber muchos motivos. Normalmente, cuando ahora escribo entradas sobre corrección es porque me han preguntado sobre ello (o porque veo que entra mucha gente al blog buscando la solución a tal o cual duda). Las de libros, según voy leyendo cosas que creo que merecen la pena. En los últimos meses he escrito varias entradas sobre etimología: es mi debilidad, me encanta, eso lo hago porque me apetece a mí (aunque me han dicho varias veces que esas entradas son interesantes). Y se me está ocurriendo que nunca he escrito sobre antroponimia, esto es, los nombres propios de persona (qué nombres jamás pondría a mis hijos por su etimología, por ejemplo); en este tema hay un filón, no sé si me dará por ahí en algún momento. Hay temas que me dan mucha pereza, lo reconozco. Normalmente escribo sobre lo que me apetece. Y pensar sobre qué escribir no siempre me es sencillo (así que agradezco ayuditas).

Si hablo sobre el resto de mis «escrituras»: porque me apetece, por sentirme más libre, por desahogarme, como terapia, por necesidad, por diversión…

¿Cómo es mi proceso de escritura?

No hay reglas fijas. Últimamente escribir me sirve de «descanso» entre capítulo y capítulo de novela de trabajo (ahora mismo según escribo estas líneas sin ir más lejos). Pero no sé decir cómo (ni cuándo) escribo. Por ejemplo, con respecto al cuándo, suelo escribir mucho a última hora de la noche (a horas bastante intempestivas; dejémoslo en que llevo una temporada en que no duermo mucho) o a primera de la mañana, que suelo estar de lo más inspirada. Se me suelen ocurrir ideas en mis paseos por la playa o el monte, que suelo dar a última hora de la tarde o a primera de la mañana. Vuelvo y me pongo a escribir lo que sea. Las ideas para nuevas entradas las voy apuntando en lo que yo llamo mi «cuaderno caótico»: es un batiburrillo de cosas, desde lo que tengo que hacer un día concreto, a números de teléfono, la lista de la compra, el título de no sé qué peli que me han recomendado… Caos total (pero yo lo encuentro todo). A lo que iba: apunto las ideas en mi cuaderno caótico y, cuando abro WordPress (aunque a mucha gente no le gusta, yo escribo directamente en WordPress), de todo lo que tengo ahí señalado, elijo lo que más me apetece ese día y me pongo a escribir. A menudo dejo entradas a medias o escribo varias a la vez. Y reescribo y corrijo muchísimo. Como veis, todo sin orden ni concierto. Como yo. Soy una tía bastante desastre, para qué decir lo contrario… 😉

Y, una vez contestadas las cuatro preguntas, me toca presentaros a la persona a la que he liado para que las desarrolle la semana que viene en su blog (y que se ha mostrado en todo momento muy amable a la hora de colaborar); es Patricia Millán.

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Patricia Millán

Patricia es la autora de Relatos en construcción. Es un blog en el que caben cosas muy diversas, desde reseñas de libros, hasta curiosidades sobre, por ejemplo, los mercadillos de Bilbao o cursillos de encuadernación, pasando, y esto es muy importante, por sus propios relatos. Os invito desde aquí a visitarlo ¡y a seguirlo, que es de lo más interesante! Y también os recomiendo que sigáis a Patricia en Twitter (@patmimo). Porque el Twitter de Patricia es otra joya y, aparte de avisarnos siempre que actualiza el blog, retuitea muchísimos artículos que va recogiendo de otros (y desde aquí le agradezco que retuitee tantas entradas de este). Si os preocupa la productividad, que sepáis que Patricia es vuestra mujer; y además habla de las pelis que ve en el cine, de sus escapadas, de lo que está leyendo… e interactúa muchísimo con los demás tuiteros (que es lo genial de Twitter, hablar con la gente). ¡Ah! Y se me olvidaba, muy importante: es de Bilbao (con eso queda todo dicho). Y, aunque es de Bilbao, y sabemos que hemos coincidido en alguna charla alguna vez, no nos conocemos en persona (aunque estoy deseando coincidir con ella en alguno de esos cursos de encuadernación a los que ella suele ir). No me enrollo más: echadle un vistazo al blog de Patricia y seguidla en Twitter, que no os vais a arrepentir. Y, la semana que viene, supongo, colgará sus respuestas. ¡Gracias de nuevo, Patricia, por acceder!

Y a los demás os digo que, como siempre, tenéis los comentarios abiertos… ¡Feliz semana y que no se os haga muy cuesta arriba el lunes!

Los Tumblr de El Hematocrítico

Confieso que llevo toda la mañana muerta de la risa a cuenta de cierto Tumblr. Lo he comentado con mis amigos por Whatsapp y también en Twitter. Y, aunque no es el tema del blog, no me resisto a compartir las carcajadas con vosotros, que además es viernes (y, al menos yo, que he tenido una semana muy dura en muchos sentidos, necesito esta sesión de risas). 😉

Os cuento. Supongo que, si estáis metidillos en Twitter, conoceréis a El Hematocrítico, un personaje genial; fue, por ejemplo, el que empezó a llamar «tróspidos» a los participantes de cierto concurso de la tele (creo que fue ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, aunque luego ha habido tantos programas tróspidos que me pierdo, y eso que me los trago todos porque hasta los vamos comentando por Whatsapp —y os sorprendería mucho si os diera nombres de gente con la que he comentado estos programas en petit comité—; como dice una amiga mía: «No se puede ir de cultureta todo el tiempo»). Pues El Hematocrítico tiene varios Tumblr. A cada cual mejor…

En El Hematocrítico de arte pone títulos a cuadros. Algunos son tronchantes. Y las traducciones a italiano, francés… delirantes. Muy recomendable.

Más divertido aún, al menos para mí, es Drama en el portal: son las típicas notas que aparecen a veces en los portales para llamar la atención a algún vecino. Os prometo que no tienen desperdicio (¡y son todas reales!).

Y ya, lo más de lo más, su último Tumblr (el que ha sido objeto de tantas risas esta mañana). Se llama A-cero Azul. Por favor, visitadlo. Y si lloráis de la risa, luego me lo contáis. Él explica perfectamente lo que hace al comienzo, pero os lo cuento yo también. Coge una foto del blog de moda de cierto arquitecto muy «famoso» en que este esté posando con su look del día como cualquier egoblogger que se precie, y le pone un título al conjunto. Atentos a «CalippoMan vuelve al cole», «Toma moreno», «Me he metido en una piscina hasta el ombligo», «Listo para la abducción», «Primavera en las pelotas», «Di NO a la circulación de las piernas» y demás… Brutal (por lo cruel). Y que conste que, para mí, la chispa está en los títulos, no en las fotos…

¡Hala, pues a reírse todo el mundo! ¡Feliz fin de semana!



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