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Concursos literarios

Esta pregunta va dirigida a todos los que escribís y a quienes, alguna vez, se os ha pasado por la cabeza participar en algún concurso literario: ¿sabéis cuántos hay o dónde encontrar información sobre ellos? Creo que vais a meter en vuestros favoritos la página de la que os voy a hablar…

Javi de Ríos es el responsable de la Guía de concursos literarios, una web en la que se recogen, de manera totalmente gratuita, convocatorias y bases de certámenes literarios (y también de algún concurso de fotografía, arte y diseño). Son, sobre todo, concursos que se celebran en España (aunque a veces se añaden algunos de otros países de habla hispana) y, aunque la mayoría son en castellano, también tienen cabida los certámenes en euskera, catalán, gallego (o, incluso, fabla o bable).

La información está muy bien estructurada por categorías, con todos los detalles importantes especificados (fechas, bases, premios, webs donde ampliar la información, etc.). Mención aparte merece el calendario, donde de un vistazo tenemos a nuestro alcance todos los certámenes del mes. Por supuesto, tenemos la opción de suscribirnos para recibir toda la información cómodamente.

Desde luego, es una página obligada para todos los interesados en los concursos literarios. Os invito a visitar la página y que la sigáis de cerca, porque os puede resultar muy útil.

Reflexiones (XIII)

«Un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas».

Ernesto Sábato
Escritor

Juegos en el Kindle

Ayer descubrí que el Kindle trae varios juegos ocultos. Por si acaso tenéis uno y no lo sabíais, podéis acceder a ellos pulsando a la vez la siguiente combinación de teclas: Alt + Shift + M.

Hay dos juegos, bastante entretenidos (aunque son de los que yo llamo cometiempos). Por un lado, el clásico Buscaminas; por otro, uno bastante adictivo llamado Gomoku.

¡A jugar!

Poolga

En una entrada anterior os comenté que quería escribir sobre Poolga, una página que puede resultaros de interés a quienes tengáis un iPhone, un iPad o un iPod Touch.

A veces, buscar fondos de pantalla para estos dispositivos resulta casi una misión imposible. Es tremendamente difícil encontrar por Internet fondos ya adaptados que tengan una calidad aceptable. Pues precisamente para solucionar este problema se creó Poolga.

Poolga ofrece, de forma totalmente gratuita, fondos de pantalla adaptados a iPhone y a Ipad creados por algunos de los mejores ilustradores del momento. La nómina de artistas es increíble. A diario se suben al menos dos fondos nuevos, es decir, hay cantidad para elegir. Los estilos son muy diversos, así que es fácil que podáis encontrar uno que os enamore; no obstante, todos tienen en común que están realizados por ilustradores con una reputación y una calidad extraordinarias. Y, además, repito, es gratis. ¿Qué más se puede pedir?

Os invito a entrar en Poolga y a echar un vistazo. Seguro que acabáis bajando alguna ilustración. Os podéis descargar asimismo de la App Store la Poolga Collection, una recopilación de algunos de los mejores fondos de Poolga. También podéis seguir a Poolga en Twitter (@Poolga), para estar informados de todas las novedades.

¿No os gustan las ilustraciones y preferís tener una foto como fondo? No os preocupéis: también han pensado en ello y han puesto en marcha una página con fotografías espectaculares. Pero de esta página os hablaré otro día…

Donde manda capitán…

Hay un aspecto de mi trabajo que me desagrada especialmente. Cuando estoy trabajando para varias personas/editoriales/agencias a la vez, me ocurre en ocasiones que cada una tiene sus propias normas y me cuesta mucho concentrarme y centrarme para escribir todo como ellas quieren. El asunto se vuelve muy incómodo cuando, además, se contravienen normas que yo tengo muy interiorizadas, como, por poner un ejemplo tonto, colocarles tilde a estas alturas de la película a los pronombres demostrativos (tilde desaconsejada por la RAE desde hace muchísimos años). ¿No sería más fácil si todo el mundo siguiera la mismas normas? Sin duda…

Y yo me pregunto, algo ingenuamente, lo siguiente: ¿por qué cada editorial tiene sus normas, sus instrucciones, su «libro de estilo»? Desde luego, cuando aceptas trabajar para una editorial o publicación, aceptas sus normas (normalmente, son cosas pequeñas, sin la menor importancia, que conste; lo malo es que hay que acordarse de todo y ponerlo en práctica). Y donde manda capitán, no manda marinero… Hay que adaptarse, nos gusten o no las soluciones a las que hayan llegado. Eso no quita que podamos hablar con los editores y lleguemos a nuevos pactos; pero, generalmente, hay que aprenderse las «nuevas» directrices y seguirlas.

El problema viene cuando apareces en los créditos como corrector de los textos y no estás de acuerdo con lo que pone ahí, porque no es tu criterio el que prevalece sino el de la editorial. ¿Qué haríais: aceptaríais aparecer o pediríais que retiraran vuestros nombres de esa página? Porque a mí me ha pasado ver libros «mal» corregidos y, al ver el nombre del corrector, pensar: «¡Te has lucido!». Pero, pensándolo un poco más, igual no es culpa suya, igual ha hecho lo que le han mandado. Seguro que si todo estuviera perfecto, nadie repararía en su nombre; pero cuando es para criticar… ¡y encima es probable que haya muchos aspectos en los que él ni pinchaba ni cortaba!

Dejo aquí mi reflexión. Seguiré aprendiendo las normas de cada editorial. Me volveré loca de remate. Pasaré de corregir por la mañana un texto con tildes en los demostrativos y concordancia ad sensum prohibida, a corregir otro por la tarde sin tildes y con preferencia por la concordancia ad sensum. Como corregir ya es fácil de por sí, para hacerlo aún más sencillo…

Reflexiones (XII)

«La palabra es lo más bello que se ha creado, es lo más importante de todo lo que tenemos los seres humanos. La palabra es lo que nos salva».

Ana María Matute
Escritora

Libros en papel

Me ha llegado un correo electrónico esta mañana en que me preguntaban si, ahora que tengo el Kindle por fin, voy a seguir leyendo libros en papel. No tengo ninguna duda de la respuesta: ¡pues claro que sí!

No entiendo por qué mucha gente piensa que leer en un aparato o hacerlo en papel son excluyentes. Para mí no lo son, todo lo contrario, se complementan a las mil maravillas. Porque hay libros que merecen la pena disfrutarse en papel (esos coffee table books, tan bonitos, o esa primera edición de una novela de hace tiempo dedicada por alguien a quien le tienes mucho cariño, por ejemplo); pero hay otros que los vamos a leer y nos vamos a olvidar de ellos. O no vamos a ir de viaje con cinco novelones de mil páginas en papel pudiendo llevar un aparatito que pesa lo mismo que un libro de bolsillo donde puedes tener esos cinco novelones y mil más… Distintos usos, distintas necesidades, pero un mismo fin: leer. Porque, al final se trata de eso, de leer.

Yo soy una auténtica fanática de los libros, no solo como fuente de lectura, sino como objetos. Me gustan los libros. Me fijo mucho en su diseño: en su tamaño, en las tipografías, en las ilustraciones, en la maquetación, en el blanco del papel, en el tacto de las hojas… Y no pienso renunciar a eso. Pero, hablando en serio, ¿alguien compra la típica edición barata de bolsillo, hecha con papel malo, con unos márgenes e interlineados mínimos, incómodos de leer… y los guarda porque son una joya como objeto en sí? No me lo creo. Si hasta huelen mal… Y se estropean y amarillean muy rápido. Pues precisamente para esos libros, un archivo digital y listo. Menos árboles que talamos.

No entiendo que tener un lector de libros digitales suponga dar la espalda a los libros en papel. Yo abogo por la convivencia de ambos; al menos en mi vida van a convivir. Y por muchos años…

¡Mi Kindle!

Después de una espera muy larga (por las Navidades), por fin esta mañana me ha llegado el Kindle. ¡Qué maravilla de aparato!

Amazon Kindle 3

Kindle 3

La foto no es mía, es de Amazon, pero prometo fotos del mío más adelante. Cuando haya «jugado» más con él os dejaré también aquí en el blog mi opinión, pero ahora sí que me gustaría trasladaros mis primeras impresiones.

  • Al ver la caja ya te imaginas que es pequeño. Bueno, es pequeño, pero no minúsculo. Tiene el tamaño de un libro de bolsillo. Eso sí, es finísimo y pesa muy poquito (ideal para leer en la cama).
  • La pantalla tiene una nitidez increíble. No me ha costado ni una página acostumbrarme a él.
  • Creo que me va a venir muy bien poder modificar el cuerpo de la tipografía, sobre todo cuando noto la vista cansada y ya ni las gafas ayudan. Lo tengo puesto por defecto en el segundo o tercer tamaño más pequeño, así que tengo recorrido si necesito algo mayor…
  • Los botoncillos son chiquitines y eso, para una «dedazos» como yo, no sé si es muy bueno. Pero he tenido que meter varios datos y no me ha hecho falta borrar, así que bien. Lo que es un poco más rollo es meter símbolos…
  • El proceso de comprar libros es sencillísimo. También he metido algunos que me había bajado de Proyecto Gutenberg y perfecto. He podido, asimismo, y gracias a una herramienta muy útil de Instapaper (aplicación de la que os tengo que hablar porque yo ya no podría funcionar sin ella), pasarme artículos que tenía pendientes y leerlos desde el aparatito.

No os puedo hablar de la batería (ha tardado como dos horas y media larga en cargarse), porque tardará todavía un tiempo en descargarse (o, al menos, eso promete). Os iré contando cosillas según vaya toqueteando todo y lleve unas cuantas horas de lectura…

No compré funda (además, la de Amazon no me gusta), pero ya he encargado una esta mañana para que no se me raye la pantalla. He comprado una en Etsy (me gusta mucho esta página) que me tenía enamorada. Casualidades de la vida, resulta que la elabora una chica de aquí, de Vizcaya. Qué pequeño es el mundo. La funda es la que aparece en la foto y la tienda de Etsy donde puede adquirirse (si no esta, una igual de bonita) se llama nimoo.

Funda Kindle Nimoo

Funda para el Kindle de Nimoo

Creo que voy a estar un poco pesadita estos días con el aparato, pero es que estoy como una niña con zapatos nuevos… ¡Muchísimas gracias por el regalo, A.! 🙂

Redes sociales: el blog y mi vida personal

Quienes seguís el blog desde hace tiempo, sabéis que tengo varios cauces abiertos por si os queréis poner en contacto conmigo bien sea para preguntarme una duda, hacerme una sugerencia de lectura o comentar cualquier cosa que haya escrito en el blog. Tenéis a vuestra disposición una cuenta de Formspring, una cuenta de Twitter, una dirección de correo electrónico, los comentarios del blog… Creo que hay variedad suficiente para poder elegir. Y, aun así, algunos me preguntáis por Facebook… ¿Qué será lo próximo? ¿Un podcast? ¿Un videoblog o un canal en Youtube? 😉

Facebook no me gusta nada. Me hice una cuenta hace mucho tiempo y tengo muy poquitos amigos allí agregados (sobre todo, gente que vive fuera de Bilbao y con la que me es más fácil tener contacto a través de esa red social). Y, que esto quede bien claro desde aquí: salvo alguna excepción (que yo he decidido que sea así), los agregados en Facebook son mis amigos, los de mi vida real, totalmente ajenos al blog (la mayoría no sabe ni que existe) y a mi trabajo; son gente con la que comparto mi vida personal, que me gusta separar de esta más «virtual». Creo que muchos entenderéis que no tengo ganas de mezclar churras con merinas y, habiendo otras formas de ponerse en contacto conmigo, me parece innecesario liarme ahora con Facebook (que, la verdad, es una red social que aborrezco). Así que, a todos los que me habéis escrito pidiéndome mi dirección de Facebook o, incluso, a aquellos que me habéis encontrado allí y me habéis hecho una solicitud de amistad, lo siento, pero no. No quiero mezclar mi vida personal y el blog/trabajo. Os agradezco el interés, pero ni os voy a dar la dirección ni voy a aprobar las solicitudes. Y si ahora a alguno le ha entrado curiosidad y quiere ver mi  perfil de Facebook, que todo es posible, que sepáis que lo único que vais a lograr ver es una foto de mi gata Marmi que, para que no perdáis tiempo, os pongo aquí muy gustosamente (y así podéis admirar lo guapísima que es).

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Mano izquierda

‘Habilidad o astucia para manejarse o resolver situaciones difíciles’. Esto es lo que dice el DRAE que significa la expresión mano izquierda. Una cualidad indispensable para todo buen corrector.

Nuestro trabajo es delicado. En el fondo, nos dedicamos a destacar fallos ajenos y eso, claro está, puede herir muchas susceptibilidades. Es obvio que nuestras correcciones no siempre caen bien. Yo he tenido que oír de todo. Desde pataletas del tipo «me vas a decir tú, niñata, a mí, profesor de universidad, cómo se escribe» a, incluso, rechazos totales de mi trabajo. Están en su derecho de hacer lo que quieran con sus textos, si bien las descalificaciones personales sobran.

Sin embargo, creo que no es el afán de un buen corrector cambiar por cambiar o hacer prevalecer su criterio (aunque a mí me resulta lógico que la opinión de alguien con una formación específica en ese tema tenga un peso mayor, porque, probablemente, está mejor fundamentada). Si se da la vuelta a una frase o se cambia la puntuación, no es para lucimiento del corrector, sino del autor, que es quien, en última instancia, se va a llevar los laureles por ese texto correcto y bien escrito. Somos meros ayudantes: ayudamos a que los textos se lean con facilidad, ayudamos a que la imagen escrita de nuestros clientes sea impecable (o lo más cercana a la «perfección», si es que existe, que sea posible). Y si destacamos fallos, carencias o lagunas, no es por fastidiar ni por hacernos los importantes, sino para que los autores sean conscientes de esos problemas y puedan remediarlos.

Escribir no es fácil. Corregir tampoco lo es. Y presentar las correcciones y explicar por qué algo está mal o por qué es mejor de otro modo requiere un ejercicio (a veces) extraordinario de mano izquierda, una habilidad de lo más aconsejable para un buen corrector. Para que los autores no se vean heridos en su ego. Para no provocar problemas innecesarios de autoestima. Para que los escritores confíen en nosotros, como profesionales, casi como artesanos de la palabra, que buscan lo mejor para ellos.



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