Libros en papel

Me ha llegado un correo electrónico esta mañana en que me preguntaban si, ahora que tengo el Kindle por fin, voy a seguir leyendo libros en papel. No tengo ninguna duda de la respuesta: ¡pues claro que sí!

No entiendo por qué mucha gente piensa que leer en un aparato o hacerlo en papel son excluyentes. Para mí no lo son, todo lo contrario, se complementan a las mil maravillas. Porque hay libros que merecen la pena disfrutarse en papel (esos coffee table books, tan bonitos, o esa primera edición de una novela de hace tiempo dedicada por alguien a quien le tienes mucho cariño, por ejemplo); pero hay otros que los vamos a leer y nos vamos a olvidar de ellos. O no vamos a ir de viaje con cinco novelones de mil páginas en papel pudiendo llevar un aparatito que pesa lo mismo que un libro de bolsillo donde puedes tener esos cinco novelones y mil más… Distintos usos, distintas necesidades, pero un mismo fin: leer. Porque, al final se trata de eso, de leer.

Yo soy una auténtica fanática de los libros, no solo como fuente de lectura, sino como objetos. Me gustan los libros. Me fijo mucho en su diseño: en su tamaño, en las tipografías, en las ilustraciones, en la maquetación, en el blanco del papel, en el tacto de las hojas… Y no pienso renunciar a eso. Pero, hablando en serio, ¿alguien compra la típica edición barata de bolsillo, hecha con papel malo, con unos márgenes e interlineados mínimos, incómodos de leer… y los guarda porque son una joya como objeto en sí? No me lo creo. Si hasta huelen mal… Y se estropean y amarillean muy rápido. Pues precisamente para esos libros, un archivo digital y listo. Menos árboles que talamos.

No entiendo que tener un lector de libros digitales suponga dar la espalda a los libros en papel. Yo abogo por la convivencia de ambos; al menos en mi vida van a convivir. Y por muchos años…