Entradas archivadas en Corrección

‘Lunes’

Como hice el año pasado con los nombres de los meses del año, he decidido explicar la etimología de los distintos días de la semana… Empezamos semana con el lunes.

En principio, cada día de la semana estaba dedicado a un astro (aunque más adelante hubo cambios, como veremos en otras entradas); el del lunes era la Luna. La evolución del nombre quedaría como sigue:

Dies lunae (literalmente ‘día de la luna’) > dies lunis (por analogía con dies martis) > lunis > lunes

Aunque en origen sí tuvo esta relación con la Luna, hoy el término ha perdido totalmente esta relación (salvo en su etimología).

Diez trucos para escribir

Esta vez, los diez trucos para escribir que voy a señalar no son míos, sino de David Ogilvy, genio de la publicidad y fundador de la famosa agencia que lleva su nombre. Parece ser que Ogilvy, preocupado por lo inadecuados y poco efectivos que resultaban los mensajes que se intercambiaban sus empleados y que, incluso, mandaban a sus clientes, decidió escribir un memorando para toda su plantilla con el título Cómo escribir. Por supuesto, son pautas para un público muy concreto —sus empleados— y con un objetivo muy concreto también —mejorar las comunicaciones dentro de la empresa—, pero creo que algunos puntos resultan muy interesantes y todos les podemos sacar partido. Por cierto, estos diez puntos van acompañados de una reflexión curiosa, que os transcribo tal cual; huelga decir que estoy bastante de acuerdo con ella…

Cuanto mejor escribas, más alto llegarás [en Ogilvy & Mather]. Las personas que piensan bien escriben bien. Las que no tienen la cabeza bien amueblada se enredan y mandan memos imprecisos, cartas imprecisas y dan charlas imprecisas. Escribir bien no es un don natural: hay que aprender a escribir bien.

Y he aquí los 10 famosos puntos de Ogilvy (por cierto, habla de memorandos, pero nosotros bien podríamos sustituir el término por correos electrónicos, por ejemplo). Marco en negrita los que me parecen más útiles:

  1. Lee el libro sobre aprender a escribir de Roman-Raphaelson. Léelo tres veces. (Os enlazo a la página de Amazon del libro; supongo que estará obsoleto, pero es el que recomendaba Ogilvy).
  2. Escribe como hablas. De manera natural.
  3. Emplea palabras cortas, frases cortas y párrafos cortos.
  4. Nunca utilices palabras como reconceptualizar, demasificación, actitudinalmente, etc. Son el distintivo de capullos pretenciosos.
  5. Nunca escribas más de dos páginas sobre cualquier tema. (Ojo, que estamos en una agencia de publicidad).
  6. Comprueba tus citas.
  7. Nunca mandes una carta o memorando importante el mismo día en que lo hayas escrito. Léelo en alto al día siguiente y corrígelo.
  8. Si es muy importante, dile a un colega que te lo mejore.
  9. Antes de enviar la carta o el memorando, asegúrate de que lo que quieres que haga quien lo va a recibir está totalmente claro.
  10. Si quieres acción, no escribas: ve y dile a la persona en concreto qué quieres que haga. (Os recuerdo que quiere mejorar las relaciones internas de una empresa).

Escribir con naturalidad me parece uno de los mejores consejos. Todos hemos leído alguna vez un texto de alguien que quiere hacerlo bien y, por intentar aparentar, escribe de manera ampulosa y liándolo todo mucho. Lo mejor es que el mensaje quede claro… Y, sobre todo, me quedo con que a escribir bien se aprende: es cuestión de práctica y paciencia. Y si alguien os ayuda un poquito, mejor que mejor. No es cuestión de que ahora me mandéis todos un montón de textos larguísimos, pero, si alguna vez necesitáis ayuda, correo electrónico al canto. Encantada de ayudaros en lo que me sea posible.

‘Jersey’

El término jersey y, sobre todo, su forma en plural han sido mi caballo de batalla particular en uno de los últimos libros que he corregido; así que he decidido que bien se merece una minientrada aquí en el blog.

El plural de jersey es jerséis, con i latina y tilde. Esa es la forma admitida por la RAE, como podéis ver en esta completa entrada del DPD.

‘Positivismo’

Hoy voy a hablar de una palabra que se ha puesto de moda y, personalmente, me saca de quicio: positivismo. ¿A que la habéis leído/oído recientemente? Seguro que sí. De lo que no estoy tan segura es de que la hayáis visto utilizada con el significado que verdaderamente tiene (y no con el que se le da últimamente).

Positivismo no tiene nada que ver con ser optimista o tener una actitud positiva, sino con tener una actitud positivista, es decir, aquella que valora sobre todo aspectos materiales. El positivismo es también el sistema que solo acepta el método experimental para llegar a conclusiones. Os dejo el enlace a la entrada del DRAE, por si queréis comprobarlo por vosotros mismos (¿con afán positivista?).

Mi recomendación: mucho mejor utilizar optimismo

‘Statu quo’

Literalmente ‘estado en el que’, esta locución se emplea para expresar el estado en que se halla un asunto. Pero no se utiliza siempre bien. De hecho, voy a hacer algunas consideraciones sobre ella:

  1. Es statu y no status. Ojo, en inglés va con la -s, pero no en el original latino ni en castellano (es un ablativo, luego la desinencia es -u, no -us).
  2. Como está admitida por la RAE, va en redonda, no en cursiva.
  3. La solemos pronunciar mal (y aquí entono el mea culpa, yo también lo hago mal). Se pronuncia así: [estátu kuó].
  4. Es invariable en plural: los statu quo.

¡Buen fin de semana a todos!

Gerundio de posterioridad

Este tema lo he estado evitando meses, pero, tras un comentario que hice el otro día en Twitter, alguien me invitó a que escribiera la entrada y explicara la cuestión del gerundio de posterioridad, un uso incorrecto del gerundio tan utilizado que ni siquiera suele sonar mal. Lo siento, pero hoy igual hay un poco de «chapa» gramatical…

El gerundio es una forma verbal que, cuando indica tiempo, expresa simultaneidad, es decir, que las dos acciones de la frase (la principal y la del gerundio) ocurren al mismo tiempo. Sin embargo, muchas veces se emplea incorrectamente para señalar posterioridad (la acción del gerundio se produce después de la principal) y es frecuente oír frases como «Nació en 1965, licenciándose en Derecho»; tenemos que tener en cuenta que, con esta oración, lo que estamos diciendo en realidad es que se licenció en Derecho al mismo tiempo que nacía (obviamente, imposible).

Hay un truco muy sencillo que nos puede ayudar a saber cuándo lo estamos usando mal: si el gerundio admite la sustitución por mientras y una forma verbal conjugada y la frase tiene el mismo sentido, entonces es correcto; en caso contrario, no deberíamos utilizarlo. Pongo algunos ejemplos:

Juan fue a clase de inglés comiendo un bocadillo. → Juan fue a clase de inglés mientras comía un bocadillo. √ (Se admite la sustitución y la frase tiene el mismo sentido, luego el gerundio es correcto).

Le dieron un golpe, sangrándole la nariz. → Le dieron un golpe, mientras le sangraba la nariz. × (Aunque la frase sí tiene sentido, no es el mismo que estamos buscando: queremos decir que sangra como consecuencia del golpe —y no que estaba sangrando y entonces le dieron el golpe—, con lo cual el gerundio no está bien utilizado).

Este tipo de gerundios abunda. No son nada recomendables, no son correctos y, a pesar de lo que pueda parecer, no son nada elegantes al escribir. Mi recomendación: evitarlos siempre. De hecho, yo os diría que tengáis mucho cuidado con los gerundios en general (no solo con los de posterioridad), porque se utilizan fatal. Otro día os hablaré del llamado gerundio del BOE (otro que oiréis o leeréis con bastante asiduidad y hasta os sonará bien, porque es muy común… y muy incorrecto).

‘Visualizar’

Un apunte rápido sobre el verbo visualizar, que hoy lo he tenido que corregir un par de veces. A pesar de que se utiliza muchísimo como sinónimo de ver, ese en realidad no es su significado. Visualizar quiere decir ‘hacer visible lo que no se ve a simple vista’, ‘representar mediante ilusiones ópticas’ o bien ‘imaginar con rasgos visibles algo que está a la vista’.

Ejemplos del verbo visualizar mal utilizado:

En clase de ciencias hemos visualizado un vídeo sobre pájaros. ×
En clase de ciencias
hemos visto un vídeo sobre pájaros. √

El árbitro no llegó a visualizar bien la jugada y no pitó falta. ×
El árbitro no llegó a
ver bien la jugada y no pitó falta. √

El árbitro no visualizó bien la jugada = El árbitro no imaginó bien la jugada.

Queridos Reyes Magos

Queridos Reyes Magos:

Escribo esta carta un poco tarde, pero supongo que me perdonaréis, que he sido buena chica. Este año solamente tengo un deseo, pero no sé por qué me da que es casi un milagro.

Por favor, me gustaría mucho que la gente se enterara de una vez por todas de que el pronombre ti nunca lleva tilde. Jamás. ¿Tan difícil es? No, ¿verdad? ¡Pues lo parece! Si incluso han creado una página web para proclamarlo a los cuatro vientos: ti nunca lleva tilde. 

Pues es mi único deseo lingüístico para este 2012. Si me lo concedéis, el año que viene os hago una lista más enjundiosa (pero, sinceramente, creo que lo tenéis complicado conmigo este año). Gracias, al menos, por intentarlo, que sé que lo vais a hacer.

Un abrazo,

Mónica

 

‘Aparte’ y ‘a parte’

A petición de un amigo, que me ha preguntado esto ya varias veces, hoy os traigo un truquito para saber cuándo tenemos que escribir aparte (todo junto) y cuándo a parte (separado). No voy a liarme con explicaciones gramaticales, tan solo os doy el truco: si podemos meter algún determinante (artículo, indefinido, etc.) entre la a y el parte, lo escribiremos en dos palabras; si no podemos hacerlo, es que va junto. Os pongo ejemplos:

A (una/alguna/ninguna) parte de la población le parece una vergüenza la actitud de ese político. √ A parte de la población le parece una vergüenza la actitud  de ese político (separado). 

A (una) parte de mi hermana, estaban allí mis primos y mis tíos. × → Aparte de mi hermana, estaban allí mis primos y mis tíos (junto). 

Es un poco simple el método pero funciona (he estado intentando pensar alguna excepción y no se me ha ocurrido; si la hubiera, avisadme por favor). 

‘Diciembre’

Acaba el año y, con él, esta serie en la que he intentado explicaros el origen de los nombres de los distintos meses. Espero que os haya resultado de interés. De todas formas, ya os comenté que, a partir de septiembre, la cosa se hacía un poco monótona. La mayoría de vosotros sabría perfectamente, por pura lógica, explicarnos de dónde viene diciembre. Pero, por si acaso hay algún despistado, aquí lo tenéis…

Diciembre viene de decem, que significaba ‘diez’ en latín. Era el décimo mes del año (como noviembre era el noveno; octubre, el octavo; y septiembre, el séptimo).

Como siempre, podéis ver la explicación de la etimología de los meses ya pasados:
enerofebreromarzoabrilmayojuniojulioagostoseptiembreoctubre y noviembre.



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