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Viudas y huérfanas

Aunque a muchos os pueda sorprender el título, hoy el artículo va de líneas… De líneas incorrectas en composición, para ser exactos, y que se denominan viudas y huérfanas.

Una viuda es la última línea de un párrafo que aparece al comienzo de una página (es decir, todo el párrafo queda en una página salvo esta última línea, que queda aislada en la página siguiente).

Ejemplo de línea viuda:

Línea viuda

La marcada en amarillo es una línea viuda.

La huérfana es el caso contrario a la viuda. La línea de comienzo de un párrafo queda en una página aislada, porque el resto del párrafo se encuentra en la página siguiente.

Ejemplo de línea huérfana:

Línea huérfana

La marcada en amarillo es una línea huérfana.

Estas líneas son incorrectas y hay que eliminarlas. En los procesadores de texto más comunes, como Word, existe una opción (que suele venir marcada por defecto) que las elimina automáticamente. En los programas de maquetación, como Quark o InDesign, resulta más problemático, puesto que muchas veces hay que deshacerse de ellas manualmente. Lo importante es saber que no son correctas.

La primera imagen la he tomado prestada de Wikipedia y la segunda, de un blog sobre tipografía llamado Glifos & ligaduras.

Actualización: Tengo un lío considerable con estas líneas, porque tengo información contradictoria sobre cuál es cuál. Primero lo puse tal cual está ahora y varias personas me dijeron que estaba al revés y lo cambié. Pero no, según Sousa, era correcto al principio, por lo que lo vuelvo a corregir y así se queda, según Sousa… (¡Gracias, Nuria, por el chivatazo!).

Abreviaturas y símbolos

Pues ya ha llegado septiembre: vuelta al trabajo, vuelta al cole, vuelta a la rutina. Y también vuelta del blog con fuerzas renovadas después de un agosto un tanto escaso en lo que a número de entradas se refiere. Espero poder seguir el ritmo…

Vamos a empezar el nuevo curso con un tema que, en ocasiones, puede ser un tanto peliagudo: la diferencia entre las abreviaturas y los símbolos. Primero voy a intentar definir los conceptos y, después, hacer una pequeña lista con las diferencias entre ellos.

Las abreviaturas son la representación reducida de una palabra, normalmente por haber eliminado alguna letra. Por ejemplo: tel. por teléfono; admón. por administración; M.ª por María.

Los símbolos son asimismo abreviaciones de palabras, constituidas por letras o signos no alfabetizables (por ejemplo, por euro); suelen ser de carácter científico-técnico y tener validez internacional al ser establecidos por instituciones de normalización. Son símbolos las unidades de medida, los puntos cardinales, las monedas, elementos químicos, etc.

Abreviaturas

  • Siempre llevan punto (tel., D., Dr., etc.).
  • Puede haber variaciones de género (Sr./Sra. por señor/señora).
  • Puede haber variaciones de número (Sr./Sres. por señor/señores).
  • Si la palabra que se va a abreviar lleva tilde y la letra sobre la que recae aparece en la abreviatura, la abreviatura también lleva tilde (por ejemplo: administración se abrevia como admón.).
  • Son más libres (aunque hay un listado de abreviaturas oficiales, que se puede consultar en el apéndice 2 del DPD).

Símbolos

  • No llevan punto (km, h, S, Fe, g).
  • No varían el morfema de género.
  • No varían el morfema de número (km tanto para kilómetro como para kilómetros).
  • No llevan tilde aunque aparezca la letra sobre la que recaería en el símbolo (ha por hectárea).
  • Son fijos (se pueden consultar en los apéndices 3 y 4 del DPD).

Dedicaré algún artículo más a este tema, porque no siempre es fácil saber cómo abreviar las palabras (y no siempre es correcto hacerlo).

Santos

Como hoy, 27 de agosto, es santa Mónica (nombre de cuya etimología y significado quizá hable algún día aquí en el blog), he pensado que sería apropiado comentar la forma correcta de mencionar a los santos por escrito. Me refiero al uso de mayúscula o minúscula en el sustantivo san(to) o santa que presenta al santo en cuestión.

Los tratamientos, en general, se escriben en minúscula y el caso de los santos no es una excepción:

Leyó la hagiografía de Santa Marta. ×
Leyó la hagiografía de
santa Marta. √

Si se emplea la abreviatura para introducir el nombre, esta va en mayúscula.

Según el santoral, el 3 de diciembre es s. Francisco Javier. ×
Según el santoral, el 3 de diciembre es
S. Francisco Javier. √

Esta norma de los tratamientos completos en minúscula y las abreviaturas en mayúscula se da con otros nombres, como señor, usted, fray, don, etc. Lo trataremos en otra entrada.

La excepción de la norma vendría cuando, por tradición, el nombre (con el tratamiento incluido) se ha lexicalizado, ambos elementos funcionan como una unidad indivisible y, por tanto, se considera nombre propio al conjunto. El ejemplo que pone la RAE es el de Santa Teresa para referirse a santa Teresa de Jesús (en que, incluso, se ha acortado el nombre en la denominación más popular).

Plural de las siglas

Hoy quiero tratar un tema que mucha gente desconoce y, por consiguiente, utiliza mal: el plural de las siglas. Resulta muy habitual ver frases como la siguiente:

En casa tengo todos los CD’s de ese grupo. ×

En castellano es incorrecto añadir una s (con o sin apóstrofo) para formar el plural de las siglas, puesto que son invariables y no adquieren ninguna marca de plural para referirse a más de un elemento. El plural se expresa mediante las palabras que modifican a esas siglas, de ahí que se recomiende acompañarlas siempre cuando su referente sea plural con determinantes, adjetivos, etc.

En casa tengo todos los CD de este grupo.
Colabora habitualmente con varias ONG. √
La policía se ha incautado de numerosos DVD copiados ilegalmente.

Comas

Las comas, ¡todo un mundo! Hay muchos prejuicios acerca de ellas y, precisamente por eso, no se emplean siempre bien. Por ejemplo, suele decirse que la colocación de la coma es libre (verdad a medias) o que hay que poner coma siempre que se hace una pausa al hablar (tampoco es totalmente cierto). Por ello, he decidido hacer una pequeña lista de verdades sobre las comas:

  1. La colocación de la coma no siempre es libre. Aunque podemos decidir dónde y cuándo emplear muchas de ellas, debemos saber que existen las llamadas comas prohibidas y las comas obligatorias.
  2. La coma prohibida más habitual es la que se coloca entre sujeto y verbo. Es curioso, porque siempre hay pausa al hablar, pero está prohibido meter la coma ahí. Hay una salvedad en la norma: no se pone la coma excepto cuando el sujeto sea muy largo; pero ¿cómo se establece que un sujeto es muy largo o solo largo? Lo mejor, no poner nunca coma entre sujeto y verbo (a no ser que metamos un inciso con comas obligatorias entre ellos, pero eso es otro cantar, lo explicaré en otro artículo).
  3. Además de las prohibidas y las obligatorias, existen las comas recomendadas. Me resulta curioso que rara vez se escriban, cuando son comas que pueden proporcionar ritmo al discurso y mejorar mucho el texto.

Iré hablando de los distintos tipos de comas en otras entradas. De momento, por favor, fuera la coma entre el sujeto y el verbo…

Creo que debéis tener en cuenta que yo, madrugo todos los días. ×
Creo que debéis tener en cuenta que yo madrugo todos los días.

Símbolo del porcentaje

El símbolo del porcentaje (%), según la RAE, y a pesar de las normas que habitualmente se siguen para la expresión de los símbolos, se escribe pegado al número al que acompaña.

La etiqueta de ese producto dice que elimina el 99,99 % de los agentes patógenos. ×
La etiqueta de ese producto dice que elimina el 99,99% de los agentes patógenos.

La propia RAE lo marca como una excepción. Debemos evitar, por tanto (y a pesar de lo que puedan decir los manuales de ortotipografía) escribirlo separado.

Comillas simples

Durante estas dos últimas semanas, he publicado algunos artículos sobre los distintos tipos de comillas y sus respectivos usos (podéis encontrarlos aquí, aquí y aquí). Hoy acabo la serie con el dedicado a las comillas simples.

Las comillas simples (‘xxx’) tienen más de un uso:

1) Sirven para entrecomillar una expresión dentro de otra con comillas inglesas (o dobles).

Pedro me comentó esto entre risas: «Andrés salió del despacho gritando: «Será desgraciao’ este, que casi me corta el dedo con esas tijeras…»».

2) Se emplean para destacar el significado de una palabra o expresión concretas.

Para calificar el color blanco podemos utilizar el adjetivo níveo, que significa ‘de nieve o parecido a ella’.

3) Cuando queremos poner un ejemplo, deberíamos meterlo entre comillas simples (como podréis observar, no me aplico el cuento porque, para poder localizar los ejemplos con más facilidad, he optado por usar la cursiva en lugar de las comillas simples).

… como, por ejemplo, ‘los gases nobles’ o ‘los metales pesados’.

4) También se utilizan para marcar que una palabra o expresión debería ir en cursiva en aquellos lugares donde la cursiva no tiene cabida (títulos, titulares, llamadas, etc.).

Consejos para pasar un ‘weekend’ de película [por ejemplo, título de un artículo en una revista].

Comillas inglesas

Las comillas inglesas o dobles («xxx») se utilizan para entrecomillar algo dentro de una expresión que ya va entrecomillada (con latinas). En castellano se prefieren las comillas latinas y se dejan las inglesas exclusivamente para este uso; no obstante, en la práctica, por comodidad, se suelen emplear como si fueran latinas. Aun así, si queremos seguir las normas ortotipográficas, únicamente escribiremos inglesas para entrecomillar dentro de un entrecomillado…

Cuando Pablo se compró ese ordenador de segunda mano, Silvia me comentó: «¡Vaya «innovación tecnológica« que ha encontrado!».

Podéis encontrar más información sobre las comillas en general aquí y sobre las latinas, aquí.

Comillas latinas

Las comillas latinas, españolas o de pico («xxx») son las que deberían emplearse siempre al escribir en castellano. Se utilizan para reproducir citas textuales; para marcar los pensamientos de los personajes en obras literarias; para indicar que una expresión es impropia, vulgar o se usa en un sentido irónico o con un sentido especial, etc. Si queréis conocer otros tipos de comillas, os recuerdo que ya hablamos de ellas en este artículo.

Hay atajos de teclado para escribir las comillas latinas directamente (aunque, si no, siempre se puede acudir, al menos en Word, a Insertar > Símbolo):

Mac

  • Comilla latina de apertura («): Mayúsculas + Alt + {
  • Comilla latina de cierre (»): Mayúsculas + Alt + }

Windows

Hay que pulsar Alt y, a continuación, introducir estos números en el teclado numérico (ojo, no vale el de arriba):

  • Comilla latina de apertura («): Alt + 0171
  • Comilla latina de cierre (»): Alt + 0187

Dobles espacios

Algo muy fácil de corregir —lo puede hacer todo el mundo— y cuyos resultados pueden llegar a ser muy vistosos son los dobles espacios. Un doble espacio ocurre, como su nombre indica, cuando en vez de haber un único espacio entre palabra y palabra, hay dos. A pesar de que pueda parecer una tontería, los dobles espacios dan mala imagen, porque crean demasiados «blancos» a la hora de leer. Cada vez que leo algo con dobles espacios —incluso triples a veces—, tengo la sensación de encontrarme ante un texto mal acabado, me viene una sensación de dejadez y pasotismo. Quitar los dobles espacios es una de las tareas de los correctores. Y, si estamos ante un ordenador, es tan fácil eliminarlos, que cualquiera puede hacerlo. Os invito a incorporar la rutina siguiente a la hora de escribir cualquier texto.

Como la mayoría de la gente emplea Word a la hora de escribir, voy a ir ilustrando todo con pantallazos de mi propio procesador de textos. Tened en cuenta que uso Word 2004 para Mac —que es prácticamente igual que el de Windows—, no la última versión. De todas formas, no creo que haya diferencias importantes entre una versión y otra para lo que vamos a hacer.

Imaginemos que tenemos un texto en nuestro procesador. En este caso, he elegido el típico Lorem ipsum:

Lorem ipsum

'Lorem ipsum'

En el texto hay varios dobles espacios —y uno triple—. A veces no es sencillo verlos a simple vista —yo tengo el ojo muy entrenado y tengo que reconocer que se me escapan muy poquitos—. Os recomiendo que activéis en Word los llamados invisibles para que los localicéis más fácilmente. En Mac se activan pulsando sobre el botón ¶.

Mostrar u ocultar

Mostrar u ocultar

Mostrar activado

Mostrar activado

Al activar los invisibles, aparecen unos puntitos en lugar de los espacios. Si veis dos o más puntos seguidos, hay que corregirlos.

Texto con invisibles marcados

Texto con invisibles marcados

Os voy a marcar en amarillo los dobles (y triples) espacios.

Dobles espacios marcados

Dobles espacios marcados

Todo lo anterior no es necesario realmente para corregirlos. Os lo he mostrado para que tengáis claro dónde están los dobles espacios en nuestro ejemplo. Lo que sí tenemos que hacer es ir a Buscar/Reemplazar. Al menos en Mac está en Edición > Reemplazar.

Edición > Reemplazar

Edición > Reemplazar

Nos aparecerá una pantalla en la que tendremos que introducir el texto que queremos buscar (en este caso, deberemos pulsar la barra espaciadora dos veces) en el campo Buscar y el texto que queremos que aparezca en el campo Reemplazar (en nuestro ejemplo, pulsaremos una vez la barra espaciadora).

Buscar-reemplazar

Buscar-reemplazar

Ahora tendremos que elegir el botón de la izquierda: Reemplazar todos. Word reemplazará todos los dobles espacios que encuentre y nos dará la información pertinente de cuántos ha cambiado por un único espacio.

Resultado del reemplazo

Resultado del reemplazo

Como vemos, se han producido cuatro reemplazos. Este es el resultado en nuestro texto. Como podemos apreciar, en las marcas amarillas ya solamente hay un espacio.

Resultado en el texto

Resultado en el texto

Pero también teníamos un triple espacio. Word solamente habrá quitado uno de esos tres espacios, con lo que se ha convertido ahora en uno doble. Está marcado en azul en la imagen anterior. Habrá que repetir el procedimiento anterior —Edición > Reemplazar: Buscar-reemplazar, Reemplazar todos—. Y habrá que hacerlo tantas veces como sea necesario —hasta que Word nos diga que no ha llevado a cabo ningún reemplazo: querrá decir que ya no queda ningún doble espacio—.

Cero reemplazos

Cero reemplazos

Y aquí está nuestro texto arreglado. Quizá en un fragmento tan corto no se aprecie demasiado la diferencia entre el primero y este, pero creedme que se agradece mucho al leer textos más largos. Y, al final, es una cuestión de imagen: siempre es preferible cuidar estos detalles. No cuesta nada —aquí explicado parece muy farragoso, pero lleva tres segundos— y se gana mucho. De nuevo os invito a que empecéis a hacerlo siempre que acabéis de escribir cualquier cosa…

Texto final

Texto final



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