Entradas archivadas en Léxico

‘Septiembre’

Realmente, la etimología de los nombres de los meses a partir de septiembre no tiene mucha chicha; pero como os dije que iba a explicar el nombre de cada mes, pues aquí tenéis septiembre.

Septiembre viene de septem (‘siete’). Era el séptimo mes del calendario romano que estuvo en vigor hasta el año 153 a. de C.

Podéis ver el resto de las etimologías de los meses en otras entradas del blog:
enerofebreromarzoabril, mayojuniojulio y agosto.

‘Agosto’

De nuevo, casi me pilla el toro. Este mes no se me había olvidado (como en julio); es que he estado tan liada que no me ha dado tiempo apenas a pasarme por aquí. Y tengo un montón de entradas pendientes a medio escribir. Espero que septiembre sea un poco más provechoso en cuanto al blog se refiere.

Entremos en harina: etimología del nombre agosto. Agosto viene de Augustus, que significa ‘sagrado’. Es el sobrenombre que se le dio a Octavio, primer emperador de Roma. Al igual que se había cambiado quintilis por julio, se cambió sextilis por agosto.

Podéis ver el resto de las etimologías de los meses en otras entradas del blog: enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio y julio.

‘Julio’

Por los pelos. Y porque me lo han recordado… Pero no fallo a mi cita mensual con la etimología del nombre de los meses. Hoy, julio.

Antiguamente, este mes se llamaba quintilis, por ser el quinto en el calendario romano. Julio César decidió reformar el calendario (puesto que existía un gran desfase entre este y el año solar) y con ello comenzó lo que se conoce como año juliano. Aunque fue la reforma gregoriana la que finalmente triunfó, el mes de julio se llama así en honor a Julio César, que nació en este mes.

Podéis consultar el origen de otros meses en estos artículos: enero, febrero, marzo, abril, mayo y junio.

‘Junio’

Seguro que muchos pensabais que se me había olvidado, pero no. Aquí está, aunque sea en el último día del mes, la entrada correspondiente a la etimología de la palabra junio.

Junio viene de Iunius, es decir, ‘de Juno’, esposa de Júpiter que representa a las esposas y madres (símbolo de feminidad y del matrimonio).

Podéis consultar el origen de los nombres de otros meses en artículos anteriores: enero, febrero, marzo, abril y mayo.

Día E con problemas técnicos

Ayer me hubiese gustado «celebrar» el Día E, pero estuvo la web caída todo el día y no pudo ser. Problemas de las nuevas tecnologías… Aun así, os dejo un vídeo del Instituto Cervantes en que algunas personas conocidas hablan de su palabra favorita del español. Como ya sabréis quienes seguís este blog desde sus comienzos, la mía es arrullo.

‘Mayo’

No sé qué me pasa últimamente que, cada vez que intento actualizar el blog, me lío con mil cosas y, al final, no publico nada nuevo. Tengo un montón de entradas a medias, a ver si las voy acabando y esto va cogiendo ritmo de nuevo. ¡Lo siento!

Un poco tarde, como es ya la tónica habitual, pero aquí tenéis, por fin, una pequeña explicación sobre la etimología de la voz mayo. El origen del nombre de este mes está en maius, es decir, ‘de Maya’. Maya era una diosa en cuyo honor se celebraban algunos rituales secretos a los que solamente podían acudir mujeres; estos rituales se solían relacionar con la fertilidad y la maternidad, y tenían lugar en plena primavera, justo con el renacer de la naturaleza tras el invierno.

Os recuerdo que podéis consultar también el origen de enero, febrero, marzo y abril.

 

¿Cuarentainueve?

¡Nos han cambiado otra regla! Bueno, no del todo, pero os digo desde ya que, si veis números como treintaicinco, ochentaitrés, noventaisiete… escritos en una sola palabra, no pongáis el grito en el cielo.

Os recuerdo la norma y luego os explico el nuevo matiz. Hasta ahora, se escribían en una sola palabra las expresiones numéricas menores de treinta. Así, escribíamos veinticinco (todo junto) y treinta y seis (en tres palabras). A veces surgía la duda de hasta qué número se podía escribir en una sola palabra, pero se resolvía fácilmente.

En los últimos años, muchos autores americanos no han seguido esta norma y han empezado a escribir números mayores de treinta en una sola palabra. Realmente, no había ninguna razón de peso para elegir esta cifra como frontera entre lo que se puede escribir junto y no; y, por analogía con el diez y el veinte, empezaron a aparecer expresiones como cuarentaitrés o cincuentainueve.

Pues bien, la RAE les da la razón y, aunque sigue prefiriendo que se siga la norma de siempre, acepta estas nuevas grafías, que ya no pueden ser censuradas. Eso sí, como siempre, tiene que haber unidad en un mismo texto y no mezclar ambos criterios: si escribimos treinta y tres, después no podemos poner sesentaidós (tendremos que escribirlo en tres palabras: sesenta y dos).

‘Abril’

Lo prometido es deuda, así que, de nuevo con retraso (espero enmendarlo en mayo), aquí tenéis el artículo sobre la palabra abril (como muchos ya sabréis, iré hablando sobre la etimología del nombre de los meses durante este año).

Hay dos posibles explicaciones sobre el origen del vocablo abril. Por un lado, tenemos la teoría que haría venir a abril del latín aperire (‘abrir’) y que relacionaría el nombre del mes con el momento en que en Europa se abren las flores en primavera. De aperire se tomaría la forma aperilis y, de ahí, la haríamos evolucionar hasta nuestro actual abril.

Otra propuesta es la que originaría abril en el griego aphros (‘espuma’), que tiene relación con Afrodita (que nace de la espuma), la diosa de la belleza y el amor. El mes de abril estaría dedicado, por tanto, a esta diosa.

Ambas hipótesis son dudosas, es posible que ninguna sea del todo válida, pero son las dos explicaciones más extendidas. La RAE propone que viene del latín aprilis (es decir, que enlaza con la primera de las teorías).

Podéis consultar asimismo el origen del nombre de los meses de enero, febrero y marzo.

¿’Élite’ o ‘elite’?

Amigos al rescate. Hoy, Alcaraván me ayuda como firma invitada con una entrada de lo más interesante (y muy bien documentada). ¡Muchísimas gracias! Ando muy liada con trabajo, pero prometo hacer un esfuerzo por publicar alguna entrada más esta semana. Aquí tenéis el artículo de hoy.

Élite o elite, ¿cuál es la forma correcta? Pues ambas lo son, en efecto; se trata de una de esas palabras biacentuales —hasta 246 voces llega a contar Martínez de Sousa en la última edición del DRAE— que admite la Real Academia y que pueden pronunciarse y escribirse de dos maneras distintas. Así lo encontramos en su lema correspondiente del Diccionario:

élite o elite. (Del fr. élite). f. Minoría selecta o rectora.

Esta doble acentuación se debe al origen francés de la palabra. La voz élite, pronunciada /elít/, se adaptó al castellano como elite —/elíte/—, forma que acogió la Academia. Pero la grafía de la palabra francesa siguió influyendo en mucha gente y su tilde, que tiene una función distinta a la española, se tomó como un indicador de que la palabra era esdrújula. Por eso la pronunciación /élite/ se fue extendiendo cada vez más, hasta el punto de que hoy es élite la grafía que tiene mayor aceptación, incluso entre las personas cultas.

Como hemos visto, la RAE acepta en la actualidad las dos formas. En el DPD hace hincapié, incluso, en que la pronunciación esdrújula es la más extendida. Pero esta postura es relativamente reciente. La primera vez que yo me encontré frente al problema de esta doble acentuación —hace ya unos cuantos añitos—, la Academia tenía una opinión totalmente distinta.

Me encontraba redactando un trabajo de historia cuando me di cuenta de que el corrector automático del Word me subrayaba esta palabra en rojo cada vez que la escribía con tilde. Me extrañó porque yo siempre había escuchado, pronunciado y leído élite; sabía, por otro lado, que el corrector ortográfico no era una herramienta muy fiable. Pero me pudo la curiosidad lingüística, así que agarré el DRAE y busqué la palabra. Me quedé un tanto pasmado al encontrar que, efectivamente, elite se escribía sin tilde. Y no se hacía mención a ninguna otra posible acentuación ni grafía. Se ve que, en este caso, el corrector del Word sí que tenía razón: el diccionario solo la reconocía como forma grave.

Era, aquella, la 21.ª edición, la de 1992. En la siguiente, las cosas cambiaron. En la de 2001, como hemos visto, la Real Academia acepta ya la doble grafía. Y más tarde lo corrobora en el DPD. Como curiosidad, a partir de su versión de 2003, el Word también incluyó las dos formas en su lista de palabras y no detecta ninguna de ellas como error.

De todos modos, la Academia se limita a registrar el fenómeno y a indicar cuál es el uso más extendido. No recomienda ninguna de las dos soluciones. Manuel Seco, en su Diccionario de dudas y dificultades, hace lo mismo y tampoco se pronuncia. Ni la Fundéu, que tan solo dice que ambas formas son hoy correctas, y que se usa mayoritariamente la esdrújula.

Lázaro Carreter, sin embargo, siempre fue de la opinión de escribir y pronunciar la palabra como llana, ya que en francés el acento no tiene función tónica. Algunos otros autores, como Susana Rodríguez-Vida, también comparten esta opinión y son contrarios a optar por una forma no etimológica.

Martínez de Sousa piensa, sin embargo, que por encima de la etimología prevalece el uso. Por eso prefiere considerarla esdrújula, que es la forma generalizada. Suelen seguir esta idea los libros de estilo de los medios de comunicación, como los de El País, La Voz de Galicia o Canal Sur, que recomiendan utilizar la forma generalizada élite.

Resumiendo, vemos que el criterio de la Academia sobre la pronunciación y la escritura de esta palabra ha cambiado en los últimos años. Actualmente, las dos formas, llana y esdrújula, son aceptadas como correctas, aunque la más empleada es la segunda. No obstante, yo creo que lo más importante no es usar una u otra, sino ser consecuentes con el criterio que se elija para no andar mezclando después.

 

‘Marzo’

Aunque estemos casi a mediados de mes (sin casi), todavía no os he comentado la etimología de la palabra marzo. Ahora mismo le ponemos remedio. Por cierto, esta entrada forma parte de una serie que empecé a principios de año y con la que quiero ir explicando la etimología de los nombres de los meses. Prometo no demorarme demasiado en abril…

Marzo es el mes que los romanos dedicaron a la guerra. Con marzo llegaba la primavera, el buen tiempo y, por tanto, se podían retomar las campañas militares. Así que, se nombró el mes haciendo referencia al dios de la guerra, Marte.

(‘De Marte’) Martius > marzo

Os recuerdo que también podéis consultar los meses de enero y febrero.



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