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Françoise Sagan: ‘Buenos días, tristeza’

Que conste que hablar de este libro es como revelar un secreto muy íntimo mío. Me gusta muchísimo Buenos días, tristeza. Lo he leído muchas veces, más de las que estaréis pensando, y es una de mis lecturas casi obligadas de todos los veranos. Creo que este gusto por repetir libro en verano lo he heredado de mi padre, que no faltaba ningún año a su cita estival con Sinué, el egipcio (cada cual tiene sus gustos). Yo empecé esta costumbre cuando era muy pequeña: todos los veranos de mi infancia se vieron gratamente acompañados por un libro titulado Veva. Aún lo guardo y ocupa un lugar muy importante en mi lista de libros favoritos; de hecho, no pierdo la esperanza de tener algún día una hija llamada Veva en recuerdo de ese personaje tan dulce creado por Carmen Kurtz. Por supuesto, no dejéis de leérselo o regalárselo a los niños que tengáis cerca, seguro que les encanta.

Buenos días, tristeza

Portada de 'Buenos días, tristeza'

Descubrí Buenos días, tristeza cuando rondaba la misma que edad que Cécile, la protagonista del libro, en la historia, unos 17 años. No obstante, esto no me hizo sentirme identificada con ella, ni mucho menos. Cécile es una niña pija, egoísta, hedonista, superficial, más preocupada de sí misma que otra cosa… Pero un acontecimiento hará que cambie, que su vida dé un vuelco y descubra de un plumazo la vida adulta, la responsabilidad, el preocuparse por los demás, la culpa… la tristeza.

Leída en 2010, puede parecer una novelita ligera, sin más pretensiones: un drama veraniego sin mayor importancia. No estoy de acuerdo: la hondura y trascendencia de los sentimientos finales (la reflexión sobre la culpa, sobre la vida disipada de toda una clase social que se ve reflejada en la novela, los tintes éticos y las consecuencias de ciertos actos), así como la evolución del personaje principal… son dignas de elogio. Si a esto le sumamos el año de su publicación, 1954, tenemos, además, todos los ingredientes para que se convirtiera en un gran escándalo literario. Sagan tenía 18 años cuando publicó la novela, en la que nos presentaba a una Cécile totalmente libre y liberada de ciertas ataduras morales propias de la época. Cécile, con 17 años, tiene relaciones sexuales con un joven. No solo no está casada, sino que ni siquiera está enamorada de él: únicamente busca su propio placer. Esto fue un escándalo total en Francia. Y esto hizo que toda una generación que abandonaba entonces la pubertad venerara a Sagan y que Buenos días, tristeza se convirtiera en el libro de cabecera por excelencia de los adolescentes franceses.

Existe una versión cinematográfica de la novela, protagonizada por Jean Seberg y Deborah Kerr, de 1958, magnífica también, si bien no consigue transmitir los sentimientos de los personajes con la contundencia que lo hace la novela. Os dejo una escena en que Juliette Greco canta la versión inglesa de la canción Bonjour, tristesse en una sala de fiestas en que están Cécile y su padre (por cierto, la película tiene partes en blanco y negro y partes en color, para diferenciar el tiempo en que se desarrolla cada una); es la reflexión final de la novela/película. Por cierto, fijaos en Jean Seberg (Cécile); es increíble lo mucho que se parece al retrato que yo me hice en mi mente de Cécile cuando leí el libro por primera vez…

Bonjour, tristesse

Es obvio que recomiendo su lectura, de hecho es uno de mis libros preferidos. A quienes no lo hayáis leído, espero que lo disfrutéis tanto como yo. Por supuesto, me encantaría hablar de él con vosotros en los comentarios…

Palíndromos

Como es viernes y estamos casi de fin de semana… ¡otro juego lingüístico! Al final vamos a crear toda una comunidad de verbívoros… Hoy os traigo el palíndromo, una frase que se lee igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. Os pongo ejemplos:

¿Acaso hubo búhos acá?
La ruta nos aportó otro paso natural.
Dábale arroz a la zorra el abad.
Adán no cede con Eva, y Yavé no cede con nada.

Los ejemplos los he recogido de la Wikipedia y de Verbalia. ¿Os atrevéis con un palíndromo? ¡Os espero en los comentarios! A ver si conseguimos más palíndromos que abecegramas.

Comillas simples

Durante estas dos últimas semanas, he publicado algunos artículos sobre los distintos tipos de comillas y sus respectivos usos (podéis encontrarlos aquí, aquí y aquí). Hoy acabo la serie con el dedicado a las comillas simples.

Las comillas simples (‘xxx’) tienen más de un uso:

1) Sirven para entrecomillar una expresión dentro de otra con comillas inglesas (o dobles).

Pedro me comentó esto entre risas: «Andrés salió del despacho gritando: «Será desgraciao’ este, que casi me corta el dedo con esas tijeras…»».

2) Se emplean para destacar el significado de una palabra o expresión concretas.

Para calificar el color blanco podemos utilizar el adjetivo níveo, que significa ‘de nieve o parecido a ella’.

3) Cuando queremos poner un ejemplo, deberíamos meterlo entre comillas simples (como podréis observar, no me aplico el cuento porque, para poder localizar los ejemplos con más facilidad, he optado por usar la cursiva en lugar de las comillas simples).

… como, por ejemplo, ‘los gases nobles’ o ‘los metales pesados’.

4) También se utilizan para marcar que una palabra o expresión debería ir en cursiva en aquellos lugares donde la cursiva no tiene cabida (títulos, titulares, llamadas, etc.).

Consejos para pasar un ‘weekend’ de película [por ejemplo, título de un artículo en una revista].

Literatura y videojuegos: ‘Dante’s Inferno’

Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate…

A comienzos de año salió al mercado un videojuego basado en La Divina Comedia de Dante. Lleva por título Dante’s Inferno (El infierno de Dante) y en él podemos meternos en la piel del poeta, convertido en todo un héroe para la ocasión. Es joven, musculoso, formido y lleva un par de armas con las que se podría acabar con un ejército entero (ojito a la guadaña…). Muy espectacular, increíbles gráficos y horas de diversión y palizas en un universo que reconstruye los nueve círculos del infierno dantesco. No sé muy bien cuál es la recompensa por pasar todo el juego: ¿quizá el amor de Beatriz?

Dante's Inferno

Imagen del videojuego

Aunque muchos se llevarán las manos a la cabeza y pensarán que esto es un auténtico sacrilegio (por despedazar de ese modo una de las obras cumbre de la literatura italiana e, incluso, universal), yo estoy a favor de este tipo de iniciativas. Mi principal argumento, sencillo: muchos de sus jugadores, que no habrían oído hablar de Dante en su vida, puede que se acerquen a su obra. Y después de haber ido, círculo a círculo, atravesando el infierno, les será mucho más fácil su comprensión (que, he de admitir, no es una obra sencilla). La mayoría no la leerá, pero sabrá algo de la obra (que tampoco está de más) y, aunque tenga una visión totalmente distorsionada de Dante, al menos podrá intuir qué significa exactamente esa expresión que tanto gusta a los periodistas de «escenario dantesco» y que no dudan en sacar a relucir siempre que acontece cualquier desastre.

Mi profesora de Literatura Italiana siempre decía que, cuando salió la película Seven, tuvo una avalancha de gente de otras carreras en su despacho para preguntar, precisamente, por La Divina Comedia. ¿Fue la película un aliciente para acercarse a la obra literaria? En este caso, todo parece apuntar que sí; de hecho, el cine ha sido, en muchas ocasiones, un gran aliado de la literatura (otras veces ha destrozado las obras, pero ha acercado al público a las librerías y bibliotecas). ¿Podría el videojuego despertar curiosidad por la obra de Dante? Pues, probablemente, en mucha gente sí. Y eso que ganamos. Aunque luego la obra no se parezca en nada (alguno se llevará una gran decepción; otros, como el gran clásico que es, la disfrutarán muchísimo).

Palabras ‘bonitas’

Hoy me siento un poco cotilla y quiero haceros una pregunta. Por supuesto, tiene que ver con las palabras. ¿Cuál es para vosotros la palabra más bonita del castellano?

Sé que se pueden seguir dos criterios para buscarla: el significado y la sonoridad. Así que vamos a hacer (si me ayudáis), dos listas con vuestras palabras favoritas: una con aquellas cuyo significado más os atraiga y otra con las que mejor os suenan. Para ello, por favor, escribid en los comentarios vuestras palabras e indicad a su lado a qué categoría pertenecen (significado o sonoridad).

Espero que participéis, a ver si podemos hacer una clasificación en condiciones. Si no os atrevéis a dejar un comentario (que sé que os pasa a algunos), podéis mandarme vuestras respuestas por correo electrónico. Yo publicaré la conclusiones la semana que viene (y las compararemos con una macroencuesta que se llevó a cabo hace unos años en todo el mundo). Y en la entrada de la semana que viene os contaré también cuál es mi palabra favorita… ¡Espero que me abruméis con miles de palabras bellísimas!

Comillas inglesas

Las comillas inglesas o dobles («xxx») se utilizan para entrecomillar algo dentro de una expresión que ya va entrecomillada (con latinas). En castellano se prefieren las comillas latinas y se dejan las inglesas exclusivamente para este uso; no obstante, en la práctica, por comodidad, se suelen emplear como si fueran latinas. Aun así, si queremos seguir las normas ortotipográficas, únicamente escribiremos inglesas para entrecomillar dentro de un entrecomillado…

Cuando Pablo se compró ese ordenador de segunda mano, Silvia me comentó: «¡Vaya «innovación tecnológica« que ha encontrado!».

Podéis encontrar más información sobre las comillas en general aquí y sobre las latinas, aquí.

Paul Auster: ‘Invisible’

Normalmente, suelo esperar un tiempo después de haber acabado un libro para dar mi opinión sobre él. A veces, porque «en caliente» las opiniones, tanto para bien como para mal, suelen ser mucho más vehementes y apasionadas, poco ajustadas a la realidad. También porque me gusta reposar las cosas, procesarlas en mi mente, sacar todas las conclusiones posibles… y para eso hace falta tiempo. El problema viene cuando, de tanto esperar, las tramas se desdibujan, los personajes se confunden, las historias se vuelven una nebulosa en la memoria y escribir una reseña se convierte en una misión imposible… Como no quiero que me ocurra esto, y a pesar de que apenas acabé el libro hace tres días, quiero hablaros de Invisible, de Paul Auster.

Portada española de 'Invisible'

Portada española de 'Invisible'

Invisible es un libro que se lee muy fácilmente (a pesar de los juegos narrativos), pero que es muy complejo. De hecho, es más lo que no se cuenta que lo que se cuenta, de ahí su título, Invisible. Partiendo de una premisa sencilla (una pareja conoce a un universitario, escritor en ciernes, en una fiesta y, a partir de ahí, la vida de este último toma un giro de 180 grados), se nos compone una mezcla de thriller y novela erótica (incesto incluido) que nos deja con una terrible sensación de desasosiego y angustia (la escena final es terriblemente impactante). Conocemos la vida de Adam Walker (el joven escritor) y, a través de ella, vislumbramos la de Rudolf Born. Pero ¿quién es este personaje? ¿Cómo ha sido su vida? ¿Qué esconde su personalidad? ¿Logrará Walker desenmascararlo? Son preguntas cuyas respuestas podemos intuirlas en la novela, pero que, en gran medida, las componemos nosotros mismos tras la lectura. Desde luego, nadie puede negar que engancha y es bastante interesante. Y todo ello con una profundidad que lleva a la reflexión de temas como la esencia de la identidad, el bien y el mal, la culpa y la redención…

Formalmente, la novela es todo un manual sobre estilos narrativos. Tenemos narradores en primera, segunda y tercera persona, narraciones dentro de la narración, novelas dentro de la novela, mezcla de espacios y tiempos (1967 y 2007). Y todo ello fluye de forma muy natural, con cierta maestría incluso. Es innegable su solvencia narrativa. De hecho, la crítica sitúa Invisible entre las mejores novelas de Auster. No sé si puedo estar de acuerdo, porque no soy, ni mucho menos, una experta en la obra austeriana, pero me tomo la afirmación con ciertas reservas, pues, aunque reconozco que es muy buena, me da miedo que todas estas alabanzas vengan dictadas por la editorial de turno; no obstante, quizá me equivoque y puede que sí que la afirmación tenga algo de razón, porque cuando las novelas de Auster acusaron un cierto bajón en la calidad también hubo voces que lo pusieron de manifiesto.

Mi impresión sobre Invisible no puede ser mejor. Me ha parecido una lectura muy recomendable, sobre todo para quienes gusten de las novelas de Auster, seguro que la disfrutan. Y, como ya comenté hace tiempo, no es el primer libro de Auster que leo; podéis encontrar mi opinión sobre Brooklyn follies aquí.

Abecegramas

Aprovechando que es fin de semana, he decidido publicar un artículo algo más lúdico. Hoy os voy a presentar los abecegramas. Un abecegrama es una frase cuyas palabras se disponen en orden alfabético; es decir, la primera palabra de la frase comienza por a; la segunda, por b; la tercera, por c… y así sucesivamente hasta la última palabra, que empezará por z.

Os pongo un ejemplo:

Anoche brillaron cerca, chispeantes, dos estrellas fugaces; gravitaban hermosas iluminando juntas kilométricos lugares; llevaban mágicos negros ñublos; originaban planetas que relucían surcando tenues universos, vertiendo wolframio, xenón y zafiros…

¿Os atrevéis a escribir uno? ¡Es muy complicado! Si alguien se anima, podemos hacerlo entre varios en los comentarios (además, ahora os podéis suscribir para seguir el hilo, ya no hay excusa). Por cierto, el de arriba lo he sacado de la web Juegos de palabras (muy interesante), no es mérito mío ni mucho menos…

Comillas latinas

Las comillas latinas, españolas o de pico («xxx») son las que deberían emplearse siempre al escribir en castellano. Se utilizan para reproducir citas textuales; para marcar los pensamientos de los personajes en obras literarias; para indicar que una expresión es impropia, vulgar o se usa en un sentido irónico o con un sentido especial, etc. Si queréis conocer otros tipos de comillas, os recuerdo que ya hablamos de ellas en este artículo.

Hay atajos de teclado para escribir las comillas latinas directamente (aunque, si no, siempre se puede acudir, al menos en Word, a Insertar > Símbolo):

Mac

  • Comilla latina de apertura («): Mayúsculas + Alt + {
  • Comilla latina de cierre (»): Mayúsculas + Alt + }

Windows

Hay que pulsar Alt y, a continuación, introducir estos números en el teclado numérico (ojo, no vale el de arriba):

  • Comilla latina de apertura («): Alt + 0171
  • Comilla latina de cierre (»): Alt + 0187

‘Sah’

Hace unos años hice una prueba escrita de corrección para una editorial en la que tenía que corregir varios textos muy distintos entre sí. Había una receta de cocina, un trabalenguas para niños, un texto sobre algún deporte y, por fin, uno sobre historia del arte. Todos tenían truco, sobre todo el último, que hablaba sobre Persia y donde se podía leer todo el tiempo que el sha había mandado construir tal o cual cosa. Obviamente, era incorrecto: aunque todo el mundo piensa que se escribe sha y se ve de esta guisa en todo tipo de medios, la grafía correcta en castellano para referirse al rey de la antigua Persia es sah (que es la transcripción adecuada en español de la voz persa).

Por cierto, conseguí el trabajo…



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