Blog Mobas | El blog de las comas, los sustantivos, los libros y las cursivas

Pues creo que Amelie Notomb debe ser una persona muy interesante y si tuviera que escoger uno de sus múltiples libros creo que me quedaría con Estupor y Temblores

Buenas tardes Mónica:

Hoy me he decidido no tanto por la parte literaria sino por la creativa; me gustaría saber qué sucede en esa mente, cómo trabaja y cómo lo traspasa luego al papel. Aquí te dejo el libro y el autor de hoy
http://misfiliasyfobias.blogspot.com.es/2014/11/30libros-28-uno-de-un-autor-al-que-os.html

Besicos

Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, de Woody Allen. Qué gustazo sería conocer a Woody Allen…

¡Qué librazo!

Más que conocer diría que hay gente a la que me gustaría escuchar, pues creo que siempre tienen algo interesante que contar y opiniones que debatir.
Todavía recuerdo una charla-coloquio de Henning Mankell a la que asistí, fue muy interesante.
Si soy sincero diría que a Arturo Pérez-Reverte. Le he leído mucho, y casi todo me ha gustado.
Pero como este juego debe servir también para dar a conocer o recomendar, voy a hablar de Javier Yanes.
En un raid de reconocimiento por la librería-selva de mi padre me encontré con su El señor de las llanuras. Fabuloso.
Es un hombre al que me gustaría oir hablar de Kenya – lugar que llama segundo hogar.
Javier Yanes

La verdad es que yo leo pocos escritores actuales, así que he tenido que darle varias vueltas a la categoría, pero ya lo tengo: el escritor que me gustaría conocer es Bill Watterson, creador de las tiras cómicas de Calvin y Hobbes, de las que soy muy fan y tengo todos los libros.

Con algunos textos no puedo evitar subirme por las ramas del biografismo. A mí la literatura me era indiferente hasta hace tan solo unos años; me interesaba la música, más dada a cierto tipo de autoexhibición. Heidegger decía de Aristóteles que nació, murió, pensó, y el resto no es más que ruido, como si no importara si se lavaba el griego los dientes tras las comidas o si iba al cine. A Derrida le hubiese gustado saber de la vida sexual de Kant. Los músicos me eran cercanos: los tenías en la tele, en las revistas, podías verlos en conciertos. Nuestros encuentros, sin embargo, nunca salían como yo esperaba: el batería de un grupo conocido me pidió un porrillo, y yo no tenía, y él no me creyó; un amigo le rompió una botella en la cabeza a un guitarrista. Coincidí con Prince en la cola del banco, pero yo tenía el coche aparcado en doble fila y él parecía ensimismado y a mí, en realidad, su música no me gusta y bah. Las cosas se torcían por el contexto, hasta que un día tuve mi gran oportunidad: mientras esperaba a mi pareja llegar en un vuelo a Barcelona, coincidí con el líder de una de mis bandas preferidas, un inglés alto, con el pelo a medio secar o a medio mojar, las gafas de ver caídas, la camisa desabrochada a la altura del pecho, vaqueros, caderas muy anchas. Darren se sentó a mi lado, y yo comencé a sudar: qué le digo, es mi oportunidad, ¿le pido una foto? Que escriba algo para mi pareja, a ella también le gusta y no se lo creerá y qué detalle. Toda esa euforia silenciosa y contenida dio paso a otro tipo de reflexiones: míralo, es un tipo normal, parece un profesor de instituto despistado, no quiere que le molesten, que le reconozcan, igual no entiende mi inglés, igual no entiendo su inglés y, de todas formas, ¿qué le digo? Pensé que sería más fácil si él diera el paso, dejarlo decidir si se siente cómodo y con ganas, así que se me ocurrió silbar su último single, una cancioncita sobre llamar desesperadamente a alguien: «y las antenas parabólicas vuelven a reclamar tu nombre». O silbo muy mal, o él se hizo el tonto. En cinco minutos llegó el resto de la banda, fueron a buscar los instrumentos y se largaron. Aquella misma noche mi pareja —que nunca creyó mi historia— y yo fuimos a su concierto, pero entonces toda mi atención la tenía ella.
Hoy la literatura forma parte, de una forma u otra, de mi vida, y me apetece conocer a un puñado de autores. Quiero conocer a John Berger. Sé perfectamente dónde vive, he pasado por su casa alguna vez. Creo que la próxima vez que lo haga silbaré, silbaré más fuerte.

Pues mira, yo me voy a quedar por aquí cerquita: algún día me gustaría conocer en persona a Jenn Díaz. La conozco por Granite&Rainbow, por el facebook, por el Twitter, por su blog, por JotDown, por sus colaboraciones en decenas de medios… así que ya es como si la conociera, pero no, no la conozco.

De lo que he leído de Jenn, el libro que más me ha gustado es Es un decir, una novela muy «matutiana» sobre los silencios de la posguerra y el aprendizaje de la vida en condiciones difíciles. En su momento le puse algún «pero» en una reseña conjunta con Francesc, pero me sigue pareciendo una novela notable, por no decir sobresaliente.

Pues aquí lo tengo fácil. Acabo de terminar ‘El cielo de Lima’ de Juan Gómez Bárcena (nunca podré agradecerte lo suficiente esa recomendación tuya) y estoy fascinada. Es una pena que no pudiera asistir a la presentación en Sevilla, así que tengo esa espinita clavada. El libro es genial, así que su autor no puede ser menos.