‘Katiuska’
Como parece que ya ha llegado el frío, la lluvia y el otoño-invierno, vamos a sacar las katiuskas, ¿vale? Pero, antes, vamos a recordar una entrada de no hace demasiado, la de los hipocorísticos. ¿Por qué? Porque el término katiuska tiene mucho que ver con un hipocorístico.
Katiuska, en realidad, es el diminutivo de Katia, que, a su vez, es uno de los hipocorísticos de Ekaterina, la forma rusa de Catalina. Es decir, Katiuska sería, más o menos, Catalinita (o, más bien, Catita, si tomamos Cati como forma abreviada habitual del nombre y le añadimos el diminutivo: doble hipocorístico). Catalina, nombre de origen griego, significa ‘la limpia’.
Y me imagino que estaréis preguntándoos qué tiene que ver este nombre con las botas de goma, nuestras katiuskas. Pues mucho. Se empezó a llamar katiuskas a las botas a raíz de una zarzuela de Pablo Sorozábal protagonizada por una chica llamada Katiuska. La Katiuska de la zarzuela lucía unas botas altas muy características y, tras el éxito de la obra, se extendió la forma katiuska para designar esas botas.
Curiosa etimología la de las katiuskas. Algo había oído, aunque sin tanto detalle.
Veo que la RAE recoge esta palabra escrita con las dos kas. No sé muy bien por qué, cuando «kilo» y «kiosco» sí pueden escribirse «quilo» y «quiosco». No se me ocurren otros ejemplos ahora, aunque los habrá (güisqui sería otro ejemplo, aunque no viene recogida en la RAE su grafía anglosajona). Estaría bien castellanizar la ortografía de esta palabra. Sobre todo, teniendo en cuenta que se puede escribir Caterina al igual que Katerina. También Catalina… Me gustaría saber qué criterio siguen para no aceptar la palabra escrita, además, con las ces.
En cuanto a los hipocorísticos, algunos son tan comunes y extendidos que no sé si deberían perder esa categoría para quedarse en simples diminutivos. Como Pepe o Lola. Para mí, un hipocorístico que se precie es el que persiste en la edad adulta después de que haya sido usado en la niñez, producto de una vocalización torpe o aún precaria. Como «Nanín» de Fernando o «Kankel/Canquel» de Ángel (yo tengo dos amigos que, en nuestro círculo y en familia, aún les llamamos así). De otro modo, si uno es José en la partida de nacimiento, pero después, desde el principio, todo el mundo lo llama Pepe, pierde el carácter espontáneo que un buen hipocorístico debería tener. Es mi opinión…; ya sé que algo romántica.
Ahora se me ocurre, a colación de las kas y las ces, la palabra «póquer». La RAE da por buena también «póker» (con tilde). La verdad, no sé qué criterios siguen…
De nuevo, felicidades por tu entrada.
Un saludo
Joel