Georges Perec: ‘Un hombre que duerme’

Perdonad que no me esté pasando mucho por el blog últimamente… ¡Vaya días! ¡¡Me ha pasado de todo…!! Pero, aunque no me haya sentado a escribir ninguna entrada, sí que he leído muchísimo últimamente, y cosas interesantísimas, además. Como la novela de hoy, Un hombre que duerme, de Georges Perec, todo un descubrimiento.

'Un hombre que duerme'

‘Un hombre que duerme’

Novela cumbre de la «literatura Bartleby», auténtico símbolo generacional, Un hombre que duerme narra la peripecia de un estudiante que decide no levantarse de la cama el día de sus exámenes de Sociología, abandonar sus estudios, romper toda relación amigos y parientes, y recluirse en sí mismo y en su chambre de bonne, donde todo es gris. Más tarde se dedicará a deambular incansable por París, a ir al cine, a leer los titulares de los periódicos, pero como lo haría un sonámbulo. Para el estudiante todo forma parte de una vaga estrategia encaminada a alejarse de los deseos materiales, de la ambición y de su dependencia de los objetos, los ambientes, los sonidos y aromas de París, la ciudad que lo ha acogido y que lo acabará fagocitando.

Un hombre que duerme constituye una de las cumbres de la narrativa francesa de los sesenta, recuperada ahora en una magistral traducción de Mercedes Cebrián.

«Entre los libros que me cambiaron la vida estuvieron siempre los de Perec. Recuerdo haberlos leído con fascinación» (Enrique Vila-Matas).

Es el segundo libro de Perec que leo en mi vida. Hace muchos (muchos) años, leí La disparition, una novela de intriga en forma de lipograma: en su original en francés, no aparece la letra e; en la traducción en castellano, prescinden de la a (vocales más utilizadas en uno y otro idioma respectivamente). Os podéis imaginar la dificultad y el virtuosismo técnico necesario. Pero Un hombre que duerme (Un homme qui dort) me ha gustado muchísimo más…

Me fascinan las narraciones en segunda persona; no entiendo por qué este recurso no se utiliza más a menudo, porque el lector se convierte en protagonista y vive mucho más la novela. Que es justo lo que ocurre aquí (la novela está escrita en segunda persona). De repente somos ese estudiante que decide dejarlo todo, no actuar, no participar en la sociedad, abandonar sus relaciones sociales, deshacerse de su vida rutinaria para establecer unas nuevas rutinas que lo desmarquen de todo lo que le rodea. Y somos testigos directísimos de su indiferencia y de su abulia. Incluso participamos en la conclusión final a la que llega el estudiante.

La propuesta estilística y narrativa de Perec hace que nos veamos totalmente atrapados en su temática existencialista. Y, por supuesto, esto lleva a reflexiones por parte del lector. ¿Comparte el lector la tesis final de Perec y su estudiante de Sociología (qué irónico)? ¿El lector se deja llevar por la indiferencia en su vida real, o vive realmente? ¿Actúa o sobrevive pasivamente? ¿Y qué pasa cuando no actuamos, no hacemos, no vivimos…?

Interesantísima novela. Qué pena que me durara tan poquito (se merece una relectura con creces). Tengo que confesar que ya tengo otro libro de Perec esperándome, porque este me ha encantado (mucho más allá de sus experimentos técnicos, que aquí se limitan a esa segunda persona narrativa que tanto me gusta y que tan bien funciona aquí al convertir al lector en actor de esta historia de inacción). Os copio un pequeño fragmento:

Deambulas, deambulas, deambulas. Caminas. Todos los momentos son iguales, todos los espacios se parecen. Nunca tienes prisa, nunca estás perdido. No miras la hora en los relojes. No tienes sueño. No tienes hambre. Nunca bostezas. Nunca te ríes a carcajadas.

Y otro, del final (por si no queréis leerlo):

Durante mucho tiempo has construido y destruido tus refugios: el orden o la inacción, la deriva o el sueño, las rondas nocturnas, los instantes neutros, la fuga de las luces y las sombras. Quizás podrías, aún durante mucho tiempo, continuar mintiéndote, embruteciéndote, emperrándote. Pero el juego ha terminado, la gran juerga, la ebriedad falaz de la vida suspendida. El mundo no se ha movido y tú no has cambiado. La indiferencia no te ha dejado indiferente. No estás muerto. No te has vuelto loco.

¿Habéis leído Un hombre que duerme? ¿Os gustó? Si no lo conocíais, ¿os llama la atención? Como siempre, podéis comentar lo que queráis…