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¡Feliz Navidad!

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Seis años

Hoy el blog cumple seis años. Y, como lo prometido es deuda, dije que iba a «celebrarlo» contestando a aquellas preguntas que me trasladarais sobre el blog y, por qué no, sobre mí misma. Así que, allá voy… Contestaré a las preguntas que me dejasteis en los comentarios de esta entrada y a un par que me envió una lectora a través del correo electrónico. Me alegro de que no hayáis sido muchos, porque habéis aprovechado para preguntar varias cosas cada uno (genial, por otra parte). Si alguien quiere preguntar alguna otra cosa, pues, quién sabe, podríamos organizar alguna otra entrada de preguntas y respuestas. Pero, de momento, contesto a lo que ya hay y, además, en el orden en el que me fuisteis dejando las preguntas.

¿Cuál es tu libro superfavorito de todos los tiempos?

La verdad es que no sé si tengo un libro superfavorito de todos los tiempos, pero sí es cierto (como ya he contado mil veces en el blog) que tengo un rollo muy raro con Buenos días, tristeza, de Françoise Sagan. Lo intento leer todos los años desde que lo descubrí con dieciséis o diecisiete años. La historia de Cécile me impresionó en su día y vuelvo a ella con la llegada del verano, entre otras cosas porque me parece una novela magnífica. ¿Es la mejor novela de la historia? No, pero a mí me encanta. ¿Es mi favorita? Pues no lo sé, porque además voy incorporando lecturas a mis listas internas de libros favoritos y siempre se van descubriendo cosas muy interesantes. Pero sí es cierto que Cécile es casi ya como una vieja amiga. Me encantaría saber cómo siguió su vida. Ahí hay material para una buenísima novela seguro.

¿Te molesta cuando ponemos abreviaturas?

Reconozco que a veces sí. Soy bastante permisiva, no le suelo dar importancia a este hecho e incluso hay gente que deja comentarios con unas faltas de ortografía espantosas que hacen que me sangren los ojos. Pero otros días me enfado un poco. Creo que cuando uno se acerca a un blog que, en esencia, va sobre corrección de textos, lo mínimo es un poco de… ¿corrección? Y el abuso de abreviaturas es algo que me chirría un poco. Además, dificultan mucho la lectura, digáis lo que digáis, y no todo el mundo las entiende (y este blog lo lee mucha gente mayor que, quizá, no está tan habituada a ellas como las personas más jóvenes). Pero, con abreviaturas o sin ellas, con faltas o sin ellas, me encanta que me escribáis, que dejéis vuestras opiniones, que me preguntéis, que valoréis todo esto… así que agradezco todos y cada uno de los comentarios o correos electrónicos que me llegan. Me hacen muchísima ilusión.

¿De dónde eres?

Pues de la capital del mundo, esto es, Bilbao, obviamente. ¿De dónde voy a ser si no? Soy bilbaína hasta la médula, aunque es cierto que hace unos años, por asuntos muy personales, me fui a vivir a un pueblito de la costa cercano a Bilbao. Trabajando desde casa (mi pareja de aquel entonces también trabajaba desde casa) era una opción buenísima. Tengo toda la tranquilidad del mundo, vivo rodeada de naturaleza y animales, tengo monte, tengo la playa a dos minutos, veo el mar desde prácticamente cualquier sitio de mi casa y me gusta mucho vivir en un pueblo pequeño. Lo bueno de mi situación es que, si me apetece algo más de lío o algo más cultural o, sencillamente, quedar con mis amigos, estoy a media hora escasa de Bilbao, que no es nada. Si tuviera que cambiarme de casa, volvería a Bilbao. Es la ciudad perfecta, un lugar para vivir muy amable, muy cómodo. Me encanta la ciudad, me encanta Bilbao.

Si tuvieras que pasar 25 años en una isla deshabitada y solo pudieras llevar un libro, ¿cuál sería?

Esto lo he pensado mil veces y siempre contesto lo mismo: Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. ¿Por qué? Porque es una novela redonda y perfecta. Porque la he leído varias veces (cuatro, si no me equivoco) y siempre descubro algo nuevo. Porque puedo perderme horas en el universo de Macondo o por el árbol genealógico de los Buendía. Porque podría disfrutar durante 25 años de un personaje imprescindible en la literatura como Melquíades. Y porque tiene una cierta extensión, lo cual sería toda una ventaja en esas circunstancias.

Si eres buen enseñante,  ¿no serás buen escritor y viceversa?

Esta pregunta me la hizo Joel. Él sostiene que si enseñas bien, no puedes ser buen escritor, porque enseñar es una actividad de dentro hacia fuera; y si escribes bien, no puedes enseñar, porque escribir es un acto de fuera hacia dentro y solitario. Bueno, pues yo no estoy de acuerdo. Creo que no tiene nada que ver. Puedes enseñar muy bien y tener habilidades comunicativas muy desarrolladas para que tus alumnos te entiendan y, además, sentir la pulsión de la escritura dentro y hacerlo muy bien. Al igual que puedes ser un horrible profesor y un pésimo escritor a la vez. Creo que una cosa no está reñida con la otra. Lo que voy teniendo cada vez más claro es que no se puede enseñar a escribir (sé que algunos de los que me leéis sois profesores de escritura creativa, lo siento). Creo que los cursos de escritura pueden animar a ciertas personas a escribir, pero no a ser escritor. El escritor tiene lo que una amiga mía que sabe mucho de esto llama «oscuridad» y cuenta con esa pulsión de la que he hablado antes, que no le anima a escribir: le obliga a escribir. Y a escribir creo que se aprende escribiendo y, sobre todo, y por encima de todas las cosas, leyendo buena literatura. Cada vez que me viene el típico escribidor (siento ser algo despectiva en el término, pero un día de estos voy a publicar una entrada sobre escribidores y juntaletras para que sepáis exactamente a qué me estoy refiriendo) y me dice que no tiene tiempo para leer, me transformo en Mr Hyde y me entran ganas de agredirle verbalmente (solo lo hago en mi cabeza). Pero este es otro tema que desarrollaré a su debido tiempo.

¿Has escrito alguna novela, cuentos o relatos?

No. Yo no escribo. Por muchas razones y para desesperación de mis amigos y, sobre todo, de cierta persona que opina que me serviría de terapia. Todo el mundo me da mucha chapa con esto, además. Las razones por las que no escribo son muy personales. No creo que vaya a hacerlo, pero tampoco puedo descartarlo del todo. No sé qué ocurrirá en un futuro. Lo que sé es que ahora mismo no tengo ninguna intención de ponerme a escribir. Creo que me va a caer algún que otro rapapolvo por esta respuesta, pero soy sincera.

¿Cuántos libros lees al año?

No lo sé decir con exactitud. En el blog voy apuntando los libros que termino y que he leído por ocio. Por ejemplo, este año tengo apuntados 40 hasta hoy (en breve serán 42, quizá consiga llegar a los 45 para fin de año). Aparte, si sumara los libros de trabajo, la lista sería mucho más extensa. Corrijo entre dos y seis libros mensuales (últimamente, más de dos tercios son novelas). Y también quiero mencionar que empiezo muchísimos libros que dejo después abandonados. Esos no los apunto, pero hay novelas de las que igual he leído 300 páginas que no se contabilizan en ningún sitio. De todas formas, estoy muy poco preocupada por la cantidad, porque, aparte de que es un dato un poco tramposo (¿es lo mismo una novela de 90 páginas que una de 1000?, ¿es lo mismo una buena novela que algo que no merece la pena pero que consigo acabar?), lo que verdaderamente me importa es disfrutar leyendo. Mientras lo haga, me da igual cuántos libros sean al año…

¿Qué libro te hubiera gustado escribir?

La respuesta de la isla desierta la tengo muy pensada, pero esta no. Me lo han preguntado varias veces y siempre contesto de forma diferente. Ahora mismo, me viene a la cabeza que me gustaría mucho hacer algo como lo que ha hecho Karl Ove Knausgård con su propia vida en Mi lucha. Creo que para mí sería muy catártico escribir algo como La muerte del padreUn hombre enamorado. Desde luego, sería terapéutico. Me crearía muchos problemas, eso sí (como le ha pasado a Knausgård), porque creo que muchas personas que están o han estado en mi vida probablemente no comprenderían mis razones para ciertas cosas.

Lo mejor y lo peor que te han dicho en el blog o sobre el blog

Tengo la suerte de que me llegan muchas opiniones positivas del blog. Por ejemplo, últimamente me han felicitado varios correctores porque en cierto foro hablaron de una entrada en concreto, «Al ver como rugen las flores», y había gustado mucho (de hecho, la difundieron un montón después por las redes sociales). Ahora, lo mejor que me han dicho… Tras pensar un poco, sé perfectamente qué es lo mejor que me han dicho (además, es lo que más ilusión me ha hecho en estos seis años). Pero no lo puedo contar en público. Es algo íntimo que ha de quedarse para mí. Lo peor: que soy muy prepotente y que solo hago caso a mis comentaristas palmeros, que al resto los censuro. No es cierto que los comentarios estén censurados (salvo para una persona y por motivos que nunca he llegado a explicar públicamente ni lo voy a hacer). Así que, aunque me dolió cuando me lo dijeron, como creo que no es cierto, me olvido y sigo adelante.

¿Cuándo te veremos en tu propio canal de Youtube?

Respuesta fácil y tajante: nunca. Soy una tímida patológica, es imposible ponerme delante de una cámara a hablar de cualquier cosa. Me da vergüenza todo. Quita, quita… 😉

¿Lo mejor que te ha dado el blog en estos años?

Si soy sincera, hay dos cosas. De una no voy a hablar, porque hay cosas que no debo hacer públicas. Para quien lo entienda, lo voy a resumir en una palabra: unicornio. La otra: algunas personas que he conocido a través del blog y que se han convertido en grandes amigas (son todas mujeres, la verdad). Algunas, muy importantes. Y como ya sabéis quiénes sois, pues nada más que añadir.

Pues estas eran vuestras preguntas. ¿Me dejáis que os haga yo alguna? Venga, allá voy (como siempre, podéis contestar en los comentarios). ¿Por qué os gusta el blog y lo visitáis? ¿Cuál ha sido el libro que más os ha gustado de los que habéis leído este año? ¿Os gustaría que tratara otro tipo de temas? (Si contestáis afirmativamente, dadme ideas). ¡Gracias por participar! ¡Y gracias por celebrar conmigo el aniversario del blog! Espero poder estar con vosotros mucho tiempo más…

Navidad

Pues ya me he puesto navideña y he «decorado» un poco el blog. Aunque me consta que algunos la odiáis, he vuelto a activar la nieve azul, porque a otros os encanta y me la habíais pedido (sé que me he resistido un poco, pero, venga, ya estoy con el chip navideño instalado).

Además, os voy a proponer algo para el aniversario del blog, que está a punto de llegar. ¿Tenéis alguna curiosidad sobre el blog? ¿Queréis saber algo más sobre él o, me voy a arrepentir de esto, sobre mí (porque, al fin y al cabo, esto es muy Mónica)? Pues si dejáis vuestras preguntas en los comentarios, prometo contestar para el sábado. No dudas lingüísticas, que sobre esas podéis preguntar todo el año, sino algo más general sobre el blog (cómo nació, cuál fue el primer libro del que hablé… lo que se os ocurra) o sobre mí (podéis indagar todo lo que queráis, que si creo que algo se pasa de la raya lo digo y tan amigos). Y, como os aviso con poco tiempo (tenéis un par de días solamente), mis queridas amigas, culpables de todo esto, ya han preparado una batería de preguntas por si no hay suficientes.

Y estoy preparando una sorpresa para la semana que viene. Pero como es sorpresa y es para la semana que viene… ¡tendréis que esperar!

¿Espero vuestras preguntas en los comentarios? 😉

Concordancia de número del ‘le’ anticipador

Hay un error gramatical bastante común que, no sé por qué, últimamente está por todos sitios. No hay texto en el que no lo corrija y, además, lo veo a diario en periódicos, rótulos y redes sociales. Me estoy refiriendo a la falta de concordancia de número del pronombre anticipador le (el otro día puse esto en Twitter y me dijeron que sonaba un poco como «el núcleo irradiador», así que ahora os lo explico).

En castellano, le/s son los pronombres que sustituyen al complemento indirecto. Pongo un ejemplo fácil:

He comprado un libro (CD) a mi hermano (CI). → Le (CI) he comprado un libro (CD).

Pero ¿no os suena un poco rara la primera frase del ejemplo? ¿No es sonaría más natural de la siguiente manera?

Le he comprado un libro a mi hermano.

Mejor, ¿no? Hemos añadido un pronombre le que no sustituye al CI (porque sigue apareciendo el «a mi hermano»). ¿Qué es ese le? Un pronombre anticipador de CI. Avisa de que viene un CI después. Efectivamente, hay construcciones en castellano que necesitan un anticipador. Ahora podría soltaros una chapa de gramática, contaros por qué y demás, pero sería irme por las ramas, porque yo quiero llegar al error que veo por doquier.

Como ya he dicho antes, es la falta de concordancia de número entre el pronombre y el CI de después. Como siempre, un ejemplo:

*Le he comprado un libro a mis padres.

Si el CI («a mis padres») es plural, el pronombre anticipador debería ir en plural también (lógica aplastante) y ser les.

Les he comprado un libro a mis padres.

Pues no os imagináis la de veces que se ve esto mal. Además, suele ser este caso: pronombre en singular y complemento en plural.

Espero que, a partir de ahora, al menos vosotros lo escribáis correctamente. En la lengua hablada es más disculpable, porque a veces la mente va muy rápido y empezamos a hablar pensando en un complemento en singular y cambiamos según estamos hablando. Pero en la lengua escrita es un error intolerable. Por favor, repasad bien vuestros escritos y cercioraos de que no os habéis dejado ningún pronombre sin concordar por ahí.

Twitter

El viernes publicaron una recopilación de algunos de los mejores tuits de humor de 2015 y llevamos mis amigos y yo muertos de la risa desde entonces. Y para alegraros el lunes a todos los que no hayáis visto esta maravilla, aquí os dejo el enlace: «Los 99 mejores tuits de humor de 2015».

Y algunos me seguiréis diciendo que por qué prefiero Twitter a Facebook. Es tan obvio…

William Kotzwinkle: ‘El nadador en el mar secreto’

Leí el libro del que os voy a hablar hoy, El nadador en el mar secreto, de William Kotzwinkle, hace más de un año. Y os prometo que he necesitado que pasaran todos estos meses para poder sentarme a escribir sobre él.

'El nadador en el mar secreto'

‘El nadador en el mar secreto’

El nadador en el mar secreto es la historia del arduo nacimiento de un niño contada por su padre. El lenguaje poético de su narración y una contenida emoción se funden para proyectar un potente sentimiento de amor y a la vez de aceptación de una realidad no deseada.

Noventa páginas. Esa es la extensión del primer libro de la colección «Los ineludibles» de la editorial Navona. Y si su editor dice que esto es una novela ineludible, yo le hago caso y la leo. Y estas noventa páginas me dejan en un estado tal que soy incapaz de hablar de ellas. Sí que he recomendado el libro (aunque me he cuidado mucho de no sugerírselo a ciertas personas de mi entorno), pero no he ido más allá.

Es uno de esos textos que te retuercen por dentro. No quiero engañar a nadie: es tristísimo. Quizá por eso he necesitado un tiempo para asimilarlo, incluso para olvidar un poco la conmoción que me produjo su lectura (en un viaje a Madrid, intentando aguantarme las lágrimas para que no me viera llorar todo el mundo) y poder hablar abiertamente de esta historia dura donde las haya (historia que no os voy a contar). Tampoco quiero llevaros a error: es muy triste, sí; es muy duro, sí; pero aquí no se cae en ningún momento en ningún tipo de sentimentalismo trasnochado y cursi. Todo lo contrario: narrado con un lenguaje poético, encontramos las palabras justas para que el lector sienta, se conmueva, se compadezca… pero sin recrearse en lo doloroso (porque la historia ya es suficientemente dolorosa por sí misma). Nos quedamos con su belleza desgarrada, con la vida, con la muerte, con los silencios, con las miradas y, sobre todo, con ese continuar adelante a pesar de todo. Y con esa voz masculina, como elemento, quizá, diferenciador de esta novela (por su temática, una voz femenina nos sorprendería menos) y que le aporta una dimensión, en mi opinión, más cercana y, al mismo tiempo, universal.

Definitivamente, es una joya bastante desconocida y escondida. Y cuando un editor apuesta por novelas así, hay que agradecérselo. Porque, como dice una gran amiga mía, algunos libros son milagros. Y este lo es.

Seguro que más de uno ha leído esta pequeña maravilla. ¿Compartís vuestra opinión sobre el libro con nosotros en los comentarios? Quienes no lo hayáis leído podéis también decirnos si este tipo de lectura tan impactante emocionalmente os llama la atención. Ya sabéis, podéis decir lo que queráis.

Ojo Crítico de Narrativa 2015

Acaban de concederle el premio Ojo Crítico de Narrativa 2015 a Cicatriz, de Sara Mesa. Reseñé la novela en abril y ya dije que yo de mayor quiero ser escritora y hacerlo tan bien como Sara Mesa. Enhorabuena desde aquí… Por supuesto, novela recomendadísima. Podéis leer mis apreciaciones sobre ella aquí.

Y, ya de paso, os vuelvo a recomendar El cielo de Lima, de Juan Gómez Bárcena, premio Ojo Crítico de Narrativa del año pasado y que, en mi opinión, es otra gran novela.

‘Política’

Como en España estamos en plena campaña electoral para elegir el Gobierno que nos ¿representará? los próximos cuatro años (gane quien gane, a mí no me va a gustar el resultado), se me ha ocurrido que estaría bien explicar de dónde viene y qué significa exactamente la palabra política.

Política, del griego πολιτικη (politiké), es el adjetivo femenino de πολιτικος (politikós), cuyo significado literal sería ‘relativo a los ciudadanos de la polis’, esto es, ‘relativo a la sociedad’ o ‘social’. Política es ‘social’.

En realidad, se forma a partir de πολις (polis), ‘ciudad’; de ahí surge πολιτης (polítes), ‘ciudadano’ o ‘miembro de la sociedad’, al que se le añade un sufijo que convierte el término en un adjetivo.

Estaría muy bien que todas las personas que se dedican a la política se metieran esto en la cabeza. Que quienes se autodenominen políticos sepan que, en realidad, son los que deberían preocuparse por la sociedad en su conjunto (no solo por «su» gente). Que tienen que cuidar que esa sociedad que los ha elegido en las urnas (a veces porque no quedan opciones mejores, todo sea dicho) viva mejor: toda la sociedad. Y que deberían poner especial énfasis, precisamente, en los temas sociales, tal como su nombre indica.

Victor Margueritte: ‘La garçonne’

Aunque en la última entrada os comenté que iba a escribir pocas reseñas de libros porque estoy leyendo poco, alguna tengo guardada en la recámara, como esta de La garçonne de Victor Margueritte.

'La garçonne'

‘La garçonne’

«Monique no sentía vergüenza, ningún remordimiento. Aquella compañía de una hora no le había prometido nada. No mentía».

Monique Lerbier, hija de una familia de la alta burguesía, pronto se casará con Lucien, el hombre que ama, pero una noche lo sorprende en compañía de otra mujer. Humillada, se venga con el primero que pasa y decide así tomar las riendas de su destino y de su vida. Trasgredirá todos los límites establecidos para emanciparse a través de múltiples experiencias amorosas y del tranquilizar olvido de las drogas. 

La novela, escrita en 1922, tiene el mérito de haber fijado la mítica figura de la garçonne, esa chica con flecos y perlas, fumando con boquilla y luciendo melena corta. La obra se convirtió en un verdadero fenómeno editorial en Francia e inspiró cuatro películas, una de las cuales supuso el debut cinematográfico de Édith Piaf.

Una novela con casi un siglo de vida ya, pero cuyas ideas siguen siendo actuales, excesivamente actuales. Porque hay asuntos que, como sociedad, todavía no tenemos superados. Y la situación de la mujer, a pesar de lo mucho que hemos avanzado en este siglo, aún deja mucho que desear en determinados terrenos.

Poneos en situación: vuestra hijita, un primor de niña a la que habéis educado para que sea la perfecta ama de su casa, decide no casarse con su prometido (un adinerado empresario que, además, va a sacar de la ruina a vuestra familia) porque le ha pillado con otra. Este hecho le va a servir para romper, no solo con esa promesa de matrimonio, sino con todos los valores que habían regido (y encorsetado) su vida hasta ese momento.

Su liberación tiene, en mi opinión, cuatro facetas: sexo, drogas, aspecto físico y libertad económica (aunque se suele hablar solo de las tres primeras, para mí la cuarta es fundamental). Monique monta un negocio de decoración que le permite ser libre económicamente. Este hecho no se suele mencionar, pero yo lo veo importantísimo, porque es la llave para todo lo demás. Además, habrá un cambio físico en su aspecto que va a ser el reflejo de esta revolución interior: se corta el pelo. Puede parecer una bobada, pero adivinad de dónde viene el corte à la garçonne (sí, de esta novela). Monique es libre para peinarse como le dé la gana, así como para vestir como quiera (con ropa masculina muchas veces).

Las otras dos caras, muy unidas, son el sexo y las drogas. Porque, puestos a experimentar, hagámoslo a lo grande. En el sexo no hay límites ni tabúes: hombres, mujeres, tríos, orgías, camas redondas con prostitutas, BDSM… Monique lo prueba todo. Y, claro, muchas veces puesta hasta arriba de coca (aunque a ella le va más la heroína, pero es más complicada de conseguir, según parece, en el loco París de aquella época). Quizá esto sea lo más «escandaloso» (que creo que sí lleva todo al extremo, aunque, probablemente, sea necesario en la novela), pero yo quiero destacar la total despreocupación de Monique por lo que los demás puedan pensar de ella por acostarse con quien quiere cuando quiere y como quiere. Algo que, un siglo después, no está del todo «normalizado».

Leyendo la novela me pareció estar ante algo muy actual… hasta la última parte. Quizá ahora el final habría sido distinto. Hay una especie de «redención por amor» que en la actualidad no me encajaría mucho (¿o sí?). Monique se siente vacía con esa vida liberada y, en el fondo, ansía encontrar un amor que le proporcione otro tipo de vida. No sé hasta qué punto esto sigue la transgresión o es una vuelta a los cauces establecidos.

La novela me gustó muchísimo, las cosas como son. Aun así, le pongo unos cuantos peros (ese llevar todo al extremo, ese recular al final, hay algunos personajes que son incluso algo caricaturescos por esa ansia de mostrar lo más revolucionario y rompedor…). Sin embargo, el mayor pero, la edición en sí. La novela está plagadita de faltas de ortografía y problemas ortotipográficos. Una auténtica pena.

¿Alguien ha leído La garçonne? ¿Os llama la atención? Contadme en los comentarios…

¡Buen fin de semana!

Como me he metido al blog un momento para contestar un par de comentarios, aprovecho para desearos un buen fin de semana a todos (sobre todo si tenéis puente). Disfrutad, descansad, desconectad y, si os queda tiempo, leed un poquito… (y si es algo interesante, nos lo contáis después).

Yo, que sí tengo puente (y más largo, porque hoy, viernes, tampoco trabajo), hago la promesa aquí, públicamente, de dejar entradas preparadas para las próximas semanas; de hecho, ya tengo unas cuantas ideadas e incluso a medio escribir. Ahora que parece que mi vida, para bien o para mal, vuelve a la normalidad después de unos meses raros y convulsos en los que ha habido de todo en todos los frentes (muchas risas y también alguna que otra lágrima), quiero retomar el blog con más ganas (¡a ver si me dejan y, sobre todo, a ver si no me vuelvo a despistar y entretener con cosas ajenas!). Eso sí, aviso desde ya de que habrá poquitas reseñas de libros, porque estoy leyendo entre cero y nada (solo cosas de trabajo, de las que sabéis que no suelo hablar en el blog).

Lo dicho, que disfrutéis mucho del fin de semana. Nos leemos.



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