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Aspecto verbal (II)

Ya os comenté en la primera entrada dedicada al aspecto verbal que, en la siguiente, es decir, en esta, iba a concretar qué tiempos verbales hay y qué aspecto le corresponde a cada uno. Pondré ejemplos con el verbo amar (pero, obviamente, sirve cualquier verbo). Pues aquí tenéis el listado de tiempos verbales de los modos indicativo y subjuntivo; entre paréntesis pondré el aspecto: P (perfectivo) o I (imperfectivo), en función de si la acción verbal está acabada o no; no obstante, al final daré una regla muy sencilla que nos permite saber al momento el aspecto de cualquier tiempo verbal.

Modo indicativo

  • Presente: amo (I).
  • Pretérito perfecto compuesto: he amado (P).
  • Pretérito imperfecto: amaba (I).
  • Pretérito pluscuamperfecto: había amado (P).
  • Pretérito perfecto simple: amé (P).
  • Pretérito anterior: hube amado (P).
  • Futuro simple: amaré (I).
  • Futuro perfecto: habré amado (P).
  • Condicional simple: amaría (I).
  • Condicional perfecto: habría amado (P).

Modo subjuntivo

  • Presente: ame (I).
  • Pretérito perfecto: haya amado (P).
  • Pretérito imperfecto: amara o amase (I).
  • Pretérito pluscuamperfecto: hubiera amado o hubiese amado (P).
  • Futuro simple: amare (I).
  • Futuro perfecto: hubiere amado (P).

Regla fácil para conocer el aspecto de cada tiempo verbal: todas las formas compuestas (más el Pretérito perfecto simple) son perfectivas; y las simples (salvo el Pretérito perfecto simple), imperfectivas. Es decir, en todas las formas simples menos en el Pretérito perfecto simple, la acción del verbo no ha acabado (a veces, ni empezado); y, por el contrario, en las compuestas y el Pretérito perfecto simple, la acción está acabada.

En la siguiente entrada dedicada a este tema, os pondré ejemplos cuyo uso del tiempo verbal no es muy acertado debido al aspecto verbal.

Daniel Glattauer: ‘Contra el viento del norte’

Últimamente parece que solo leo cosas flojillas y esta novela, aunque no puede compararse en absoluto, por ejemplo, a los libros de Moccia y tiene puntos muy interesantes, no deja de ser algo ligerito, fácil de leer, sin grandes profundidades ni grandes reflexiones… Pero es fresca y original; si queréis leer algo rápido, es vuestro libro.

Portada de 'Contra el viento del norte'

Portada del libro

En la vida diaria, ¿hay lugar más seguro para los deseos secretos que el mundo virtual? Leo Leike recibe mensajes por error de una desconocida llamada Emmi. Como es educado, le contesta y como él la atrae, ella escribe de nuevo. Así, poco a poco, se entabla un diálogo en el que no hay marcha atrás. Parece solo una cuestión de tiempo que se conozcan en persona, pero la idea los altera tan profundamente que prefieren posponer el encuentro. ¿Sobrevivirían las emociones enviadas, recibidas y guardadas un encuentro «real»?

Lo leí en una tarde y tengo que admitir que, aunque sea una novela sin grandes pretensiones, me enganchó un poquito. Me sentía un poco cotilla, como si estuviese espiando los correos electrónicos de Leo y Emmi y me encontrara, de sopetón, con una relación que de algo accidental va pasando a una amistad y, de ahí, a un amor, un tanto extraño, pero bonito.

Antes he comentado que no es un libro de grandes reflexiones, pero sí puedo decir que, a su manera, sí toca temas como el poder de la palabra a la hora de seducir, los celos… Y de una manera muy fresca, con el justo grado de tensión en cada momento.

La novela continúa en Cada siete olas. Si os ha gustado esta, tenéis que haceros con la nueva para saber qué ocurre con Leo y Emmi. Aun así, a mí me pareció un poco peor que Contra el viento del norte (aunque es muy parecida, sigue siendo todo prácticamente igual).

Esto se va a convertir en un clásico al final, pero, para mí, estos son los típicos libros para leer en la playa…

‘Maldito karma’ de David Safier

Es una novela que promete carcajadas, pero yo, para ser sincera, no he echado ninguna…

Maldito karma

Portada del libro

Una desternillante novela sobre el secreto de la felicidad que ya ha hecho reír a un millón de lectores en Alemania.

La presentadora de televisión Kim Lange está en el mejor momento de su carrera cuando sufre un accidente y muere aplastada por el lavabo de una estación espacial rusa. En el más allá, Kim se entera de que ha acumulado mal karma a lo largo de su vida: ha engañado a su marido, ha descuidado a su hija y ha amargado a cuantos la rodean. Pronto descubre cuál es su castigo: está en un agujero, tiene dos antenas y seis patas… ¡es una hormiga! Kim no tiene ganas de ir arrastrando migas de pastel. Además, no puede permitir que su marido se consuele con otra. Solo le queda una salida: acumular buen karma para ascender por la escalera de la reencarnación y volver a ser humana. Pero el camino para dejar de ser un insecto y convertirse en un ser bípedo es duro y está plagado de contratiempos.

No me ha parecido ninguna maravilla. Entretenidilla, sí, pero poco más. Si tuviera que destacar algo de la novela sería la gran imaginación del autor (sobre todo, yo destacaría el personaje de Casanova y sus memorias, que son lo más). Pero, al menos para mí, ahí queda: es la típica novela para la playa…

No sé si habréis leído la novela, pero, si lo habéis hecho, me gustaría saber vuestra opinión. ¿Qué os ha parecido el viaje de expiación de la despiadada Kim Lange? ¿Os ha hecho reír? ¿Os ha producido ternura en algún momento? Los comentarios os esperan… Y, por cierto, si os ha gustado Maldito karma, ya está a la venta la nueva novela de Safier,  Jesús me quiere.

Estados Unidos

Como siempre la veo mal escrita, he decidido dedicar una entrada a la abreviatura correcta para Estados Unidos. Es EE. UU.

En realidad, son dos abreviaturas. En primer lugar, se abrevia Estados, que, como es plural, se hace duplicando la letra e: EE. Después, punto (por ser abreviatura). Luego, el espacio que escribimos normalmente en Estados Unidos entre las dos palabras. Y, por último, la abreviatura de Unidos; al ser plural, se duplica, como pasaba con Estados. En resumen: EE. UU.

Existe también la sigla (que no abreviatura) EUA, sin puntos y todo junto, que sería el equivalente de USA (cuyo uso está censurado por ser inglés) y que no se emplea tanto como la abreviatura.

Así que, a partir de ahora, EE. UU.

Reflexiones (XIII)

«Un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas».

Ernesto Sábato
Escritor

Símbolo del porcentaje (segunda entrada)

El pasado mes de julio dediqué una entrada al símbolo del porcentaje. La norma ha cambiado con las nuevas propuestas ortográficas de la RAE y, aunque lo añadí en un comentario, para que no quede olvidado, prefiero rescatarlo. Así me aseguro de que todo el mundo se ha enterado de cómo se escribe ahora.

Si bien antes comentábamos que el símbolo del porcentaje se escribía pegado a la cifra a la que acompañaba (y destacábamos que se trataba de una excepción), la RAE ahora dice que esa excepción no tiene razón de ser, así que, a partir de ahora, debemos escribir el símbolo separado de la cifra, a poder ser por un espacio fino —con los programas de maquetación es bastante sencillo escribir un espacio fino, pero, al menos yo, no tengo ni idea de si es posible hacerlo con un procesador de textos corriente—. Ya había voces que defendían esta postura…

Así que, aquí está el mismo ejemplo que escribí allá por julio, pero ahora el correcto es el que lleva el símbolo separado…

La etiqueta de ese producto dice que elimina el 99,99% de los agentes patógenos. ×
La etiqueta de ese producto dice que elimina el 99,99 % de los agentes patógenos. 

Editorial

Es frecuente ver la confusión entre una editorial y un editorial, cuando son cosas distintas. Vamos a escribir un truquito para diferenciar ambos casos.

Un artículo (masculino) de opinión es un editorial (masculino).
Una casa (femenino) de publicaciones es una editorial (femenino).

Así, no confundiremos frases como las siguientes:

El periódico publicó un editorial (= un artículo) sobre la reforma de las pensiones.
Esa escritora ha publicado una novela con una editorial
(= una casa editora) madrileña.

Podéis comprobar las distintas definiciones en la entrada editorial del DRAE.

Aspecto verbal (I)

Quiero hablaros de un concepto gramatical al que no se le suele hacer mucho caso pero que, a mi modo de ver, hace que a veces las frases «chirríen» y no fluyan (lo entenderéis cuando ponga ejemplos). El concepto al que me refiero es el aspecto verbal.

Todo el mundo sabe que los verbos nos ofrecen información sobre cuándo se realiza la acción (el tiempo, propiamente dicho); un tiempo verbal nos dice si la acción ha sucedido ya (pasado), está sucediendo (presente) o va a suceder (futuro). Todo esto, claro está, con matices (tantos como distintos tiempos verbales). Cuando hablamos del tiempo verbal, tenemos que tener en cuenta además que hay formas simples y compuestas.

Pero lo que mucha gente no sabe es que los verbos nos proporcionan también información sobre el tiempo interno de la acción, es decir, si lo que se describe está acabado o no. A ese detalle lo llamamos aspecto. Y hay dos aspectos: perfectivo, si la acción está terminada; o imperfectivo, si no está terminada.

Sé que apenas he comenzado, pero lo dejo aquí por hoy. En el próximo artículo explicaré qué tiempos verbales hay (simples y compuestos) y cuáles de estos tiempos son perfectivos y cuáles, imperfectivos. Y, en una tercera entrada, pondré ejemplos en que el aspecto no se adecua a la acción y, por lo tanto, hace que la frase chirríe y no sea excesivamente recomendable (de todas formas, es posible que mis ejemplos no os llamen la atención, porque, si veis la sección de Deportes de cualquier informativo, seguro que oís este tipo de expresiones a diario sin daros cuenta).

‘Actually’ ≠ ‘actualmente’

Hoy vamos con otro falso amigo, uno que produce muchísimas confusiones. Se trata de actually.

Aunque al leerlo podemos caer en la tentación de traducirlo por ‘actualmente’, actually significa ‘realmente, de verdad, a decir verdad’. Si quisiéramos expresar la palabra actualmente en inglés, deberíamos emplear el término currently.

She actually thinks he’s stupid.
Ella en realidad cree que él es estúpido.
Ella actualmente cree que él es estúpido.  ×
(Falso amigo)

Este producto no se encuentra disponible actualmente.
This product is not currently available.
This product is not actually available. ×
(Falso amigo)

Galletas maría

Cuando le comenté a mi hermano el otro día que, mientras desayunaba, se me había ocurrido escribir una entrada sobre galletas, me dijo que me estoy empezando a obsesionar un poco con el blog. Pero me pareció que el tema podía tener su intríngulis, así que, aquí lo tenéis.

Aunque soy más de pan tostado, últimamente he variado mi desayuno habitual y me ha dado por las galletas, en concreto, las galletas maría. Y entonces, un día me da por pensar, mientras las mojo en leche, en cómo se escribe ese maría y por qué, y de dónde viene el nombre. Y, una vez descubierto todo esto, lo comparto aquí con todo el mundo… ¡Lo que da de sí un buen desayuno!

Galleta maría

Galletas maría

Las galletas maría son una creación del repostero inglés Peek Freans, quien las elaboró por primera vez en 1874 para conmemorar la boda entre la gran duquesa María Alexandrovna de Rusia y Alfredo de Sajonia-Coburgo-Gotha, duque de Edimburgo. Se hizo rápidamente muy popular por toda Europa, especialmente en España y Portugal. Curioso que un dulce con un origen tan aristocrático haya evolucionado a algo tan común y cotidiano…

Por supuesto, el nombre de la galleta viene del nombre de la novia, la gran duquesa María. Sin embargo, y aunque provenga de un nombre propio, en la expresión que nos ocupa maría se escribe en minúscula.

Realmente, los nombres de alimentos, platos elaborados, cócteles, etc. se escriben con minúscula (paella marinera), aunque si la denominación incluye algún nombre propio, este conserva la mayúscula (tarta de Santiago). No obstante, cuando el nombre pasa a designar por sí solo ese plato o la bebida en cuestión, se escribe con minúscula (macedonia, magdalena, bloody mary).

Precisamente eso es lo que ha pasado con las galletas maría, cuyo nombre se ha lexicalizado (se ha vuelto «común») y ahora podemos hablar de marías, en minúscula y plural, para referirnos a ellas sin problemas.

Tomó para merendar cuatro marías mojadas en café.
La base de la tarta se elabora a base de galletas maría machacadas mezcladas con mantequilla.
Tiene antojo de tomar una (galleta) maría con leche condensada.



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