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Alirón, alirón…

Creo que los bilbaínos no tendréis ninguna duda de por qué he decidido a hablar de la palabra alirón esta semana, ¿verdad? Está Vizcaya entera rojiblanca, así que como para no saberlo… Pues sí, el Athletic (que no el Bilbao, por favor) juega la final de la Copa este sábado contra el Barça y, por supuesto, había que hacer alguna mención lingüística al respecto.

Y se me ha ocurrido escribir sobre la historia que se cuenta en Bilbao sobre el término alirón. Y digo bien, se cuenta en Bilbao, porque la RAE le da otro origen. Aun así, como buena bilbaína, os imagináis qué versión prefiero yo, ¿no?

En la margen izquierda de la ría, hay varios pueblos de tradición minera. Las minas las explotaban empresas inglesas que buscaban hierro principalmente. Cuando se encontraba alguna veta pura, se escribía en pizarras «All iron» (‘Todo hierro’) y los mineros celebraban cantando «alirón, alirón», con su pronunciación peculiar. Y celebraban porque, según parece, cuando se encontraba una de estas vetas, cobraban paga doble. Enseguida esta forma de celebrar se extendió al ámbito del fútbol, y los triunfos del Athletic Club siempre se han festejado cantando el alirón («Alirón, alirón, el Athletic campeón»).

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Contenedores con la leyenda ‘All iron’ situados en la explanada del Museo Marítimo, junto a la ‘Carola’. El ‘All iron’ se lee desde ambas márgenes de la ría. (Foto sacada de la web de Aurtenetxea, S. A.).

Pues eso, que el sábado cantaremos el alirón. Y el lunes, todos a ver la gabarra (¡viva el gabarrismo!). Y para que los de fuera de Bilbao comprobéis cómo nos las gastamos por aquí, os dejo un vídeo con el que me he partido la caja; es un anuncio de San Miguel, pero no os imagináis lo real que puede llegar a ser…

Gabarras por el mundo

Por supuesto, podéis comentar lo que queráis. Incluso los culés… 😉

Actualización:

Os dejo un par de vídeos más de la campaña de San Miguel, porque me parecen tronchantes… 😀

La fábrica

Gabarra

‘Melancolía’

Para contaros de dónde viene la palabra melancolía y explicaros qué significa en realidad, vamos a poner la imaginación en funcionamiento. ¿Cómo dibujaríais la melancolía? A ver si os sirve la representación que os voy a describir.

Imaginad el dibujo de una persona. Dentro, empezamos a pintar de gris oscuro o negro una especie de líquido interior que lo va ocupando todo. ¿Sería la melancolía una especie de tristeza oscura que se extendería por nuestro cuerpo como si fuera un fluido que nos va inundando? Si ese fluido, además, fuera bilis… ¿os hacéis una idea de lo que podría ser la melancolía?

Melancolía viene del griego μελαγχολία (melancholia). Está formada por el adjetivo μελας (melas), que significa ‘negro’ u ‘oscuro’, más el sustantivo χολης (kholés), literalmente ‘bilis’. La melancolía es, por tanto, una bilis negra que, según los griegos, invadía a la persona desde el hígado, órgano en el que se originaba la tristeza.

Espero que no os dejéis invadir por la melancolía (yo reconozco que llevo unos días tristona) y que paséis un miércoles tremendamente feliz… Y, para cualquier cosa, ya sabéis, comentarios, que os los agradezco muchísimo.

¡Ah! Y un recordatorio: el lunes empezamos con el reto de los 30 libros. Id pensando títulos… Tenéis las categorías aquí.

‘Tsundoku’ y tiempo

¿Alguna vez os ha pasado que compráis libros un poco compulsivamente y luego se os quedan apilados porque no tenéis tiempo material para leerlos? ¿Se os cruzan libros por el camino y los comprados se quedan olvidados en la estantería o en la mesilla de noche? Pues es algo bastante corriente entre los amantes de la lectura. Hay, incluso, un nombre para este fenómeno, cómo no. Se llama tsundoku y es un concepto japonés. Significa, literalmente, ‘apilar libros no leídos’. Sinceramente, no entiendo por qué algo tan habitual no tiene su propio término en otros idiomas.

Si sois víctimas del tsundoku, quizá os interese saber cuánto tiempo os llevaría acabar con vuestra enorme pila de libros pendientes. Pues está todo pensado. Hay una página web que os hace el cálculo; está en inglés, pero es curiosa. Se llama TBR Time y, metiendo algunos datos, os podéis hacer una idea de cuánto tiempo tardaréis en acabar con la montaña que os mira amenazadoramente desde la mesilla. Al introducir cuántos libros tenéis pendientes, cuántos libros leísteis el año pasado y cuántos años tenéis, la página os hace la operación e, incluso, os da una fecha aproximada de cuándo podréis dar por finiquitada la lista de libros pendientes (to be read en inglés, de ahí el nombre de la web). Curioso, ¿no? 

¿Conocíais el tsundoku? ¿Alguien quiere contarnos para qué fecha va a acabar de leer lo pendiente? (Yo creo que nunca se acaba: siempre hay nuevos libros por leer). Tenéis los comentarios para contarnos lo que queráis.

Problemas técnicos

Pensaba actualizar el blog hoy, lunes, de forma normal, pero estoy sin internet en casa desde ayer y estoy escribiendo desde el móvil (¡pesadilla!). En condiciones normales, no publicaría nada y punto; el problema es que el jueves, último día en que hubo entrada, hubo también un pequeño incidente en el blog que ya conté en algunas redes sociales. Como no quiero que nadie piense que, si no publico, es por algo relacionado con eso, prefiero dejar estas líneas. Volveré a actualizar el blog con total normalidad en cuanto se solucione la avería en casa (espero que hoy mismo).

También quería deciros a quienes estáis buscando como locos ciertos comentarios que no os molestéis. Están publicados, pero las entradas son de 2010, no es en nada reciente y os podéis volver locos (de hecho, por lo que he visto en las visitas y lo que me habéis contado algunos, os estáis volviendo tarumbas: pues nada, dejadlo, que no merece la pena). Y hay cosas que me afectaron el jueves porque me pillaron muy bajita de ánimo, pero ya está. No hay que darle importancia a lo que no la tiene.

Pues eso, que volveré lo antes posible. Si puede ser esta misma tarde, esta misma tarde. Pero que, si estoy varios días sin actualizar, que no pasa nada y que no me pasa nada importante (y, desde luego, si me pasa algo, no tiene absolutamente nada que ver con el blog). Que paséis una buena semana…

Mad Men

Perdonad que dedique esta entrada a algo ajeno a los temas que trato habitualmente en el blog. Hoy me voy a permitir hablar de una serie que me fascina (mi favorita desde que la descubrí, cuando justo habían empezado a emitir la primera temporada) y que, para cuando leáis esto, en Estados Unidos ya habrá terminado (y yo estaré a punto de ver el último capítulo con una tristeza absoluta). Me refiero a Mad Men.

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Sus detractores dicen que es lenta, que nunca pasa nada. Eso es no entender la serie. En Mad Men pasa de todo, porque pasa la vida en sí. Y las cosas pasan como en la vida, sin que nos demos cuenta muchas veces. Y todos los personajes intentarán buscar su espacio y, sobre todo, su identidad, encabezados por Don Draper, el protagonista absoluto de ese universo que forma esa agencia de publicidad de la que no puedo dar el nombre porque cambia de temporada en temporada. Y tratarán de solucionar sus problemas y poner en orden (o desorden) sus vidas mientras el mundo a su alrededor cambia a un ritmo frenético.

Pero ya no habrá más Don, Betty, Peggy, Sterling, Joan, Peter, Sally y el resto de personajes. Se acabó. No sé qué ocurrirá en el último capítulo (el penúltimo ya me dejó muy tocada), pero no quiero que nadie me lo estropee (no voy a entrar en redes sociales hasta que no haya visto el final, por si acaso alguien me lo destroza). Pero sé que, suceda lo que suceda en el último capítulo, me voy a quedar un poco (bastante) huérfana de series. Además, le he cogido cariño a toda esta tropa.

Soy muy fan de Don Draper, el hombre más elegante, carismático, inteligente y perdido del mundo. Siempre digo lo mismo de él: es todo lo que yo no quiero en un hombre, pero me fascina. No puedo evitarlo. De cama en cama, de whisky en whisky y de idea brillante en idea brillante («Lo que llamas amor lo inventamos tipos como yo para vender medias»; «La publicidad se basa en una cosa, la felicidad. Y, ¿sabes lo que es la felicidad? La felicidad es el olor de un coche nuevo. Es ser libre de las ataduras del miedo. Es una valla en un lado de la carretera que te dice que lo que estás haciendo lo estás haciendo bien»). Y siete temporadas después, sigue buscando su hueco.

Y, a pesar de que la gente la odia, soy una gran defensora de Betty. Quizá porque yo misma soy muy Betty para ciertas cosas. Tengo la sensación de que la entiendo. Sé que no siempre actúa bien, pero hay que quererla. Y yo quiero absolutamente todos sus camisones, batas y saltos de cama de las primeras temporadas. Me rechiflan. Quiero todos, en serio. (De hecho, Mad Men ha marcado estilo todos estos años: ha habido colecciones de moda enteras dedicadas a la serie y ediciones especiales de líneas de maquillaje, de Estée Lauder, por ejemplo, inspiradas en las protagonistas. A mí me resulta lógico, van tan monas ellas).

No soporto a Peggy. Nunca lo he hecho. Pero valoro lo que ha conseguido. No sé qué habrá pasado con ella en el último capítulo, pero, aun así, mi memoria se va a quedar con su entrada triunfal en McCann. Se ha hecho a sí misma. Se lo ha ganado. Y la que me ha ganado a mí y ahora es de mis favoritas es Joan. Me encanta Joan. Es, sin duda, la tía con más personalidad de la serie. Y la gran decepción, para mí, ha sido Megan. Con lo mona que era… Quienes hayáis visto la serie, ¿la recordáis cantando el «Zou, bisou, bisou»? ¡La cara de Don en aquel momento es mítica!

Echaré de menos las locuras de Sterling (me parece un hombre descacharrante, en serio) y también las de Cooper. Al que no echaré de menos, porque no puedo decir absolutamente nada bueno de él, es a Pete Campbell. Qué asco de tío, qué trepa, qué lerdo…

Y, aunque, obviamente, me dejo a un montón de personajes en el camino (¡el universo Mad Men es muy extenso!), siento que le debo una última mención a Sally. La niña Draper, como la llamamos nosotros. Soy del team Sally hasta el final. La hemos visto crecer (literalmente) y me encanta en lo que se ha convertido. Soy muy muy fan de Sally. Qué pena no llegar a verla como la gran mujer que va a ser.

Lo dejo aquí. Solo os digo a los que no hayáis visto la serie que me dais mucha envidia, porque aún tenéis la oportunidad de ver esta maravilla por primera vez. Aún podéis sorprenderos con sus brillantes diálogos, reíros en los capítulos más locos, llorar en los tristes y, sobre todo, aprender un montón, porque Mad Men está llena de sabiduría. En serio, vedla. Y tened paciencia, que los primeros capítulos se hacen cuesta arriba. Ahora, cuando ya estás dentro… cuesta salir de Madison Avenue. Pero dadle una oportunidad a Don. No os va a defraudar.

‘Masterpiece’

Llevo prácticamente un año con esta entrada en mente, pero fue el martes, mientras veía Masterchef (luego comentamos), cuando me decidí a escribir esto. ¿Os imagináis un Masterchef de escritores? Pues no imaginéis mucho, porque se llama Masterpiece y lo emitieron en la RAI italiana el año pasado…

Apenas he visto algún fragmento del programa, aunque quien tenga curiosidad puede ver todos en la página web de RAI3 (eso sí, hay que saber italiano). La mecánica del concurso es muy similar a la de Masterchef. Cada semana se les propone a los concursantes una serie de pruebas (de escritura, improvisación, etc.) y un jurado compuesto por tres escritores juzga las obras y va eliminando a quienes, según ellos, lo van haciendo peor. Tienen, entre programa y programa, sesiones con un coach (que también es escritor, cómo no), que les va dando consejos. El premio final: la publicación de una novela con una tirada de 100 000 ejemplares (en España poquísima gente consigue esas cifras de ventas; no os cuento cómo andan ahora las tiradas para que no os echéis a llorar).

Os dejo el enlace a la página web de Masterpiece, donde podéis consultar todo: quiénes son los jueces, quién ganó, las pruebas… También están los programas enteros colgados, por si os queréis enganchar. Mi opinión sobre todo esto, como os podéis imaginar quienes me conocéis un poco, no es en absoluto positiva. A ver, si hicieran algo así en España lo vería seguro, por pura curiosidad morbosa, pero no creo que un concurso así sea justo ni demuestre nada ni se pueda aprender nada. ¿A quiénes pondrían de jueces en España? Creo que eso sería lo más interesante de todo el concurso para mí.

Y, dicho esto, permitidme unas palabras sobre el último programa de Masterchef. A ver si alguien puede explicarme qué está pasando esta temporada… ¿Por qué han convertido el concurso en un melodrama? ¿Por qué los concursantes parecen sacados de una novela de Dickens, todos con infancias durísimas y sin padres? ¿A qué vino lo de las cartas de amor? (Menuda vergüenza ajena). ¿La lerda cuqui es de verdad? ¿Le dice su novio chou-chou-chou (esto es, xoxoxo) en las cartas? ¿Puede alguien ser tan frío como la nutricionista? Pablo, hazte así, que se te ha debido de meter algo en el ojo, que no paras de llorar…

Pues nada, que os dejo los comentarios abiertos por si queréis comentar algo de Masterpiece, Masterchef o lo que queráis… ¡Buen fin de semana a todos!

Reflexiones (LI)

«Solo los malos escritores piensan que su trabajo es realmente bueno».

Anne Enright
Escritora irlandesa

Yo no los llamo ni siquiera malos escritores. En castellano hay una palabra para ellos: son escribidores. Y una de sus características suele ser la falta de humildad (o los egos desproporcionados). Así, por comentar…

Salvados, ETA y una recomendación

Escribo esto justo después de haber visto el último programa de Salvados, una larga entrevista a un etarra arrepentido cuyo testimonio, aunque en Euskadi ya era conocido porque los periódicos llevan hablando de él ya un tiempo (y en ETB han tratado el tema con mucha más profundidad), sigue siendo sobrecogedor. A veces es necesario escuchar cosas así (sobre todo, para que no se vuelvan a repetir). En el momento en que estoy redactando esto, aún no está el enlace para poder ver el programa en la web, pero intentaré actualizar la entrada cuando esté listo y ponerlo por aquí, por si a alguien le interesa (yo, sinceramente, os lo recomiendo).

Mientras veía el programa, me ha venido el título de una novela a la cabeza. La leí hace muchos años y me gustó, pero tengo que admitir que, en aquel momento, me esperaba otra cosa. Me estoy refiriendo a El hijo del acordeonista, de Bernardo Atxaga, donde se habla, entre otros temas, de cómo y por qué una persona se metía en ETA. La novela es muy buena, os la recomiendo desde aquí (aunque yo soy mucho más de Obabakoak o de Dos hermanos, sobre todo). Pero me he acordado de este libro viendo el programa y he considerado pertinente este pequeño apunte. Así que, ya sabéis, si queréis tocar este tema literariamente hablando, acudid a Atxaga.

Por supuesto, los comentarios están a vuestra disposición, como siempre.

Recordatorio: sexto reto de los treinta libros

Aprovecho el domingo (normalmente tranquilo por el blog) para recordaros que en junio volveremos a jugar al reto de los treinta libros. Esta vez he avisado con tanta antelación que me da un poco de miedo que os olvidéis. A mí, en esta ocasión, las categorías me resultan algo complicadas, así que os recuerdo todo este lío por si queréis ir dándole vueltas en la cabeza.

Tenéis las categorías en este enlace.

Y, recordad, como en junio solo va a haber entradas sobre el reto, cualquier duda que tengáis, cualquier libro del que queréis que hable (si veis que lo he leído, claro) o cualquier cosa, hay que resolverlo en mayo, así que podéis aprovechar los comentarios para pedir… (y, quizá, se os dará).

#Bookfacefriday

Me chiva mi amiga Jana una iniciativa que hay en Instagram los viernes y que me ha parecido genial. Se llama #bookfacefriday y ella la ha descubierto a través de la cuenta de la New York Public Library (@nypl).

El asunto va de sacarse una foto de tal forma que la cara se corresponda con un libro. Como dicen que una imagen vale más que mil palabras (aunque yo no estoy del todo de acuerdo con eso), os dejo el enlace de la etiqueta para que veáis de qué va este rollo. Es chulísimo. Algunas fotos están muy curradas.

¿Os animáis a sacar un bookface? En Instagram se suele hacer los viernes (es un poco como el #tbt de los jueves, que, por cierto, prometí uno, pero todos los jueves se me olvida; de verdad que un jueves de estos no se me va la onda y lo hago). También se puede publicar cualquier día con la etiqueta #bookface. Por favor, si alguien se hace alguno, que nos deje el enlace en los comentarios… No sé si Jana y yo nos animaremos, pero si nos lo sacamos o me lo saco yo (sinceramente tengo mis dudas), prometo poner la foto por aquí también…



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