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Mis historias

Llevo unos cuantos días rumiando esta entrada (y he de confesar que, aún ahora, en el momento en que me he sentado a escribirla, no tengo muy claro cómo contaros el batiburrillo mental que tengo).

Creo que lo más justo sería empezar dando las gracias. Gracias, en primer lugar, por estar ahí y leerme. El número de visitas al blog ha crecido enormemente este año y esto empieza a darme vértigo. En serio, ¡sois muchísimos! ¡¡¡Gracias!!! Y, por supuesto, un enorme gracias a quienes habéis participado en el último reto (sobre todo a los que habéis comentado todos los días y a quienes lo habéis seguido con vuestros propios blogs). Por cierto, os quiero hablar del reto…

Ya en una de sus últimas entradas os empecé a contar que se estaban produciendo ciertos cambios en mi vida. Y supongo que el más importante tiene que ver con mi trabajo, aunque no es el único. Pero hablemos del trabajo, que en el fondo siempre he considerado este blog parte de mis obligaciones laborales. Si no he disfrutado del reto todo lo que me hubiese gustado ha sido porque, de repente, me ha llegado todo el trabajo del mundo y más. Y no me estoy quejando; de hecho, estoy encantada. Estoy trabajando en tres proyectos increíbles, y con uno en concreto estoy feliz (lo siento, no puedo dar pistas). ¿Sabéis eso de «Cuidado con lo que deseas, que puede hacerse realidad»? Pues es un poco eso. Me encanta lo que estoy haciendo, pero está siendo muy duro, porque estoy trabajando muchísimas horas todos los días. Apenas duermo (ha habido semanas que no he llegado ni a las cinco horas de media) y no sabéis lo que eso supone para una marmota como yo. Básicamente, que me pongo triste. Algunos días, incluso muy triste. Y estoy agobiada todo el tiempo. Pero ¿quién dijo que esto iba a ser fácil? Me voy haciendo a los ritmos nuevos, pero me está costando. ¡Aquí ni los superpoderes azules funcionan, Ana! La falta de sueño está siendo una verdadera criptonita.

Mis amigos están preocupados por mí. Dicen que me ven muy baja de ánimo y ojerosa, y me sacan casi a rastras (literalmente) al cine, a conciertos, a presentaciones, a tomar café, a pasear por la playa…, porque dicen que no me puedo pasar el día enclaustrada en casa sola leyendo. Desde luego, con ellos estas jornadas interminables resultan mucho más llevaderas.

Y tengo que admitir que, aparte de mi agotamiento, hay algo más que me ha tenido muy tristona las últimas dos semanas y pico. Hay una criptonita mucho peor para mí que no dormir y es una centrifugadora que tengo por cabeza y que no para de dar vueltas. No ha llegado al máximo de revoluciones, pero lleva funcionando non-stop desde ayer. Os podría contar lo que me pasó, pero es algo demasiado íntimo (y ahora es cuando echo de menos mi blog personal, donde podía contar cualquier cosa y desahogarme). Solo diré que hay cosas que creo que deberían ser sencillas y no entiendo por qué las complicamos tanto. Que no me gustan las sensaciones agridulces. Que echo de menos ciertas cosas (y no entiendo por qué hay que renunciar a ellas). Y que, a pesar de todo, a pesar de todo lo que ha ocurrido este año, creo que volvería a pedir al Olentzero lo mismo que el año pasado… 😉

Cuando la centrifugadora llegó a su máximo de revoluciones fue en verano. Qué verano más complicado en muchos sentidos (y qué divertido en otros; una dicotomía bastante complicada de vivir, la verdad). Lo bueno: las conclusiones a las que llegué. Lo mejor: las personas que llegaron a mi vida este otoño y, sin saber las cosas que rondaban mi cabeza, me animaron a meterme en ciertos berenjenales. Y dejadme que haga una mención especial a A.: querida mía, eres lo más… No sé qué va a pasar con muchas cosas (con esos berenjenales y con otros), pero prometo que voy a intentar hacer algo y que no se quede todo en palabras: el miedo no puede paralizar (Show it. Do something. Don’t just tell). El problema es que necesito tiempo. Y últimamente no es algo que me sobre…

Con mi poco tiempo y mi sensación de agobio permanente, el blog, algunos días, es una auténtica losa. No os imagináis lo duros que se me han hecho los últimos días del reto (porque, entre otras cosas, no había podido preparar las entradas con antelación). Y no quiero pensar que esto es una carga, porque si dejo de disfrutarlo… ¡adiós, blog! Y no es eso lo que quiero. Siempre repito que el blog me ha traído muchas cosas buenas. Y, encima, como ya he mencionado arriba, cada vez sois más. ¿Qué hago? Pues cambiar el chip al respecto, mi chip. Siempre me he tomado esto como una obligación: nunca más. A partir de ahora, es algo lúdico. Y si un día me apetece escribir siete entradas y publicar todas del tirón, lo haré. Y si no me apetece pasarme por aquí en dos semanas, pues no me pasaré. Pero no puedo tener una responsabilidad más en este momento. No voy a cerrar el blog, ni mucho menos, pero no es, desde este momento, una obligación laboral más (que es como me lo he estado tomando). Y quizá, en el fondo, no haya tantos cambios en público, puede que sea todo una cuestión más de percepción personal (pero es algo que me alivia un montón).

Lo que no voy a volver a hacer, sintiéndolo mucho, es contestar dudas (sobre todo las que llegan por correo electrónico). No sé si lo he contado en el blog alguna vez, pero todos los días me llegan varios correos en que me preguntáis cosas (a veces incluso no lingüísticas, jetas, cómo os gusta saber sobre mi vida…). Y siempre intento contestar a todo el mundo, me parece que es lo que hay que hacer. Sin embargo, ahora mismo no puedo dedicar esa media hora o el tiempo que sea a esto. Necesito ese tiempo para mí. Y, además, y esto no es una crítica, es más bien para que reflexionéis sobre ello: muchas veces solucionaríais las cosas mirando el diccionario de la RAE, sin más… Ahí lo dejo. (Y me temo que ahora se darán por aludidos los que no deben darse y no se lo darán los que, en parte, me llevan a tomar esta decisión, lo estoy viendo).

Y una pequeña mención a los unicornios, que me lo preguntáis mucho por Twitter (ya sé que estoy dando mucha paliza con eso…). Explicar todo daría para unas cuantas entradas, así que voy a resumir mucho. Un unicornio es un animal mitológico, por lo tanto, imposible de encontrar, ¿no? Pues hay varias cosas que parecían imposibles que han llegado. Y, de repente, no paro de ver unicornios por todas partes, que me hacen pensar que nada es imposible y que, a veces, hay que dejarse llevar, que los unicornios llegan. Veo varios a diario (o me aparece la palabra «unicornio» en los textos más insospechados). Necesitamos un poco de magia. Y creer. Y confiar. Y unicornios… 😉

La verdad es que me dejo varios asuntos en el tintero, quería contaros más cosas, pero esto empieza a ser ya demasiado largo. Quién sabe si habrá segunda parte… Ya veremos. Si habéis llegado hasta aquí… ¡gracias! 🙂

¡Soy un desastre!

Había prometido una entrada para uno de estos días pero… ¡imposible! ¡Se me lía todo! Prometo que de este fin de semana no pasa. Aprovecho para desearos un feliz fin de semana largo…

🙂

Actualización:

Pues no me ha dado tiempo a escribir este fin de semana… Llegará la entrada, de verdad, pero no sé cuándo… 😉

Un libro que te recomiendan muchísimo (30 libros)

Un libro que me recomiendan muchísimo y que yo aún no he leído (aunque va a caer) es Un granizado de café con nata, de Alessandra Lavagnino. Sinopsis y os cuento…

Un granizado de café con nata

Un granizado de café con nata

Un granizado de café con nata es al tiempo un intenso drama psicológico, una fábula y un thriller lleno de tensión, que retrata con gran lirismo un mundo en el que la mayor virtud es no decir nada. Fue Leonardo Sciascia, fascinado por esta novela siciliana, quien propuso a la prestigiosa editorial Sellerio que la publicase. La edición incluye un epílogo de Sciascia.

¿Cómo sería perder la habilidad de mentir? ¿Y si eres una mujer siciliana, en una sociedad fundada en el silencio de la omertà mafiosa y en el secretismo interiorizado de las mujeres? Es lo que ocurre en esta novela, donde Agata Avolio, una mujer de clase alta y vida privilegiada, se vuelve, tras un trauma craneal, irresistiblemente sincera: lo cuenta todo sobre su familia, sobre ciertos tráficos que tienen lugar en su región, y sobre las pequeñas y grandes mentiras que la trama del tiempo ha amasado inextricablemente con el resto de componentes de la vida. La singularidad de la situación es que la propia Agata, una persona culta y civilizada, éticamente comprometida con su trabajo y su vida, no consigue aceptar moral y cognoscitivamente su propia sinceridad. Su incapacidad para mentir se topa de bruces con la Iglesia, con las antiguas creencias sicilianas y con la Mafia, que castigan duramente a Agata y a su familia… Una historia extraña, entre la fábula y la novela policíaca, deliciosamente elusiva y, por tanto, literaria.

Caso típico de libro que no conozco (aunque lleva publicado casi dos años) y del que, de repente, me habla todo el mundo. Hace no mucho, una lectora del blog me preguntó por autores italianos actuales. En aquel momento solo se me ocurrieron Ammaniti, Baricco y Giordano (creo que fueron esos), así que opté por preguntar a los superexpertos: Santi, de Un libro al día, y a Ainize de Granite & Rainbow. Bueno, conseguí unas cuantas recomendaciones (que trasladé a M.) y yo misma he leído ya alguno de esos libros (uno de Erri de Luca, por ejemplo, del que hablaré en otra categoría del reto).

Fue enterarme de la existencia de este libro y, de repente, varias personas a mi alrededor, o bien lo estaban leyendo, o bien lo habían leído. Y me lo recomiendan… Así que, habrá que hacer caso de las sugerencias y leerlo cuanto antes… (a pesar de que no me gusta nada el título). Las reseñas que he leído son muy positivas. Y, si os queda alguna duda, podéis leer en Granite & Rainbow lo que dicen de la novela y, ya, convenceros del todo. En cuanto la lea, os cuento…

Y, ahora, vuestro turno. ¿Qué libro os recomiendan mucho y todavía no habéis leído? Os espero en los comentarios…

Manager’s Ball

Esto me ha llegado hoy ya cuatro veces entre Facebook, foros de edición y demás, y como me ha hecho gracia y, además, para qué negarlo, me recuerda mucho a algunos de mis amigos, he decidido compartirlo en el blog. No tengo ni idea de quién lo ha escrito y pido perdón desde ya porque la ortotipografía está fatal, pero ando sin tiempo para corregirlo (¡lo siento!).

Juan Gómez Pérez, consultor de Prais Guaterjáus an Cúper (PGAC), fue detenido ayer en las oficinas de esta empresa por «desafiar a los directivos, al utilizar en repetidas ocasiones un correctísimo español en su labor profesional», según consta en la denuncia presentada en la comisaría madrileña de la calle de la Luna.

El detenido, según los testigos, habría provocado diversas escenas de terror lingüístico entre sus compañeros. Los problemas comenzaron en abril, cuando Gómez Pérez llegó a la empresa e insistió en poner ‘Jefe de Producto’ en su tarjeta de visita, en lugar del ‘Product Manager’ que aparecía en las de sus compañeros.

«Desde el primer día nos extrañó su actitud», comentó Francisco de Borja Acebo-Guindaleda y Álvarez de Las Asturias, Account Manager (director de cuentas) de PGAC, pero nunca creímos que fuera a reaccionar con la violencia verbal con que se despachó después».

Un mes más tarde, durante la presentación del catálogo comercial, Gómez Pérez proyectó sobre una pantalla varias láminas que mostraban rótulos escritos en un perfecto castellano, mientras comentaba en voz alta los gráficos y cifras de la empresa en un discurso totalmente desprovisto de anglicismos.

Ante los ojos de sus compañeros —«horrorizados», según su propio testimonio— desfilaron varias decenas de frases escritas en la lengua de Cervantes sin que el consultor mostrara ningún pudor o vergüenza por lo que estaba haciendo. «El catálogo de la empresa había sido traducido y, por lo tanto, manipulado», aseguró el Managing Director (director general), Juan Jacobo O´Callaghan García-Carrizosa de Fontejudo: «Este sujeto había sustituido todos los ‘markets’, ‘targets’, ‘inputs’, ‘slides’ y ‘sponsors’… por mercados, objetivos, entradas, diapositivas y patrocinadores, y otros varios que fueron apareciendo».

«El resultado fue que no entendíamos nada de la presentación, provocando el desconcierto general». Además, y según consta en la denuncia, el detenido habría cambiado las palabras ‘outsourcing’, ‘finances’ y ‘transactions’ por subcontratas, finanzas y transacciones. «Y se había quedado tan ancho; hasta ahí podríamos llegar», comentó indignado el responsable de PGAC.

Gómez Pérez no pudo terminar su presentación, pues fue reducido por dos compañeros de la empresa —el Phone&Door Manager (recepcionista) y el Security Surveillance Officer (vigilante jurado)— y maniatado hasta la llegada de la policía municipal, que puso al consultor a disposición judicial. «Lo ha hecho para provocar», comentaba ayer Ramón María Antúnez de Biedma y Fernández-Malvarrosa, consultor de PGAC, refiriéndose a la actitud de Gómez Pérez.

«¿Quién se cree que es?, ¿un Vicepresident (subdirector)? No se puede ser tan hortera», concluyó el Manager’s Ball (pelota del director). Debe tratarse de un morning-singer de three to the quarter.

Dedicado, sobre todo, a mis amigos de la Comercial, que, en serio, habláis así. Pero, aunque perpetréis semejantes perlas, yo os quiero igual… 😉

Recordatorio: ¡empezamos reto!

Un par de líneas solo para recordaros que el viernes 1 (festivo, por cierto) empieza el cuarto reto de los treinta libros. Cuento de antemano con vuestra colaboración; por favor, llenad los comentarios de títulos y sugerencias lectoras que tan bien nos vienen a todos… En el enlace tenéis todas las categorías para que podáis ir pensando con qué libros queréis sorprendernos. Y, por supuesto, si queréis participar en el reto desde vuestros propios blogs, decídmelo y os seguimos desde aquí también.

Me estoy pensando qué hacer esta vez con los títulos que me mandáis por Twitter, porque en abril me volví tarumba: entre las dos cuentas (porque, aunque os pedí que usarais la del blog, no hubo manera), la etiqueta, el no saber a qué día pertenecía cada título, gente que me hablaba de tres libros en un mismo tuit… loca total. Así que, o montamos otro sistema (con dos hashtags en vez de uno, por ejemplo, uno general del reto y otro del día que toque) o no me quedará más remedio que pasar de los títulos que lleguen por Twitter. ¿Alguna sugerencia? ¿Se os ocurre alguna solución?

Por cierto, esta vez tengo tal agobio de trabajo que lo llevo fatal y no tengo tantas entradas preparadas como debería a estas alturas. A ver cómo me las arreglo, porque… ¡empezamos el viernes! 😉

Reflexiones (XXXV)

Hoy, una especial para celebrar el Día del Corrector…

«El corrector siempre tiene razón. […] escribir es humano y corregir, divino».

Stephen King
Escritor

Cita extraída del ensayo Mientras escribo, una obra imprescindible para los seguidores de King y para quienes tengan curiosidad por cómo se cuecen las cosas en la cocina de la escritura del autor. Su admiración hacia su corrector (al que le da las gracias explícitamente) me llegó al alma… (y, a mis ojos, lo hace muy grande).

¡Feliz día a todos los correctores, aunque las Academias no nos quieran! 😉

Agradecida

La vida es curiosa a veces. Si antes digo que no voy a publicar en unos días, antes me paso por aquí a colgar una pequeña chapa… Imprevisible que es una. Pero es que hoy tengo que escribir sí o sí. Porque me lo han ordenado. Me han mandado escribir en un artículo lleno de cariño hacia mí que se ha publicado esta mañana en el número 25 de la revista Granite & Rainbow (que os podéis descargar pinchando el enlace), una publicación imprescindible para los amantes de la literatura. Y quizá no es esta entrada lo que me dicen que escriba, pero al menos con ella puedo expresarle todo mi agradecimiento por sus palabras a su directora, Ainize Salaberri. Y, aunque me produce muchísimo pudor, os voy a copiar lo que dice Granite & Rainbow sobre este blog:

El blog de Mónica Basterrechea es un culto a los libros. Todas los entradas están cuidadas al mínimo detalle. Ella ama los libros y así lo demuestra en todo lo que hace, en todo lo que propone. Hay reseñas, hay juegos, hay retos. Y, dios, cómo nos gustan los retos. Ella escribe. ESCRIBE. Corrige, edita, trata con las letras. Las mima, las cuida, honra el lenguaje. Y lee, lee mucho, trabaja mucho. En su blog está ella, con su diversión, con sus ganas, con su inteligencia. El blog de Mónica es un refugio para quienes, agotados tras una jornada laboral intensa, necesitan desconectar. Y los que somos obsesivos con la literatura encontramos en su blog el lugar idóneo en el que relajarse, aprender y disfrutar sin separarnos demasiado de lo que nos hace felices. Mónica os hará felices, eso también os lo puedo prometer. Ella sabe cómo llegar, cómo rellenar huecos vacíos, cómo hacer las cosas. Mónica es toda una potencia por descubrir. Escribe, Mónica. Escribe siempre. 

Estas palabras me han emocionado muchísimo cuando las he leído esta mañana. Por razones muy obvias y por razones menos obvias, que solo yo sé. Y es que llevo unos días tristona y con los nervios disparados por ciertos temas laborales (aunque trascienden a lo personal) que me preocupan y que me están haciendo cuestionarme muchas cosas sobre mi trabajo y sobre mí misma. ¿Es así como quiero hacer las cosas? ¡No lo sé! Y, después, la maldita llamada que llevo semanas esperando y que no acaba de llegar (con lo mal que yo llevo en general las esperas y los ritmos caribeños, que solo consiguen desesperarme). Y una sobrecarga de trabajo que me tiene en un agobio constante que no me deja dormir (y aquí la marmota, si no duerme, se pone triste). Siento que he entrado en un bucle del que me va a costar salir todavía unos días, en parte porque en este momento me está costando más de la cuenta confiar en mí misma…

Ayer estuve trabajando hasta las dos de la mañana y hoy a las siete ya estaba delante del ordenador, harta de dar mil vueltas en la cama de puro nervio. Y pensaba que hoy iba a ser un día fecal… Pero cuando, pasadas las nueve, he leído lo que Ainize había escrito sobre mí… mi día ha cambiado. Estoy feliz. Es una inyección de ánimo enorme. Porque el blog supone mucho esfuerzo por mi parte (y más en épocas en que, como ahora, no tengo tiempo ni para respirar), y que alguien, de manera tan explícita, diga que le gusta, que lo recomiende en su revista y que, además, lo haga con tantísimo cariño, me llena de alegría. ¡Muchísimas gracias, Ainize! Porque me impulsa a seguir y porque me dice que, quizá, no hago tan mal las cosas como mi cabeza se ha empeñado en decirme estos días. Y he decidido que, quizá, hoy es el momento de parar, de descansar la mente de las mil ideas que la han convertido en una auténtica centrifugadora y de disfrutar un rato. Así que, los textos tendrán que esperar hoy. Hoy voy a leer (que hace una semana que no toco un libro); hoy voy a quedar con mis amigas en Bilbao para tomar un café; hoy voy a ir al cine y hoy me lo voy a pasar bien y a desconectar.

Y luego hay, en las palabras de Ainize, algo que yo entiendo (si sois listos, vosotros también) y que tiene que ver con una conversación a tres bandas que tuvimos la semana pasada Ainize, Iván Repila y yo. Fue una tarde genial, que tenemos que repetir pronto (como dijo Iván, con cena). Y fue genial a pesar de que yo, ante semejantes dos talentos literarios, me sentí muy pequeñita (me pasa a menudo, me siento pequeña ante la gente a la que admiro; y si juntamos ya mi timidez a la ecuación, apaga y vámonos). Pero de aquella conversación salió algo enorme para mí: una auténtica intención de quitarme ciertos miedos y ciertos pudores de encima, y un cuaderno granate que estrené ayer y que, ahora más que nunca, quiero llegar a llenar. Y algo quizá incluso más importante: una amistad que estoy segura de que va a durar mucho tiempo.

Os recomiendo a todos que os hagáis con el último número de Granite & Rainbow, dedicado a la literatura del riesgo, a esos valientes que se atreven a desafiar los límites en todos los sentidos… ¡Interesantísimo! Y a vosotros también, por cierto, ¡gracias! Porque sois vosotros los que hacéis de este blog algo que merece la pena, al menos para mí. Y yo seguiré echándole ganas y cariño mientras sigáis ahí (y no solo seguís, sino que cada vez sois más). Y, aunque me quede alguna noche sin dormir, en noviembre disfrutaremos con otro reto…

Y no podía acabar sin unas palabras para Ainize… ¡Muchísimas gracias por lo que has escrito en Granite & Rainbow! Y por tu ánimo, tu impulso, tus mil recomendaciones lectoras, tu amistad y por, sin tú saberlo, alegrarme mucho una semana un poco complicada… Tenemos que quedar, que hay cosas que celebrar (a pesar de todo, siempre hay que celebrar). Y mañana empiezo libro… (e interprétalo como quieras). ¡Un besazo! 😉

El poder de los libros

Os dejo el enlace a la charla de Lisa Bu en Ted sobre cómo los libros pueden abrirnos la mente. Es muy cortita, es de las de menos de seis minutos… y tiene su punto.

Cómo los libros pueden abrirnos la mente…

Estos días no creo que actualice mucho el blog, tengo demasiados frentes abiertos en este momento (entre otros, el reto, que estoy preparando poco a poco y que me está costando un montón).

Reflexiones (XXXIV)

«Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos. Si nada se puede esperar de las turbas monárquicas, tampoco debemos tener fe en la grey revolucionaria […] Han de pasar años, tal vez lustros, antes de que este régimen, atacado de tuberculosis ética, sea sustituido por otro que traiga nueva sangre y nuevos focos de lumbre mental» (La fe nacional y otros escritos sobre España, 1912).

Benito Pérez Galdós
(1843-1920)
Escritor

Ha pasado un siglo y todo sigue igual…

Alice Munro

A estas alturas todos os habréis enterado ya de que Alice Munro ganó ayer el premio Nobel de Literatura. La canadiense estaba en todas las quinielas y parece que todo el mundo está contento con su elección, muy merecida. Es una buena noticia sobre todo para el mundo del relato, que a veces parece el hermano pequeño de la novela cuando no lo es… Yo no he hablado de ningún volumen de Munro aquí en el blog, pero sí que su nombre ha aparecido alguna vez por los comentarios (y algún libro suyo habéis propuestos en los retos). Los chicos de ULAD, sin embargo, han reseñado unos cuantos de sus libros (el último, esta misma semana, antes de la concesión del premio), así que, si queréis conocer un poco más a Alice Munro, os invito a que visitéis su página.



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