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Bebidas

He decidido que acaba totalmente mi momento más blandito en el blog (la vida 1.0 es otro cantar) y hoy os voy a contar qué significan los nombres de tres bebidas, dos de ellas bastante habituales sobre todo los fines de semana… ¿Sabéis de dónde vienen y qué significan las palabras sake, vodka y whisky?

La palabra sake, de origen japonés, es la que empleamos para designar una bebida alcohólica que se elabora a partir de la fermentación de arroz. Sin embargo, en Japón, a lo que nosotros llamamos sake lo denominan nihonshu, porque sake es una palabra mucho menos específica que utilizan para cualquier licor o bebida alcohólica en general. Aquí, sin embargo, el término ya está especializado; pero no en su origen ni en su significado original.

El significado literal de vodka me encanta. Su origen se encuentra en el término ruso voda (‘agua’), más bien en su diminutivo (vodka). Así que es vodka es… agüita. No sé por qué no me extraña. Viva Rusia (y los rusos, que tantas alegrías me dan). 😉

Y, por último, otro término relacionado con una bebida alcohólica con un significado muy interesante. Whisky (whiskey para los irlandeses) es un término de origen celta. No os puedo poner la evolución fonética, porque no llego a tanto, pero sí os cuento que viene de uisge beath, que, literalmente, significa ‘agua de la vida’. Interesante… sobre todo porque en la época medieval, las bebidas alcohólicas se dividían en dos según su graduación: por un lado, el aqua ardens (‘aguardiente’), con menor contenido alcohólico; y por el otro, el aqua vitae (‘agua de la vida’), con más alcohol (y comparte denominación con el whisky, por tanto, y da pistas sobre su graduación alcohólica). Por cierto, me niego a usar el engendro chapucero ese que la RAE pone en su diccionario (no lo voy ni a escribir siquiera).

Así que, ¿qué va a ser? ¿Una agüita, un agua de la vida? Podéis poner lo que queráis en los comentarios. ¡Buen viernes!

Reflexiones (L)

«Si deseas ser feliz, sé».

Henry David Thoreau
(1817-1862)
Escritor estadounidense

Felices. Obscenamente felices… sobre todo hoy. Y esto va dedicado a todos los que lo entiendan. 😉

Ósculo

La palabra ósculo (sinónima de beso, por si hay algún despistado por ahí) siempre me ha parecido muy graciosa. Literalmente, atendiendo a su origen, significa ‘boquita’, porque, al juntar los labios para dar un beso, la boca se vuelve pequeñita. El término en sí está formado por el sustantivo os (de os, oris, ‘boca’) más el sufijo -culum, que es diminutivo.

osculum > ósculo

Si justo traigo esta palabra al blog en estas fechas no es por casualidad. Estos días, en que estoy especialmente moñas y sentimental, quería agradeceros a todos que estéis ahí, que visitéis el blog y que me leáis. Últimamente escribo en el blog de noche, de madrugada prácticamente, y saber que, en ese preciso instante, está entrando gente o que muchos vais a entrar al día siguiente para ver sobre qué se me ha ocurrido escribir esta vez… me hace sentir muy acompañada (y esto es muy importante para mí en este momento en que, a pesar de estar rodeada de gente genial y que me quiere mucho, por razones que no vienen al caso me siento un poco solita). Así que muchas gracias a todos y cada uno de vosotros (sobre todo a unos cuantos, ya sabéis quiénes sois; y, si pensáis que os podéis sentir aludidos de alguna manera, daos por incluidos). Y a todos y cada uno de vosotros, un beso o un ósculo de boquita pequeña. Mil gracias.

Vocativos

Me imagino que todo el mundo sabe qué es un vocativo (al menos la mayoría lo declinabais en clase de latín; ¿os acordáis?: nominativo, vocativo, acusativo, genitivo, dativo y ablativo…). Por si acaso hay algún despistado (o alguien que no haya estudiado nunca latín), os cuento que los vocativos son aquellas palabras que sirven para llamar, apelar o invocar a una persona, animal o cosa personificada cuando nos dirigimos a ellos. Os pongo ejemplos donde os marco los vocativos en negrita…

María, ponte de pie.
¡Eh, chicos, venid a echarme un cable!
¡Sí, señor!
¡Por favor, gato loco, bájate de ahí…! 

Patricia y Silvia, volved a casa inmediatamente.

Como veis, el vocativo goza de una gran libertad de colocación (en los ejemplos están al principio, en medio de la frase y también al final). Incluso se pueden combinar varios como en el último ejemplo. No es necesario que sean nombres propios, pueden ser comunes (siempre que interpelen a quienes estamos llamando). Y, no sé si os habréis percatado de que todos tienen algo en común: están separados del resto de la frase por comas (en el segundo caso, por dos comas, totalmente separado). Y eso es así porque la coma del vocativo es una de las comas obligatorias. Por lo tanto, ya no vale escribir «Hola Juan» (incorrecto); pondremos «Hola, Juan» (correcto), con coma.

Pues nada más, queridos míos (vocativo). Como todos los días, tenéis los comentarios a vuestra disposición por si queréis decir cualquier cosa.

Reflexiones (XLIX)

«Descubrimos que, al final, las palabras que no existen nos pueden salvar… sin hablar».

«Rey Sol»
Un día en el mundo
Vetusta Morla

Ayuda: (auto)biografías

Ayer me pidió una amiga que le recomendara títulos de biografías (si pudieran ser autobiografías, mejor; y si tuvieran algo que ver con cine o teatro, aún mejor). No es un género que yo suela leer, así que os pido sopitas. ¿Alguien puede recomendarnos algún título?

El único que se me ocurrió a mí fue el de Chaplin, recién publicado en Lumen, así que cualquier recomendación será más que bienvenida. Stephen, manifiéstate, que tú de esto sabes mucho… Y cualquiera que sepa de alguna (auto)biografía que merezca la pena, a los comentarios. ¡Gracias!

Epónimos

¿Os gustaría inventar algo, haceros muy famosos y que ese algo llevara vuestro nombre? Vuestro invento tendría la suerte de tener un epónimo como nombre en ese caso. Porque un epónimo es eso: un nombre de persona o lugar que da lugar al nombre de un objeto, concepto, lugar, etc. (y perdón por repetir tantas veces el sustantivo nombre).

Hay muchísimos epónimos. Por ejemplo, entre los que tienen que ver con lugares se me ocurren Colombia (por Cristóbal Colón, o Christopher Columbus), Bolivia (por Simón Bolívar), Filipinas (por Felipe II), Atenas (por la diosa Atenea) o América (por Américo Vespucio).

En el ámbito técnico-científico hay numerosos epónimos para que quede claro quién fue el descubridor, la mayoría de las veces, del concepto que designan. Algunos son curiosos, como la famosísima ley de Murphy (por Edward A. Murphy, un ingeniero estadounidense), aunque hay muchos otros, de muy diverso tipo; tenemos la máquina de Turing (por Alan Turing, matemático), el lenguaje de programación Pascal (por Blaise Pascal, filósofo francés), la pasteurización (por Louis Pasteur, biólogo francés), los corpúsculos de Pacini (por Filippo Pacini, médico italiano), el código morse (por Samuel Finley Breese Morse, inventor estadounidense) o el daltonismo (por John Dalton, químico británico).

Pero es en el habla coloquial donde encontramos más epónimos. Quizá hoy hayamos comido un sándwich (por John Montagu, IV conde de Sandwich) o llevemos una camiseta de color fucsia (nombre que viene de Leonhard Fuchs, un botánico alemán). Es posible que nuestro coche tenga un motor diésel (por Rudolf Diesel, ingeniero alemán) o que, al poner las noticias, nos hablen de un linchamiento (por Charles Lynch, juez estadounidense) o de un ataque de unos milicianos con fusiles Kaláshnikov (por Mijaíl Kaláshnikov, diseñador ruso). Quizá estemos leyendo un libro escrito por un nobel (por Alfred Nobel, inventor sueco) o nos dé por tocar un rato el saxofón (por Adolphe Sax, músico belga). Puede que nos tilden de chovinistas (por Nicolas Chauvin, soldado francés) y entonces decidamos hacer un boicot (por Charles Cunningham Boycott, administrador inglés). Quizá un amigo que visita nuestra ciudad nos pida que le hagamos de cicerone (por Marco Tulio Cicerón) y que acabemos la noche viendo a un orfeón (por Orfeo, el personaje mitológico). O que, como hace frío otra vez, saquemos de nuevo del armario los leotardos (por Jules Léotard, acróbata francés).

Podría seguir con muchos más epónimos… ¿Se os ocurre alguno que no haya citado? Serán bienvenidos en los comentarios.

Reflexiones (XLVIII)

«Leer es soñar de la mano de otro».

Fernando Pessoa
(1888-1935)
Escritor portugués

Pues que leáis mucho y soñéis mucho este fin de semana.

Granite & Rainbow 30

Hoy se ha publicado el último número de la revista de literatura Granite & Rainbow. Es el número 30 y… celebran su quinto aniversario (¡cómo pasa el tiempo!). Así que, ¡felicidades desde aquí a todos los graniteros! Y, sobre todo, enhorabuena a su dire, Stephen, my darling, por el trabajazo que supone.

En este número hablan de los autores y las obras que no les gustan (interesantísimo). Y, además, entrevista con Pere Sureda, de Navona Editorial, y con la increíble Sara Morante. No os lo perdáis. Os dejo el enlace…

Granite & Rainbow 30

¿’Extrovertido’ o ‘extravertido’?

Leo una conversación boba entre dos personas a las que sigo en Twitter. Una de ellas dice que es una persona muy extravertida. La otra, que siempre va de culta y resabida, la llama necia por semejante error. «¡Es extrovertido, no extravertido!». ¿Seguro?

De la persona que tiene dificultad para expresar sus sentimientos decimos que es introvertida. La palabra viene de intro (‘dentro’ en latín) y de vertere (‘dar vueltas’). Es decir, es quien está dado la vuelta hacia dentro.

¿Y qué ocurre con la persona que expresa sus sentimientos con facilidad? Que está volcada o dada la vuelta hacia fuera. Si dentro era intro, fuera es… extra. Tenemos una persona extrAvertida. Podemos hablar, perfectamente, de gente introvertida y de gente extravertida.

Etimológicamente, pues, extravertida es totalmente aceptable. Entonces, ¿por qué, al menos en España, nos suena a rayos? ¿Por qué todos hablamos de personas extrOvertidas? Pues, porque por analogía con la -o de intro, el etimológico extra, en el habla popular, se transformó en extro. Y ahora hablamos de los extrovertidos. La RAE prefiere la opción con -a por ser la etimológica; tengamos en cuenta que la opción de la -o, en un principio, sería vulgar, aunque hoy nos parezca lo contrario. En realidad, nos tenemos que quedar con que ambas formas son válidas y se pueden emplear en todos los ámbitos (coloquiales y cultos).

Y vosotros, ¿sois introvertidos, extrovertidos, extravertidos o no os pronunciáis? Tenéis los comentarios abiertos si queréis participar…



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