Conmigo, contigo…

Hoy, un apunte muy breve sobre el origen de los pronombres conmigo, contigo y consigo, que me han preguntado hoy por ellos y creo que se merecen una entrada en el blog. ¿Qué es esa terminación, -go? ¿Por qué no se dice, como sería lógico, con mí, al igual que se dice sin mí, para mí, a mí o por mí? Que me perdonen los filólogos más puristas, pero lo voy a explicar de forma muy sencilla, así que no os pongáis tiquismiquis (palabra cuya etimología es, asimismo, interesantísima: ¿la tratamos otro día?).

En latín, conmigo se decía mecum, formado por el pronombre personal me y la preposición cum. ¿Qué pasó? Pues que el hecho de que se pospusiera la preposición empezó a ser problemático; fonéticamente se desgastaba y se iba perdiendo la idea que se quería expresar. ¿Qué se hizo entonces? Reforzarla utilizando, de nuevo, la preposición cum. Así, tenemos el cum mecum, que, si lo hacemos evolucionar fonéticamente, da conmigo. Así pues, ese -go es el resto de un antiguo cum. Es como si dijéramos «con mí con».

Por supuesto, hubo un fenómeno similar con los pronombres personales de segunda y tercera persona. Así, teníamos tecum, que pasó a cum tecum y, por fin, a contigo; y secum se transformó en cum secum, esto es, consigo.

me+cum > mecum → cum mecum > conmigo
te+cum > tecum → cum tecum > contigo
se+cum > secum → cum secum > consigo

En otros idiomas, el cum pospuesto desapareció y, ahora, por ejemplo en italiano, decimos con me, con te… Totalmente lógico (más lógico, quizá, que la repetición).

Otro día, como he dicho antes, tiquismiquis (me encanta esa palabra). Hasta entonces, podéis dejar vuestros comentarios. ¿Conocíais esta redundancia del castellano? Por cierto, si alguien quiere la evolución fonética completa (que yo la he resumido bastante), que me lo pida en un comentario o un correo electrónico.