Un libro bonito (30 libros)
He tenido mil dudas para la categoría de hoy. La ambigüedad del enunciado me ha complicado bastante la existencia. Un libro bonito… ¿Por qué bonito y no otro adjetivo? ¿Bonito por dentro, por fuera? ¿Continente, contenido? ¿Forma, fondo? ¿Todo? Después de darle muchísimas vueltas, me he decidido por La muerte de la bien amada, de Marc Bernard.
Estoy convencida de que, muchas veces, no hace falta más que un adjetivo en apariencia tan sencillo e, incluso, algo vulgar como bonito para describir algo que realmente lo es. Nos liamos buscando formas de expresar algo que podríamos aclarar empleando una frase tan manida, pero tan elocuente, como «Es bonito». Y esa es la sensación que tengo con esta novela. Esta novela es bonita. Será dura y triste y delicada y dulce y profunda y… (metamos los adjetivos que queramos). Pero es bonita. La historia de amor es bonita (en serio, no hay tantas historias de amor tan bonitas), la forma en que Bernard cuenta su vida es bonita, cómo habla de su mujer es bonito, las palabras que elige son bonitas. ¿Simple? Quizá, pero es un término de lo más pertinente. La muerte de la bien amada es un libro bonito (y muchas otras cosas también; pero, sobre todo, bonito).
Incluso la foto que han elegido para la cubierta me parece de lo más apropiada (y bonita). Creo que recoge y refleja a la perfección la complicidad con la que vivían Else y Marc.
¿Aconsejo la lectura del libro? Con los ojos cerrados. De hecho, creo que, con el paso del tiempo, aprecio La muerte de la bien amada ahora más, incluso, que cuando la leí (y os dejé aquí mis impresiones). ¡Qué bello! ¡Qué triste! ¡Qué bonito!
Os toca. ¿Un libro bonito? Como el enunciado es tan ambiguo, podéis interpretarlo como queráis. Lo importante: que llenéis los comentarios de libros bonitos.
Egunon, Mónica:
Si he entendido bien el concepto de «bonito» que explicas, se me ocurre uno de los últimos libros aparecidos en ese fan-ta-bu-lo-so blog de literatura llamado Un Libro al Día: «La librería ambulante», de Christopher Morley.
y remontándome más atrás en mis lecturas, sin duda encajaría en este concepto «El barón rampante», pero por no repetirme diré otro de Ítalo Calvino…por ejemplo, «Marcovaldo» (aunque muchos de sus títulos podrían calificarse como «bonitos», creo.