Por un 2015 eufórico…

Por estas fechas, siempre intento desearos un feliz año con una frase de algún escritor que resulte especialmente significativa. Los últimos años he citado a Neil Gaiman, que me parece que da consejos muy valiosos para encarar el nuevo año. Y, este año, me puse a buscar algún fragmento que sirviera para hoy hace ya un tiempo y, la verdad, solo encontré cosas muy moñas, unos subidones de azúcar no aptos para diabéticos con los que yo no me identificaba ni expresaban lo que me gustaría transmitir para el nuevo año. Para buenrollismo, siempre nos quedará Mr Wonderful.

Al final, hay que volver a los referentes de siempre, aquellos a los que acudimos en el día a día, porque nos dan las claves incluso para momentos más «especiales» como puede ser un cambio de año. Y yo hoy he decidido citar a Calvin y Hobbes. Porque me encantan, porque me divierten y porque Calvin tiene ese punto de locura (puntazo, más bien) que quería traer al blog hoy.

Mi año 2014 ha sido duro. Las aguas ya se están calmando, pero no ha sido un viaje fácil. Tengo ganas de dejarlo atrás. Y para 2015 solo me he propuesto una cosa: ser feliz. Pero no de cualquier forma, no. Calvin me va a ayudar a mostraros la felicidad que yo le pido (¡incluso le exijo!) al año 2015. Porque, quizá con felicidad no me basta, quizá necesito algo más…

Calvin y Hobbes

Todo el mundo busca la felicidad. ¡Pero yo no! Esa es la diferencia entre el resto del mundo y yo. ¡La felicidad no es lo suficientemente buena para mí! ¡Yo exijo euforia!

He decidido que en 2015 voy a ser tremendamente feliz (y, ojo, que la felicidad tiene mucho de decisión personal). Quiero ser ilimitada, exagerada y desmesuradamente feliz. Y os deseo a todos exactamente lo mismo: sed alucinantemente felices en 2015. Haced todo lo que esté en vuestra mano por serlo. No valen excusas. ¿Quién se apunta a un 2015 eufórico conmigo?

Os deseo que seáis, como yo voy a ser, obscenamente felices.