Blog Mobas | El blog de las comas, los sustantivos, los libros y las cursivas

Quiero ese libro ya!!!
A mayores te cuento que mi libro verde (y sigo con los colores de sus portadas) es Il Giorno della Civetta de Sciascia un clásico sobre Sicilia y la mafia, que además tengo en italiano y que compré en un mercadillo Romano. Lo guardo como un tesoro!

¡Buenos días! Aquí mi recomendación para hoy (sin trampas esta vez ja, ja ;))

http://misfiliasyfobias.blogspot.com.es/2014/11/30libros-25-uno-verde.html

Un montón de besos

Un libro verde no sólo porque la portada de mi edición es verde, sino porque está lleno de esperanza es El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl.

Qué casualidad, precisamente ayer por la noche empecé Melisande y ahora que iba a retomarla he pensado: ¡espera, voy a ver qué categoría toca hoy en el reto #30libros! 😛

En cuanto al libro verde, mi cadena de pensamientos ha sido cortita: verde > hierba > El arpa de hierba de Truman Capote: una novela muy bonita, mucho más sentimental que otras del mismo autor. Dejo aquí la reseña que hizo Yemila, que la describe muy bien: http://unlibroaldia.blogspot.com/2011/10/truman-capote-el-arpa-de-hierba.html

Un libro verde.
Verde en su lomo, verde en su portada, verde en el título…
Hmmm… no, hoy va a ser verde en su concepto.
El verde de los bosques, el verde como color de naturaleza, pero sobre todo, como concepto del color de la simbiósis, del equilibrio ecológico e incluso filosófico.
Hasta ahí, todo normal, ¿no?
¿Y si os digo que os hablo de un libro de ciencia ficción?

Pues sí, pero no de cualquier libro, ni siquiera de un autor cualquiera del género.
Os hablo de Orson Scott Card y la serie que inició con El juego de Ender.

Hay muchos géneros de ciencia ficción: puramente tecnológicos, utópicos, distópicos, de aventuras, de posibilidades locas o absurdas…
Pero luego está O. Scott Card. Es tan sumamente original, entretenido y con temas de fondo tan atractivos que lo de menos es que sea ciencia ficción.

En este caso elijo La voz de los muertos para hablaros de un libro verde. Verde porque la acción sucede en un planeta dónde los humanos han encontrado una especie tan ligada a la naturaleza, sobre todo con los árboles, que resultará incluso agresiva con ellos cuando, imaginaros, no comprenden las estrechas relaciones de los tipos de vida de ese planeta.

Una diversa familia de científicos convivirán con esa especie a la vez que la estudian y tratan de saber si es incluso inteligente. Pero hay mucho más en la novela de Scott Card. Hay filosofía, antropología, religión, incluso una visión futurista de una red que ya es casi una realidad hoy en día.

Me direís, ¡pero si este nos habla de Avatar! Sí, Avatar. Esta novela es la continuación de El juego de Ender y es… de ¡1986! Y para mí es aún mejor.
Orson Scott Card ganó los premios Nébula y Hugo con ella, el primer autor en conseguirlo.

Si queréis acercaros a la ciencia ficción – a una muy buena – os recomiendo los tres primeros libros de esta serie. Muy alta calidad.

Hola.

Un libro verde al principio no es un libro, es un regalo discreto y sin importancia. Luego, un día, si de entre todos los libros tienes que recordar uno, tú, que para otras cosas eres un inseguro, de repente no tienes dudas: uno verde.

Por ejemplo: El último verano Miwok, de Jordi Sierra i Fabra

(Confundo algunos verdes. Para mí son azules. O al revés. Así que voy a concretar. Mi verde de hoy es un verde kiwi.)

Álex

El verde más bello del mundo es el del campo de fútbol… Así que vamos con cualquier libro de Roberto Fontanarrosa. Si se trata de recomendar un cuento: «Viejo con árbol».
¡Saludos!

Amador distingue los colores de manera distinta. Cada mañana se acerca al armario, agarra algo de ropa, se mira en el espejo. «¿Qué tal voy?», pregunta a su pareja. Amador no va nada conjuntado; tampoco yo, pero él al menos tiene excusa. «Anda, anda, quítate eso». Amador ocupa un puesto importante en una empresa de ámbito internacional y no quiere que lo tomen por un tipo excéntrico, aunque en casa presuma de ser un punki de cuidado. Amador se sabe las canciones de los Ramones al dedillo, siempre lleva un par de discos en su coche, el que se compró con su primer sueldo. Su coche rojo. «¿Rojo?», pregunta. Si vieras qué triste se puso cuando se enteró.
Amador y yo tenemos cosas en común, y mucha vida juntos. Somos familia, hemos cuidado el uno del otro tanto como hemos descuidado nuestra salud: hemos salido, ciegos como perros, a comprar tabaco, churros y el periódico en plena alerta naranja. Me he quedado dormido en su cuarto de baño. No sé cómo nos han aguantado nuestras células hasta ahora. Miro atrás con ternura, ahora que no nos vemos tanto.
Hace unos años me regaló este libro, Cosas que los nietos deberían saber, de Mark Oliver Everett, publicado por Blackie Books, traducción de Pablo Álvarez Ellacuria, prólogo de Rodrigo Fresán —cosas de las parcas—. Mark es el líder de la banda Eels, de la que no soy muy seguidor. Su vida está marcada por la tragedia: la indiferencia de Hugh, su padre, un físico de renombre; la muerte de Nancy, su madre, por cáncer; el suicidio de su hermana Liz, que pensaba así acabar con el apellido. Su prima Jennifer, azafata, volaba con su marido en el avión que se estrelló contra el Pentágono: en el aeropuerto de Dulles había escrito en letras grandes en una postal «LA VIDA ES FABULOSA». Su familia está presente en las letras de sus canciones, también en esta autobiografía que arranca en el verano del 82, el verano del amor pegajoso, y llega hasta nuestros días. Mark tiene una cierta tendencia a enamorarse de mujeres locas. No sé de qué color ve Mark la vida, pero yo diría que predomina el color verde, el color del lomo y la cubierta del libro. En ésta hay también una ilustración de un pájaro azul, como el de la felicidad que buscaban Mytyl y Tyltyl en aquella cinta de George Cukor. En las doscientas páginas del libro no son pocas las veces en que consigue Mark arrancarte no solo la sonrisa, sino la risa. Mark no sabe —y yo tampoco— si dentro de cuarenta años escribirá la segunda parte de esta autobiografía para los nietos que no tiene. Claro, tampoco tiene hijos. Ni Mark ni yo lo sabemos, pero yo le espero.
Su canción homónima «Things the Grandchildren Should Know» es un resumen perfecto del libro, por si te diera pereza acercarte a él, o si no te alcanza el bolsillo. Un libro que rezuma cariño, ternura como la de esas noches con Amador y, qué cosas, una cierta esperanza, una muy peculiar.

Retrato de Baroja con abrigo, de Jesús Marchamalo. La portada es verde. Es el primero que se me ha venido a la cabeza. Es muy pequeño y muy recomendable para quien le interese don Pío.