Uno al que le habrías cambiado el sexo al protagonista (30 libros)
Categoría muy complicada la de hoy (al menos para mí). De hecho, es que nunca se me habría pasado por la cabeza pensar en que una historia podría «funcionar» mejor haciendo un rápido cambio de sexo. Además, si los autores se han imaginado así su historia, será por algo, ¿no? No sé, nunca me había parado a pensar esto y me ha costado un triunfo encontrar un título que me encajara hoy… Y, al final además, no lo he elegido porque me parezca que así la historia fuera a tener más sentido, sino porque el resultado podría ser divertido. El libro que elijo hoy es Ni de Eva ni de Adán, de Amélie Nothomb.
Reseñé el libro hace tiempo (qué raro), pero voy a volver a copiar parte de la reseña, porque me parece importante saber de qué trata el libro para explicar por qué lo saco hoy a relucir.
Un año antes de la temporada infernal en una empresa nipona vivida en Estupor y temblores, Amélie Nothomb se sube en Tokio a la montaña rusa de una hilarante educación sentimental en brazos del muy delgado y muy oriental Rinri, un ávido lector de Stendhal que sueña con entrar en la Orden del Temple. Amélie, decidida a aprender japonés enseñando francés a los autóctonos, conoce a Rinri en un bar. Pero, pocos días después, la relación entre maestra y alumno dará paso a una hermosa historia de amor. La primera noche de pasión se inicia con un cómico episodio en que profesora y alumno comparten una insípida imitación japonesa de la célebre fondue de queso francesa; le seguirán un viaje a Hiroshima y la lectura in situ de Hiroshima mon amour, un libro que Rinri detesta y no logra comprender, y el ascenso al monte Fuji, en el que la belga es poseída por el espíritu de la montaña.
Estos son solo algunos de los episodios que nos sitúan, una vez más, ante una rica y peculiar visión de Japón, la de alguien nacido allí pero cuyos orígenes son occidentales. La percepción de la alteridad de la cultura japonesa cobra en el libro los más variopintos matices. La relación de Amélie con Rinri se reviste de un barniz proustiano en una comida con los amigos de su amante en la que un okonomiyaki la catapulta a los sabores de su infancia. Y Nothomb también analiza sus experiencias desde una perspectiva casi antropológica, nunca exenta de ironía, en las reflexiones sobre la educación de los japoneses, o cuando la joven es examinada por los abuelos de Rinri, a quienes su mera presencia hace tronchar de risa.
Es decir, tenemos la visión de una mujer occidental que tiene una relación con un japonés en Japón. ¿No sería interesante y curioso saber cómo habría sido la historia cambiando las tornas? Si tuviéramos un hombre occidental (tan loco como la Nothomb, si no, no tiene gracia el experimento) y una mujer japonesa (en Japón), ¿nos encontraríamos con situaciones tan descacharrantes como en Ni de Eva ni de Adán? A mí me gustaría verlo… Podría resultar muy divertido.
Os paso la pelota. ¿Qué libro proponéis hoy? Os espero en los comentarios y en Twitter.
Le cambiaría el sexo a ‘El consejero’ de ‘La guerra del fin del mundo’… Una especie de mesías, le cambiaría el sexo sólo por la idea de imaginar a un líder religioso de tan inmenso liderazgo del sexo femenino. Las cosas irían mejor si dios fuese mujer. Saludos.