Blog Mobas | El blog de las comas, los sustantivos, los libros y las cursivas

No eres la única a la que le pasa. Yo he leído a Borges, pero me resulta difícil, y admito las pasiones que despierta de forma generalizada, pero en mi caso no es así.

Otro «pecado» de este estilo: Tolkien. Lo siento, sé que es imperdonable, pero lo he intentado con dos de sus libros y no he conseguido pasar de la página 10 con ninguno de los dos.

Ah, y hace muchos años acabé cayendo y leí Los pilares de la Tierra, harta de que en las encuestas que paso al alumnado de Filología Hispánica era una de las respuestas más frecuentes a «Un libro que te haya marcado». Lo terminé, sí, pero decidí no volver a picar con los best-sellers a no ser que tuviera una referencia de alguien de confianza.

Yo a Borges aún no le he leído, pero en mi caso eso me ocurre con Bolaño. Todo el mundo habla maravillas sobre él, un artista, un genio, maravilloso…. UN PEÑAZO. Que la humanidad me perdone, pero no puedo con él…

Con Borges no me pasa, pero con Bolaño síiiii!! Comparto opinión: peñazo!!!
Añado un título que gustó mucho a la gente, pero que a mí me me pareció tirando a horterilla: «Un grito de amor desde el centro del mundo» de Katayama.

Vaya, creía que iba a ser original diciendo que mi ballena blanca personal es ESDLA, pero ya se me han adelantado. En el primer intento me quedé por la mitad de La comunidad del anillo y en el segundo caí a mitad de Las dos torres. Quizá tuviera algo que ver que tengo la edición ilustrada en un solo tomo que pesa un cojón de mico, no sé. Algún día debo hacer un tercer y definitivo intento en ebook, que no pesa nada. El caso es que más que ESDLA tendría que haberla llamado El camino, pero Delibes se lo arrebató unos años antes… Madre mía, qué jartá de andar, qué bonita es la Tierra media, pero cuánto andar para no llegar a ninguna parte. El Hobbit es un cuento chulo, eso sí, nada aburrido. Por lo que cuentan, el Silmarillion ese es muchísima peor tortura que ESDLA.

Por otra parte, tengo mejores cosas que hacer que leer Los pilares de la tierra. Libros tochos con temas medievales hay muchos y menos soporíferos que ese. Ahora estoy acabando Tormenta de espadas, del llamado Tolkien americano y eso sí que es una maravilla. Y sus personajes también se pegan sus buenos pateos, pero al menos hay más gore y más tetas, que siempre dan color y vidilla a la narración.

No deberíamos vernos obligados a leer un libro simplemente porque todo el mundo dicen que es una maravilla. A la Matute le dieron el Cervantes el año pasado y hace unos meses tuve la feliz idea de ponerme a leer Olvidado Rey Gudú. Fue un verdadero via crucis, un pestiño infumable, pero me emperré en ser capaz de leer alta literatura y conseguí llegar hasta el final. Deberíamos leer lo que nos nutre y nos divierte y descartar obras cumbres de la literatura (o superventas) en cuanto queda claro que no son para nosotros. La vida es muy corta como para sufrir por nuestra propia mano.

Un libro con el que haya sentido esta sensación, así, en los últimos años… creo que únicamente con El retrato de Dorian Gray. Me esperaba otra cosa y el estilo me resultó demasiado cargante. Lo terminé, pero no era la obra que pensaba que me iba a encantar.

Yo sí puedo decir que El Señor de los Anillos ha sido una obra que me ha marcado. Me aguarda una tercera lectura, precisamente en la edición ilustrada por Allan Lee (supongo que el tocho del cojón de mico). Olvidado rey Gudú es otra obra que me encanta, aunque ya llegaba «marcado». Reconozco que tiene un estilo que no es para todo el mundo. La gente, después de Tolkien, suele ir a por sucedáneos pseudoliterarios tipo Dragonlance, en vez de seguir buscando buena fantasía literaria.

Yo sí he leído Los pilares de la tierra y la vi una novela normalita. Por las referencias que había tenido, me esperaba el gran ESDLA de la novela histórica medieval. Pero he leído mucho mejores: El puente de Alcántara, El médico y, por supuesto, El nombre de la rosa me han gustado mucho más.

Y, por último, debo decir que también soy aquellos a los que le cuesta mucho Borges. ¡Qué le vamos a hacer!