Haruki Murakami: ‘Kafka en la orilla’

Hace unas semanas hablé de un ensayo de Murakami, De qué hablo cuando hablo de correr, pero se me quedó la espinita de no haber escrito sobre su faceta como novelista, que es la realmente importante y la que me tiene obnubilada por completo: me confieso una auténtica fanática de Murakami. Mi problema ahora era qué libro reseñar, porque podía haber elegido unos cuantos (no hablaría igual de bien de todos, ojo, que con algunas novelas soy muy crítica). Me decidí por Kafka en la orilla. No es el que más me ha gustado (que es Tokio blues, Norwegian wood), pero sí estaría en mi podio (junto con Al sur de la frontera, al oeste del sol). También disfruté mucho con After dark y Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (¡qué título más perfecto!). El resto no me ha gustado tanto… Quizá, quién sabe, en un futuro escriba sobre alguno de estos libros (o podéis hacerlo vosotros como firmas invitadas).

Kafka en la orilla

Portada del libro

Kafka Tamura se va de casa el día en que cumple quince años. Los motivos, si es que los hay, son las malas relaciones con su padre —un famoso escultor convencido de que su hijo repetirá el aciago sino del Edipo de la tragedia clásica— y la sensación de vacío producida por la ausencia de su madre y su hermana, que se marcharon también cuando él era muy pequeño. Sus pasos le llevarán al sur del país, a Takamatsu, donde encontrará refugio en una peculiar biblioteca y conocerá a la misteriosa señora Saeki. Si sobre la vida de Kafka se cierne la tragedia (en el sentido clásico), sobre la de Satoru Nakata ya se ha abatido: de niño, durante la segunda guerra mundial, sufrió un extraño accidente del que salió con secuelas, sumido en una especie de olvido de sí, con dificultades para comunicarse… salvo con los gatos. A los sesenta años abandona Tokio y emprende un viaje que le conducirá también a la biblioteca de Takamatsu. Así, las vidas y destinos de los personajes se van entretejiendo en un curso inexorable que no atiende a razones ni voluntades. Pero, a veces, hasta los oráculos se equivocan.

Kafka en la orilla es un buen ejemplo del mejor Murakami, ese que nos permite transitar por un mundo que no siempre se ciñe a las normas lógicas; el Murakami que nos ofrece aprendizajes sentimentales aderezados con toques de realismo mágico; el que juega con los capítulos de la novela como si de piezas de puzle se tratara; el que presenta personajes profundos, reflexivos, con una evolución no siempre esperada; el que mezcla sueño y realidad; el novelista que hace que lluevan pescados y que los gatos hablen; el que nos permite viajar por mundos extraños y poco convencionales; el Murakami que destila melancolía y soledad…

Creo que no es necesario decir más. Escribir un sesudo análisis de la novela sería estropear la sorpresa que supone la lectura de cada página para quien se anime a acercarse al libro después de leer esta entrada. Así que, solo puedo animaros a hacer el esfuerzo, aunque la novela sea larga (casi 600 páginas) y a veces difícil para lectores poco avezados (incluso muchos dirían que rara, pero a mí no me lo parece).