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Color castaño claro…

¿Cómo se llama este color? Espero que lo veáis bien y los monitores no nos jueguen una mala pasada…

Beis

Castaño claro...

¿Y cómo se escribe el nombre de este color…?

Es beis (o castaño claro). Conviene emplear la forma castellanizada beis que la afrancesada de origen beige (si bien en Hispanoamérica aún se utiliza más beige). El término beis es invariable en plural:

Para la decoración de su salón utilizó tonos beis y azules. √

Abreviaturas y símbolos

Pues ya ha llegado septiembre: vuelta al trabajo, vuelta al cole, vuelta a la rutina. Y también vuelta del blog con fuerzas renovadas después de un agosto un tanto escaso en lo que a número de entradas se refiere. Espero poder seguir el ritmo…

Vamos a empezar el nuevo curso con un tema que, en ocasiones, puede ser un tanto peliagudo: la diferencia entre las abreviaturas y los símbolos. Primero voy a intentar definir los conceptos y, después, hacer una pequeña lista con las diferencias entre ellos.

Las abreviaturas son la representación reducida de una palabra, normalmente por haber eliminado alguna letra. Por ejemplo: tel. por teléfono; admón. por administración; M.ª por María.

Los símbolos son asimismo abreviaciones de palabras, constituidas por letras o signos no alfabetizables (por ejemplo, por euro); suelen ser de carácter científico-técnico y tener validez internacional al ser establecidos por instituciones de normalización. Son símbolos las unidades de medida, los puntos cardinales, las monedas, elementos químicos, etc.

Abreviaturas

  • Siempre llevan punto (tel., D., Dr., etc.).
  • Puede haber variaciones de género (Sr./Sra. por señor/señora).
  • Puede haber variaciones de número (Sr./Sres. por señor/señores).
  • Si la palabra que se va a abreviar lleva tilde y la letra sobre la que recae aparece en la abreviatura, la abreviatura también lleva tilde (por ejemplo: administración se abrevia como admón.).
  • Son más libres (aunque hay un listado de abreviaturas oficiales, que se puede consultar en el apéndice 2 del DPD).

Símbolos

  • No llevan punto (km, h, S, Fe, g).
  • No varían el morfema de género.
  • No varían el morfema de número (km tanto para kilómetro como para kilómetros).
  • No llevan tilde aunque aparezca la letra sobre la que recaería en el símbolo (ha por hectárea).
  • Son fijos (se pueden consultar en los apéndices 3 y 4 del DPD).

Dedicaré algún artículo más a este tema, porque no siempre es fácil saber cómo abreviar las palabras (y no siempre es correcto hacerlo).

Santos

Como hoy, 27 de agosto, es santa Mónica (nombre de cuya etimología y significado quizá hable algún día aquí en el blog), he pensado que sería apropiado comentar la forma correcta de mencionar a los santos por escrito. Me refiero al uso de mayúscula o minúscula en el sustantivo san(to) o santa que presenta al santo en cuestión.

Los tratamientos, en general, se escriben en minúscula y el caso de los santos no es una excepción:

Leyó la hagiografía de Santa Marta. ×
Leyó la hagiografía de
santa Marta. √

Si se emplea la abreviatura para introducir el nombre, esta va en mayúscula.

Según el santoral, el 3 de diciembre es s. Francisco Javier. ×
Según el santoral, el 3 de diciembre es
S. Francisco Javier. √

Esta norma de los tratamientos completos en minúscula y las abreviaturas en mayúscula se da con otros nombres, como señor, usted, fray, don, etc. Lo trataremos en otra entrada.

La excepción de la norma vendría cuando, por tradición, el nombre (con el tratamiento incluido) se ha lexicalizado, ambos elementos funcionan como una unidad indivisible y, por tanto, se considera nombre propio al conjunto. El ejemplo que pone la RAE es el de Santa Teresa para referirse a santa Teresa de Jesús (en que, incluso, se ha acortado el nombre en la denominación más popular).

Reflexiones (III)

«El escritor corrige con la cabeza, en efecto, pero escribe con el corazón. Escribe con su vida, sus viernes soleados, sus besos, sus astillas, sus zozobras, sus huecos. Escribe con las cosas más extrañas imaginables, pero no con la cabeza. La fantasía es en nosotros más primitiva que la realidad. Ahora bien, ni en el puro fantaseo, ni en la corrección a secas, reside exactamente la esencia de la creatividad. Los momentos auténticamente creativos de la escritura literaria tienen lugar en una zona intermedia también; allí donde el pensamiento dirigido y el pensamiento fantaseador se equilibran, se alternan, y lejos de oponerse comienzan a trabajar al unísono».

Mijaíl Batjin
1895-1975
Crítico literario y filósofo del lenguaje

‘Historia de un letrero’

Me acaba de llegar esto por correo electrónico y no me puedo resistir a compartirlo con vosotros. Una corrección de estilo en toda regla… 😉

Historia de un letrero

Estrés

Lo siento. Prometí en la última entrada al menos tres artículos semanales y, a la primera de cambio, fallo en el intento. El problema es que estoy desbordada: quiero hacer mil cosas y no llego. Y el blog, entre otras cosas, lo está sufriendo.

Pues sí, podría decirse que estoy estresada. Escrito así, con e inicial. De hecho, estrés está admitido por la RAE (junto con estresar y estresante). Su significado es ‘tensión provocada por situaciones agobiantes y que origina reacciones psicosomáticas’, que es justo lo que me está pasando (tengo problemas hasta para dormir, porque me despierto sobresaltada pensando en todo lo que tengo pendiente). Una curiosidad más sobre la palabra estrés: su plural es estreses, aunque suene a rayos.

Esta semana sí que voy a intentar escribir algún artículo. Palabra de correctora estresada…

Publicar o no publicar en agosto

Postear

'Postear' o no 'postear', esa es la cuestión. El dilema del bloguero

Perdonad que hoy no trate ningún tema referente a la lengua o la corrección, pero quiero centrarme en algunas cuestiones propias del blog, para manteneros informados de todo lo que ocurre y de las decisiones que voy tomando.

En las últimas semanas, ha habido un pequeño bajón en las visitas al blog. No es importante y, en julio, apenas ha sido perceptible; pero agosto es otro cantar y sí se nota que hay menos gente conectada. Al principio pensé que quizá los artículos no estaban interesando, pero, por lo que estoy viendo a mi alrededor, creo que las vacaciones tienen bastante más que ver con el menor número de visitas. Y, como la temporada vacacional de la mayoría de la gente está coincidiendo con una época de muchísimo trabajo para mí (estoy totalmente desbordada), he decidido espaciar un poco la publicación de los artículos. Eso me dará un poco de aire, porque, aunque no lo parezca, publicar un artículo diario conlleva su tiempo. Así que, durante el mes de agosto, va a haber menos entradas. No tengo decidido del todo si publicaré un artículo cada dos o tres días todavía, pero, bueno, me imagino que, como mínimo, podré ofreceros tres entradas semanales. En septiembre, a pesar de que entonces cogeré dos semanas de vacaciones, procuraré que el blog vuelva a su rutina de, al menos, un artículo diario (ya me las ingeniaré cuando me marche: dejaré todo programado y moderaré y contestaré los comentarios a mi vuelta). Así que, no os preocupéis, que todo volverá a la normalidad. No os imagináis lo mucho que necesito centrarme en otras cuestiones en este momento y, si además este tiempo coincide con una época en que se conecta menos gente, voy a aprovechar.

Por supuesto, que vaya a haber menos entradas no significa que no vayamos a trabajar. Además de los tres artículos semanales, vamos a tocar mucho las tripas del blog (espero poder explicaros las novedades muy pronto). Nuestra idea es hacerlo más funcional, que haya cabida para la participación y que dejar las dudas sea más sencillo aún. También aprovecharé, en la medida de lo posible, para empezar a organizar algo que tiene que ver con el blog y que verá la luz dentro de unos meses. Siento no poder dar más pistas de momento, pero sería estropear la sorpresa (todo a su debido tiempo).

Así que, ahora más que nunca (dada mi falta de tiempo para el blog), si queréis ayudarme a escribir alguna reseña como firma invitada, sois bienvenidos. Y, cómo no, podéis seguir dejando vuestras dudas y cuestiones (lo único, que tardaré más de la cuenta en responder).

A los que estáis de vacaciones, disfrutadlas mucho (¡aprovechad para leer un montón!); a los que no, pensad que, como este mes todo está a medio gas, seguro que el ritmo de trabajo es más tranquilo. Yo, por mi parte, voy a acabar varios libros que tengo pendientes y, en septiembre, como solía decir mi padre, Dios proveerá… Eso sí, no os vais a librar de mí tan fácilmente. Seguiré dando guerra (aunque un poco menos). 😉

‘La tregua’ de Mario Benedetti

La tregua

'La tregua'

Martín Santomé, viudo con tres hijos, en las vísperas de su jubilación comienza a registrar en un diario su vida gris y sin relieve. La vida cotidiana de la rutina en la oficina y la de un hogar desunido y crispado se verán alteradas cuando irrumpe en su rutina la joven Laura Avellaneda, su nueva empleada. Y este hombre, casi sin proponérselo, decide abrir en su vida un paréntesis luminoso.

Este librito es una de mis lecturas favoritas y me marcó muchísimo la primera vez que lo leí. Es una pequeña joya sobre el amor, la felicidad, la muerte, el paso del tiempo, la ilusión, la desilusión… Y es tan fácil de leer, y es tan fácil identificarse con los personajes, y es tan fácil contagiarse de su alegría y de su tristeza… Es una obra magnífica y creo que está pidiéndome una relectura a gritos. Si no os habéis acercado a ella con anterioridad, hacedlo, aunque tengo que advertiros de que es un libro que quizá os remueva mucho por dentro, porque es muy triste… pero maravilloso.

Ricardo Menéndez Salmón: ‘El corrector’

A pesar de que Menéndez Salmón cuenta con varias novelas publicadas, todas con muy buenas críticas, yo no tuve conocimiento de este autor hasta que me topé en una librería con El corrector. De hecho, esta es la tercera novela de una trilogía…

El Corrector

Portada del libro

El jueves 11 de marzo del año 2004 la historia de un país llamado España cambió sin remedio. Esta novela narra cómo vivió aquella terrible jornada y cómo la reconstruyó más tarde sobre el papel un corrector, alguien que, obligado a enmendar los errores ajenos, se tropezó aquel día con una errata imborrable escrita sobre el libro de la realidad.
Concebido como el testimonio de un ciudadano corriente, pero sobre todo como una confesión a los seres que amamos,
El corrector es un homenaje a quienes nos permiten mantener la cordura en tiempos oscuros y una emocionante novela acerca del poder de las distintas formas del amor —la amistad, la paternidad, la sexualidad— como recinto contra las inclemencias de la vida y contra las mentiras del poder.
De este modo, si
La ofensa indagaba en la Segunda Guerra Mundial como escenario de la historia leída e interpretada y Derrumbe se interrogaba a propósito de nuestros miedos a través de la historia presentida o imaginada, El corrector se acerca sin rodeos, desde el implacable yo del narrador, a la historia vivida y protagonizada en primera persona, culminando una serie del mal en nuestro tiempo que ha convertido a su autor, Ricardo Menéndez Salmón, en un nombre indiscutible dentro de la mejor narrativa contemporánea española.

Creo que a estas alturas no hace falta explicar por qué una novela con semejante título me llamó la atención. Tuve una gran curiosidad por ver cómo se retrataba mi oficio en el libro. Y bueno, por poner un poco el dedo en la llaga, ya se podían haber trabajado un poquito más la corrección de la novela, que hay un montón de incorrecciones tipográficas. En la novela en sí, sí que hablan un poquito del trabajo del corrector, así que no tengo queja. Pero claro, esta novela no es eso: es la crónica de cómo vivió el personaje principal el 11M y de las mentiras por parte del Gobierno de turno. Y aquí es donde considero que se queda corto: no he notado la hondura que creo que el tema se merece (quizá por la brevedad del texto en sí). Y lo del amor como refugio de los males, pues tocado también un tanto tangencialmente (o, al menos, esa es la impresión que me quedó). Pero bueno, se lee muy bien y sí que la recomiendo para una tarde (porque, con su extensión, no da para más).

Ayuda: origen de la expresión ‘sin trampa ni cartón’

Hoy necesito vuestra ayuda (a ver si hay algún filólogo por ahí que sepa responder esta duda). No tenemos ni idea de dónde ha surgido la expresión sin trampa ni cartón. ¿Qué tiene que ver el cartón ahí? ¿Alguien lo sabe? ¡Iluminadnos, por favor!



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