Agradecida
La vida es curiosa a veces. Si antes digo que no voy a publicar en unos días, antes me paso por aquí a colgar una pequeña chapa… Imprevisible que es una. Pero es que hoy tengo que escribir sí o sí. Porque me lo han ordenado. Me han mandado escribir en un artículo lleno de cariño hacia mí que se ha publicado esta mañana en el número 25 de la revista Granite & Rainbow (que os podéis descargar pinchando el enlace), una publicación imprescindible para los amantes de la literatura. Y quizá no es esta entrada lo que me dicen que escriba, pero al menos con ella puedo expresarle todo mi agradecimiento por sus palabras a su directora, Ainize Salaberri. Y, aunque me produce muchísimo pudor, os voy a copiar lo que dice Granite & Rainbow sobre este blog:
El blog de Mónica Basterrechea es un culto a los libros. Todas los entradas están cuidadas al mínimo detalle. Ella ama los libros y así lo demuestra en todo lo que hace, en todo lo que propone. Hay reseñas, hay juegos, hay retos. Y, dios, cómo nos gustan los retos. Ella escribe. ESCRIBE. Corrige, edita, trata con las letras. Las mima, las cuida, honra el lenguaje. Y lee, lee mucho, trabaja mucho. En su blog está ella, con su diversión, con sus ganas, con su inteligencia. El blog de Mónica es un refugio para quienes, agotados tras una jornada laboral intensa, necesitan desconectar. Y los que somos obsesivos con la literatura encontramos en su blog el lugar idóneo en el que relajarse, aprender y disfrutar sin separarnos demasiado de lo que nos hace felices. Mónica os hará felices, eso también os lo puedo prometer. Ella sabe cómo llegar, cómo rellenar huecos vacíos, cómo hacer las cosas. Mónica es toda una potencia por descubrir. Escribe, Mónica. Escribe siempre.
Estas palabras me han emocionado muchísimo cuando las he leído esta mañana. Por razones muy obvias y por razones menos obvias, que solo yo sé. Y es que llevo unos días tristona y con los nervios disparados por ciertos temas laborales (aunque trascienden a lo personal) que me preocupan y que me están haciendo cuestionarme muchas cosas sobre mi trabajo y sobre mí misma. ¿Es así como quiero hacer las cosas? ¡No lo sé! Y, después, la maldita llamada que llevo semanas esperando y que no acaba de llegar (con lo mal que yo llevo en general las esperas y los ritmos caribeños, que solo consiguen desesperarme). Y una sobrecarga de trabajo que me tiene en un agobio constante que no me deja dormir (y aquí la marmota, si no duerme, se pone triste). Siento que he entrado en un bucle del que me va a costar salir todavía unos días, en parte porque en este momento me está costando más de la cuenta confiar en mí misma…
Ayer estuve trabajando hasta las dos de la mañana y hoy a las siete ya estaba delante del ordenador, harta de dar mil vueltas en la cama de puro nervio. Y pensaba que hoy iba a ser un día fecal… Pero cuando, pasadas las nueve, he leído lo que Ainize había escrito sobre mí… mi día ha cambiado. Estoy feliz. Es una inyección de ánimo enorme. Porque el blog supone mucho esfuerzo por mi parte (y más en épocas en que, como ahora, no tengo tiempo ni para respirar), y que alguien, de manera tan explícita, diga que le gusta, que lo recomiende en su revista y que, además, lo haga con tantísimo cariño, me llena de alegría. ¡Muchísimas gracias, Ainize! Porque me impulsa a seguir y porque me dice que, quizá, no hago tan mal las cosas como mi cabeza se ha empeñado en decirme estos días. Y he decidido que, quizá, hoy es el momento de parar, de descansar la mente de las mil ideas que la han convertido en una auténtica centrifugadora y de disfrutar un rato. Así que, los textos tendrán que esperar hoy. Hoy voy a leer (que hace una semana que no toco un libro); hoy voy a quedar con mis amigas en Bilbao para tomar un café; hoy voy a ir al cine y hoy me lo voy a pasar bien y a desconectar.
Y luego hay, en las palabras de Ainize, algo que yo entiendo (si sois listos, vosotros también) y que tiene que ver con una conversación a tres bandas que tuvimos la semana pasada Ainize, Iván Repila y yo. Fue una tarde genial, que tenemos que repetir pronto (como dijo Iván, con cena). Y fue genial a pesar de que yo, ante semejantes dos talentos literarios, me sentí muy pequeñita (me pasa a menudo, me siento pequeña ante la gente a la que admiro; y si juntamos ya mi timidez a la ecuación, apaga y vámonos). Pero de aquella conversación salió algo enorme para mí: una auténtica intención de quitarme ciertos miedos y ciertos pudores de encima, y un cuaderno granate que estrené ayer y que, ahora más que nunca, quiero llegar a llenar. Y algo quizá incluso más importante: una amistad que estoy segura de que va a durar mucho tiempo.
Os recomiendo a todos que os hagáis con el último número de Granite & Rainbow, dedicado a la literatura del riesgo, a esos valientes que se atreven a desafiar los límites en todos los sentidos… ¡Interesantísimo! Y a vosotros también, por cierto, ¡gracias! Porque sois vosotros los que hacéis de este blog algo que merece la pena, al menos para mí. Y yo seguiré echándole ganas y cariño mientras sigáis ahí (y no solo seguís, sino que cada vez sois más). Y, aunque me quede alguna noche sin dormir, en noviembre disfrutaremos con otro reto…
Y no podía acabar sin unas palabras para Ainize… ¡Muchísimas gracias por lo que has escrito en Granite & Rainbow! Y por tu ánimo, tu impulso, tus mil recomendaciones lectoras, tu amistad y por, sin tú saberlo, alegrarme mucho una semana un poco complicada… Tenemos que quedar, que hay cosas que celebrar (a pesar de todo, siempre hay que celebrar). Y mañana empiezo libro… (e interprétalo como quieras). ¡Un besazo! 😉
Qué bonito y qué merecido!!